El Atajo Historia De Terror 2024

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El Atajo Historia De Terror 2024

El Atajo Historia De Terror… Esto que te voy a contar me sucedió hace casi un año y trató de no pensar mucho en ello porque me empiezo hacer telarañas en la cabeza al tratar de entender por qué nos tuvo que suceder a nosotros.

Yo vivo en San Pablo del Monte, allá por el volcán de la Malinche, ahí conocía a Mayra desde que íbamos a la primaria, pero no fue hasta cuando pasé al segundo año de prepa cuando me atreví hablarle, me gustaba mucho, era la más bonita de la escuela, imagínate cuando me enteré que yo también le gustaba, eso me lo dijo Samuel mi mejor amigo, quien esa vez me pidió que lo acompañara a darle un recado a Julieta, su hermana, que estaba con Mayra, ahí nos presentaron, recuerdo que mi amigo me codeó para que la invitara a salir, ahí mismo nos pusimos de acuerdo para ir por una nieve a los portales y a partir de ese día nos hicimos novios.

Compartíamos algunas materias y en nuestras horas libres nos buscamos para estar juntos, y después de clases la iba a dejar a su casa, ella vivía en una ranchería muy cerca del pueblo, pero había dos caminos, el largo por la carretera principal y por ahí nos tardábamos una media hora o más, y el corto, nosotros le pusimos el atajo, por ahí era cosa de diez o quince minutos caminando por un sendero muy angosto de gravilla roja y pegado al cerro de San Antonio, a la mitad del recorrido había que atravesar una parte con mucha vegetación, apenas y se podía pasar y de ahí uno salía a campo abierto, era nuestro atajo y solo muy pocas personas del pueblo lo conocían.

Todo parecía ir muy bien entre nosotros, hasta que un día mi papá me pidió de favor que lo acompañara a dejar una carga muy grande de encino hasta Tamaulipas, me ausentaría un poco más de una semana, le comenté a Mayra sobre el viaje, pero no pareció agradarle mucho la idea, el día que salimos del pueblo a la entrega ni siquiera se fue a despedir, pensé que estaba realmente enojada, no me tomó las llamadas ni me contestó ni uno de los mensajes que le enviaba a diario, y para acabarla de amolar la entrega se retrasó un poco y nos quedamos unos días más.

Regresamos al pueblo después de casi dos semanas, al otro día lo primero que hice al llegar a la escuela fue buscarla, pero no llegó a la primera clase ni a la segunda, eso me extrañó siempre era muy cumplida, entonces me encontré en los pasillos con Julieta, la hermana de Samuel, y le pregunté por ella, me dijo que había estado faltando mucho, y que en los últimos días se le veía muy enferma pero no supo decirme de qué, ya no entré a mi siguiente clase y me fui a casa de Mayra por el atajo, pero apenas pisé el camino de gravilla sentí un escalofrío en todo mi cuerpo, se me hizo raro, era un día muy caluroso y no había viento, empecé a caminar rápido sobre el sendero y cuando ya estaba por entrar entre la vegetación escuché pasos detrás de mí sobre la gravilla, en ese momento sentí que alguien me veía, pero al echar un ojo alrededor no vi a nadie, me apresuré a cruzar ese tramo y al salir a campo abierto, escuché claramente como se partía unas ramas detrás de mí como si alguien la hubiera pisado, volteé asustado pero nada, esto ya me daba mala espina, pero lo importante en ese momento era verla a ella y saber qué pasaba.

