Las Pasajeras Historia de Terror 2024
Las Pasajeras Historia de Terror… Esto te lo platicó porque sé que no me vas a tirar de loco, ni tampoco creerás que lo estoy inventando, como bien sabes llevó toda mi vida como chofer de microbús de la ruta 14, y pues la verdad nunca me habían espantado, y eso que casi siempre me toca el turno nocturno, de las cuatro a las doce de la noche, pero si hay pasaje pues a veces uno se alarga hasta la una o las dos de la madrugada, y te acostumbras a que suba gente trasnochada, borracha o de plano muy rara, pero hasta ese día nunca me había pasado nada. Ya tenía tiempo que se rumoreaba entre los compañeros de la ruta de que en la avenida Miguel Hidalgo, la que está junto al hotel y la que desemboca al panteón de Santa Cruz Meyehualco, se subía, después de la media noche, una señorita muy atractiva que te preguntaba si pasabas por la Vocacional 7, y quien además te pedía amablemente que le avisaras cuando anduvieras por ahí, y según cuentan los compañeros que había pasado por esa experiencia, siempre trataba de sentarse en los asientos detrás del chofer, o el asiento más cercano como para que la vieras todo el camino, pero que al llegar al lugar por el que te había preguntado y volteabas para avisarle, la señorita había desaparecido, los compañeros nos contaron que sientes como se te eriza el cabello y empiezas a sentir muchos escalofríos, algunos otros dicen que les empezó a fallar el motor hasta que de plano ya no avanza tu unidad, pero la verdad uno los toma como puros cuentos, aunque se dice que sí es verdad que esa señorita al parecer murió asesinada en las puertas del hotel que ésta a lado de la avenida Miguel Hidalgo, otros dicen que murió en la calle del panteón, el chiste es que según dicen, la señorita al parecer aún no se ha dado cuenta de que ya falleció, y que por eso sigue vagando su alma en ese tramo de la ruta, pero como te decía, la verdad es que en todos estos años nunca me había pasado algo parecido, hasta esa ocasión.
En ese tiempo como te decía me tocaba el turno nocturno, de metro Constitución a metro Santa Martha, ese viernes empecé a trabajar algo tarde, como a las cinco y media o seis porque me andaba fallando el motor del microbús, con trabajos lo echamos andar mi chalán el Fer y yo, la idea era pararle a las doce en punto, y si había muy poco pasaje pues en la última vuelta solo llegaría a Santa Martha Acatitla y de ahí a mi casa, que está cerca de ahí, pero si hubo mucha gente de ida y regreso, y ya empezó a bajar el pasaje como a la una y media o dos de la madrugada, entonces decidí darme una última vuelta, lo bueno es que había mandado a mi chalan a su casa desde las doce, yo salí de metro Constitución con cuatro pasajeros, se sentaron hasta el fondo, al parecer era una familia, y todo iba bien, hasta que a la altura de la avenida San Miguel, la que te comentaba hace rato, vi que a lo lejos me hicieron la parada dos señoritas muy guapas, yo dudé en detenerme, ya me las sabía, las chicas te hace la parada y en cuanto te detienes te sale la rata para agandallarse, eché una mirada alrededor pero no vi nada raro, aun así se me hizo sospechoso y mejor decidí seguirme de largo, pero así como me iba acercado a ellas, de la nada el motor se apagó, la unidad siguió avanzando unos metros más y la puerta quedó justamente a lado de ellas, como si yo les hubiera hecho la parada, a esa hora siempre la traigo cerrada por seguridad, se acercaron y tocaron el vidrio, me preguntaron si llegaba al metro Santa Martha, en verdad eran muy atractivas pero yo andaba a las vivas por si me salía alguien al paso, eché un vistazo nuevamente pero las calles estaban completamente desiertas, eso me dio confianza y les abrí la puerta y les dije que sí llegaba hasta el metro, apenas subieron cerré la puerta, giré la llave y el micro arrancó como si nada, respiré aliviado porque si no hubiera tenido que bajar y revisarlo, y la verdad también les abrí porque aquellas señoritas no me preguntaron por la vocacional 7, como el fantasma de la ruta, se acomodaron en el asiento detrás de mí, arranqué, las podía ver a través del espejo retrovisor que tengo en frente, eran muy guapas, las dos eran morenas, altas, de cabello largo negro hasta la cintura, venían vestidas de negro de pies a cabeza, con unos vestidos muy ajustados, te podría decir también que se parecían muchísimo entre ellas, como gemelas pero una tenía una cicatriz en la mejilla, se veían muy serias, y tenían la mirada fija hacia al frente, sin parpadear.
