La Deuda Con La Bruja Historia De Terror 2024

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La Deuda Con La Bruja Historia De Terror 2024

La Deuda Con La Bruja Historia De Terror… Mi familia suele ser común y corriente, somos tranquilos y hasta donde sé, vecinos amigables. En ocasiones nos molestamos como cualquiera y buscamos ayudar a los demás. Sin embargo, tenemos una situación en particular, y es que nos atormenta una maldición que llevamos cargando desde hace años atrás a causa de un mal pago que hizo mi abuelo con una bruja.

La colonia donde vivía mi abuelo de pequeño se corría el rumor de que había una bruja, realmente se trataba de una mujer que practicaba la quiromancia, a las vecinas les leía la palma de la mano, adivinándoles el futuro. A mi abuelo le pareció divertido así que le pidió que le adivinara el futuro, sin embargo, le advirtió que si las cosas no pasaban como se las había indicado él no le pagaría.

Pero para mala fortuna de mi abuelo, las cosas que le dijo la bruja ocurrieron casi al pie de la letra, por lo que ya tenía una deuda con la bruja. Mi abuelo se negó a pagar, así que la ignoró por un tiempo, y a pesar de las advertencias de la bruja él no le hacía caso. Al cabo de un tiempo, la abuela le lanzó una advertencia más, que si no pagaba pagarían las consecuencias no solo él, sino también sus hijos y los hijos de sus hijos. Pero mi abuelo la ignoró.

Fue entonces cuando todo comenzó, con mi abuelo.

Días después de haber quebrantado su promesa con la Bruja, mientras estaba acostado, escuchó un ruido que provenía de afuera. Él dormía en el primer piso frente a un ventanal, el cual daba directamente a la calle. Se levantó para mirar hacia afuera, pero no encontró nada raro.

Él juraba haber escuchado que alguien corría de un lado a otro, como si estuviera rodeando la casa, pero por más que puso atención y miró con atención, no lograba ver nada. Así que regresó a la cama, trató de distraerse un poco pensando en las cosas que tenía que hacer al día siguiente.

De esta manera, logró conciliar el sueño, y cuando estuvo a punto de caer dormido, tocaron a la ventana, como si lo hubieran hecho con el puño cerrado. Sus sentidos se avivaron, se dio cuenta de que realmente había algo afuera.

Se quedó mirando por unos segundos al ventanal, el cual de pronto se abrió, dejando entrar una helada corriente de aire. Entonces distinguió que algo se asomaba en la oscuridad, justo detrás de la cortina. No supo en qué momento se había metido, hasta hace unos segundos se había abierto la ventana y no vio nada pasar, pero ahora estaba algo asomándose entre las cortinas.

De pronto escuchó varios pasos acercarse a su cama, y ante él se levantó la figura de una mujer con cicatrices en el rostro y ojos negros. Mi abuelo percibía la mirada de esta mujer y a su vez, sentía un peso gigantesco sobre su pecho. El aire le comenzó a faltar, no podía quitar la mirada de aquella mujer que parecía hablar en otro idioma.

Mi abuelo comenzó a toser, no le entraba aire en los pulmones. La mujer se desvaneció y mi abuelo recuperó el aliento al instante. Fuera lo que fuera, mi abuelo sabía bien que eso había sido consecuencia de la promesa que rompió con la Bruja.

Así que sin esperar, al día siguiente después de levantarse se fue a buscar a la bruja. Sin embargo, ya no le fue posible encontrarla, por más que preguntó dónde se encontraba la señora que leía las manos, nadie supo darle alguna indicación. La mujer había agarrado sus cosas y se había ido sin avisar a nadie. Fue entonces cuando mi abuelo se dio cuenta del problema en el que se había metido.

Durante las siguientes noches, mi abuelo no pudo dormir tranquilo, tenía la sensación de que esa mujer volvería a aparecerse ante él, pero lo único que llegó a ver fue un búho en la copa de un árbol. No le prestó mucha atención las primeras noches, pero conforme pasaron los días, el búho se acercaba más a la casa. Mi abuelo pensó que quizás estaba haciendo un nido, hasta que una noche aquella idea cambió.

