La Muerte Me Visita, Historia De Terror 2023

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La Muerte Me Visita, Historia De Terror 2023

En memoria de Víctor Cisneros.

La Muerte Me Visita, Historia De Terror… Desde hace años que trabajo como técnico en una planta de asfaltos. Mi trabajo me ha obligado a pasar mucho tiempo fuera de casa, además de conducir por toda la república, lo que desde hace tiempo me ha dejado cierto sentimiento de nostalgia, pues no tengo un hogar fijo. Cuando se pasa tanto tiempo en carretera y se visitan tantos lugares, es inevitable llegar a experimentar ciertos fenómenos inexplicables, fenómenos de los que se tiene que tener cuidado.

Una de estas experiencias paranormales que me marcó, fue en cierta ocasión que tuve que recorrer un largo camino por carretera, soy originario de Guadalajara y se me pidió viajar hasta nogales. Era la primera vez que recorría un camino tan largo y por aquel entonces aun desconocía que los choferes de tráiler y algunos camioneros, consumían ciertas sustancias que les permiten pasar horas despiertos y concentrados.

Un mal calculo en la ruta que debía tomar me hizo perder más tiempo del normal. Aunque llevaba un enorme termo con café concentrado, de ese que es tan amargo que sabe a carbón, aun así, hubo un momento en que me quedé dormido al volante, afortunadamente era un camino recto y desperté sin que ocurriera un accidente. Decidí estacionar la camioneta a un lado de la carretera, vi que allí se encontraba una finca abandonada.

Los asientos de esa camioneta que conducía, eran muy incómodos, me puse a evaluar la situación. El poblado mas cercano aun se encontraba a unas cuantas horas. Se me ocurrió la loca idea de tomar la colchoneta y cobijas que llevaba en la caja de la camioneta y meterme a dormir al menos un par de horas en esa pequeña finca junto a la carretera.

El impulso me ganó, saque mi colchoneta, las cobijas y una lámpara. Explore un poco la finca, aun no estaba terminada, de hecho era de dos plantas, pero no había forma de acceder a la parte superior. Escogí la parte mas limpia, que era la entrada. Forme una cama improvisada, la verdad que para esos momentos ya no lograba mantener los ojos abiertos.
No tardé en quedarme dormido.

De repente sentí mucho frio, a tal intensidad que logró despertarme. Abrí los ojos y con la vista borrosa, vi una silueta de una mujer. Se paro frente a mí y me dijo con una voz de una persona joven:

“No te asustes, al igual que tú, estoy cansada, solo quiero dormir un par de horas”.
Recuerdo su voz como en un sueño, aun así por inercia le respondí que estaba bien, que no había problema. Sentí como se acostó a un lado de mi y comencé a sentir mas frio aun, a tal punto que comencé a temblar sin control, poco a poco fui sintiendo como perdí el control de mi cuerpo y terminé perdiendo el conocimiento.

Desperté porque el sol me quemaba la cara, vi que mi reloj había dejado de funcionar, pues según recordaba puse la alarma para sonar en tres horas, pero este estaba completamente apagado. Pensé que la batería se habría acabado, pero después de reiniciarlo, volvió a funcionar. Recordé a la mujer que se sentó a un lado de mí, esto me obligó a ponerme en pie. A un lado de mi colchoneta, estaba una cobija. Levanté la cobija y encontré un cráneo humano pulido, con algunos símbolos tallados sobre él. Esto me dejó perplejo.

Subí las cosas a la camioneta y volví a la carretera. Me sentía estúpido por haberme metido en esa casa y también me preguntaba si la voz que escuché, habría sido de una persona viva o de algún alma en pena. Seguido escuchaba historias entre mis compañeros sobre encuentros con fantasmas en la carretera, incluso seguido mencionaban zonas que debía evitar a toda costa.

Con estos pensamientos cruzando mi cabeza llegué a Nogales y todo transcurrió en completa normalidad.