Las Pasajeras Historia De Terror
Eso me inquietaba, yo me quedé embobado viéndolas, hasta que una de ellas, la de la cicatriz se dio cuenta y me miró fijamente a través del reflejo, era una mirada muy penetrante, sentí un leve escalofrío y mejor dirigí mi atención hacia el camino, en ese momento sonó el timbre de la puerta de atrás, volví a mirar por el retrovisor y era la familia de los cuatro integrantes, se bajaron en la calle 17 de Santa Cruz Meyehualco, arranqué de nuevo, no sé porque pero en ese momento empecé a sentir mucho frio, en un semáforo aproveché para ponerme la chamarra que traía en el respaldo del conductor, evité voltearme completamente para no ver a las señoritas que ya me daban mala espina, pero aun con la chamarra puesta seguía tiritando, entonces toda la micro empezó a oler como a comida podrida, se me revolvió el estómago y sentí ganas de volver, abrí la ventanilla de mi lado para que entrara un poco el aire y como no queriendo les eché otra mirada de reojo por el retrovisor, una de ellas, la que no traía la cicatriz en la mejilla, me miraba fijamente, sus ojos cafés eran muy atrayentes, llegó un momento en que no pude dejar de verla y entonces se le formó una sonrisa muy macabra en la cara, como si se estuviera burlando de mí, nomás sentí como se me enchinó toda la piel, traté de mirar solo hacia enfrente pero fue cuando escuché que una de ellas me preguntaba con una voz muy suave: «cree en fantasmas»
Por un momento me quedé todo sacado de onda, pero pensé que solo querían hacerme una broma pesada, así que le contesté que solo le tenía miedo a los vivos, que esos si te roban, yo creo que les pareció muy graciosa mi respuestas porque se empezaron a reír, al escucharlas respiré aliviado y yo también me empecé a reír, pero ellas empezaron a carcajearse cada vez más fuerte y de una forma tan macabra que hasta me dio miedo, cuando de pronto sin más se quedaron calladas, todo quedó en silencio, en ese momento entre a la curva del puente de la Concordia, su silencio repentino me sacó de onda y eché un vistazo por el retrovisor…
¡No podía ser, no había nadie en los asientos detrás de mí!, volteé en varias ocasiones y el microbús estaba completamente vacío, sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, en ese momento me jaló la curva, agarré lo más fuerte que puede el volante para controlar mi unidad, pero en ese instante se me aparecieron las caras de las señoritas, una a cada lado, gritándome a al oído, sus rostros están deformados y cadavéricos, sin ojos, solo los huecos negros en su cara, yo solté el volante aterrado para cubrirme la cara con las manos y sentí como el microbús se iba de lado, se volteaba, traté de agarrarme de algo pero ya no pude, me fui sobre mi costado derecho hasta chocar contra la puerta, el golpe me sacó todo el aire y sentí como se me clavaban algunos pedazos de vidrio en mi brazo, por un segundo escuché como chirrió el metal sobre el asfalto, yo creo que perdí el conocimiento por unos segundos porque no recuerdo más.
Cuando abrí los ojos sentí un dolor muy fuerte mi pecho, mi camisa estaba empapada en sangre, y todo me daba vueltas, fue entonces que volví a ver aquellas señoritas, tras el parabrisas estrellado, las vi de espaldas iban caminando sobre la carretera, lo último que recuerdo es que volví a escuchar aquella su risa macabra que retumbaba en mi cabeza, y después escuché una fuerte explosión.
Cuando me desperté de nuevo iba en una camilla, me llevaban a una ambulancia, me costaba mucho trabajo respirar, antes de subirme un policía los detuvo, se acercó y mientras señalaba hacia el microbús me preguntó si había alguien más, yo enderecé con mucho trabajo la cabeza y vi mi microbús a media calle, volteado y quemándose, con mucho esfuerzo le dije que dos jóvenes, pero ya no pude más, dejé caer mi cabeza y me desmayé.
Estuve varios meses en reposo por las fracturas en mis costillas, y tuve algunas quemaduras de primer grado en las piernas, mi unidad fue pérdida total, y por supuesto nunca encontraron a las señoritas que llevaba de pasaje. Regresé a la ruta después de más de medio año y todo volvió aparentemente a la normalidad, aunque ahora procuro nunca trabajar los fines de semana después de la medianoche.
Autor: Luis Martínez Vázquez
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