El Sicario Historia De Terror 2023

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El Sicario Historia De Terror 2023

El Sicario, Historia De Terror… Era el año 2019 vivía en un rancho llamado Bella Vista, que se ubicaba por las cumbres de Veracruz. Ahí había crecido. La vida cuando era niño no fue fácil, pues muchas veces mi padre no tenía ni siquiera para darnos de comer. Tenía 8 hermanos, en ese entonces era normal tener esa cantidad de hijos, aunque ahora ya está mal visto, incluso en mi rancho.

Bella Vista es un lugar hermoso, lleno de vegetación, de árboles que en el día lucen majestuosos, pero por la noche la verdad daban miedo, el sonido de las hojas moviéndose daba la impresión de que el lugar estaba lleno de personas susurrando y hasta podía decir que gente lamentándose.

Mi madre murió cuando yo tenía 6 años, porque en aquella época era difícil ir al doctor, porque quedaba lejos y tampoco era posible comprar todas las medicinas para estar bien. Mi padre ahora nos cuenta que mi mamá dijo que sabía que moriría por ser pobre.

Esa época fue muy complicada y triste, para mis hermanos y para mí. Tenía seis hermanos hombres y dos hermanas mujeres. Mi padre trabajaba y mi abuela Eustolia era quien nos cuidaba. Ella era una mujer muy enojona y no nos tenía mucha compasión, a pesar de que habíamos perdido a mi madre, de hecho hasta nos culpaba por su muerte. A veces podía ser muy cruel con nosotros.

Mi única felicidad eran mi padre y mis hermanos, con el que mejor me llevaba era Beto, quien me llevaba por dos años nada más. La mayor parte del tiempo salíamos a jugar solo él y yo, pero cuando mi abuela se iba a comprar huevos con la vecina, aprovechábamos para jugar todos juntos, bueno, solo los hombres, porque las niñas jugaban aparte.

Mi abuela nos ponía a cuidar a los animales del campo, a ir por el maíz para las tortillas, al molino y cosas bastante pesadas para niños de mi edad.

A mi hermano Beto le tocaba cuidar los borregos a las 6 de la tarde más o menos y llevarlos a casa más o menos a las 7 de la noche. Lo acompañaba nuestra mascota, Tommy, un pequeño perro mestizo. Era negro, su pelo era liso y era muy travieso.

Hubo una época en la que recuerdo que Beto llegaba a la casa corriendo y gritando. Decía que había visto a una mujer desnuda levitando en el campo, entre los árboles.

A mí me daba mucho miedo, porque sabía que no mentía, era un niño y no tenía porque hacerlo, además llegaba sudando, temblando y muy asustado.

Me contaba que mientras estaba sentado cuidando a los borregos de repente Tommy, nuestro perrito comenzaba a aullar y hasta se orinaba del miedo. Entonces cuando Beto volteaba hacía donde estaba viendo el perro se daba cuenta de que había una mujer completamente desnuda levitando en medio de los árboles. Decía que la mujer tenía sus ojos puestos sobre él y que tenía la sensación de que si no corría esa mujer lo atraparía.

Mi abuela lo regañaba y le pegaba con un cable cuando hacía eso, pues decía que no podía dejar a los animales sin vigilancia, porque podrían robárselos. Así que me mandaba a mí o alguno de mis hermanos a ir por los borregos, pero nadie quería ir hacía allá, porque teníamos mucho miedo, no queríamos ver a esa mujer.

Entonces decidíamos ir los 5 hermanos hombres por los borregos para que la abuela no descargara su enojo con nosotros pegándonos también.

Cuando llegábamos al lugar no había nada, de hecho el ambiente se sentía bastante normal, pero ya a las siete oscurecía y a nadie le gustaba estar lejos de casa cuando eso sucedía.

Fueron muchas ocasiones en las que eso sucedió. Nadie entendía el porque y nadie más que Beto había visto a aquella mujer.

Pasaron los años y varias veces se repitió aquel suceso, pero la vida era mejor, mi padre había conseguido un mejor trabajo y ya nos alcanzaba para nuestras tres comidas al día, aunque eso significara ver a mi papá cada semana y tener que aguantar los malos de mi abuela Eustolia.

Así fueron los próximos 3 años, todo estaba tranquilo, hasta que cumplí 15, cuando todo empeoro.

Mi padre se enfermó de gravedad y tuvimos que llevarlo al hospital. Pedimos prestado a un vecino para poder pagar la consulta, pero ahí nos dijeron que debían operarlo si queríamos que se salvará.