Después de quince días, comencé a experimentar constantemente un suceso extraño pues siempre, segundos antes de despertar, escuchaba la misma voz de aquella mujer que encontré en la casa junto a la carretera. Me decía cosas que no entendía, como, siempre te amaré, o necesitamos estar juntos, un día lo estaremos.

Por aquel entonces jamás había tenido una relación amorosa formal, mi padre murió muy joven y tuve que hacerme cargo de la manutención de mi madre y hermanos, esto siempre me impedía llevar una relación formal con alguna chica.

En fin, pasaron los días y comencé a acostumbrarme a escuchar esa voz todas las mañanas. Un día en la cabina desde donde echo a andar la planta, vi por unos segundos a una mujer muy hermosa, de piel pálida y cabello largo negro. Le hablé, le pregunté que como era que había entrado burlando la seguridad, ella no me contestó, solo puso una sonrisa en sus labios y en un parpadeo desapareció.

Durante el día les comenté a mis compañeros lo que vi y entre burlas les invité a ver el vídeo de seguridad que hay en la cabina. Cuando lo vimos, no se veía muy clara la imagen, aunque si se distinguía una sombra frente a mí. La mayoría de los compañeros dudó de que fuese algo extraño, sin embargo, uno de ellos, se esperó a que todos salieran, se sentó frente a mí, encendió un cigarro y me dijo:

“Tienes que tener cuidado Víctor. A lo que me cuentas, pasaste la noche cerca de un paraje maldito. He escuchado de varias personas que han parado en esa carretera, que han visto a la mismísima muerte, acompañada de seres que no son de este mundo”. Después de decirme esto, me pasó la dirección de una curandera que se encontraba de camino a Jalisco. Me recomendó acudir a la brevedad, pues según él, era muy probable que algo me estuviera siguiendo.

La mujer que me atendió era muy joven y vestida elegantemente, bien podría pasar por una doctora o cualquier otra profesionista. Le conté la experiencia que había tenido en la casa junto a la carretera, después de escucharme me pidió seguir su procedimiento.

Su manera de consultar era por medio de una lectura de cartas de la baraja española, no es como vemos en la película, que a cada carta le daba una explicación, ella no trabajaba así, me puso a barajear las cartas, después me pidió que escogiera doce, miro las cartas, las analizó de manera exhaustiva y se quedó meditando por un rato. Mientras ella estaba en una especie de trance yo sentí como que una onda de frio entró en su despacho y me atravesó, causándome escalofríos.

Cuando me desesperé y estaba a punto de hablarle, la mujer abrió los ojos y me dijo que no temiera, pero que un ser de bajo astral se había sentido atraído por mí. Me sentí asustado, eran muchas las preguntas que surgieron en mi cabeza, pero solo pude preguntarle sobre lo que debía hacer.

Ella tranquilamente me respondió, que si seguía sus indicaciones no habría nada que temer, pues probablemente ese ser perdería el interés en mí, en cambio si no hacíamos nada, era muy probable que se materializara y me llevara hacia el lugar de donde procedía.

Como pueden imaginar, obedecí cada maldito paso a seguir, tal y como me lo indico. Por un tiempo no volví a experimentar nada extraño, desgraciadamente cuando te sientes bien dejas de tomar la medicina, lo mismo hice con las indicaciones de la curandera, las dejé de lado.

Pasó el tiempo y tuve una temporada en la que estuve estable en una planta, no se requirieron mis servicios en otro estado, gracias a esto comencé a salir con una chica. Justo estábamos por formalizar, cuando de pronto me dejó de hablar.

Varias noches me quedé pensando en que habría hecho para que se alejara de mí y no encontraba razón alguna. Al poco tiempo me olvidé del caso y comencé a salir con otra chica, pero el final fue el mismo. Para entonces comencé a experimentar de nuevo los susurros al despertar. Llegué a un punto en el que preferí olvidarme del amor y las citas. Pero el amor no es algo que se pueda forzar, este a veces llega sin esperarlo.