El Atajo Historia De Terror

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Apenas toqué y su mamá apareció tras la puerta, me abrazó muy fuerte, le dio mucho gusto verme y sin más me llevó a la recámara de Mayra, parecía que dormía pero al escucharme se enderezó sobre la cama, vi que se le alegró el rostro como a mí, corrí abrazarla, su mamá nos dejó solos, pero apenas cerró la puerta de la habitación se soltó a llorar desconsolada, no entendía en ese momento porqué pero dejé que se desahogara, después de un rato cuando la sentí más tranquila le pregunté qué es lo que le estaba pasando, entonces me miró a los ojos y me dijo con voz temblorosa que se estaba volviendo loca, que desde hace dos semanas, un día antes de irme con mi papá, empezó a sentir que alguien la seguía por el atajo a su casa, que al principio no le dio mucha importancia, pero que al otro día cuando venía a despedirme, escuchó pisadas detrás de ella sobre la gravilla y que al voltear no vio a nadie, que eso le dio mucho miedo pero que siguió caminando y cuando ya estaba por salir del atajo empezó a escuchar gruñidos muy fuertes a lado suyo, como de un perro, así que trató de caminar lo más rápido que pudo, pero que aquellos bufidos la fueron siguiendo todo ese último tramo, hasta que de plano sintió un aliento nauseabundo sobre su nuca, y como se le erizaba el cabello y la piel de su espalda, fue cuando sintió como la jalaron por los tobillos, me dijo que fue tan rápido que apenas y pudo meter las manos, pero que aun así aquella cosa la arrastró por varios metros sobre el camino de gravilla hasta el tramo de la vegetación, en ese momento trató de patalear con todas sus fuerzas para poder zafar sus piernas, hasta que sintió como la soltaban aquellas garras y entonces se levantó como pudo y empezó a correr como loca hasta llegar a su casa, para su mala suerte no estaban sus papás y perdió su teléfono en el forcejeo, así que se encerró en su cuarto, al paso de un rato, ya más tranquila pensó que tal vez todo lo había imaginado y que por eso no le comentó nada a sus papás cuando llegaron, pero que esa misma noche empezó a tener pesadillas con aquella cosa que la persiguió en el atajo, en el sueño su cuerpo en era muy pesado y sus piernas se hundían hasta las rodillas en la gravilla, y que sus propios gritos no los podía escuchar, y al querer zafar su piernas, le caía  aquel animal encima, que enterrándole sus garras en el cuello y es entonces que se despertaba llorando y gritando, y que ya no podía dormir, porque cada vez que cerraba los ojos volvía a soñar lo mismo una y otra vez.

Sus papás la habían llevado a varios médicos del pueblo, pero que ni uno solo les había podido explicar qué le estaba pasando, ya no pudo seguir contándome y empezó a llorar otra vez, la abracé muy fuerte y le dije que buscaría la forma de ayudarla, me quedé con ella toda la tarde, la vi un poco más animada, ya cuando empezaba anochecer se fue quedando dormida entre mis brazos, la recosté suavemente y me quedé todavía otro rato.

Cuando salí de su casa ya había oscurecido y me dirigí al atajo, pasé por los campos y me metí entre la maleza, ya llevaba unos cuantos metros avanzados cuando escuché un resoplido sobre mi cabeza que hasta me sacudió el cabello, me quedé paralizado y levanté muy despacio la cabeza hacia arriba, entre la vegetación sobresalía la cabeza de aquel animal, tenía el hocico abierto, podía verle sus colmillos enormes y  sentir su baba escurriendo sobre mi cara, intenté echarme a correr pero apenas di unos pasos cuando sentí que me clavaba una de sus garras en mi pierna y me jalaba hacía el camino de gravilla, yo estaba aterrado no sabía qué hacer, pero al aventarme sobre el sendero me rasgó la playera y quedó al descubierto una medallita de plata de San Miguel Arcángel que me había regalado mi abuela, aquella bestia se quedó escondida entre la vegetación y lanzó un fuerte bufido, yo temblaba del miedo, me levanté como pude y me eché a correr, al llegar a casa le conté a mis papás lo que me había pasado, al principio sentí que no me creyeron, pero cuando vieron la herida que tenía en la pierna, me llevaron al médico y después fuimos con mi abuela que vivía al otro lado del pueblo, cuando le conté lo de Mayra y lo que me había pasado hace unas horas, me dijo que aquel animal era un nahual, mis papás se pusieron muy serios, sin pensarlo más nos fuimos a la casa de Mayra, mis papás trataron de explicarle a su mamá toda esta situación para que le permitiera a mi abuela que le hiciera una curación, ya que el nahual al parecer le estaba haciendo brujería, al final lo permitió. 

A los pocos días Mayra se recuperó y regresó a la escuela, hasta el día de hoy no hemos vuelto a usar el atajo para llegar a su casa. Hace unos meses terminamos la preparatoria y estamos a la espera de irnos a estudiar juntos a la universidad de Puebla, y la verdad muy pocas veces hablamos de lo que nos pasó en aquellos días, y creo que a veces es mejor a así, darle vuelta a la página. 

Autor: Luis Martínez Vázquez

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