El Demonio Paymon Historia De Terror 2024

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El Demonio Paymon Historia De Terror 2024

El Demonio Paymon, Historia De Terror… Estuve viviendo durante mucho tiempo con mis compañeras del trabajo, rentábamos una casa en una parte céntrica, por lo regular visitaba a mis padres una vez al mes, ellos también vivían en la misma ciudad, había decidido independizarme por situaciones personales.

Trabajaba en la editorial de una revista, en ese lugar conocí a Chuy, comenzamos a salir y después de un tiempo de noviazgo decidimos irnos a vivir juntos, primero él se fue a vivir conmigo en la casa que compartía con otras compañeras, en cuanto pudimos conseguir un departamento en renta nos fuimos a vivir aparte, no tenía problema con la renta, porque entre los dos íbamos a compartir los gastos.

Empezamos el año nuevo viviendo juntos, los dos primeros años estuvimos muy bien, me fui adaptando a mi nueva forma de vida, entre mis planes no estaba quedar embarazada, sin embargo, ocurrió cuando menos lo esperaba, al principio me sentí confundida, porque había dicho que no iba a ser madre, Chuy decía lo mismo, entre los dos decidimos que tendríamos al bebé.

El embarazo transcurrió sin ningún problema, cuando llegó el día de dar a luz, mi bebé nació sin contratiempos, los primeros meses la casa estuvo llena de visita por parte de la familia de Chuy y de la mía, recibí muchos obsequios, cuando terminó mi incapacidad y tenía que regresar al trabajo, la editorial en la que trabajaba, ofrecía servicios de guardería dentro de las mismas instalaciones, inscribí a mi pequeño Abel, Así que los tres nos íbamos al mismo centro de trabajo.

            Con cierta frecuencia nos visitaba mi madre y la de Chuy para cargar al pequeño Abel, un día mi suegra le llevó un oso de peluche de color amarillo, ella lo había traído de su último viaje a Mexicali, en ese tiempo Abel ya tenía un año, en cuanto vio el oso de peluche lo abrazó y no se volvió a separar de ese juguete, a partir de ese día se iba a dormir abrazado de su oso, le gustaba la sensación de sentirse cobijado con alguien.

Cuando lo acostaba en su cuna, le quitaba el peluche para que Abel no corriera el riesgo de asfixiarse, por lo primero que preguntaba al despertarse era por su oso, en cuanto lo veía lo abrazaba efusivamente y le platicaba, no alcanzaba a distinguir lo que mi hijo le decía, porque tenía poco tiempo que comenzaba a hablar, apenas decía palabras como papá y mamá.

El Demonio Paymon Historia De Terror

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Me llamó la atención que en cuanto Abel pudo emitir palabra le decía al oso Mon, nunca entendí por qué mi pequeño sin conocer esa palabra comenzó a nombrarlo de esa manera, por lo que todos le decíamos el oso Mon. Se me fue haciendo raro que mi hijo tuviera una predilección exagerada por ese juguete, pero mi madre me dijo que era de lo más normal, conforme Abel creciera se iba ir olvidando de él, así que ya no se me hizo extraño que mi hijo llorara si no podía abrazar a Mon.

            A partir de que Abel cumplió los dos años, cambiamos su cuna a una habitación aparte, la primera noche lloró mucho, porque estaba acostumbrado a dormir con Chuy y conmigo, hasta que muy entrada la madrugada dejó de llorar, estaba a punto de ir por mi pequeño y llevarlo a mi cama a dormir, pero Chuy no me lo permitió, me dijo que si iba por él, iba a pasar más tiempo para que aprendiera a dormir solo.

Chuy tuvo toda la razón, esa fue la única noche que lloró, después dejó de hacerlo, los primeros días iba en la madrugada a la habitación de Abel, para cerciorarme que todo estuviera en orden, poco a poco adquirí la confianza y dejé de hacerlo.

Una noche me despertó el llanto de Abel, fui de inmediato a su habitación, lo encontré en el piso, al parecer se había caído de la cuna, no supe cómo sucedió el accidente, porque la cuna tenía barrotes altos, revisé todo el cuerpo de Abel, sin encontrar golpes graves, sólo un chichón que se le hizo en la frente.

