La Muñeca De La Bruja 2022

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La Muñeca De La Bruja 2022

La muñeca de la bruja… Vivo en el campo, en una pequeña comunidad en Chiapas.
Algunas personas pensarán, que en un lugar tan alejado de la ciudad, no ocurren cosas interesantes, pero se equivocan.

Si bien, la mayor parte del tiempo, la vida en el campo es tranquila, al estar libres de celulares, o de televisiones, estamos mas atentos a lo que ocurre en el mundo real, el cual nos ofrece mejores historias que las que aparecen en las películas o las novelas.

La siguiente historia, les puedo asegurar es cien por ciento real, pues todos en la comunidad lo vivimos.

No es extraño ver de vez en cuando a extranjeros que van de paso o que llegan a pedir alimentos, pero en cierta ocacion, llegó una caravana, con carpas e incluso con algunos animales.

Recuerdo que mi madre me dijo que era una comunidad gitana, que debíamos tener cuidado de no salir solos, mientras ellos estuvieron allí.

Yo recuerdo que las mujeres se vestían de manera extravagante, con largas faldas, muchos colores brillantes, ademas hablaban con un extraño acento.

Las mujeres te ofrecían leerte la mano, o realizar lectura de cartas y cosas así.
En mi comunidad somos católicos y este tipo de prácticas no son aceptadas.
La vestimenta de estas personas era muy peculiar, muy coloridas. A mi parecer, aquellas personas tenían rasgos muy bellos, a mi me llamaba mucho la atención su aspecto, pero solo podía verlos a través de mi ventana.

Después de un par de semanas, la caravana se fue, quedándose solo una carpa a las afueras de mi comunidad.
Como pueden imaginarse, no nos dejaban arrimarnos a esa carpa, ni los adultos se atrevían a acercarse a ella, aun cuando no habían visto si alguien vivía allí realmente.

Mi madre que creía que simplemente dejaron la carpa sola, quien sabe por que.
Cuando uno es niño, todo aquello que esta prohibido despierta una enorme curiosidad, así pues, varias veces intenté, al lado de otras niñas, entrar a la carpa y ver que había dentro.

Desafortunadamente, después de cinco intentos, no logramos ir, pues nuestros padres nos atrapaban a medio camino.
Pero un día, en época de cosecha, los adultos no estaban y aprovechamos para ir a meternos a la carpa.
Dentro de la carpa olía a inciensos, el piso estaba cubierto por varias alfombras, también vimos varias sillas sin respaldo, y al fondo, una cortina que dividía lo que vendría a ser el dormitorio.

Allí vimos un catre, varias sábanas y debajo algo abultaba, un enorme rectángulo.
Retiramos las sábanas y descubrimos una enorme caja de madera con un marco de cristal, con algo muy interesante dentro.

Era una muñeca, a tamaño real, como niña de doce años, iba recostada de lado, en una mano sostenía un plato con un cráneo humano y a sus pies, estaba un león de peluche.

La Muñeca De La Bruja

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La muñeca se veía muy real, era hermosa, sus ojos en color verde, su piel pálida e iba vestida con un hermoso vestido color hueso.
A todas nos encanto la muñeca, así que decidimos romper el vidrio de la caja y tomarla para jugar con ella.
Así lo hicimos, extrajimos la muñeca, dejamos todo lo demás, solo nos llevamos a la muñeca y corrimos hasta un almacén abandonado en los límites de nuestra comunidad, sabíamos que no podríamos jugar con la muñeca libremente, pues si se daban cuenta, nos la quitarían y castigarían.

Fueron varios días felices, en los que nos compartíamos la muñeca para jugar, quien sabe de que material estaría hecha, se sentía como plástico, pero era suave y sólida a la vez.
A partir de que tomamos la muñeca, en la comunidad corrió un rumor, de que una extraña mujer con ropa parecida a la de una monja, se aparecía en los límites de la comunidad.

En un principio los niños no creímos en estos rumores, pues a los adultos les gustaba inventar este tipo de historias, para que no nos alejáramos de la comunidad.

Pronto nos daríamos cuenta de que en esta ocasión no era así.
Después de un tiempo nos olvidamos de la muñeca, la dejamos enterrada en el almacén abandonado, para esto la carpa donde la encontramos ya estaba toda desgarrada y un día alguien del pueblo le prendió fuego.

