El Ataúd Historia de terror
Esta es una de esas tétricas historias El Ataúd Historia de terror reales de campo que me sigue causando fascinación, curiosidad y horror:
Sucedió hace ya bastante tiempo, a finales de los años setenta para ser exactos. Sé que es verdad, pues le ocurrió a una persona de mi familia, a quien le tengo entera confianza y jamás la he visto mentir. Le ocurrió a la tía abuela de mi madre, y fue mi abuela quien se la contó a mi madre cuando ya era mayor, pues, aunque este suceso ocurrió cuando ella era niña, jamás se enteró hasta que mi abuela le platico.
El caso es que mis abuelos, mi madre y sus hermanos vivían con la tía Abuela, a quien consideraban como a su madre, pues ella siempre responsable de su crianza.
Ella era un ejemplo de rectitud, en palabras de mi madre, una santa, que jamás se casó y, en cambio, se dedicó a ayudar siempre al prójimo, ayudaba a los enfermos por medio de remedios herbales caseros. En pocas palabras, era una devota católica, que se dedicaba a la curación por medio de hierbas y rezos, mismos que llevaba a toda aquella persona que padeciera algún mal.
Su hogar se situaba en una zona rural, lugar donde no había mucho acceso a doctores o medicamentos, por lo tanto, la ayuda de mi abuela era muy importante. Muchas personas por agradecimiento, le obsequiaban cosas, como alimentos u otras cosas.
Había una familia a la que acudía cada cierto tiempo a llevarles remedios, a cambio ellos le daban lana y alimentos. Atendía sobre todo a la madre de familia, que era una persona ya mayor.
A pesar de los esfuerzos, la señora murió y fueron a darle la mala noticia a la tía abuela.
Como ella estaba algo ocupada, no pudo acudir al velorio hasta muy tarde por la noche.
Cuando llegó la tía, vio que toda la familia y personas que las acompañaban en el velorio, estaban reunidas en una sala, sin embargo, notó algo extraño. El ataúd no estaba en presencia de ellos y a nadie parecía importarle, las personas rezaban así en ausencia del cuerpo.
La tía extrañada, le pregunto a una de las hijas de la difunta que donde se encontraba el ataúd, pues deseaba darle el último adiós. La hija se puso nerviosa y evadió la pregunta, cambiándole el tema de repente, e inmediatamente se puso a rezar dándole la espalda.
La tía, aunque se sentía extrañada, se puso a rezar el rosario junto a los demás.
Este tipo de casas son muy rústicas, con un cuarto aquí, terreno alrededor y con el baño afuera, todas las habitaciones por todos lados. La tía tuvo que salir de la sala donde estaban rezando, para esto tuvo que salir a terreno sin construir, atravesar un par de habitaciones, y justo cuando estaba por llegar al baño notó que la puerta de una habitación se encontraba abierta, dentro una luz iluminaba. Se acercó lentamente, asomó la cabeza y notó que la luz provenía de los cirios que iluminaban al ataúd. La tía se sintió muy extrañada, pues hasta donde sabía, aquella habitación era usada como bodega para guardar herramienta, aparte de que no tenía sentida que colocaran el cuerpo en un sitio tan apartado de la casa.
Tuvo el valor de entrar en la casa, aunque sentía que algo no andaba bien. Pasó una de sus manos por el ataúd y sintió una energía negativa que le causo escalofríos. Se dispuso a rezar por el alma de la señora. Entonces notó que el ataúd estaba cerrado. Se acercó e intentó abrirlo, pues quería ver a la mujer para darle el último adiós, pero no era tan sencillo, pues la cerradura tenía un mecanismo difícil de entender, sin embargo, después de varios intentos, consiguió abrirlo.
Esperaba ver el cadáver de la señora, cuál sería su sorpresa que en su lugar encontró un cuerpo del tamaño de un niño, envuelto en paños de tela ensangrentados. Cuando miró el rostro de aquel cuerpo, no podía creer lo que veían sus ojos, ese cadáver no podía ser humano, era un ser de color verdoso y sus ojos eran extremadamente saltones, de un color amarillento. La tía sintió tanto miedo al verlo que no pudo evitar lanzar un grito de terror.
Se quedó un rato paralizado frente al extraño ser. Cuando logro moverse, salió del cuartito, desafortunadamente, su grito atrajo la atención de las hijas de la señora, que salieron al encuentro de la tía, a quien preguntaron muy enojadas, sobre lo que estaba haciendo en esa habitación, ella asustada y desconcertada, no supo que decir, solo que se perdió camino al baño. Ellas la acompañaron al baño y cuando regresaron, las luces de los cirios se habían apagado y la puerta estaba cerrada.
Regresó con ellas a la sala donde estaban todas las personas. Intentó seguir rezando, pero sentía que ya no debía de estar allí, tenía una sensación de peligro e incomodidad. Así que intentando mantener la formalidad, fingiendo que no había visto nada; aunque era muy probable que las hijas de la señora ya supieran que ella vio a aquel ser, pues no volvió a cerrar el ataúd cuando salió, aun así, se despidió de todos ofreciendo sus condolencias. Aunque las hijas de la señora intentaron detenerla, no pudieron, pues quedarían mal ante las personas que se encontraban en el velorio.
La tía salió muy asustada del velorio, pues el camino era una larga brecha que tenía que hacer sola y en medio de la noche, sentía miedo tanto de la criatura que vio en el ataúd, como de que la fueran a seguir las hijas de la señora, así que caminó lo más rápido que podía, escuchando como si algo que se arrastraba la persiguiera muy de cerca. Se sintió desamparada, encontrando como único refugio la oración, así que rezo el rosario durante todo el camino.
Cuando al fin llegó a su casa, mis abuelos se asustaron machismo, pues estaba demasiado pálida y agitada, parecía que se iba a desvanecer. Intentaron preguntarle qué era lo que le sucedía, pero ella no podía hablar, estaba en shock.
Tardó un día en recuperarse y una vez que estuvo tranquila les pudo contar a detalle todo lo que le sucedió en la noche. La historia dejó horrorizados a mis abuelos, que en consecuencia decidieron evitar tener contacto con esos vecinos.
En un poblado rural como aquel todo se sabe y mis abuelos vieron como poco a poco esa familia fue perdiendo todo, tierras, ganado, cosecha, incluso la familia se desintegró, pues los hijos de las señoras se pelearon entre todos y tuvieron muchos conflictos por la herencia de las tierras. Todo fue como si una maldición hubiera caído sobre ellos.
Como les dije, en un poblado tan pequeño todo se sabe y mi abuela se enteró de que esa señora y su familia mantenían a ese ser oculto en ese cuarto, donde le alimentaban quien sabe con qué. Algunas personas del poblado creían que le daban sangre de algún animal, aunque nadie estaba cien por ciento seguro. De cierta manera, la muerte de la señora y la del ser estaban ligadas, aunque mi abuela no lo dijo, yo pienso que de algún modo ese ser asesinó a la mujer o, al contrario, al morir la mujer se le terminó el sustento a esa horripilante criatura. Lo que, si es un hecho, que al morir este ser, también murió la paz y prosperidad de esa familia.
En fin, quien sabe que era esa aterradora criatura.
Autor: Anónimo
Derechos Reservados
Deja un comentario