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La secta 2022

(Mexicano en Albania)

La secta… Nací en Monterrey, y debido a mi buen promedio gané una beca para estudiar en Europa, específicamente en la zona sureste de Italia, en la costa.

Por desgracia, las cosas no resultaron bien con la universidad, hice amistades con personas relacionadas a negocios turbios, sustancias y eso.

Yo, por un motivo o por otro, mi amistad con esa gente me fue llevando hasta que empecé a vender pastillas dentro de la universidad, fui expulsado cuando me descubrieron.

Ellos, que, aunque eran criminales, eran mis amigos, me ayudaron a conseguir empleo, podría decirse que era de taxista exclusivo.

Se trataba de una empresa privada, que en realidad era una secta muy oscura, cuyos miembros, aunque eran pocos, eran de mucho dinero y venían de diversos países del mundo, ellos tenían una tarjeta con la que nosotros, los conductores, podíamos identificarnos para brindarles el servicio de transportación.

Mis amigos pudieron conseguirme ese empleo porque tenían contactos en Albania, de hecho también me consiguieron donde vivir.

Todos los sucesos que les voy a contar podrán parecer que salen de lo que se pudiera considerar como remotamente normal o siquiera posible, pero deben entender que Albania es un país controlado por mafias que manejan todos los negocios turbios, habidos y por haber.

Primero, un poco de contexto, para que se entienda bien cuál era la situación en Albania cuando yo llegué ahí a trabajar y a vivir.

El desastre comenzó con la primera guerra mundial, todo el país fue utilizado como campo de batalla para los enfrentamientos entre Francia y el Imperio Otomano.

Cuando la guerra terminó, el país fue dividido en dos partes, una fue puesta bajo control de los serbios, y la otra podría decirse que era un poco autónoma, por eso, cuando yo llegué, e incluso hoy en día, las mafias serbias tienen mucha influencia en el curso de Albania.

Diez años después de que terminó la primera guerra mundial, el país se convirtió en una monarquía, después sufrió una invasión italiana que culminó cuando los italianos decidieron quién sería el rey que se quedaría en el poder.

Cuando estalló la segunda guerra mundial, los aliados aprovecharon para armar a los disidentes albaneses para que se enfrentaran contra los italianos.

Cuando esa guerra termina, la Unión Soviética, a través de un dictador, impone el comunismo en Albania.

Yo llegué a Albania en los primeros meses del 98, en aquel entonces tenían poco tiempo de haber salido del comunismo radical, pero también habían sufrido una guerra civil y casos muy fuertes de corrupción.

Debido a eso, nuevamente, las fuerzas armadas italianas hicieron acto de presencia en el país.

Todo ese desbarajuste, confusión, y descontento ocasionó que el socialismo tomara el poder de Albania.

Y algunos meses después llegué yo, con mafias albanesas, represión socialista y militares italianos, el país era un desastre, cualquier cosa que fuera ilegal tenía un espacio ahí, y, precisamente, la secta para la que yo trabajaba estaba metida en negocios turbios.

Mi primer día de trabajo fue intenso, para empezar unas personas de muy mal aspecto fueron al lugar donde me estaba quedando, antes de iniciar a trabajar con ellos querían hacerme algunas preguntas, respondí todo y pasé ese filtro, en ese momento yo no lo sabía, pero esa gente ya me había investigado y solo querían saber si yo sería honesto.

Salimos del edificio, subimos al auto en el que ellos habían llegado y fuimos hasta una vieja fábrica abandonada, ahí había más personas de la secta.

Debo aclarar que yo hablaba bien el inglés, y todas las personas de la secta y sus contactos también hablaban inglés, el idioma no presentaba ningún problema.

Los de la secta me aclararon que antes de hacerme miembro yo tenía que trabajar para ellos por 8 meses y después podrían hacer mi iniciación.

Eso se me hizo extraño, yo no tenía ni la más mínima intención de pertenecer a su secta, pero al parecer eso fue lo que dijeron mis amigos para que yo consiguiera el trabajo.

Los de la secta me explicaron que mi trabajo sería simple y sencillamente conducir de un punto A hasta un punto B, que no hiciera preguntas, que fingiera no saber nada de todo lo que viera y escuchara, y, lo más importante, que no hiciera preguntas.

Yo acepté sus condiciones, uno de los que estaban ahí sacó un arma corta y me la aventó, yo la atrapé, no porque quisiera, sino que me daba miedo que si caía al suelo, debido al impacto, se pudiera disparar sola.

Me explicaron que esa arma formaba parte de un lote que iba a ser enviado hasta Bosnia a través de Montenegro, si yo iba con la policía, mis huellas ya estaban en un arma que formaba parte del mercado negro de tráfico de armas.

