La Brujería Historia De Terror 2024

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La Brujería Historia De Terror 2024

La Brujería Historia De Terror… Sé que es difícil que uno crea en todas estas cosas de brujas, yo mismo durante mucho tiempo miraba con desconfianza y hasta con burla a las personas que contaban alguna de estas experiencias, y a veces los tachaba de gente mentirosa o de que tenía mucha imaginación, por eso aún me cuesta mucho creer lo que nos pasó a mi esposa y a mi hace algunos años, porque el solo recordarlo me eriza la piel.

Cuando nos casamos yo venía de una relación en unión libre que no había funcionado y que había terminado muy mal, algunos meses después de ese rompimiento conocí a Violeta en el trabajo, empezamos a salir y me sentí muy bien con ella, no tardamos mucho tiempo en decidirnos en casarnos, y en ese momento pensamos que todo estaría bien, pero su familia en un inicio no me aceptó porque yo era mucho mayor que ella.

Después de algunos meses convencimos a su mamá y a su hermano mayor para que nos dieran su bendición, y todo pareció marchar bien, pero a los pocos días de estar viviendo juntos, Violeta empezó a enfermar, de principio no le dimos mucha importancia, pero conforme fueron pasando las semanas se fue agravando, por fortuna teníamos seguro social, la estuve llevando a todos los médicos, especialistas, y estudios de laboratorio que nos fueron indicando, y a pesar de que estaba bajo medicación llegó un punto en donde todo se agravó, estuvo hospitalizada por casi una semana.

Al final la dieron de alta y tuve que traérmela de vuelta a casa, porque de plano los médicos no sabían que tenía y ni mucho menos que hacer, yo estaba devastado y tuve que hablarle a su mamá para ver si me hacia el favor de ayudarme a cuidarla unos días, para poder reponer algunas horas en el trabajo y buscar otros médicos.

No lo dudó ni un instante y abordó el primer autobús para acá, ellos eran de Puebla, por Izúcar de Matamoros, esa misma tarde llegó con su hijo mayor Ramón, apenas entraron a la casa se dirigieron a nuestra habitación y se quedaron con ella el resto de la tarde y me dijeron que estarían toda la noche cuidándola, yo aproveché para tratar de dormir un poco, hacía semanas que no había podido pegar el ojo con todas estas preocupaciones y entonces me acomodé en el sillón de la sala, caí como piedra.

Pasadas las dos de la mañana los gritos desesperados de mi cuñado llamándome me despertaron, me levanté todavía medio adormilado y corrí hacia nuestra recamara, mi suegra y Ramón trataban de sujetar a mi esposa que se agitaba sobre la cama como si tuviera una convulsión o un ataque epiléptico, yo traté de agarrar su cabeza porque pensé que se podía morder la lengua o algo así, pero cual sería mi sorpresa que al sujetar sus mejillas entre mis manos, ella se quedó inmóvil y clavó su mirada en mí, yo sentí un escalofrió que me recorrió todo el cuerpo, sus ojos parecían diabólicos, de un color rojizo y me sonreía como burlándose, fue entonces cuando escuché esa escalofriante voz enronquecida que me decía que me largara, que Violeta ya no estaba ahí, yo me quedé paralizado, no entendía que estaba pasando, incluso pensé que lo estaba imaginando o que lo estaba soñando, pero al voltear a ver a mi suegra y a mi cuñado, sus rostros estaba aterrorizados, entonces sentí como me mordía la mano, jalé el brazo para zafarme y entonces ella empezó a forcejearse con más fuerza y de manera más violenta, le dio un manotazo a mi suegra con tal furia que la mandó a estrellarse contra la puerta del closet, entonces yo agarré su brazo con mis dos manos presionándola contra la cama, pero parecía tener una fuerza sobrehumana porque apenas podía sujetarla.

Mi cuñado Ramón me miraba desconcertado, yo no sabía qué hacer, estábamos desesperados, entonces mi suegra se levantó como pudo con el rostro ensangrentado, corrió a su maleta y sacó una medallita y un rosario, se paró a lado de Ramón y empezó a rezar un padre nuestro, mientras intentaba ponerle la medalla sobre la frente a mi esposa pero fue imposible, entonces con una de sus manos sujetó la cabeza de Violeta y con la otra sostuvo la medalla y el rosario encima de su rostro sin dejar de rezar, mi esposa reía de una manera tan macabra que se nos erizaba la piel, pero mi suegra siguió rezando sin importarle nada, hasta que dejó de forcejear y finalmente se quedó dormida, aun así mi cuñado me pidió que la sujetáramos con algunas de mis corbatas a la base de la cama, por si despertaba igual, cuando terminamos nos tumbamos ahí mismo en la recámara para recuperar un poco el aliento, los tres nos quedamos en silencio un buen rato tratando de recuperar la fuerzas, ya empezaba a clarear, fue entonces cuando mi suegra habló, me dijo que a su hija le estaban haciendo brujería con toda la intención de dañarla, y que necesitábamos llevarla a su pueblo con una bruja curandera para que le ayudara, yo me le quedé viendo muy serio, en otro momento o en otra situación me hubiera hasta burlado de lo que me decía, pero acababa de vivirlo, de verlo con mis propios ojos, aquella mujer sobre la cama no era mi esposa, algo estaba adentro de ella que se la estaba llevando.