Conocí a una mujer, por medio de una de mis hermanas, fue amor a primera vista, apenas nos conocimos no quisimos separarnos el uno del otro. Desgraciadamente, al igual que con las demás chicas, ocurrió lo mismo, un día que estábamos viendo una película en su casa, de repente me vio asustada y me pidió amablemente algo de espacio y tiempo.

Pasaron los días y no quise llamarle. Comencé a darlo todo por perdido, cuando un día sin más, recibí un mensaje de ella, me decía que quería verme lo antes posible.

Quedamos de vernos para cenar y todo transcurrió como si jamás hubiera pasado nada, seguíamos tal y como en el primer día que comenzamos nuestra relación. Nos pasamos un poquito de copas y armado de valor le pregunté directamente, sobre la causa de que se haya alejado de mí. Ella quiso evadir la pregunta, pero ante mi insistencia, me respondió que me diría, pero que esperaba no me asustara. Le respondí que no tuviera cuidado. Y así, ella me dijo:

“Cuando estábamos viendo la película aquella vez, de la nada apareció una mujer de cabello largo y negro detrás de mí. Me hizo temblar su presencia, se sentía muy fría, no me dio tiempo de correr, pues cuando lo intenté ya la tenía deteniéndome los hombros. Entonces escuché que me dijo al oído: Aléjate de él, es mío. Si no te alejas de él, vendré por ti. Por eso cuando regresé contigo a la sala estaba así y te pedí que te fueras.”

Al escuchar su historia no pude evitar asociar el resto de los fracasos amorosos con aquella aparición. Nos olvidamos del asunto y tiempo después nos casamos.

Pasó el tiempo y manteníamos la ilusión de tener hijos, pero esto no ocurría, por más que lo intentáramos. Fuimos al médico, nos realizaron estudios y no se encontró nada que nos impidiera tenerlos, aun así, estuvimos bajo tratamiento, pero nada.

Tuve que viajar a Baja california sur, por cuestiones del trabajo, estaría fuera un mes, aunque le pedí a mi esposa acompañarme, prefirió quedarse en casa, pues llevaba algún tiempo enferma y me decía que se sentía débil, a causa de esto no se creía capaz de viajar. Una de mis hermanas se quedó a cuidar de ella.

Llegando a los cabos, nos prestaron una casa para todo el equipo que estaba bajo mi mando. Desde el primer día en que entré en esa casa, percibí algo extraño, era esta sensación de frio, cosa que no tenía sentido alguno, pues nos encontrábamos en la costa y el clima es muy caluroso.

Mi habitación se encontraba hasta el fondo de la finca y desde la primera noche que pasé allí, comencé a ver de vez en cuando a la misma mujer que vi aquella vez en mi cabina, tenía al pelo largo, su piel era pálida y se miraba muy joven, aunque sus ojos carecían de brillo y pupilas.

La Muerte Me Visita, Historia De Terror

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Primero la vi en la sala, parada frente a la puerta, en ese momento, recordé una parte del ritual que me enseñó la curandera, uno de tantos que dejé de hacer, consistía en enfocarme en un pequeño cristal que me pidió guardar en mi cartera, se suponía que debía tomarla en mi mano y mirarlo hasta que la visión desapareciera, así lo hice y funcionó a la perfección.

Desgraciadamente no dejé de ver esa visión, de hecho, la veía al menos un par de veces durante el día, en el espejo en el retrovisor de mi camioneta. Cada vez que esta visión aparecía, realizaba el ritual. Aunque he de confesarles que había algo en aquella aparición que me atraía descontroladamente.

No fue así en un principio, pues las primeras veces que la vi, no era capaz de mantener los ojos abiertos, desafortunadamente en una ocasión decidí no cerrarlos, ni realizar el ritual inmediatamente, ese fue mi más grave error, pues vi a detalle aquel espectro. No era horrorosa como pudieran creer, aunque si aterradora.

