La Chica Nahual, Historia De Terror 2023

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La Chica Nahual, Historia De Terror 2023

La Chica Nahual, Historia De Terror… Hace tiempo me invitaron a realizar un viaje por la sierra madre occidental. Visitamos varios lugares interesantes, de entre los cuales, eran algunos pueblos populares como Talpa de Allende o Atenguillo. También paramos en algunas comunidades rurales. Fue toda una aventura.

Como último punto de nuestro recorrido, visitamos el rancho de un amigo, que se encontraba cerca de una comunidad indígena.

El lugar estaba muy alejado de cualquier otro pueblo y aunque era un poco incomodo estar allí, la vista hacia la sierra era maravillosa, se apreciaban todos los cerros de color muy verde y los acantilados rodeados de niebla.

Se celebró una fiesta en la casa donde nos hospedamos. En aquel lugar vivía muy poca gente, pero todos asistieron a la casa.

Durante la fiesta conocí a un señor, que aseguraba, que, en una zona cercana a su casa, acechaban algunos nahuales. Ya había escuchado historias parecidas a esta, pero sinceramente, no creía en estos cuentos, se me hacía algo increíble que una persona fuera capaz de transformarse en animales.

Yo le dije al hombre que no creía en esos seres, y él se empeñó a decirme que era verdad y que si lo deseaba él podía mostrarme, pero sería bajo mi responsabilidad.
Creyendo que la plática del hombre solo eran mentiras de un borracho, acepte acudir con él para que me mostrara.

No salimos de inmediato, pues se nos hizo algo grosero dejar la fiesta, además el hombre ya se veía bastante tomado en ese momento. Para quitármelo de encima, le dije que saliéramos antes de que amaneciera. El hombre estuvo de acuerdo y en ese momento se salió de la casa.

La fiesta se acabó y yo me dormí poco después de las doce.
En verdad que nunca imaginé que ese hombre fuera a regresar, pero antes de las cinco de la madrugada ya estaba tocando la puerta.

Me dio risa verlo, en verdad no pensaba ir, pero a varios amigos que me acompañaban, se les hizo grosero no acompañar a ese hombre. Así que salimos y caminamos en dirección a la camioneta, pero el hombre nos detuvo, nos dijo que a donde íbamos los vehículos no podían andar.

Entonces, agarramos unas linternas, varias botellas de agua y otras cosas.

Seguimos al señor largo rato, nos guio hasta una pequeña brecha, que después de seguirla, terminamos por un camino a un lado de varios acantilados. El hombre tenía razón, no había una manera en que se pudieran subir un vehículo por aquella brecha.

Sentía vértigo al caminar por tan angosto camino a la vez que me sorprendía, que aquel hombre que tendría pasados los cincuenta y tantos años, casi sesenta, se moviera con mejor facilidad que yo que apenas acababa de cumplir treinta.

Después de caminar por largo rato, llegamos hasta una zona, donde había varias casas. Quede muy sorprendido al ver que existiera una comunidad tan alejada de cualquier otro lugar.

El hombre nos dijo que en aquel lugar solo vivían dos familias. Según eso, una de esas familias vivía allí para esconder un problema del que se avergonzaban. En ese momento no quise preguntarle más sobre el tema, en lugar de eso, comencé a preguntarle en tono de burla, sobre la hora en que veríamos a los nahuales.

Él se me quedó mirando serio y después de unos segundos me aseguró de que al menos veríamos uno.

Nos dirigimos a una de la casa que estaban más cercanas al risco. El señor tocó la puerta y rápidamente le abrió una mujer de unos cincuenta años, iba acompañada de una niña y otra mujer de unos treinta años.
Entramos en la casa, como que las personas eran parientes del señor, se veía que se tenían confianza.

Seguimos al señor hasta el patio de la casa, allí, casi en la orilla estaba un pequeño cuarto, hecho con láminas y adobes. Nos dijo que nos asomáramos por una pequeña ventana, los demás muchachos y yo quedamos confundidos de lo que vimos. Dentro estaba una joven de no más de veinte años, acostada en el piso, el cuarto parecía la jaula de un animal, todo el piso estaba lleno de restos de comida y excrementos.

Le preguntamos directamente al señor sobre lo que pasaba allí, ya que se nos hacía muy inhumano que tuvieran a esa muchacha encerrada. El hombre nos pidió que nos volviéramos a asomar.
Volvimos a ver, entonces vi algo que no debería ser posible.

La muchacha ya no estaba, en su lugar estaba un animal parecido a un perro galgo, del tamaño de una persona adulta, del mismo color de una persona. Era la misma silueta de un animal, tenía cuatro patas, el hocico alargado, pero no tenía ni orejas ni cola.

Los chicos acusaron al señor de estarnos jugando una broma. Yo no le dije nada, me sentía muy confundido, no había manera en que esto fuera una broma, el espacio allí dentro era muy reducido, no era posible que alguien se pudiera esconder, mucho menos un animal, además ese ser, se veía demasiado real para ser un disfraz.

El hombre nos aseguró que ese ser dentro de la jaula, era un nahual y que en la sierra abundaban, pero no todos eran iguales, existían otros que eran muy peligrosos.

Yo comencé a sentirme incomodo estando allí, incluso sentía miedo, no de la criatura en la jaula, sino del hombre, realmente no sabíamos que costumbres tenia, capaz y nos encerraba junto al barranco también.

Le dijimos al señor que ya nos íbamos, poniendo de excusa que necesitábamos llegar antes de la noche a Guadalajara. En eso, salió la mujer para decirnos que ya estaba lista la comida, el señor nos dijo que desayunáramos primero, ya después el nos acompañaba de regreso, pues aunque el camino estaba muy despejado, era fácil perderse en la sierra.

