La Figura Encapuchada Historia De Terror 2023

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La Figura Encapuchada Historia De Terror 2023

La Figura Encapuchada, Historia De Terror… Mi juventud fue dentro de lo que cabe bastante normal, mis padres solían trabajar demasiado por lo que la mayoría del tiempo me la pasaba solo, mirando por largas horas vídeos de internet, a la edad de 13 años generé un gusto por las exploraciones urbanas, deseaba con todo mi ser, ser como mis youtubers favoritos, por lo que aprovechando la poca atención paternal por las noches decidí que yo mismo aria mi propia exploración urbana.

Recuerdo pasar días enteros buscando el sitio perfecto para hacerlo, y finalmente, di con un viejo hospital psiquiátrico, en el cual se contaban historias de los horribles tratos dados a sus pacientes y debido a estos había cerrado sus puertas desde hacía más de 50 años, parecía el sitio perfecto para comenzar, por lo que decidí explorar el hospital abandonado.

Para ser sinceros el encontrarlo no fue difícil, pues su ubicación se hallaba en internet. Me adentré en sus pasillos, donde el aire era denso y el silencio parecía envolverlo todo. La luz tenue de mi linterna rebotaba en las paredes, revelando manchas de humedad y grietas que parecían haber visto incontables historias de sufrimiento. El eco de mis pasos resonaba como susurros lejanos, como si las paredes mismas estuvieran contando su historia.

A medida que avanzaba, noté que una de las puertas estaba entreabierta. El interior estaba oscuro, pero algo me impulsó a entrar. La habitación estaba llena de camas viejas y máquinas oxidadas. La atmósfera parecía cargada, como si aún conservara los suspiros de los pacientes que habían sufrido aquí. En una de las camas, una figura yacía inmóvil bajo las sábanas. Aquello sería suficiente para muchos para salir corriendo de ahí, sin embargo no quería mostrarme temeroso ante la cámara.

Mi corazón latía con fuerza mientras me acercaba, y levanté las sábanas con cautela. Mi aliento quedó atrapado en mi garganta al ver el rostro pálido y demacrado de un hombre el cual vestía con una capucha. Sin embargo, no parecía muerto; sus ojos se abrieron lentamente y se posaron en mí. Sentí que su mirada penetraba mi alma, y un escalofrío recorrió mi espalda.

Pregunté apenas susurrando que  quien era pero no recibí respuesta; en su lugar, una sonrisa retorcida se extendió por su rostro. Me aparté de la cama con rapidez, retrocediendo hacia la puerta. Pero antes de que pudiera escapar, las luces comenzaron a parpadear y escuché risas que parecían venir de todas partes.

Mis manos temblaban mientras trataba de encender mi linterna, pero parecía estar fallando. La oscuridad se cerró sobre mí, y sentí una presencia alrededor, como si las sombras mismas estuvieran vivas y me observaran con malicia. La risa se intensificó, resonando en mi cabeza como un eco retorcido. Traté de correr, pero mis piernas se sentían como plomo.

Finalmente, la luz de mi linterna volvió a encenderse y logré encontrar la puerta. Salí corriendo del hospital, con mi corazón palpitando con un terror indescriptible. Una vez fuera me percaté que había dejado mi cámara dentro, sin embargo, no tuve el valor de volver por ella jurándome a mí mismo que nunca volvería a acercarme a ese lugar maldito

Después de escapar del hospital maldito, llegué a mi casa con el corazón aun latiendo desbocado. Cerré la puerta detrás de mí con un suspiro de alivio, sintiendo cómo el agotamiento y la tensión de la experiencia me afectaban. Mis manos temblaban mientras dejaba caer las llaves sobre la mesa de la entrada. La lluvia continuaba cayendo afuera, golpeando los cristales con insistencia, como si el cielo mismo quisiera borrar la memoria del lugar al que me había aventurado.

Con cada paso que daba, el eco de los susurros y las risas resonaba en mis oídos. Me dejé caer en el sofá, la oscuridad de la habitación acentuaba la sensación de estar siendo observado. Miré fijamente hacia adelante, mis ojos se centraban en la nada mientras las imágenes del hospital invadían mi mente.

Con un esfuerzo titánico, logré conciliar el sueño esa noche. Cerré los ojos y me hundí en la oscuridad, pero no encontré paz. En su lugar, fui arrastrado de nuevo al pasillo oscuro del hospital abandonado. Cada paso que daba resonaba como un eco retorcido, y la figura encapuchada estaba allí, esperándome en la habitación lúgubre. Los susurros y las risas llenaban el aire, como si fueran el coro de una pesadilla interminable.