A partir de esa noche compré aparatos para escuchar cualquier sonido que mi bebé hiciera, dejé un aparato en el buró del cuarto de mi pequeño, el otro aparato me lo llevé y lo dejé a un lado de mi cama, después que dejé a Abel dormido en su cuna, me puse a leer un libro, casi no lo hacía porque tenía muy poco tiempo entre mis responsabilidades, el hogar, y mi bebé, estaba emocionada leyendo un capítulo de un libro de misterio de Edgar Allan Poe, cuando escuché una carcajada de Abel, tomé el aparato para verificar si no me había equivocado, de nuevo escuché que se estaba riendo, de inmediato me levanté y fui a la habitación de mi pequeño, él se encontraba sentado en la cuna, con la luz del celular iluminé alrededor del cuarto, no encontré a nadie, no supe por qué mi bebé había despertado, y mucho menos el motivo por el que se estuviera riendo.

Me quedé unos minutos para intentar dormirlo, pero no tenía sueño, siguió riéndose mientras veía hacia un lado de la pared, encendí la lámpara de la habitación y no había nadie en ese lugar, mi pequeño cerró sus ojos, porque los lastimé con la luz blanca de la lámpara, lo acomodé de nuevo sobre su almohada, le jalé el cordón a su móvil para que emitiera una de las canciones de cuna, casi siempre Abel se dormía con esa melodía, pero mi pequeño no daba muestras de que se fuera a dormir, porque seguía carcajeándose.

Lo único que se me ocurrió hacer fue llevarlo a la sala y ponerlo en su corral para que jugara con sus juguetes, mientras se cansaba y le daba un poco de sueño, Abel empezó a tallarse sus ojos como a las tres de la mañana, lo llevé a su cuna y se quedó dormido inmediatamente, me sentí tan cansada porque había dormido muy poco,  al día siguiente tenía que madrugar para ir al trabajo.

            Me fui a mi lugar de trabajo con mucho sueño, sólo había dormido escasas tres horas, dejé a Abel en la guardería y me fui a trabajar, al medio día me hablaron por parte de la encargada de la guardería para decirme que quería hablar conmigo, cuando fui a recoger a mi pequeño, pasé a la oficina de la directora, ella comenzó a hacerme una serie de preguntas respecto a la alimentación de Abel, sus horarios de sueño, los niños con los que convivía, le pregunté qué había notado en mi hijo, ella me respondió que todo era una encuesta de rutina.

Me dijo que lo hacían con los bebés que comenzaban a tener la ablactación y a hablar, era una manera de saber los cambios que ocurrían con los pequeños y saber en qué momento empezar a enseñar el control de esfínteres, le comenté que se me hacía prematuro porque Abel tenía dos años, la maestra me dijo que era la edad ideal para que mi pequeño aprendiera a dejar el pañal.

Hasta ese momento todo me pareció una actividad de rutina, sin embargo, antes de marcharme de la oficina de la maestra, y retirarme con Abel, me preguntó quién era Mon, porque Abel la mayor parte del tiempo se reía con una amigo imaginario, incluso, hasta platicaba con él, la maestra me dijo que era normal, no a todos los niños les sucedía el tener un amigo imaginario.

            Cuando terminé de conversar con la directora, salí de la guardería con mi hijo, esa fue la primera vez que empecé a dudar de lo que mi hijo veía, porque empecé a ponerle más atención. Hubo una ocasión en que Abel estaba sentado en su corral jugando con sus juguetes, de pronto, llegó caminando hasta la cocina, fui a ver el corral, todo estaba en perfecto orden, no entendí cómo le hizo para salir de ahí, porque el corral tenía sus barrotes muy altos, para la edad que tenía mi pequeño, era imposible que hubiera saltado, además, nos encontrábamos solos en la casa.

Por la tarde que llegó Chuy, le comenté lo que sucedía con Abel, aunque él no le tomó la importancia necesaria, me dijo que era normal que Abel hubiera saltado los barrotes y que tuviera un amigo imaginario, él lo tuvo por muchos años, y era un adulto normal, traté de darle más detalles, pero Chuy se limitó a reír y a ignorarme, entendí que con él no iba a lograr nada, porque no se involucraba en la formación de nuestro pequeño, la mayor parte de su educación lo hacía yo.

Empecé a investigar con otras madres, si era normal lo que le ocurría a Abel, algunas me dijeron que sí, que era la edad en la que los pequeños tenían cambios, y que las madres tan aprehensivas como yo, a todo le veía el lado malo. Dejé de preguntar a otras madres, creí que realmente todo era producto de mi exageración, hasta que me ocurrió un suceso extraordinario, seguí con los aparatos para escuchar los sonidos de Abel en mi habitación, eran las 4:30 de la madrugada cuando comencé a escuchar una melodía extraña que emitía el aparato, Chuy no se dio cuenta de nada, seguía durmiendo, lo moví para que también él fuera testigo de lo que estaba ocurriendo, pero sólo se cambió de posición y siguió durmiendo.