Pensamos que el señor tenía razón, aparte se nos hacía grosero dejarles la comida, las personas de esas zonas rurales se esfuerzan mucho por tener alimentos.

Desayunamos y mientras lo hacíamos, el hombre saco una botella de mezcal y nos ofreció, dos de mis amigos si le aceptaron el alcohol, pero a mí no me dio confianza, así que rechace el trago, aparte era demasiado temprano para empezar a beber.

Después de comer, pedí permiso para ir al baño, la mujer de cincuenta años me indicó que el baño estaba en el patio, justo a un lado de la jaula.
Salí de la casa, antes de entrar al baño, volví a asomarme a la jaula.

La criatura ya no estaba, en su lugar estaba la chica que vi primero, seguía tirada en el piso, solo que ahora tenía los ojos abiertos. No se movió, solo me miro. Sentí una pena profunda al verla allí encerrada. Dejé de verla y me fui al baño.

Caminé de regreso a la casa, pero una idea se apoderó de mi cabeza. Fue más que una idea, era como si algo me obligara a regresar para mirar por la ventana.
No pude evitar hacerlo, miré de nuevo a aquella chica tirada en el piso, sentí demasiada pena dentro de mí, necesitaba dejarla salir.

Comencé a analizar, como dejarla en libertad. La puerta, aunque era muy rustica, estaba cerrada con una cadena gruesa y un candado. En ese momento desee ser cerrajero, no sabia como abrir ese enorme candado.

Volví a ver por la ventana, allí estaba ella de nuevo, no hablaba ni se movía, no obstante, su mirada me pedía que la salvara. Un impulso se adueñó de mí, comencé a buscar alguna herramienta con la que pudiera golpear el candado, pero lo único que encontré, fue una enorme roca.

Rápidamente comencé a golpear con fuerza el candado hasta que se abrió. Afortunadamente el patio estaba un poco retirado del lugar donde estaban comiendo. Retiré el candado y me disponía a quitar la cadena, cuando escuché unos pasos en el pasillo.

La Chica Nahual, Historia De Terror

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Dejé el candado en el suelo y me alejé de la jaula, intentando fingir que no estaba haciendo nada.
Los pasos eran de un amigo que venía a buscarme. Le dije que estaba enfermo del estómago y por eso tardé tanto en el baño.

Cuando llegué al comedor, ya estaban todos de pie y listos para irnos.
Caminamos de regreso, sentí el camino aún más largo que cuando llegamos.
El hombre se despidió de nosotros, no sin antes repetirme que los nahuales eran reales.

Estando de nuevo en la casa donde fue la fiesta, el propietario nos sugirió no hacerle confianza al hombre con el que salimos, pues según él, se decía que hizo cosas horribles y que tenía una mujer viviendo en una casa alejada de allí. Mis amigos y yo nos quedamos mirando los unos a los otros, pensamos que era muy probable que la mujer que nos atendió en aquella casa era de quien se hablaba.

En la noche, encendimos una fogata en el patio de la casa y empezamos a hablar acerca del ser que estaba encerrado en la jaula. Quise contarles lo que hice, pero no me atreví.

De pronto alguien comenzó a gritarnos en la calle. Ya presentía lo que ocurría.
Rápido salió el dueño de la casa a abrir y nosotros detrás de él.
Afuera estaba el hombre que nos llevó a la finca en la sierra, iba con un machete y se veía muy enojado, preguntaba una y otra vez que quien había dejado salir a su bestia.

El dueño de la casa intentó tranquilizarlo, pero el hombre al estar tan alterado, le lanzó un machetazo, que de no ser porque se echó para tras, le rebana el estómago.
Rápido le cerró la puerta en la cara y el hombre afuera siguió por un largo rato gritando y golpeando la puerta.

Nos subimos a la azotea de la casa, el dueño saco un rifle y una lámpara, después nos dijo que, si el tipo intentaba brincarse a la casa, le daría un balazo en una pierna.

El sujeto de afuera se cansó después de un rato y se quedó sentado frente a la casa, debajo de un árbol. Entonces me traicionó mi inconsciente y les confesé lo que había hecho. Les dije que rompí el candado de la jaula, donde estaba encerrado ese ser, además les juré que cuando lo hice, vi una chica y no al ser con aspecto de galgo.

Cuando escuchó esto el dueño de la casa me dijo que hice bien, pues él sabía que ese hombre tenía encerrada a una de sus hijas en lo que era prácticamente una perrera, al borde del acantilado.

De pronto, escuchamos unos gruñidos horribles, no parecían los de un puma o un gato montés, eran muy extraños. En eso el hombre comenzó a gritar desesperadamente y vimos como salió corriendo.

El dueño de la casa iluminó en dirección al árbol, entonces vimos a este ser, con aspecto de perro galgo. Alguien gritó que era un nahual, me giré para ver quien lo decía y cuando volví a mirar hacia el árbol, el ser ya no estaba.
Partimos al día siguiente. Todos concordamos, en que el ser que estaba encerrado era un nahual y era el mismo que vimos afuera de la casa.

Hasta el día de hoy, no he vuelto a vivir algo tan extraño.
Muy seguido recuerdo a la chica que estaba encerrada, incluso tengo sueños con ella, no sé, algo de ella me atraía, tengo este deseo que me avergüenza aceptar, pero en verdad me hubiera gustado hablar con ella, aunque a veces pienso, que, si hubiera sido así, probablemente, hubiera terminado en su estómago.

Autor: Mauricio Vidal Farfan.

Derechos Reservados.

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