Justo en ese momento no pude evitar recordar que al regresar de nuestra luna de miel, en la puerta de nuestro departamento había varios montoncitos de un polvo rojizo y amarillento a lo ancho de la entrada, los dos nos quedamos un poco sorprendidos, pero nunca nos pasó por la cabeza que fuera algo malo, ella traía sandalias y empujó todo ese polvo con su pie hacia un costado, me dijo que después lo limpiaría y nos metimos a la casa, nunca nos preocupamos por saber que era eso o porqué lo habían puesto a nuestra puerta, y días después empezó con las primeras calenturas y delirios, con la voz quebrada a punto de llorar le dije a mi suegra que lo que ella dispusiera para curar a Violeta. 

Esa misma mañana preparamos las maletas con lo elemental para irnos a Puebla, Violeta seguía dormida, con ayuda de mi cuñado y mi suegra la subimos al carro, por momentos abría los ojos, pero parecía estar dentro de un mal sueño.

En menos de dos horas llegamos a su pueblo, pero no nos dirigimos directamente a su casa, mi suegra me fue indicando otras calles por donde ir, hasta que finalmente paramos frente a una vieja vivienda en las afueras del pueblo, me pidió que la acompañara, pero unos pasos antes de llegar a la puerta me pidió que la esperara ahí, tocó y a los pocos segundos abrió una viejecilla, desde donde estaba no podía escuchar lo que hablaban, pero al parecer la curandera negaba con su cabeza, entonces sin esperarlo vi a mi suegra ponerse de rodillas llorando y suplicando que la ayudara, por impulso me acerqué, pero ya la viejecilla la levantaba del brazo y alcancé a escuchar que le decía que la esperaba en la noche, mi suegra se deshizo en agradecimientos y bendiciones, dio media vuelta y regresamos al auto sin decirnos una sola palabra y nos fuimos a su casa.

Apenas habíamos dejado a Violeta en la cama, cuando pareció que despertaba, al principio se nos quedó viendo a los tres muy confundida, pero de un momento a otro su rostro se volvió burlón y empezó a reírse otra vez con aquella risa macabra que me erizaba la piel, y se me quedó viendo fijamente con aquella mirada llena de maldad que me causaba escalofríos, la sujetamos a la cama y entonces no pude evitarlo, la abracé muy fuerte llorando desconsolado, pero entonces volví a escuchar aquella voz escabrosa al oído que me decía que me largara, que Violeta ya no estaba, yo la apreté más fuerte, y aquella voz siguió insultándome y diciéndome cosas para que me fuera hasta que se cansó, en ese momento entraron las hermanas de mi esposa, Ramón me agarró del brazo y me sacó de la recámara.

La Brujería Historia De Terror

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Por la noche subimos a Violeta al carro, estaba demasiado pálida y apenas respiraba, yo sentía que se me iba, conduje lo más rápido que pude hasta aquella vivienda afuera del pueblo, mi suegra se adelantó para tocarle a la viejecilla y entre mi cuñado y yo la metimos hasta el fondo, en una de las habitaciones, para recostarla sobre a una cama que estaba al lado de un altar sobre una vieja mesa de madera con muchas veladoras, y un anafre encendido con varios pocillos encima, toda la vivienda tenía un aroma a incienso que se confundía a veces con un olor fuerte, amargo, ahí estaba la viejecilla esperándonos frente al altar junto con otra señora, quien nos pidió después de dejar a Violenta en la cama que nos mantuviéramos muy atentos por cualquier cosa, entonces entre la viejecilla y la señora la enderezaron de la cintura para arriba sobre la cama y le empezaron a fregar sus brazos y cuello con un líquido espeso y amarillo, mientras rezaban algo que no entendía.

La viejecilla tomó un jarro que estaba en la mesa del altar y se lo dio a beber, casi al instante Violeta abrió los ojos y sin esperarlo las aventó a las dos de un solo manotazo, Ramón y yo nos abalanzamos sobre ella para tratar de sujetarla, la viejecilla se levantó muy rápido a pesar de haber caído sobre el anafre, sujetó con una sola de sus manos la cabeza de Violeta y empezó a hablarle en un lenguaje raro, la otra señora se unió a esos rezos extraños mientras presionada una medalla sobre el pecho de mi esposa, fueron unos minutos muy angustiante, entonces Violeta se desplomó sobre en la cama y empezó a convulsionarse durante unos segundos y después se quedó completamente inmóvil, en ese momento la señora nos pidió que saliéramos de la habitación ya que ellas continuarían a solas con la curación, Ramón y mi suegra me tuvieron que sacar casi a rastras de ahí, tras la puerta estuvimos escuchando la risa macabra y aquella voz escabrosa muchas veces hasta el amanecer, parecía que no terminaría nunca esa noche, hasta que finalmente se abrió la puerta, yo corrí hasta Violeta, estaba acostada con los ojos abiertos, pero ya no tenía esa mirada que me causaba miedo y su voz sonó normal cuando preguntó dónde estaba, mi suegra y Ramón también corrieron abrazarla, yo no podía creerlo, en verdad pensé que la perdería, en ese momento escuché que Violeta me preguntaba por qué lloraba, yo no supe que responderle.

Pasamos unos días más en el pueblo con su familia, ella no recordaba casi nada, solo las primeras semanas en que empezó a estar enferma y de que se sentía como atrapada en una pesadilla, la curandera nos dijo que la brujería no había sido propiamente para ella y que tuviéramos mucho cuidado. Regresamos a casa dos semanas después de la curación.

Aunque nos prometimos no volver hablar de esto y a pesar de que han pasado algunos años desde aquella horrible experiencia, hay ocasiones en que aún tengo esas pesadillas aterradoras de ella postrada en la cama convulsionándose y me despierto con el temor de que puedan volver hacernos daño.   

Autor: Luis Martínez Vázquez

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