Mi abuelo regresó de jugar fútbol, estaba muy cansado, así que solo entró a su habitación sin encender la luz y se acostó a dormir. Fue entonces que sintió que no estaba solo en la cama. Sin abrir los ojos, levantó su mano para tocar a un costado de la cama y pudo sentir dos enormes y filosas uñas.

Asustado, se levantó rápidamente de la cama y miró a su alrededor. Había un bulto enorme que abrió sus dos ojos brillantes. Se trataba del búho, quien le habló y le dijo: “No has pagado tu deuda”. El búho se alejó, voló desde la ventana y desapareció en la penumbra de la noche.

La Deuda Con La Bruja Historia De Terror

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Desde entonces, mi abuelo se volvió muy perceptible ante apariciones. Escuchaba personas hablando en los pasillos de la casa, sombras que se movían rápidamente a los rincones, e incluso le llamaban por la noche por su nombre. Mi abuelo era un manojo de nervios, a tal grado que la familia se tuvo que mudar por la salud mental de mi abuelo. Ayudó esto por algunos años, mi abuelo tuvo la oportunidad de hacer su vida normal. Tuvo cuatro hijos, de los cuales uno de ellos es mi padre.

Con el paso de los años, mi abuelo les advirtió a sus hijos de esta maldición y que debían estar atentos ante cualquier eventualidad que se les presentara. La bruja lo había dejado libre a él, pero sin lugar a dudas, ahora seguían sus hijos.

Mi padre acostumbraba ir a un taller de torno para preparar material para vender. Muy seguido se quedaba tarde trabajando y pedía permiso a su patrón para seguir haciendo material. Nunca se le negaba, la única condición era que dejara cerrado el taller.

Y una noche, mientras mi padre trabajaba, decidió encender la radio para trabajar acompañado de música, cuando de pronto alguien se la apagó. En ese entonces, la radio que usaban era de las más modernas, por lo que le pareció extraño que se haya descompuesto por sí sola. Se acercó a ella y la volvió a encender, sin embargo, ya no agarraba ninguna señal de radio.

Pensó que quizás la radio había perdido la señal, así que la dejó encendida con el volumen alto, esperando a que la señal regresara. Solo se escuchaba la pura estática. En cierto modo, eso era relajante para él, hasta que la estática comenzó a distorsionarse.

Mi padre se quedó mirando a la radio, y es que esto sucedía cuando alguien se acercaba a la radio, la señal no llegaba bien porque se tapaba la frecuencia, pero en esa ocasión, mi padre estaba solo. De pronto, de la radio se comenzó a escuchar una voz, la cual al principio era imperceptible.

Mi padre creyó que por fin había regresado la señal, pero esta voz parecía diferente a la de algún locutor o de algún cantante. La voz adoptó la forma de una mujer, que no dejaba de pronunciar lo mismo hasta que se escuchó totalmente claro… “Tu padre no ha pagado su deuda”, fue lo que escuchó mi padre.

Entonces, desde lo alto del techo, mi padre se dio cuenta de que había un búho observando. Aleteó con mucha fuerza que el viento provocado por sus alas llegó hasta con mi padre. El ave se alejó de allí dejándolo perplejo.

Los siguientes días fueron pesados para mi padre. Por la noche, mientras dormía, veía en sus sueños a una mujer con cicatrices en el rostro. No parecía ser una mujer ordinaria, era inquietante mirarla. Mi padre despertaba agitado, sudando frío.

No sabía qué podía hacer, así que optó por contarle por fin al abuelo. Mi abuelo acompañó un par de ocasiones a mi padre por las noches, para reencontrarse con la abuela y por fin pagar su deuda, pero esta jamás apareció, ni en forma de búho. De nueva cuenta, a mi abuelo se le pasó la oportunidad de pagarle.

La familia se tuvo que acostumbrar a la serie de eventos que les sucedían. Ruidos por todas partes, las cosas crujían, silbidos en la noche y cuando todos dormían. Ya era algo que pasaba y se tuvieron que acostumbrar a ello.