No sabíamos que hacer, la operación era sumamente cara y era imposible que consiguiéramos el dinero, éramos muy pobres.

Pasaban los días y no sabíamos que hacer, teníamos a mi padre en casa, lo cuidábamos y hacíamos todo lo que podíamos para que no sufriera, pero era una tortura verlo así. Mi abuela trató de juntar dinero con los vecinos, pero lo que recaudó no alcanzaba para la operación. Además mi padre era el hombre de la casa, quien trabajaba y solventaba los gastos, así que todo estaba muy mal.

Pero, un día Beto me dijo que debía ir al campo a resolver unas cosas y la verdad yo no le tomé importancia. Al cabo de unas horas, cuando ya había caído la noche volvió.

Nos dijo que preparáramos a mi padre, que lo llevaríamos al hospital para que al día siguiente lo operaran. Todos estábamos sorprendidos y le preguntamos que sí había conseguido el dinero y dijo que sí, pero cuando le preguntamos que de donde lo había sacado nos dijo que eso era lo de menos.

Preparamos todo y los vecinos, quienes tenían una camioneta muy vieja nos llevaron al hospital más cercano. Todo el camino me pregunté que de donde había sacado ese dinero Beto, no tenía sentido, como ya había dicho era casi imposible.

Nadie en el pueblo tenía esa cantidad, seguro mi hermano estaba metido en algo malo.

Al día siguiente operaron a mi padre y mientras esperábamos que saliera le pregunté a Beto en privado que de donde había sacado el dinero. Él me dijo que eso no importaba, que lo importante era que nuestro padre estaría bien, también me dijo que en un año él cumpliría 18 y que empezaría a buscar un trabajo para ayudar a la familia.

Decidí ya no preguntar más, porque sabía que no me iba a decir por más que insistiera.

Pasados los días y mi padre comenzó a recuperarse, claro que debía pasar varios días recuperándose, pero todos estábamos más tranquilos y felices porque por un momento creí que le pasaría lo mismo que a mi madre.

Todo estaba bien y al parecer nadie recordó preguntarle a Beto que de donde había sacado ese dinero.

Una tarde Beto y yo salimos a buscar a tommy, nuestro pequeño perrito, porque se había escapado.

Caminamos entre los grandes árboles y platicamos mucho, como cuando éramos niños, pero después de un buen rato nos percatamos que entre todos esos árboles había unas carpas, ropa tirada e incluso armas.

Mi hermano me dijo que seguramente eran de algún cartel, que sus amigos le habían contado que ya habían llegado a Bella Vista y que estaban reclutando gente. Yo me asusté y le dije que nos fuéramos de ahí. Él asintió moviendo la cabeza, pero se quedó unos minutos más mirando. Parecía que no había nadie. Le toqué el hombro y le repetí que debíamos irnos.

De regreso tuvimos la suerte de encontrar a nuestra mascota, así que todo había valido la pena.

Cada día parecía mejor para nuestra familia después de eso, hasta que un día algo cambio.

Me di cuenta de que mi hermano Beto salía cada vez más y llegaba muy tarde. Él decía que era porque estaba buscando trabajo, pero yo lo conocía bien y sabía que había algo más que eso.

Una noche, mientras esperaba a Beto me quedé dormido y en mis sueños lo vi, estaba frente a frente con esa mujer que describía que veía cuando iba a cuidar a los borregos. Yo nunca la había visto, pero algo en mi sueño me decía que era ella.

Pero unos segundos después algo me despertó. Era mi hermano Beto, quien me movía con fuerza.

No lograba verlo muy bien, por la oscuridad, pero noté que estaba llorando y una gota de su sudor cayó en mi brazo. Le pregunté que si estaba bien y él me dijo que no. Me dijo que saliéramos y que afuera podría contarme.

Salimos y nos alumbramos con una vela.

Hacía mucho frío, el viento pegaba en la cara y la neblina daba un aspecto terrorífico al campo.

Nos sentamos en unos troncos y le pregunté qué estaba pasando. Él me dijo que solo me contaría porque tenía confianza en mí y que sabía que no le diría a nadie, además dijo que no podía más.

Lo escuché con atención y comenzó a contarme que cuando mi padre había enfermado tenía mucho miedo de que le pasará lo mismo que a mi madre y que él sabía que no podía soportar estar así, que quería ayudar, encontrar la solución para conseguir el dinero. Me dijo que un amigo suyo que vivía en el pueblo le dijo que podía pedirle al diablo que lo ayudará y que si le ofrecía algo lo suficientemente jugoso a cambio el diablo podría ayudarlo.