Mis piernas me llevaron hacia la figura, como si no tuviera control sobre mis acciones. Los ojos ocultos bajo la capucha parecían perforar mi alma, y una sensación de pavor me envolvió. La figura alzó las manos y las sombras se extendieron hacia mí. Sentí cómo mi piel se erizaba y cómo el aire a mi alrededor se volvía gélido.

La escena cambió, y me vi a mí mismo atado a una camilla en el hospital. Las sombras danzaban a mi alrededor, susurros ininteligibles llenaban el espacio. La figura estaba a mi lado, sus dedos extendiéndose hacia mi frente. Una oleada de terror me recorrió mientras sentía una presencia oscura que se insinuaba en mi mente, explorando cada rincón de mis pensamientos y emociones.

El dolor se intensificó, y sentí que mi mente estaba siendo desgarrada. Grité en agonía, pero mi voz se perdía en el caos que me rodeaba. La figura me miró con sus ojos vacíos y su sonrisa malévola, y sentí que estaba siendo devorado por las sombras mismas. Mi conciencia se retorcía y se desvanecía, y el dolor se volvía insoportable.

Desperté empapado en sudor, jadeando y temblando. La oscuridad de mi habitación parecía abrazarme, y me encontré paralizado por el recuerdo de la pesadilla. La sensación del dolor persistía, como si las sombras y la figura encapuchada aún estuvieran atrapadas en mi mente.

Al día siguiente, me esforcé por olvidar esos sueños perturbadores y fui a la escuela. Mis pasos eran pesados, y la sombra de la figura encapuchada parecía seguirme a cada paso. Mis compañeros hablaban y reían a mi alrededor, pero mi mente estaba en otro lugar, atormentada por las imágenes de la pesadilla.

La clase pasó en un borrón, y me encontré luchando contra el agotamiento que amenazaba con arrastrarme. Mi cabeza se tambaleaba mientras luchaba por mantener los ojos abiertos. Miré por la ventana del salón, tratando de concentrarme en cualquier cosa que no fuera el recuerdo de la figura encapuchada.

Mis ojos se posaron en el área de juegos afuera, y mi corazón se detuvo. La figura encapuchada estaba allí, de pie en medio del área de juegos. Su mirada estaba fija en mí, su sonrisa retorcida era iluminada por una luz macabra. Grité, señalando frenéticamente hacia el exterior, pero cuando mis compañeros de clase se giraron, solo encontraron un área de juegos vacía, sin rastro de ninguna figura encapuchada.

Las risas llenaron el salón, y sentí el calor de la vergüenza en mis mejillas. La sensación de estar atrapado en un mundo de pesadillas se volvió insoportable, y me hundí en mi asiento, sintiendo la mirada de la figura encapuchada aun acechando en mi mente.

La línea entre la realidad y la pesadilla se estaba desvaneciendo rápidamente, y me di cuenta de que no había escape. La figura encapuchada me perseguiría sin piedad, en mis sueños y en la vigilia. Cada sombra, cada rincón oscuro, parecía ocultar su presencia, y el miedo se convirtió en mi constante compañero.

A medida que los días pasaban, mi salud comenzó a deteriorarse drásticamente. Mi rostro se tornó pálido y ojeroso, mis energías se desvanecían y me sentía como si las sombras me estuvieran consumiendo desde adentro. Mis padres, alarmados por mi estado, me llevaron a médicos y especialistas, buscando respuestas. Sin embargo, las pruebas y los exámenes no revelaron nada anormal. Cada médico a quien visitábamos se encogía de hombros, incapaz de identificar la causa de mi deterioro.

A medida que pasaba el tiempo, mi salud empeoraba. Luchaba por mantenerme en pie, solo capaz de realizar las tareas más esenciales. Las pesadillas y la sensación de estar siendo observado seguían persiguiéndome, haciéndome sentir como si estuviera atrapado en un torbellino de oscuridad y miedo. Los días en los que me sentía lo suficientemente bien como para salir eran raros, pero incluso entonces, mis padres me impedían aventurarme más allá de los límites seguros de nuestra casa.

Una noche, mis padres tuvieron que trabajar y no pudieron quedarse conmigo. Me hicieron prometer que, si sentía cualquier malestar, los llamaría de inmediato. Aunque me sentía relativamente mejor esa noche, decidí ver una película para distraer mi mente antes de dormir. Me acurruqué en el sofá, la luz tenue de la televisión iluminaba la habitación. Sin embargo, a medida que avanzaba la película, una sensación de inquietud comenzó a apoderarse de mí. Miré alrededor, sintiendo como si algo estuviera acechando en las sombras.