Cierto día, jugábamos a las escondidas. Yo me escondí en una enramada, muy cerca de donde estaba la carpa, de repente alguien me tocó en el hombro, cuando me gire para ver quien era, me sorprendí, era una mujer vestida con ropa muy extraña, parecía como un habito de monja, pero sus colores eran muy brillantes.

La mujer me preguntó que si no había visto a su hija, me puse nerviosa y solo le dije que no, moviendo la cabeza, en eso la perdí de vista unos segundos y desapareció sin dejar rastro.
De repente escuché a una de las niñas llorar. Todos salimos de nuestros escondites.

Encontramos a la niña debajo de un árbol, tenia una quemada horrible en su brazo derecho. Ella decía que una bruja se lo había hecho.

Rápido corrimos con los padres de la niña, quienes no nos creyeron y nos revisaron los bolsillos en busca de cerillos o un encendedor. No nos encontraron nada, pero no nos creyeron y nos acusaron de haber tirado los cerillos en algún lado.

A mi me castigaron sin dejarme salir de la casa durante una semana.
Una noche, me desperté muy asustada, pues escuché un sonido muy extraño.

El cuarto donde dormía, tiene ventana en dirección a unos arboles. Cuando me asomé a la ventana, vi una enorme ave que hoy es día que no puedo identificar, tenia un rostro horrible, parecía humano y producía un chillido desesperante.

Esa noche acabé en el cuarto de mis padres. Ellos me pusieron a rezar, no sin antes decir, que todo eso lo provocaban mis mentiras, yo entre lagrimas les repetí que no jugábamos con cerillos.

Los rumores seguían circulando por la comunidad, las personas seguían diciendo que se habían encontrado con una mujer muy extraña en el camino, ella les preguntaba si no habían visto a su hija y después desaparecía.

Otra cosa extraña que pasó durante aquella época, que los animales se comportaban de manera extraña y algunos gatos callejeros desaparecieron de la nada.

Para cuando me dejaron volver a salir, varios de los niños me dijeron tristemente, que a sus gatos se los comió una bruja.

A la niña que se le había quemado el brazo, le quedó una horrible cicatriz, ella nos contó, que esa vez la bruja le dijo que si no le devolvía a su hija, se la llevaría a ella, fue cuando la tomó del brazo y le dejo esa marca.

Ella estaba muy asustada, no se alejaba de nosotras y ni de broma quería salir de la comunidad a jugar.
Platicando entre los niños, nos acordamos de la muñeca y nos preguntamos, si no seria lo que buscaba la bruja.

Entonces fuimos al almacén abandonado, a buscar la muñeca, pensamos, que si la dejábamos en las afueras de la comunidad, la bruja nos dejaría de molestar.

Al principio no encontrábamos la muñeca, ni siquiera nos acordábamos en que parte la enterramos.

Cuando al fin la encontramos, la muñeca estaba toda destruida, tenia una pierna rota, y los brazos le colgaban, su rostro ya no era hermoso, mas bien era una mueca de dolor, todos nos sentimos aterrados con la muñeca.
La guardamos en una bolsa negra.

De camino, nos encontramos al papá de uno de los niños, que de inmediato nos obligó a vaciar la bolsa.

La muñeca cayó con los brazos abiertos. El señor de inmediato comenzó a preguntarnos que de donde la habíamos sacado.

No quiso agarrar la muñeca, la veía con asco. Nos dijo que nos deshiciéramos de ella o le diría a los padres de todos, así que de inmediato la tomamos y fuimos a dejarla en las afueras de la comunidad, cerca de donde estaba la carpa.

Aquella noche pareció que la bruja visitó la comunidad, pues todos escuchamos cosas raras, los animales se comportaban extraño y todos coincidían, en que escucharon pasos en las azoteas de las casas.

A la mañana siguiente, fuimos al lugar donde dejamos la muñeca, pero ya no estaba, nos sentimos aliviados, pues creímos que al fin la bruja nos dejaría de acechar.

Yo ya no volví a ver nada, sin embargo, muchos de los niños dijeron, que habían visto a la misma mujer afuera de sus ventanas, a veces veían como se transformaba en una horripilante ave, muy parecida a la que yo vi esa noche en mi ventana y que era la bruja.

Autor: Mauricio Farfan

Derechos Reservados.

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