No lograría describirla a la perfección, pues es difícil dar descripciones de seres que no son de este mundo, pero siempre que aparecía ante el espejo, parecía que todo a su alrededor se llenaba de penumbra, como en un negativo de fotografía, ella aparecía justo en medio, con sus ojos sin pupilas, como si fuera incapaz de reflejar alma o emoción alguna, su cabello se veía lacio en color negro como el carbón, y su cuerpo al igual que su cara, en un color tan pálido como el de un cadáver, aunque en su interior algo parecía brillar, me miraba amenazante. Así es como recuerdo aquel espectro.

Los días pasaron y tuve que regresar a mi hogar. En cuanto llegué tuve malas noticias, pues mi esposa no había mejorado, su salud estaba peor de lo que creiamos, según los médicos se trataba de una enfermedad autoinmune desconocida y aunque trataron con muchos tipos de medicamentos, estos solo le hacían empeorar.

Pedí un permiso para faltar un tiempo a la empresa y atender a mi esposa. Visitamos a muchísimos médicos, hasta probamos con otro tipo de alternativas, como homeopatía y algunos yerberos, pero no había mejoría.
Mi esposa lucia sonriente e intentaba no quejarse de malestares, aun así yo notaba que a ella le ocurría algo mas, algo de lo que no me hablaba.

Le pregunté si su enfermedad tendría que ver con el espectro que había visto aquella vez en el baño, ella lo negó y rápidamente me cambió el tema, sin embargo aceptó acudir a ver a una curandera.

En esta ocasión no tuvimos que viajar hasta Nogales, nos recomendaron a una señora que se encontraba cerca del centro de Guadalajara. Nos atendió el mismo día que le llamamos. Aunque nos recibió juntos, Maru, mi esposa, me pidió que le permitiera tener su consulta en privado, no pude negarme, la verdad me sentía desesperado.

La curandera le recetó unas yerbas que conseguimos en el mercado corona, también le dio algunas indicaciones que mantuvo en secreto por orden de la curandera. Fueron meses en los que descansamos, pues su enfermedad se agravaba durante la noche. Así estuvimos tranquilos algunos meses, incluso yo dejé de presenciar al espectro que me asediaba.

Pero como en toda buena historia de terror, los finales felices raramente ocurren y un día, justo cuando nos olvidamos del asunto, una mañana, justo antes de despertar, escuché una voz en mi oído, que me decía: “Te has olvidado de mi.” Cuando desperté, Maru estaba ardiendo en fiebre. La llevé rápido al hospital. Duró un par de noches hospitalizada, se veía muy débil, adelgazó muchisimo, parecía como si algo le estuviera extrayendo la vida.

Aunque se logró estabilizar, los doctores no nos daban un buen pronóstico, pues su hígado no estaba funcionando bien y en cada estudio que se le realizaba todo empeoraba. Maru terminó por pedirme, que la llevara a casa mejor, estaba harta de los hospitales.
Volvimos a hablar con la curandera, pero en esta ocasión sus remedios no funcionaron esta vez.

Fue una época muy desgastante para mí, pues seguía saliendo a trabajar a otros estados, dejando a Maru bajo el cuidado de una de mis hermanas. Cada que regresaba la veía peor, su negro cabello rizado, era débil y escaso, comenzó a perder la vista y su piel mantenía un tono pálido. Cada que estaba de regreso en nuestro hogar, me dedicaba únicamente a atenderla, fueron noches en vela.

Un día de la nada comenzó a despedirse de mí, yo le dije que no lo hiciera, que se pondría bien, pero ella, tranquilamente me dijo que me calmara, me dijo que desde que empezó a andar conmigo, sabía que esto le esperaría, pues el espectro se lo advirtió en sueños, le dijo que drenaría toda su vida, hasta que la muerte tuviera que venir por ella.