Luego de esa advertencia, me dieron un Mercedes que claramente había sido robado de otro país, posiblemente de Croacia o de Hungría, porque ambos conectan con Serbia, y ellos eran los que traían los autos.

Ese primer día, evidentemente, yo aún no dimensionaba en que demonios me estaba metiendo, pero la situación me quedó un poco más clara cuando hice mi primer viaje.

Recibí una llamada, el celular me lo había dado la secta, me dieron una dirección, yo la ingresé al GPS del mercedes y conduje.

Yo estaba en Tirana, que es la capital de Albania, la persona que me había llamado quería que yo fuera a recogerlo hasta el Aeropuerto Internacional de Rinas, que, debido a que fue mi primer viaje, recuerdo perfectamente la distancia a la que estaba ese aeropuerto desde mi ubicación, eran 25 kilómetros.

Llegué al aeropuerto, estacioné el mercedes, y en breve llegó una persona, era un hombre, de unos treinta y tantos, delgado de piel blanca, portaba lentes oscuros, su barba era prominente, su cabello era corto, su rostro casi no mostraba ninguna expresión, vestía un traje de color azul celeste con una corbata blanca.

Ese sujeto me mostró la tarjeta que me indicaba que pertenecía a la secta, que, por cierto, esa tarjeta no incluía nombre ni apellido, tampoco un alias.

La tarjeta solo incluía 3 cosas, una fotografía, el código de miembro, que era como una especie de ID, y el último dato que tenía la tarjeta era la nacionalidad, por eso supe que ese hombre venía desde Rumanía.

Ese señor ya sabía que yo era mexicano, todos los de la secta sabían, de esa forma, si yo hacía algo inconveniente para la secta, todos sabrían cómo encontrarme a mí y a mis familiares.

Esta persona, a la que me referiré como El Rumano, pidió que lo llevara a unos edificios departamentales, en el distrito de Kurbin.

Estuve dentro del auto estacionado, en lo que esperaba a que regresara el Rumano, al poco tiempo pude ver que, del otro lado de la calle, un mercedes casi idéntico al que traía yo, se metió en un callejón, luego varias personas con muy mala pinta entraron, si me preguntan, ahí estaba ocurriendo algo relacionado con el tráfico de sustancias.

Después, vi algo que me hizo sentirme incómodo y nervioso, de un autobús bajaron varias mujeres jóvenes vestidas con túnicas de color rosa y entraron al mismo edificio.

Todas ellas iban formadas, las túnicas les cubrían todo el cuerpo menos la cara, desde el cabello hasta los pies, las jóvenes iban rezando.

Una anciana iba al frente, dirigiéndolas, y otra anciana iba hasta atrás, cuidándolas.

Al pasar las 3 horas, primero salieron las ancianas y las muchachas, subieron al autobús y se fueron, después salieron otras personas, todos tenían la misma expresión en el rostro, no sabría como explicarlo, pero todos ellos, incluyendo al Rumano, solo de verlos era fácil intuir que ya habían matado por lo menos a una persona, tenían la muerte en la mirada.

Ya salió el Rumano, pero venía con una de las jóvenes de túnica color rosa, ambos subieron al vehículo, y los llevé hasta la frontera con Serbia, en aquel entonces la definición geopolítica de ese territorio era sumamente difícil de nombrar, pero es lo que hoy se conoce como Kosovo.

Cuando llegamos al lugar ya nos estaba esperando otro vehículo, el Rumano y la joven bajaron del auto y fueron al otro vehículo, el Rumano saludó de forma muy amistosa a los que venían en ese auto, abrieron una puerta de la parte de atrás y ahí se subió la muchacha.

El Rumano regresó al auto y me dijo que lo llevara a una de las casas de seguridad de la secta, específicamente a una que se encontraba en el distrito Mat.

Cuando llegué había otros conductores de la secta, todos estábamos estacionados en la parte trasera de la casa de seguridad.

Me acerqué con uno de ellos, él estaba fumando, yo le pedí que me diera uno.

Él se veía más grande que yo, pero no demasiado, me recargué en el auto que él conducía y le pregunté por su nombre, se llamaba Arben, o eso fue lo que dijo.

Me preguntó por mi nombre y le respondí, aunque se me hizo raro, porque, como dije, la secta había informado a todos sus miembros sobre mí, pero, ahí fue que descubrí que ninguno de los conductores formaba parte de la secta.

Arben llevaba 6 meses siendo conductor, yo le comenté que era mi primer día, pero que con lo poco que había visto era suficiente para darme una idea de cómo funcionaba el negocio.

Arben me advirtió que no debíamos mencionar nada, sin importar que fuera entre miembros de la secta o conductores, que simplemente me limitara a hacer lo que me ordenaban, que, de hecho, si él fuera un soplón, ya hubiera ido a delatarme por estar intercambiando información de temas que teníamos prohibidos.