Años después, el destino llamó a mi abuelo. Falleció de tanto fumar, no hubo oportunidad de despedirse de él. Yo lo alcancé a conocer en vida, incluso me llegó a cargar en sus brazos cuando era pequeño, pero con el paso del tiempo todo se olvida, con excepción de las deudas.

Mi padre guardó un retrato del rostro de mi abuelo en su cuarto. Cuando quería recordarlo, iba a ver el retrato.

Años después de la muerte de mi abuelo, y cuando ya tenía edad según mi padre, me contó todo esto y la maldición de la bruja. Aunque mi abuelo ya había muerto, era importante que yo lo supiera según mi padre.

En mi caso, me ocurrió algo bastante inquietante hace una semana. Me quedé solo en casa, mis padres se habían ido a un cumpleaños de una amistad de antaño. A pesar de que me invitaron a ir con ellos, les comenté que tenía ganas de quedarme en casa mirando la televisión. En cierto modo, sabía que no volverían temprano, así que me quedé despierto hasta tarde mirando la televisión.

Era ya la una de la madrugada cuando me dio algo de hambre. Me había comprado unas botanas en la tienda un poco antes de que cerraran la tienda, así que las abrí y me dispuse a consumirlas. Justo cuando estuve a punto de darle la primera mordida, escuché un ruido que yo juraba que provenía del segundo piso.

Dejé las cosas sobre la mesa y fui a revisar. El sonido fue muy similar a cuando se cae algo al piso, así que me imaginé que podía tratarse del clóset. Revisé con cuidado e incluso miré las demás habitaciones, pero no encontré nada fuera de lo ordinario o fuera de su lugar.

Así que opté por regresar a ver la televisión, pero justo cuando llegué a la sala, para mi sorpresa, el televisor se encontraba apagado. No lo tenemos programado para que se apague solo, por lo que me pareció bastante extraño. Lo encendí y volví a poner mi programa que estaba viendo, pero casi al instante, de nueva cuenta se escuchó otro ruido, pero esta vez con más intensidad.

Fue tan fuerte el ruido que realmente me asustó. Subí corriendo a asomarme, pero no vi nada fuera de su lugar. Sin embargo, un bulto extraño en una de las ventanas me llamó la atención; era un bulto redondo que sobresalía de todo. Me quedé por unos segundos atento, tratando de hallarle una figura, y entonces, dos ojos redondos brillantes se abrieron de par en par; se trataba de un búho.

Se me quedó mirando, parecía estar analizándome cada movimiento que hacía. Yo no dejaba de preguntarme qué demonios hacía un búho en mi casa. Recordé que mi padre vio uno cuando era pequeño y me aseguraba que eran malos, sobre todo por lo que le había sucedido.

Me comenzó a dar miedo, tenía que hacer algo para ahuyentarlo, así que busqué rápidamente algo para asustarlo. Entonces, recordé que en el baño estaba una escoba, la cual mi madre la dejaba allí para cuando se ocupara. Fui a buscarla y cuando regresé para asustar al búho, este ya no se encontraba.

Los ruidos se escucharon ahora en la planta baja, no entendía cómo era que el ave ahora estaba en el otro piso si el único lugar para llegar a él era por las escaleras. Me apresuré a bajar las escaleras con la escoba en mano, entonces me di cuenta de que el televisor de nueva cuenta estaba apagado, y no solo eso, las luces de la cocina se encendían y se apagaban constantemente.

Me di cuenta de que algo malo estaba ocurriendo, así que corrí a mi teléfono para marcarle a mis padres. Sentía que mi corazón estaba latiendo tan fuerte que casi sentía que se me salía y cuando el teléfono dio tono, frente a mí se encontraba el búho.

Sus ojos brillantes parecían hipnotizarme, mi cuerpo respondía por sí solo, la escoba se soltó de mis manos y no podía moverme. De reojo, me di cuenta de que las cosas se sacudían, se tambaleaban de un lado a otro. El ave se dio la vuelta y se adentró a una habitación, de pronto cambió de forma a la de una persona.