La canción era perturbadora, porque a esa hora la casa estaba en completo silencio, de pronto, oí como si una voz masculina estuviera cantando en la habitación de Abel, me levanté de inmediato y salí de mi cuarto, antes de entrar tuve miedo que algún hombre estuviera dentro y nos quisiera hacer daño, abrí la puerta, pero todo estaba en orden, Abel dormía profundamente, revisé la habitación sin encontrar nada extraño, me asomé por la ventana, sólo había oscuridad y silencio, me quedé despierta en la habitación de Abel hasta que la luz del día empezó a entrar por la ventana, no pude darle una explicación lógica a lo que sucedió en la madrugada.

            Mary era mi compañera de trabajo, me preguntó si me encontraba bien, le respondí que llevaba varias noches durmiendo muy poco, porque escuchaba a través del aparato reproductor de sonido, que alguien cantaba en la habitación de mi hijo, pero cuando entraba a su cuarto no encontraba nada anormal, todo estaba en orden.

Cuando le tarareé la melodía que escuchaba a través del aparato, ella me dijo que si ya había intentado poner una cámara en la habitación de mi pequeño, con ella podría salir de dudas, ese día en cuanto salí del trabajo, me fui a la plaza de la tecnología a comprar la cámara, su instalación fue sencilla, con ella alcanzaba a ver la cuna de Abel, así como un diámetro amplio alrededor de él.

Aquella noche me fui a dormir temprano, dejé la cámara encendida, no escuché ninguna canción, fue una noche tranquila, creo que fue la primera que pude descansar. Al día siguiente era sábado, por lo que tuve oportunidad de revisar la cámara con calma, en cuanto me desperté fui directamente con Abel, él todavía estaba dormido, me llamó la atención ver tirados muchos de sus juguetes, porque por la noche, siempre lo ponía a recogerlos antes de que se durmiera, hice caso omiso al desorden y revisé la cámara, fue necesario que viera varias ocasiones el video, para darme cuenta de lo que ocurría en la habitación.

La tercera vez que vi el video, noté que la cabeza del oso de Abel se movía en dirección hacia la ventana de la habitación, no podía creer lo que veía, fui de inmediato a despertar a Chuy, le mostré el video, pero él me dijo que no veía nada, aquella vez discutí con él porque no le interesaba nada de lo que le sucedía a Abel, creo que fue una de las peores discusiones que tuvimos, porque Chuy me dijo que era una loca aprehensiva, que veía cosas donde no existían.

Me molestó tanto su comentario, que no le volví a mostrar el video, le hablé por teléfono a Mary, y le mostré lo que sucedía en la habitación de mi hijo, cuando ella lo vio, me dijo que el oso Mon de Abel estaba poseído, se me hizo una exageración su comentario, aunque dudé de lo que mi amiga me dijo, en el fondo me quedé con la incertidumbre del por qué veía que el oso movía su cabeza.

            A partir de lo que ocurrió aquella noche, comencé a revisar la cámara todos los días, me levantaba un poco más temprano de lo usual, para alcanzar a ver el video, las siguientes noches todo estuvo normal, no hubo ningún acontecimiento extraño, eso originaba que tuviera más dudas de lo que realmente vi.

Me quedé un poco más tranquila porque en casi tres semanas no sucedió nada raro, Abel seguía amando a su oso, pero también se entretenía con otros juguetes, le compré varios peluches para quitarle definitivamente su oso Mon sin que lo percibiera, entre los juguetes que le llevé, hubo uno que lo cautivó, era un dinosaurio verde de tamaño mediano, en cuanto Abel lo vio lo abrazó y no se separó de él, aproveché el momento y guardé su oso en una bolsa negra, lo puse en mi clóset, en la parte superior hasta el fondo, después que pasara un tiempo pensaba deshacerme de él.

En cuanto llevé a mi hijo a acostar en su cuna comenzó a preguntar por su oso Mon, le dije que su oso también tenía familia y que había ido a visitarla, pero pronto iba a regresar, Abel me miró extrañado por el comentario que le hice, movió su cabeza diciendo que no, se puso a llorar por un rato, estaba a punto de darle su peluche cuando se quedó dormido abrazando su dinosaurio, sentí remordimiento de ver a mi hijo que todavía suspiraba por haber llorado tanto, pero me sentía tranquila de saber que por fin lo iba a separar de ese peluche que le causó tanto apego.