Cuando dijo eso abrí mis ojos sorprendido y le pregunté que si acaso estaba loco, pero él me interrumpió.

Me dijo que como no tenía otra opción le hizo caso a su amigo y una noche pidió al diablo varias veces que lo ayudará, hasta que se quedó dormido y comenzó a soñar con la mujer que levitaba y que lo atormentaba cuando cuidaba a los borregos. En su sueño esa mujer se acercaba a él y le decía que debía ir a verla al día siguiente al campo para poder cumplirle su petición.

Cuando despertó sabía que debía hacerlo y más aún cuando vio como estaba mi padre.

Con miedo fue al lugar donde siempre veía a esa mujer, a la misma hora en la que lo mandaban a cuidar a los borregos y esperó unos minutos muriéndose del miedo. En el momento en que estaba decidido a irse escuchó algo entre los árboles y cuando entrecerró los ojos para ver mejor se dio cuenta de que era aquella mujer acercándose poco a poco a él.

El terror se estaba apoderando de sus piernas y quería huir corriendo de ahí, pero el deseo de ver bien a nuestro padre pudo más y aun con lágrimas en sus ojos se quedó.

Me contó que esa mujer se veía mil veces más espantosa de cerca, que en sus ojos había dientes y que en su boca sangre y tenía un olor putrefacto.

Estaba desnuda y su piel era casi verdosa. La mujer le dijo con una voz de otro mundo que el satanás la había mandado y que le concedería el favor solo si él le daba un sacrificio humano. El dinero que necesitaba estaba enterrado justo ahí, pero si lo tomaba debía estar consciente de que debía entregar su sacrificio, pero si lo tomaba y no entregaba lo que el diablo le pedía entonces uno de nuestros hermanos moriría e iría directo al infierno.

En el momento en que quise interrumpir a Beto él me dijo que lo dejará terminar y siguió con su relato contándome que como no tenía idea de que hacer desenterró el dinero, que era justamente lo que necesitaban para la operación de nuestro padre y que aunque tenía miedo sabía que debía cumplirle al diablo. No quería que se cobrara solo con alguien de su familia.

El Sicario Historia De Terror

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Así que recordó cuando habíamos ido a buscar a tommy y fue de nuevo esperando ver a los sicarios, para pedirles trabajo y así cumplir su cometido, sin que él mismo decidiera a quien matar.

Esas personas le dieron el trabajo y le dijeron que debía matar al dueño de una miscelánea en la ciudad, porque no había querido pagar derecho de piso. Beto estaba decidido a hacerlo, sabía que no tenía opción, pero cuando estuvo frente a frente con esa persona se dio cuenta de que le iba a costar mucho.

Llevaba una capucha que escondía su rostro y con lágrimas en los ojos le dijo al señor que él no quería hacerlo, pero que no tenía opción y lo llevo hasta una de sus bodegas y lo mató, mientras todos sus trabajadores escuchaban.

En el momento en que mi hermano terminó la última palabra le grite que si acaso estaba loco, era imposible que todo lo que me estaba contando fuera real. Simplemente no podía creerlo.

Mi hermano me abrazó y comenzó a llorar, me dijo que lo sentía, pero que no tuvo opción, era la única manera en la que el diablo no se llevaría a alguien de la familia. Viendo cómo se encontraba le dije que no se preocupará, que solo debía dejar de ir con esas personas que lo mandaron a matar a ese pobre hombre y que haríamos como si nada hubiera pasado. Volveríamos a ser la familia feliz de antes. Quizá en el pasado no valorábamos nuestras vidas, pero en ese momento nos dimos cuenta de que a pesar de ser pobres y de tener una abuela regañona siempre habíamos sido niños felices.

Beto me prometió no volver con aquellos sicarios y estar tranquilo en casa, yo me encargaría de que nada de eso saliera a la luz.

Nos fuimos a dormir después del abrazo y prometimos jamás mencionar nada.

Estábamos más tranquilos, pero eso era porque no sabíamos que pasaría después. Algo que incluso en el presente sigue repercutiendo en nuestras vidas.

Fueron 2 semanas de paz, todo había vuelto a la normalidad, hasta que un día mi padre mando a mi hermano a comprar maíz al centro del pueblo, eran más o menos las 5 de la tarde. Pasó una hora y no volvía, pasaron dos y nada, luego cuatro y fue ahí cuando decidimos ir a buscarlo, pero cuando llegamos a la tienda del centro nos dijeron que Beto no había estado ahí.