Me contó tranquilamente que vio a otro espectro, era diferente al que había visto yo, según ella, no se distinguía si era hombre o mujer, pues sus rasgos eran duros e iba cubierta de la cara con una especie de velo negro, aunque según ella alcanzaba a distinguir bien sus rasgos a través de él; yo me preguntaba cómo era posible esto, pues la vista de Maru estaba muy deteriorada, aun así, decidí creerle y escucharla, el espectro como mencionaba ella, mantenía el cabello blanco y aunque no movía los labios al hablar, le dijo: “Prepara tus cosas, vendré por ti”.

Yo la escuché, pero le dije que no pensara en ello, que saldríamos de esa situación, ella me dijo que estuviera tranquilo y después durmió.
Murió a los tres días.

Me costó un tiempo reponerme de mi pérdida. Durante todo este tiempo no tuve ningún encuentro con la mujer espectro, quizás porque me encontraba totalmente concentrado en mi tristeza. De hecho, me di cuenta de su presencia nuevamente por terceras personas, en su mayoría, compañeros del trabajo e incluso mis hermanas.

Me decían que a veces me veían acompañado de otra mujer y me felicitaban por atreverme a salir de nuevo con alguien, asustado les aclaraba que no estaba saliendo con nadie, pero ellos siempre insistían en que me veían con una chica de estatura baja y cabello negro y lacio. Incluso los vecinos comenzaron a murmurar entre ellos que veían entrando a mi casa, a una mujer de piel pálida y cabello negro.

Un día, me puse a empacar las pertenencias de mi esposa en maletas, pensaba donarlas como ella me había indicado, pero no me atreví, en lugar de hacer esto, decidí esconderlas en el desván. Mientras realizaba esto, escuché un fuerte golpe a mis espaldas, me giré de inmediato y vi al espectro de nuevo, estaba frente a mí, con su mirada vacía, de repente comenzó a fluir como sangre de sus ojos mientras emitía un chillido horrible, me ocasionaba dolor de cabeza.

Me arrojé al piso, cerré los ojos y cubrí mis oídos con mis manos, aun así, sentía su presencia, era como su ser pudiera tocarme aun estando a unos cuantos metros de mí. Experimenté un horrible ardor en mi brazo derecho, esto me obligó a abrir los ojos, allí estaba el espectro, me tomaba con una de sus manos, mientras su mirada vacía estaba fija en mí.

Aun cuando el espectro no articulaba palabra alguna, podía sentir como si su ser emitiera una rabia enorme. Recordé lo que me enseñó la curandera de Nogales, busqué en mi bolsillo y de la cartera saqué el cristal, mencioné las oraciones que me indicó y con un chillido aún más poderoso, el espectro desapareció, dejando una enorme mancha negra en el piso.

Para intentar olvidarme tanto de las penas, como de la maldición que me seguía a todos lados, me involucré de lleno al trabajo, pidiendo a la empresa que me estuvieran mandando a otros estados, siempre estaba ocupado, sin embargo, cada que me quedaba mirando de fijo en algún espejo o cualquier otra superficie donde pudiera reflejarme, veía al espectro, incluso lo llegué a ver en fotografías donde yo aparecía, ya fueran recientes o antiguas, no aparecía en primer plano, tenías que mirar con detenimiento la imagen y siempre estaba allí.

Contacté a una vidente muy famosa que salía en la televisión local. Después de contarle mi historia decidió no cobrarme, pues la consideraba un caso muy peculiar. Tuve que acudir a varias sesiones. Según me dijo, un espectro del bajo astral me había elegido como puerta de entrada a este mundo, que durante el proceso se estuvo alimentando de la energía vital de mi esposa.

Le pregunté que si ella sería capaz de alejar al ente de una vez por todas, desgraciadamente su respuesta no era la que yo buscaba, según ella, este espectro era de origen femenino, estaba lleno de rabia y coraje, era demasiado fuerte, en su experiencia, jamás vio un ser de bajo astral con tanta fuerza, así que se limitó a decirme que haría todo lo que fuera posible por ayudarme y cuando tuviera una solución me llamaría.