No pude distinguir si era un hombre o una mujer, yo estaba totalmente paralizado, y entonces, la persona salió de la habitación y subió las escaleras. Al cabo de unos segundos, recuperé el movimiento en mis brazos y piernas, me apresuré a subir y solo pude distinguir cómo salía por la ventana aquella ave.

Mis padres marcaron al poco tiempo. Me dijeron que les había marcado pero no les contestaba; solo escuchaban ruidos extraños del otro lado de la bocina y no les respondía. Fue cuando me percaté de que habían pasado más de dos horas desde que inició todo. No sentí que el tiempo pasara tan rápido o por lo menos no fue lo que sentí. El corazón aún me latía fuertemente, así que les pedí a mis padres que regresaran pronto.

Esa mañana platicamos un poco sobre lo sucedido. Yo ya estaba más tranquilo, así que pude contarles las cosas de mejor manera. Mi padre, al escuchar mi historia, se levantó repentinamente de la silla y se fue a su habitación. Mi madre y yo no supimos qué había sucedido, pero en un momento regresó alarmado, indicando que la fotografía de su padre no se encontraba en su lugar.

Mi padre estaba perturbado por la desaparición de la fotografía de mi abuelo. Recorrimos la casa buscando en cada rincón, pero no había rastro de ella. Era extraño, ya que mi padre siempre había mantenido esa fotografía en un lugar seguro y nunca la movía de allí.

Decidimos revisar el resto de la casa, pero todo parecía estar en orden, excepto por la atmósfera cargada de tensión que se sentía. Era como si algo estuviera observándonos desde las sombras, esperando el momento adecuado para actuar, yo no podía dejar de pensar en que se trataba del Búho.

Mi padre sugirió que quizás alguien había entrado en la casa y había tomado la fotografía y que no había relación con lo sucedido esa noche, pero yo sabía en lo más profundo de mi ser que no era así y que había una fuerte relación con la maldición que nos perseguía desde hacía generaciones.

Por decisión de mi Padre, decidimos no hablar más del tema por el momento y tratamos de llevar el día con normalidad, pero era difícil ignorar la sensación de malestar que se cernía sobre nosotros.

Esa noche, mientras cenábamos en silencio, un ruido proveniente del sótano nos hizo saltar de nuestros asientos. Mi padre y yo nos miramos con preocupación, mientras mi madre se aferraba a su rosario con los ojos cerrados en una oración silenciosa.

Con cautela nos dirigimos hacia el sótano, armados con una linterna y un crucifijo que mi madre había tomado de la pared. Al abrir la puerta, un escalofrío recorrió mi espalda al sentir una ráfaga de aire frío que llegaba desde lo más oscuro. Descendimos lentamente por las escaleras. El sótano estaba apenas iluminado por la tenue luz de la linterna que llevaba mi Padre.

Fue entonces cuando lo vimos: una figura encapuchada de pie en el centro de la habitación, con los brazos extendidos en un gesto siniestro. No podíamos ver su rostro, pero podíamos sentir su mirada fija en nosotros, como si estuviera devorando nuestras almas con sus ojos vacíos.

Mi padre dio un paso adelante, desafiante, y le exigió que se identificara. Pero la figura no respondió, solo se quedó allí, inmóvil como una estatua. Entonces, con un movimiento repentino, la figura levantó la mano y señaló hacia una esquina oscura del sótano. Mi padre y yo seguimos su mirada y vimos algo que nos heló la sangre: la fotografía de mi abuelo, rota y desgarrada, yacía en el suelo junto a un charco de agua.

Antes de que pudiéramos reaccionar, la figura desapareció en las sombras, dejándonos solos en la oscuridad del sótano. Nos miramos el uno al otro, sin palabras, sabiendo que algo oscuro y maligno había pasado. Pero, en cierto modo, nos dimos cuenta de que quizás ya no había forma de que la deuda se saldará, ahora que la bruja se dio cuenta de la muerte del abuelo.

Pero realmente eso no sabré decirles, pues aún siguen ocurriendo cosas en mi casa, y el búho sigue presentándose casi cada noche.

Autor: Mario Franco Corrales. Lengua de Brujo.

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