Me disculpé y continué fumando el cigarro, a los pocos minutos llegó una prominente camioneta, Arben me dijo que mejor fuera a recargarme al auto que me habían otorgado, y que, de preferencia, agachara la mirada cuando la persona se bajara de la camioneta.

Esas palabras, lejos de asustarme, me llenaron de intriga.

Volví al Mercedes, al paso de un minuto, de la ostentosa camioneta bajó una persona muy excéntrica, sus ropas eran relativamente ordinarias, pero lo más extraño de todo era la gigantesca cabeza cadavérica que llevaba a modo de máscara, seguro se había tratado de un animal de ganado.

La Secta

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Una de las personas que venía acompañando al misterioso sujeto se percató de que yo había visto en lugar de agachar la mirada, esa persona se me acercó y me dijo que tenía suerte de ser el nuevo, que solo por eso me iba a dar otra oportunidad, pero también me advirtió que a la próxima nadie se iba a acercar conmigo, sino que terminaría con una bala en la cabeza.

Yo solamente asentí con la cabeza.

Las siguientes 2 semanas fueron medianamente normales, moví a algunas personas que me daban muy mala espina, y estoy casi seguro que un doctor al que moví de una clínica hasta la frontera llevó órganos extraídos de forma ilegal, pero no vi nada que fuera demasiado perturbador.

Hasta que un día, transporté a una mujer hasta el condado de Shkoder, en el norte de Albania, ahí llegué hasta una propiedad alejada de la urbe.

Nuevamente estábamos varios conductores, al parecer se llevaría a cabo una reunión importante, ahí me encontré a Arben, el conductor al que le había pedido un cigarro unos días antes.

Cuando hicimos contacto visual él estaba fumando, yo quise acercarme para pedirle uno, pero él me lanzó la cajetilla, dándome a entender que no era buena idea que nos vieran conversando, luego acercó 2 dedos a sus ojos y me hizo una seña sugiriendo que pusiera mucha atención porque iba a ver algo fuera de lo normal.

A los pocos minutos llegó una furgoneta blanca, de ahí bajaron varias personas, hombres y mujeres, de todas las edades, por su apariencia se notaba que no eran europeos, sino que, eran de países de América Latina.

Durante varias horas se pudieron escuchar cantos, risas, gritos y súplicas, algo horrible estaba sucediendo dentro, afuera del alcance de mi vista, y eso era lo que más me perturbaba.

Yo sentía mucha impotencia, no podía hacer nada, y si intentaba acudir con las autoridades, o si dejaba el trabajo, las consecuencias serían fatales.

Finalmente los miembros de la secta fueron saliendo de uno por uno, vi al Rumano, otro conductor se lo llevó, no todos los miembros tenían conductor, muchos iban en sus propios autos, hasta donde tenía entendido, los vehículos eran para mover a los extranjeros.

Todos los conductores se fueron, solo quedaba yo.

Salió la mujer que yo estaba moviendo, iba platicando con un hombre, se despidieron, la mujer caminó para subirse al auto y que nos fuéramos, y el hombre con el que ella estaba platicando resultó ser el conductor de la furgoneta blanca.

Él se fue y no se llevó a ninguna de tantas personas que había llevado al lugar, todos estaban muertos.

Mientras conducía para llevar a la mujer al lugar que me había indicado, iba pensando que todo lo que tenía que ver con esa secta era mucho peor de lo que yo me podía haber imaginado.

Hasta ese punto había presenciado, siempre de forma indirecta, tráfico de armas, de sustancias, de mujeres, de órganos, y ahora una masacre de inocentes.

Toda la situación era demencial y poco a poco, me estaba sobrepasando.

Aún así logré resistir, durante los siguientes 6 meses mi vida se volvió un bucle, todos los días iba a algún punto fronterizo, podía ser al mar para transportar a algún miembro de la secta que llegaba por barco o yate privado, o podía ser a los 2 distritos que limitaban al noroeste con Montenegro, de vez en cuando iba al distrito que era la frontera con lo que hoy es Kosovo, también podía ser a cualquiera de los 3 distritos que conectaban con Macedonia, o a uno de los 3 distritos que limitaban con Grecia.

En esos 6 meses, fui por lo menos 20 veces a cada uno de esos distritos.

En 4 ocasiones me tocó llevar mujeres jóvenes hasta lo que hoy es Kosovo, de las que iban vestidas con una túnica rosa, las cuales, evidentemente, eran para el mercado de trata de blancas.

También llevé a diferentes miembros de la secta a reuniones similares a la que fueron llevados los latinos para ser asesinados, en total fueron 5 más de esas atrocidades, era una situación realmente horripilante, recuerdo que en una ocasión vomité de tantos gritos que podía escuchar.

Pero, y espero no juzguen, no dejé el trabajo, se cumplieron los 8 meses y finalmente llegó el día de la ceremonia en la cual sería mi iniciación.