            Me fui a descansar, antes de acostarme le hablé por teléfono a Mary para decirle lo que acababa de hacer, aunque sus palabras no me dejaron tranquila, ella seguía diciendo que el oso estaba poseído por un demonio, y que no iba a ser suficiente con que se lo quitara a mi hijo, y tratara de deshacerme de él, Mary me dijo que necesitaba ir con un sacerdote para que lo bendijera, o con una persona que supiera de brujería para que me dijera exactamente qué hacer con el oso, porque si trataba de sólo tirarlo a la basura o de regalarlo a otro pequeño, solamente estaría pasando la maldición a otra persona, lo mejor era que cerrara completamente el círculo.

Me quedé pensando en lo que mi amiga me dijo, pero el primer paso era lograr el desapego de mi hijo con su juguete favorito, dejé encendido el aparato para escuchar lo que sucedía en la habitación de Abel, porque tenía el presentimiento de que en cualquier momento pudiera despertar buscando a su oso Mon.

Iban a ser las cuatro de la madrugada cuando escuché reír a mi hijo, pensé que Chuy estaba con él, pero mi esposo estaba durmiendo, fui al cuarto de Abel, mi hijo se encontraba sentado en su cuna riendo, él estaba atento al techo de la habitación, ni siquiera se percató que había entrado a su cuarto, sin decirle nada, me quedé observando, él seguía riendo, sin embargo en el techo no vi nada extraño, no entendí qué era lo que a Abel le causara tanta diversión.

Le dije que no era hora para estar jugando, tenía que dormir, pero mi pequeño apuntó con su dedito hacia un lado de la pared, y me dijo que era su oso Mon, volteé hacia donde me apuntaba, sin lograr ver nada, empecé a tener un poco de miedo, recordando las palabras que me dijo mi amiga Mary, no sé si fue que estaba muy susceptible, pero comencé a sentir frío dentro de la habitación, era como si hubiera cambiado el clima drásticamente, aunque fue muy raro porque era temporada de verano.

Tenía una sensación extraña, sentía la presencia de alguien, sin conseguir ver a nadie, me senté en el sofá que estaba a un lado de la cuna, poco a poco Abel se fue tranquilizando y se quedó dormido, estaba a punto de salir de la habitación de mi hijo, cuando escuché un ruido en el clóset, era como si anduviera una rata dentro, no hice el intento de buscarla, porque le tenía miedo a ese tipo de animales, me fui rápidamente a mi cuarto, me acosté en la cama, Chuy alcanzó a despertar, me preguntó qué sucedía, le dije que había ratas en la casa, me dijo que al día siguiente se encargaría de exterminarlas, Chuy sintió cómo temblaba, me preguntó si estaba bien, le dije que sí, aunque no era verdad.

            Estuve el resto de la noche pensando qué sucedía con mi hijo y su oso Mon, también pensé en hacerle caso a Mary, le preguntaría dónde me sugería que llevara al peluche, comenzaba a darme sueño, de repente escuché un ruido fuerte en mi clóset, hasta Chuy se despertó, me preguntó qué había sido ese ruido, le dije que seguramente las ratas estaban por toda la casa, porque también en la habitación de Abel sucedía lo mismo.

Chuy me dijo que como le debían un día de descanso, lo tomaría para buscar la plaga y deshacerse de ella, le pregunté si se podía quedar con Abel, así no tendrá que llevarlo a la guardería, me respondió que sí.

Por la mañana no fue necesario que lo despertara, se quedaría a dormir por más tiempo, sólo fui a cerciorarme de que estuviera bien, abrí con cuidado la puerta de su habitación, para no hacer ruido y que no se fuera a despertar, lo que vi hizo que tuviera un grito ahogado, su oso Mon estaba a un lado de mi pequeño Abel, tuve el impulso de quitárselo y tirarlo a la basura, pero me acordé de las palabras de Mary, cerré nuevamente la puerta con cuidado, fui con Chuy para contarle lo ocurrido, aunque tenía desconfianza de que no me creyera.

En cuanto lo moví se despertó, seguramente vio el miedo en mi rostro porque me puso mucha atención y no dudó de lo que le dije, le conté que había escondido a su oso en mi clóset, y que en ese momento estaba en el cuarto de Abel, Chuy me dijo que se encargaría de hacer algo al respecto, le pregunté por qué en esta ocasión me había escuchado y me creía, él me respondió que ya había visto cosas extrañas con el oso de Abel, pero que no me quiso decir porque sabía que me afectaría mucho.

Le pregunté qué fue lo que vio, lo que me respondió Chuy me dejó sorprendida, me dijo que hubo una ocasión en la que se levantó en la madrugada para ir al baño, encontró al oso de Abel sentado en uno de los muebles de la sala, sabía perfectamente que su hijo no se quería despegar del oso, y que cada vez que yo lo acostaba nuestro hijo se dormía abrazando a su peluche, por lo que le causó mucha extrañeza verlo sentado en la sala.