De repente, un frío intenso llenó la habitación, cortando a través de mí como un cuchillo. Me envolví en una manta, pero el frío parecía emanar desde el interior, como si estuviera arraigado en mi propia piel. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral mientras me ponía de pie, decidido a regresar a mi habitación y acurrucarme bajo las mantas. Pero justo al final del pasillo, una figura se materializó en la oscuridad.

El hombre encapuchado estaba allí, su presencia era tan real que podía sentir la malevolencia emanando de él. Su sonrisa siniestra era más vívida que nunca, como si el espacio entre nosotros fuera un umbral entre el mundo de los vivos y los muertos. Mi corazón latía descontrolado, y cada músculo en mi cuerpo parecía tensarse en anticipación del peligro.

El hombre alzó la mano y saludó con una burla desquiciante. Un escalofrío de terror recorrió mi cuerpo mientras su voz retumbaba en mi mente, como si fuera un coro de voces mezcladas en una cacofonía inquietante. Me quedé paralizado en el pasillo, con el miedo enraizado en cada fibra de mi ser.

En un abrir y cerrar de ojos, el hombre se movió hacia mí con una velocidad inhumana. Antes de que pudiera reaccionar, me derribó con fuerza sobre el suelo. Sentí su peso sobre mí, aplastándome mientras sus dedos fríos se cerraban alrededor de mi garganta. Grité y luché con todas mis fuerzas, intentando liberarme de su agarre. Su risa retorcida llenaba el aire, como un eco incesante que me acosaba.

Mis manos se aferraron a la capucha que ocultaba su rostro, tratando de arrancarla y exponerlo ante la luz. Sin embargo, su resistencia era sobrenatural, como si estuviera más allá de mi alcance. Mi respiración se volvió entrecortada mientras luchaba por mantenerme consciente, pero cada intento de escapar era en vano.

El terror llenó mis ojos mientras miraba hacia arriba, atrapado en su mirada vacía. La oscuridad comenzó a cerrarse a mi alrededor, y sentí que estaba siendo arrastrado hacia un abismo sin fin. Mi mente se convirtió en un torbellino de emociones, una mezcla caótica de miedo y desesperación.

La Figura Encapuchada Historia De Terror

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La risa del hombre encapuchado se intensificó, llenando todo mi ser. Grité una última vez mientras la oscuridad se cerraba sobre mí, absorbiéndome en su abrazo gélido y sin fin.

Cuando recuperé la conciencia, me encontraba en mi cama, empapado en sudor y temblando. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y la sensación del frío y la opresión de la pesadilla seguían aferrándose a mí. La luz del amanecer comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, iluminando la habitación de manera tenue.

Me esforcé por controlar mi respiración y calmarme. Aunque sabía que había sido solo una pesadilla, la intensidad de la experiencia seguía vibrando en mi mente. Me senté en la cama, pasando una mano por mi cabello mientras intentaba despejar mi mente del recuerdo aterrador. Decidí que no podía dejar que estas visiones me consumieran por completo.

Con el tiempo, aprendí a lidiar con las pesadillas y las sensaciones de ser observado constantemente. Mi salud continuó siendo frágil, pero logré mantenerme funcional. Me esforcé por retomar una rutina normal, asistiendo a la escuela y pasando tiempo con amigos. Aunque la figura encapuchada aún se manifestaba ocasionalmente en mis sueños, estaba decidido a no dejar que su influencia me controlara.

Sin embargo, aquella falsa sensación de control fue solamente una ilusión, pues una noche recuerdo despertar exaltado, no tenía idea de que era lo que había soñado pero dado los acontecimientos sabía que no podía tratarse de nada bueno, tenía muchísima sed así que decidí levantarme por un poco de agua, sin embargo, al volver, justo en la entrada de mi cuarto me topé frente a frente con aquel hombre.

Mi primer pensamiento fuel de gritar en auxilio por mis padres, sin embargo, cuando lo intente apenas un hilo de voz salió de mi garganta, por lo que mi siguiente pensamiento fue el correr sin embargo, antes de que mis piernas respondieran, el hombre se abalanzó sobre mi, derribándome, ni siquiera pude forcejear fue como si toda la fuerza de mi cuerpo se drenará de un momento a otro, para mí fortuna, la luz del cuarto de mis padres se encendió de pronto debido a todo el alboroto.

En un abrir y cerrar de ojos, la figura había desaparecido por completo. Me encontré jadeando y temblando en medio del pasillo, con mi cuerpo empapado en sudor y mi mente en un estado de agitación. La quietud de la casa me envolvió, y el terror que había experimentado seguía reverberando en mi mente.