Pasaron un par de semanas antes de que me hablara. Me citó en un departamento cercano a su consultorio, donde me recibió junto a otra persona, era un hombre que parecía doctor. Trajeron consigo un aparato extraño, era una caja con una cubierta de cristal, con dos barras de acero adentro, lo presentaron como una máquina capas de medir frecuencias eléctricas de bajo espectro, con esto lograríamos ver contra que nos enfrentaríamos.

Accionaron el aparato, comenzaron a salir chispas dentro, después humo, la vidente le dijo a la otra persona que apagara el instrumento, pero el hombre se negó, dijo que ese humo era parte del procedimiento. Olía horrible, a cables quemados y a soldadura, por unos segundos el humo tomó la forma del espectro que me asediaba, la vidente la miró unos segundos y gritó exigiendo que desconectaran el aparato, el hombre obedeció.

Después de un rato la mujer me preguntó, que porque no le conté, sobre el otro ente. Yo le respondí que nunca lo vi, solo sabía que Maru vio a otro tipo de ente, antes de morir. Me comentó la vidente que le preocupaba más este otro espectro, pues lo sentía más poderoso. Me hizo un par de recomendaciones que seguí al pie de la letra.

De nuevo logré tener un periodo de paz que se prolongó por dos años, durante este tiempo iba de vez en cuando a consultar a la vidente.
Comencé a hablar con una amiga de la infancia que vivía en Atlanta. Nuestras constantes pláticas, nos llevaron a intereses románticos. No es que haya olvidado a mi esposa, cada relación es diferente, pero ella me hacía sentir bien.

Por aquel entonces me encontraba trabajando en Baja California. De repente comencé a despertar con ciertas marcas en todo el cuerpo, marcas como de quemaduras, tenían un aspecto alarmante, pero no dolían. Otra cosa extraña que noté, que siempre a un lado de donde durmiera, ya fuera cama o una colchoneta en el piso, a un lado de mí siempre aparecía una enorme mancha negra. Tomé fotografía a mis marcas y a la mancha negra del piso, después se las mandé por correo electrónico a la vidente.

Pasaron algunos días para que me contestara. Se comunicó por teléfono conmigo, me dijo que esas quemaduras le preocupaban, pues ese tipo de marcas se conocían como heridas del diablo.

Después me preguntó, que si no había visto o escuchado de nuevo al espectro, le dije que hasta el momento no, por último, me preguntó, que si notaba algo que atrajera a ese ser, yo le comenté que había comenzado a hablar en planes románticos con mi amiga de Atlanta, ella guardó silencio unos minutos, después me dijo que sentía miedo, pues era muy posible que nos estuviéramos enfrentando a un demonio poderoso cuyo nombre no se atrevía a mencionar, pero su nombre comenzaba con A.

Fui al médico, fui al dermatólogo y las marcas en mi piel seguían apareciendo. Un día recibí una llamada de mi hermana mayor, que asustada me platicó, que había revisado algunas fotografías en la casa de mi mamá, notó que en todas aparecían una sombra negra encima de mí.

Yo no quise contarle lo que yo vi por mi propia cuenta en mis fotos, pues se notaba alterada y solo lograría ponerla más nerviosa. Preferí decirle que todo iba bien y cambiarle el tema. Cuando regresé a Guadalajara, me asignaron a la planta base, estaría al menos un año allí, para este tiempo, mi amiga y yo estábamos planeando vernos, por lo que cada quien estaba ahorrando.

Al haber tomado esta decisión, fue como si le hubiésemos echado leña al fuego, pues a partir de ese punto a donde quiera que estuviera ocurrían cosas extrañas.

Al principio creí que esto solo ocurría en mi hogar, pero en el trabajo, en la casa de mi hermana o mi madre, se caían los platos solos, las luces se encendían, escuchábamos gritos como de odio y lo peor de todo, es que algunos de mis objetos, como fotografías, ropa o incluso hasta libretas del trabajo, aparecían carbonizadas. Quise comunicarme con la vidente de nuevo, pero jamás me contestó, ni por email, ni por mensaje o llamada.