También me dijo que en otra ocasión salió por un vaso de agua, el oso estaba sentado en la silla del comedor, incluso, tuvo la sensación de que tenía vida, porque creyó ver que cambiaba de posición, pero que no estaba seguro de que realmente hubiera ocurrido eso, le mostré nuevamente el video que tenía, en el que el oso movía su cabeza, él saltó de la cama, me dijo que ese oso estaba endemoniado, o qué rayos pasaba con él, para que se moviera como si tuviera vida.

No me pude quedar por más tiempo platicando con Chuy, porque se me estaba haciendo tarde, le encargué a mi hijo, antes de salir de la casa, le hice una advertencia, le dije que tuviera mucho cuidado, porque probablemente los ruidos que escuchábamos no se trataban precisamente de ratas, Chuy asintió, me dijo que cualquier cosa me llamaría por teléfono, también le dije que nos íbamos a deshacer del juguete maldito a como diera lugar.

            Pedí un taxi para alcanzar a llegar a tiempo al trabajo, el tráfico estaba caótico, el chofer me dijo que iba a tomar una ruta alterna porque nos llevaría mucho rato quedarnos en ese lugar, estuve de acuerdo, sin embargo, tuvimos un accidente que me impidió llegar a mi lugar de trabajo, no fue nada grave, sólo tuve unos golpes y contusiones, los paramédicos me querían llevar al hospital, pero le dije que me sentía bien, avisé lo que me había sucedido en el trabajo, mi supervisor me dijo que me tomara el día, y me recuperara de los golpes, así que me regresé a mi casa.

Cuando llegué encontré un desorden total, le hablé a Chuy y a Abel, pero nadie me respondió, de pronto vi que la puerta de la entrada se abrió, era Chuy que traía en brazos a mi hijo, me dijo que me saliera de inmediato de la casa, vi el miedo en los ojos de mi esposo, me fui con él, ya cuando estuvimos un poco lejos de la casa, Chuy me dijo que cuando comenzó a buscar en el clóset de nuestra habitación, vio la bolsa negra que le dije, pero dentro de ella no estaba el oso de Abel.

Lo buscó en la habitación de su hijo, sin conseguir encontrarlo, de pronto, comenzaron a escucharse que se caían los trastes y los cuadros de las paredes, parecía como si ese juguete se estuviera escondiendo y no quisiera marcharse de nuestra casa. Lo único que se me ocurrió fue hablar con Mary, cuando le dije lo que estaba ocurriendo, me dijo que no entrara a la casa, a menos que fuera acompañada de un brujo o de un sacerdote, porque el demonio no estaba dispuesto a marcharse de ahí.

Fuimos a la iglesia a hablar con el padre, pero no lo pudimos encontrar, la secretaria de la notaria nos dijo que el padre había ido a dar misa a otra parroquia, estaba supliendo a un sacerdote que se encontraba enfermo, que llegaría por la tarde a oficiar la misa de 7 de la tarde.

Se me hizo mucho tiempo lo que tardaría en llegar el padre, de nuevo le marqué a Mary para pedirle su apoyo, ella me dio el teléfono de una mujer que me podría ayudar, no dudé en marcarle y decirle lo que sucedía con el oso de peluche.

            Quizás la mujer que me recomendó Mary notó mi desesperación, porque en poco tiempo estuvo en mi casa, me pidió que me quedara al lado de mi hijo y de Chuy afuera de la casa, ella me dijo que aún no entraba y ya sentía la energía negativa.

Cuando la mujer entró a la casa, empezaron a escucharse muchos ruidos, casi estuve a punto de entrar, pero Chuy me detuvo, me dijo que no lo hiciera, pasó un poco más de una hora, cuando salió la mujer con el oso en su mano, nos dijo que fue una dura batalla, que aún no terminaba, Paymon seguía dentro del oso de peluche.

En el momento en que la mujer dijo ese nombre, le pregunté quién era Paymon, ella me respondió que un demonio que tenía a su cargo otra legión de demonios. En ese momento entendí el motivo por el que mi pequeño le decía Mon. No supe qué sucedió con el oso de peluche, la mujer me decía que no se lo podía llevar, le insistí para que lo hiciera, porque no lo quería tener ni un minuto más en mi casa, ella me dijo que me haría el favor, sólo porque Mary era una amiga muy cercana a ella. Cuando se llevaron el oso todo regresó a la normalidad, ya se podía respirar mejor dentro de la casa.

Autor: Adriana Cuevas

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