El Sombrero Del Abuelo Historia De Terror 2024

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El Sombrero Del Abuelo Historia De Terror 2024

El Sombrero Del Abuelo Historia De Terror. Esto es algo de lo que no me gusta hablar mucho, no solo porque cuando lo recuerdo me vuelve a causar miedo, sino también porque me da como mucha tristeza, fue hace mucho tiempo, acababa de cumplir los dieciséis años unos días antes, y como cada 31 de octubre, visitábamos la casa de mis abuelitos maternos para poner nuestra ofrenda familiar del día de muertos, ellos eran originarios de Taxco, Tlaxcala, en aquel entonces todavía era un pueblo pequeño y la mayoría de los vecinos se conocían muy bien, ese día llegamos desde temprano a su casa, nos recibió mi tía Socorro y primos Julia y Héctor, más o menos de mi edad, ellos estaban viviendo ahí desde hace principios de año cuando mi abuelito enfermó, para cuidarlo, lamentablemente falleció y decidieron quedarse unos meses más para acompañar a mi abuelita y que no se sintiera tan sola.

A mi mamá y a mí siempre nos daba mucho gusto verlos, y más en estas fechas en que podíamos convivir con ellos, pero en esa ocasión, en especial también fue muy triste llegar a su casa y saber que mi abuelito no estaría con nosotros, pero tratamos de estar lo más normal que se pudiera, para que mi abuelita no se pusiera melancólica, por eso apenas acabamos de desayunar, mi mamá y mi tía Socorro se la llevaron al mercado por todas las cosas que necesitaríamos para la ofrenda y para la comida de más tarde.

Mis primos y yo movimos algunos muebles de la sala para poner la vieja mesa de  madera que ocupábamos cada año para poner la ofrenda, estaba pesada, apenas entre los tres pudimos cargarla, cuando al fin la acomodamos nos dimos un respiro, en ese momento no pude evitar pensar en mi abuelito, él solito la podía cargar con una sola mano sin ningún problema, era un hombre muy fuerte, toda su vida trabajo en el campo de sol a sol, ya repuestos, cubrimos la vieja mesa con el mantel blanco con bordados de flores que hacia cada año mi abuelita especialmente para esta ocasión, después empezamos a esparcir los pétalos de cempasúchil sobre toda la superficie de la mesa hasta cubrirla, y mientras Julia y Héctor decoraban con papel picado la pared de fondo, yo continúe regando los pétalos de cempasúchil, pero ahora en el piso, formando un camino de la mesa hacia la entrada de la casa.

Mi abuelito nos contaba que era muy importante indicarle a nuestros muertos como llegar con los suyos para que no se perdieran en el trayecto, en ese momento escuchamos que tocaron la puerta de la entrada, como yo estaba más cerca, me levanté y me dirigí hacía allá, pero al abrir no había nadie, se me hizo extraño, entonces escuché que Julia me gritaba desde dentro preguntando quién era, le dije que nadie, cerré y me regresé a terminar mi camino de pétalos, pero todavía ni me acomodaba cuando volví a escuchar que tocaban otra vez, me levanté lo más rápido que pude y corrí a la puerta, en esta ocasión al abrir sentí una brisa de aire muy frio, que hasta me dio escalofrió, no había nadie, esta vez sí me asomé a la calle y volteé para ambos lados pero no había absolutamente nadie, en ese momento pensé que a lo mejor alguien nos estaba jugando una broma, o algún chamaco que ya estuviera pidiendo su calaverita nos estaba haciendo la maldad, todavía me quedé unos momentos pero nada, la calle estaba completamente solitaria, cerré y me regresé con mis primos, me preguntaron que quién había sido, entonces les comenté que nadie y que ya me parecía medio raro que hubieran tocado una segunda vez, Julia me dijo que no imaginara cosas y que le pasara las veladoras de la caja debajo de la mesa, me agaché y se las pasé, en ese preciso momento escuchamos los toquidos otra vez, pero esta vez venían de la puerta trasera, los tres brincamos del susto, porque por ahí solo entraba la familia o amigos, porque había que atravesar los campos y la cerca del huerto, nos quedamos mirándonos espantados, no esperábamos a nadie más, entonces volvimos a escuchar los toquidos pero más fuertes, del susto Julia soltó la veladora que tenía en la mano, al caer se hizo pedazos, los tres nos quedamos paralizados, solo se escuchaba un silencio muy profundo, no sé cuánto tiempo estuvimos así, hasta que Julia me hizo un ademán con la cabeza hacia la puerta para que fuera abrir, eso nunca se los dije  a ellos pero yo en verdad tenía mucho miedo, pero como era el mayor de los tres no me quedó de otra, me dirigí hacia la puerta, ellos iban detrás de mí, y abrí muy lentamente, volví a sentir aquella brisa helada en todo mi cuerpo, y nada, no había nadie, en verdad respiré aliviado, volteé mi cabeza hacia atrás para decirles que no había de que asustarse, cuando de reojo me pareció ver un hombre entre los árboles de capulines, Julia y Héctor también lo vieron porque dejaron escapar un grito de susto, aquel hombre permaneció inmóvil entre las ramas frente a nosotros, yo alcé los brazos mientras buscaba algo con lo que me pudiera defender, fue entonces cuando vi a un costado de la puerta una de las palas de trabajo de mi abuelo, la agarré muy despacio y entonces vimos como aquel hombre se desvaneció.