Comencé a asistir a misa todos los días, pero siempre que entraba al templo, comenzaba a sentirme muy mal, incluso una vez me desmayé. Esa vez cuando recuperé el conocimiento, escuché un nombre, Astarot.
Investigué ese nombre en internet, entonces supe porque la vidente no quiso decirme el nombre antes, era muy grave y quizás la razón por la que decidió perder contacto conmigo, fue porque también se vio amenazada.

Una mañana, justo antes de despertar, vi caminar hacia a mí, una figura tal y como me la describió Maru. El espectro era muy alto a diferencia del que solía ver, llevaba un velo que le cubría el rostro y a pesar de estar a oscuras, la palidez de su rostro se veía claramente, al igual que sus cabellos blancos. Se sentó frente a mi cama y aunque no movía sus negros labios, escuché que dijo: “Prepárate, vendré por ti, arregla tus asuntos”.

Cuando desapareció el espectro, me levanté muy alterado, con un ligero dolor en el brazo izquierdo y con un sabor a hierro en la boca. Mas tarde, cuando regresaba del trabajo y entraba en mi casa, se me volvió a revelar ante mí el primer espectro que me asediaba, la mujer de los cabellos negros. Después de soltar un chillido que me derribó al suelo, escuché en mi cabeza que me advertía: “Si no vienes conmigo, el vendrá por ti”.

Apenas desapareció el espectro, comencé a sentir mucha presión en el pecho, entré en pánico pues tampoco podía respirar. Llamé a mi hermana, recuerdo que le dije que llamara a una ambulancia de inmediato. Desperté en el hospital, donde estuve un tiempo, me había dado un infarto. Cuando me encontraba internado, soñé varias veces con Maru, que me decía que tanto yo, como ella, necesitábamos ayuda, pues tenía miedo de que yo terminara en mismo lugar donde se encontraba ella. También me decía que el espectro del cabello negro deseaba mi alma.

Varias veces en el baño o en los pasillos veía a la mujer de cabello negro. Los sueños y las apariciones impedían mi recuperación y no encontraba la manera de terminar con todo esto. Incluso llegué a pensar que la única solución era acabar con mi vida. Pero Dios se encarga de poner a las personas correctas en nuestro camino, así fue que cierto día, llegó hasta mi un sacerdote, que yo creo tiene poderes de clarividencia, pues sin decirle ninguna palabra, sabía mucho acerca de lo que me estaba ocurriendo.

Me dijo que algo muy oscuro me acechaba, que era un mal que ya se había cobrado una vida. El sacerdote realizó varias sesiones de exorcismo conmigo, además me puso a realizar varias oraciones durante el día. Al poco tiempo mi salud mejoró y pude regresar a mi casa. Al final encontré el valor para deshacerme de las cosas de Maru como me dijo en vida. Solo guardé sus retratos y mantuve un cuadro de ella en mi sala.

Las marcas y apariciones no volvieron a aparecer jamás.

Aquella pesadilla hoy solo es eso, la más aterradora experiencia que he vivido. Obviamente, jamás me detengo en medio de la carretera, y si llegara a hacerlo, no me bajaría de la camioneta, mucho menos le daría permiso a un espectro de pasar la noche conmigo.

Mi amiga de Atlanta y yo, hoy en día tenemos un par de hijos. El más pequeño lleva varios días diciéndome que ve a una mujer en el patio, por su descripción me atrevo a decir que se trata del espíritu de Maru, por lo que hemos comenzado a realizar oración por su alma de nuevo.

En fin, el recuerdo de Maru vivirá por siempre en mí y es que fue la única persona que se atrevió a estar conmigo a pesar de que el demonio, cuyo nombre no me atrevo a volver a escribir, me asediaba.

Autor: Desconocido.

Derechos Reservados.

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