La ceremonia se llevó a cabo en la localidad de Lumas, prácticamente en el centro de Albania, en esa ocasión no transporté a nadie, yo fui solo hasta el lugar.

Fue en el bosque, otros 25 miembros de la secta estaban presentes, entre ellos, claramente, el líder, era un tipo, no podría decir obeso, pero tampoco era delgado, su cabello era corto, tenía entradas muy marcadas, usaba lentes, su altura era un poco inferior al albanés promedio, yo le calculo que tendría entre 40 y 50 años, parecía ser carismático.

Él vestía ropa casual de colores claros, yo me esperaba que el líder de la secta fuera alguien intimidante, sentado en un trono o con unas ropas que hicieran relucir su poder, pero nada de eso.

Los que sí daban miedo eran sus escoltas, estaban cubiertos con una túnica negra que, literalmente, les cubría desde la cabeza hasta los pies, sus ropas ni siquiera tenían orificios para los ojos o para la nariz, nada, su apariencia era ciertamente inquietante.

El resto de los asistentes vestían de gala, como si la ceremonia que se estaba por celebrar fuera un evento social muy importante.

El líder me agradeció por mis servicios durante esos 8 meses, dijo estar consciente de que no había sido nada fácil, pero que finalmente todo mi esfuerzo y mi sacrificio serían recompensados.

Lo único que hacía falta de mi parte era un último acto de lealtad.

Los guardias del líder trajeron a una persona amarrada a dos troncos de madera, como si estuviera crucificado, la víctima estaba consciente, podía ver y oír, pero su boca había sido cocida.

El líder de la secta me dijo que yo debía elegir la forma en que esa persona iba a morir, yo tenía 2 opciones para escoger, la primera era que, utilizando un maso, le rompieran todos los huesos, terminando con la cabeza, y la segunda era prenderle fuego.

Quedé en shock por un momento, podía sentir las miradas de todos, la situación era muy tensa, mis oídos estaban saturados de estática, se me nubló la vista, entonces el líder de la secta repitió mi nombre en 2 ocasiones, yo debía tomar la decisión.

Pregunté si yo le daría muerte, pero el líder me respondió que no, que uno de sus guardias tomaría el papel del verdugo, me explicó que el ritual era importante porque simbolizaba la capacidad de tomar decisiones en situaciones difíciles, en las cuales, sin importar qué decidiera yo, morirían personas.

Elegí que le dieran muerte con el mazo, y oficialmente me convertí en un miembro más de la secta.

Me asignaron uno de sus muchos negocios y empecé a tratar con gente muy peligrosa, obtuve mucho dinero, pero todo cambió cuando, a principios de 1999, casi muero asesinado.

Ese suceso me hizo cuestionarme en dónde me encontraba, mi vida había sido un desastre, yo había pasado de ser un estudiante excelente en México que se ganó una beca para estudiar en una universidad de Italia, a ser expulsado por venta de sustancias, luego fui conductor de taxis privados pertenecientes a una secta muy oscura, y finalmente me había unido a esa secta, yo no quería seguir en esa vida.

Afortunadamente encontré mi oportunidad para salir del país sin enfrentarme a la secta, todo fue gracias a que las fuerzas de la OTAN estuvieron bombardeando Yugoslavia por casi 3 meses, eso ocasionó una migración de casi medio millón de personas hacia el territorio albanés.

Entre todo ese desastre yo, por cuestiones de negocios de la secta, estuve muy cerca de un lugar que fue atacado, murieron muchas personas, tantas que sería imposible su identificación, y, como la gente de la secta sabía que yo estaba ahí, si no me reportaba se asumiría que había muerto, huí hacia Bulgaria, que era el único país cercano que no tenía tratos con la mafia albanesa.

No saqué ni un peso de las cuentas que tenía para que mi muerte fuera creíble, y, con el dinero que llevaba en los bolsillos, me las ingenié para llegar a España y unos meses después logré regresar a México.

Recuerdo que cuando regresé, Vicente Fox estaba haciendo su campaña para la presidencia de México.

Entiendo que mi historia puede parecer fuera de proporciones, pero yo simplemente estoy contando lo que viví, que como pudieron darse cuenta, no fue nada agradable, de no haber sido por los bombardeos de la OTAN quizás yo jamás hubiera logrado escapar de aquella terrible secta.

Es la primera vez que cuento esta historia porque ya han pasado más de 20 años desde que tuve la oportunidad de rehacer mi vida.

Lo que les acabo de contar puede que no tenga nada de paranormal, pero les aseguro que todas las barbaridades que cometía esa secta son mucho más terribles que cualquier cosa que pueda hacer la bruja más poderosa que exista.

Autor: RAMIRO CONTRERAS

Derechos Reservados.

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