El Sombrero De Mi Abuelo Historia De Terror

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Corrimos tras de él, nos pareció que se movía hacia los campos, alcanzamos a verlo a lo lejos de espaldas, pensé que lo podría alcanzar, pero al llegar a la cerca del huerto nos tuvimos que detener para abrir la puerta, en ese momento no lo pensamos pero aquel hombre se pasó la cerca sin abrirla, nosotros nos tuvimos que detener para abrir la puerta y corrimos hacia los campos, hacía donde nos pareció que se había ido, la milpa estaba ya muy crecida, entonces vimos cómo se movían como si acabara de pasar alguien por ahí, antes de meternos le dije a Julia que se quedara ahí por si necesitábamos ayuda, que si escuchaba gritos o no regresamos en unos minutos que se fuera con los Jiménez, los vecinos de al lado, entonces le dije a Héctor que no se me despegara y nos metimos entre las milpas tratando de seguir el rastro de aquel hombre, yo apretaba la pala muy fuerte contra mi pecho, así estuvimos por varios minutos cuando entonces me pareció verlo, corrimos hacia allá mientras le gritábamos que se detuviera, en ese momento escuché un golpazo detrás de mí y un grito, volteé rápido hacia atrás y vi a Héctor en el suelo, pero no me detuve, lo único que quería era alcanzar a esa persona, de pronto por un segundo me sentí perdido en medio de aquel maizal, me detuve y traté de ubicarme pero fue inútil, no lograba encontrar algún punto de referencia, seguí caminando, con la pala me habría camino entre las milpas, hasta que por fin salí del campo, estaba del otro lado de la casa, me di media vuelta para regresarme, entonces fue que lo vi, era un sombrero vaquero como los que se usan mucho por ahí, pensé que podría ser de la persona que se había metido a la propiedad de mis abuelitos, lo agarré y me regresé, cuando salí del lado de la casa, ahí estaba Julia y Héctor esperándome, al verme se le quedaron viendo al sombrero que llevaba, les dije que lo encontré al final del sembradío, que a lo mejor era de la persona que se había metido, Julia me lo pidió y lo empezó a revisar, entonces abrió los ojos muy sorprendida y me dijo que ese era el sombrero del abuelo, yo me quedé dudoso, pero Héctor también lo revisó y lo confirmó, yo les dije que no imaginaran cosas, que hay muchos sombreros parecidos, que mejor nos regresáramos a terminar de poner la ofrenda.

Julia me dio de vuelta el sombrero, ya no dijeron nada, sé que era difícil hablar del abuelo, dejé la pala a un costado de la puerta y nos metimos a la casa, mientras Julia barría los pedazos de vidrio de la veladora que se le había caído, Héctor y yo empezamos acomodar algunos retratos de la familia, sin darme cuenta dejé en sombrero sobre la mesa de la ofrenda mientras acomodada la foto de mi abuelito en el centro, en ese momento escuchamos la llave de la puerta y entraron mi mamá y mi tía con mi abuelita, venían cargadas con las bolsas del mandado, Héctor se acercó a ayudarles, yo seguí acomodando las fotografías, mi abuelita se acercó para ver cómo iba quedando la ofrenda, se le quedó mirando al sombrero, lo agarró y vi que se le salieron sus lágrimas, y entonces me preguntó que dónde lo habíamos encontrado, que ella lo había estado buscando durante meses, precisamente para ponerlo en la ofrenda ya que era el preferido del abuelo, mis primos y yo nos quedamos mirándonos sin saber que decirle, a mí se me ocurrió contarle que lo encontramos detrás de unas cajas que sacamos para mover la mesa, solo me sonrió y se regresó con mi mamá y mi tía, en ese momento ninguno de nosotros nos atrevimos a contarle todo lo que nos había pasado hace un rato, yo tomé el sombrero entre mis manos, no podía dejar de pensar que mi abuelito nos había visitado el día de hoy para traérnoslo.

Autor: Luis Martínez Vázquez

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