Me asusté y comencé a preguntar en los alrededores, pero nada. Mis hermanos al verme tan preocupado estaban totalmente confundidos. Me dijeron que me mantuviera tranquilo, que seguro Beto se había ido con algún amigo a jugar fútbol o algo así, pero yo no los escuchaba, solo pensaba en la mujer levitando en el campo, el pacto que mi hermano había hecho con satanás y en el cartel que habitaba en Bella vista.

Beto corría peligro y yo no quería que nada malo le sucediera.

Como ya no sabíamos dónde más buscar regresamos a casa y mi abuela me dijo que probablemente Beto regresaría borracho o con una buena excusa. Parecía que no estaba preocupada, pero en la noche la escuché orar por él.

Paso toda la noche y Beto no llegó.

Para ese momento yo ya pensaba lo peor y tenía mucho miedo. Me senté bajo un árbol, lejos de casa y comencé a llorar.

No era muy religioso, pero no encontraba otra opción, así que comencé a pedir por mi hermano, pero mientras recitaba esas palabras, comencé a sentir un calor intenso en mi interior y no era algo bueno. Pare la oración y después de pensar un buen rato caminé hacía mi casa esperando que cuando llegará, mi hermano ya estuviera ahí.

Y lo que esperaba se hizo realidad, pues Beto estaba en la sala, siendo interrogado por la abuela, mi padre y mis hermanos. Solo escuché que dijo que estaba bien, que había encontrado a un viejo amigo y lo había invitado a su casa en la ciudad y como le llegó la noche se tuvo que quedar.

Lo reprendieron diciéndole que jamás volviera hacer algo así, pues nos tenía a todos preocupados.

Cuando Beto entró al cuarto le pregunté que le había pasado, le dije que no me creía la historia de que se había ido con un amigo. Me miro con tristeza y me dijo que saliéramos a hablar.

Al llegar a un lugar más tranquilo, me contó que antes de llegar a la tienda del centro varios hombres encapuchados lo interceptaron, le cubrieron la cara y lo subieron a una camioneta. Ya estando en el destino comenzaron a golpearlo, pero solo en lugares en donde no se notará, como en el estómago, las piernas y el pecho. Después le cortaron un dedo del pie y luego le pusieron alcohol. Dice que jamás había sentido tanto dolor en su vida. Se quitó el zapato y me mostró su pie, luego se alzó la playera y estaba todo lleno de moretones.

Inevitablemente comencé a llorar y él me abrazó. Era mi mejor amigo, mi hermano y me dolía que estuviera pasando por todo eso.

Él trató de calmarme, me dijo que no pasaba nada, que ya estaba resuelto. Me contó que uno de los más pesados del cartel había hablado con él y que le había dicho que no podía simplemente desaparecerse y hacer como si nada. Si ya había entrado a ese mundo jamás podía salir, solo muerto.

Pude ver su expresión de miedo, de resignación y de tristeza. Esa tarde nos tiramos en el pasto, sabiendo que nada volvería a ser igual jamás.

Pasaron los años y mi abuela murió. Ella jamás supo que su nieto era parte de los sicarios del pueblo y eso era un alivio.

Luego yo me vine a vivir a la ciudad y me traje a mi padre, encontré un trabajo bastante decente en una fábrica de zapatos y mis hermanos igual, dejamos el pasado en aquel ranchito hermoso que un día nos vio nacer, todos menos Beto. Él se quedó en Bella vista. Compró una casa y nunca sentó cabeza, hasta el día de hoy. Tiene hijos por todo el pueblo y sigue trabajando en lo mismo.

Siempre que puedo lo visitó o me visita, me cuenta cómo le va en el negocio y la verdad es que desde hace muchos años sus ojos ya no tienen brillo, sus labios están secos, simplemente ya no es el mismo, pero yo siempre lo voy a querer, él siempre será mi hermano y entiendo su cambio. Beto no tuvo opción y todo lo hizo por su familia, porque puso a mi padre antes que a él mismo y eso siempre se lo voy agradecer.

Muchas veces me contó que había vuelto a ver a la mujer levitando cerca de su casa y que temía que algún día fuera por él. Sabía que estando en ese mundo todo era posible.

Había ayudado mucho al pueblo, daba despensas, incluso dinero a los más necesitados. Las personas de ahí lo querían mucho y hasta llegaron a nominarlo para ser presidente, pero nunca pasó, su apodo era metra y sigue ahí, no tiene opción. ¿Quién diría que ya no le debe nada al diablo, pero sí a un cartel?

Y bueno, esa es la historia de mi familia, más específicamente de mi hermano. La pobreza nos quitó a mi madre, pero gracias a él tenemos a mi padre.

Autor: Lyz Rayón.

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