Sin bastar todo aquello, no podía moverme en lo absoluto, mis extremidades se sentían tan débiles que aquella noche mi padre tuvo que cargarme de vuelta a mi cama. Para los días siguientes aunque recobré un poco de fuerza no era la suficiente cómo para estar fuera de la cama más de media hora por lo que mis padres continuaron llevándome con especialistas.

Después de numerosas consultas médicas y pruebas, los doctores finalmente llegaron a un punto en el que reconocieron su impotencia. No tenían respuestas ni soluciones para mi deterioro constante. Fui dado de alta del hospital, y me llevaron a casa, donde me enfrenté a la realidad de que mi salud estaba en un declive irreversible. Mi cuerpo parecía estar librando una batalla perdida, y mi espíritu también se sentía abrumado por la figura encapuchada y sus garras oscuras.

Desesperado y sin saber a quién recurrir, mi padre recordó un consejo de un amigo cercano. Este amigo, a quien previamente había descartado por sus creencias en lo esotérico y lo sobrenatural, le había recomendado a una santera. Ahora, en medio de la angustia y el desconcierto, mi padre estaba dispuesto a intentar cualquier cosa que pudiera ayudarme.

Fue así como este terminó por contactarla y darle la dirección de mi casa para que está fuera a verme, dado a qué yo me encontraba muy débil como para ir hacia ella. La mujer, de aspecto anciano y sabio, lo recibió con una mirada que parecía traspasar las capas de su ser. Sin siquiera pronunciar una palabra, la santera parecía haber sentido mi presencia antes de que entrara en la habitación. Mi padre, un hombre escéptico por naturaleza, se encontró en un lugar donde las explicaciones racionales quedaban en segundo plano.

La santera se tomó su tiempo, observándome con ojos que parecían ver más allá de mi exterior. Finalmente, habló con seguridad, diciendo que mi problema estaba relacionado con una entidad maligna que estaba pegada a mí. Mis padres y yo escuchamos con atención mientras describía cómo esta entidad se había aferrado a mi energía y mi ser, provocando mi deterioro físico y emocional.

Con una confianza innegable en sus acciones, la santera comenzó una serie de rituales y limpias. Uno de los métodos que utilizó involucró un huevo, que ella pasó cuidadosamente sobre mi cuerpo mientras susurraba palabras que parecían ser un eco ancestral. Durante el proceso, algo inusual comenzó a suceder. Me retorcía y contorsionaba, sintiendo como si una fuerza invisible luchara dentro de mí. Pedí que se detuviera, pero la santera continuó, con sus ojos fijos en mí mientras seguía con su tarea.

En un momento crítico, el malestar que me invadió fue abrumador. Sentí una intensa presión en mi pecho, como si algo estuviera tratando de escapar de mi interior. Un escalofrío de agonía recorrió mi columna vertebral mientras experimentaba una sensación que no se puede describir con palabras. Finalmente, la lucha llegó a su punto culminante, y comencé a vomitar.

Fue una experiencia aterradora y nauseabunda. Lo que salía de mí no era comida ni líquido, sino cabello enredado y retorcido, empapado de sangre. El proceso parecía interminable, y cada hebra de cabello que salía de mi boca era una prueba tangible de la lucha que había estado teniendo lugar dentro de mí. Mi cuerpo estaba convulsionando mientras la santera seguía concentrada en su tarea, sin inmutarse por la grotesca escena ante ella.

Finalmente, cuando el último vestigio de cabello sangriento fue expulsado de mi cuerpo, el ambiente cambió. La sensación de opresión que me había acompañado durante tanto tiempo comenzó a disiparse, y sentí como si un peso invisible se hubiera levantado de mis hombros. El aire parecía más ligero, y la habitación estaba llena de un silencio que parecía curativo.

La santera concluyó el ritual, y sus ojos se encontraron con los míos. Su mirada estaba llena de comprensión y empatía. No necesitaba palabras para comunicar que algo había cambiado, que una presencia oscura había sido expulsada de mi vida. Mis padres y yo compartimos un momento de gratitud y alivio, sabiendo que algo inimaginable y poderoso había tenido lugar en ese espacio.

Desde esa noche, la figura encapuchada dejó de atormentarme. Mi salud comenzó a mejorar lentamente, y la pesadez que había plagado mi mente y mi cuerpo comenzó a desvanecerse. El proceso de recuperación fue lento, pero cada día se sentía como un paso hacia la luz y la sanación.

Jamás volví a tener noticias de aquella entidad, y con el tiempo, mi vida volvió a una especie de normalidad. Aunque las cicatrices emocionales de esa experiencia seguían presentes, también me convertí en un testimonio de que a veces, en los lugares más inesperados, se encuentran las soluciones más inverosímiles.

Autor: Aurora Escalante

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