La Granja Historia De Terror 2023

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La Granja Historia De Terror 2023

La Granja, Historia De Terror… Comienzo contando que la granja de la familia Mynor, se encontraba cerca de los campos de trigo que se ven desde la carretera internacional kilómetro 15, yendo de Sonora hacia Sinaloa, la granja tiene ahí varias décadas, y el señor Mynor, es un hombre que muy pocas veces se deja ver por los pueblos cercanos.

Tiene años sin ser visto por nadie, se sabe que su familia murió hace más o un lustro, su esposa y sus dos hijos, fallecieron de una extraña enfermedad que los mantuvo mucho tiempo en cama, no se saben los detalles de lo ocurrido, pues nadie se acerca a la granja del señor Mynor, el temor de los locales por lo que puede llegar a ocultar en ese lugar, suele ser un repelente natural para los curiosos.

Los locales de los poblados de Emigdio Ruiz, y Agiabampo Dos, poblados que están por la carretera entre la división estatal, han esparcido el rumor de que en la granja Mynor, suceden “cosas” extrañas, como la experimentación del dueño del lugar, con diversos animales, pues desde hace años ya, no se el ganado y los corderos que solía tener en crianza, de hecho, muchos de los locales han llegado a pensar que el lugar está abandonado.

Pero quien tiene el valor para rondar las inmediaciones de la granja, descubre múltiples señalamientos que advierten sobre el ingreso a propiedad privada sin autorización previa, además de que de noche, se suelen ver luces en el interior de la granja y a los alrededores, luces de las cuales no se conoce su procedencia exacta, el punto es que sin las actividades ganaderas que son comunes en una granja, no se sabe de qué vive don Mynor.

Esta historia la supe al llegar a Agiabampo Dos, al escuchar a un par de lugareños hablar del tema en un restaurante, a eso de las 10:00 de la noche, como no queriendo me involucré en la conversación y terminé con quizás, más información de la que me hubiera gustado saber.

Iba de camino hacia Mazatlán, y al circular en mi coche, tenía la libertad de detenerme donde quiera, llegar a descansar a algún lugar y retomar el recorrido el día siguiente por la mañana, el viaje de esta manera era más tardado, pero menos cansado, por lo cual decidí hacerlo de esta manera.

Mi padre había fallecido hace algunos meses, y tuve que viajar hacia ésta ciudad con el afán de encargarme de algunos asuntos que se encontraban desordenados dentro del negocio familiar, un restaurante que se encontraba en Mazatlán, Sinaloa, decidí también viajar en auto para quedarme un tiempo ahí, mientras las cosas se ponían en orden, o quizás durante más tiempo, si la cosa pintaba estable para mí, por lo que tomé la opción de “mudarme” solo con lo necesario y por tiempo indefinido.

Pasé la noche en un hotel del poblado, y tenía que salir el día siguiente en cuanto saliera el sol, pues no me podía demorar más en el viaje, cuando salí.

En medio de la madrugada, recibí una llamada urgente, donde me pedían que llegara a mi destino a primeras horas de la mañana, pues de mi presencia dependían algunas cuestiones administrativas, las cuales serían pedidas por una autoridad que acudiría a evaluar el restaurante, por lo que, al pensar que ya estaba suficientemente descansado, emprendí mi camino de vuelta por la carretera.

El desolado camino nocturno me causaba algo de escalofríos, una extraña sensación de estar en medio de la nada de pronto vino a mí, y si, estaba prácticamente en medio de la nada, pero tenía mi coche, podía comunicarme a través de mi celular, no estaba varado, ni abandonado, solamente no estaba acompañado por nadie, pero por esa carretera, el kilómetro 15, había un aura extraña, pesada, densa, la cual me hacía sentir transportado a otro lugar, como ajeno, no sé bien cómo explicarlo, pero la sensación era una constante durante todo ese tramo de madrugada, luego, las cosas empeoraron.

Un neumático del coche reventó, sentí un desequilibro en el nivel del coche, a la vez que escuché como el aire de la llanta salía a presión a través de la rasgadura en el caucho, me orillé y revisé qué tan grande había sido el daño y qué fue lo que ocasionó que la llanta explotara, sin embargo, no encontré nada que pudiera haber ocasionado el accidente, estoy seguro de que no había algún objeto filoso o puntiagudo que hubiera penetrado el caucho, lo cual se me hizo algo muy extraño, pues la llanta era relativamente nueva, y para mi mala suerte, esa era la refacción.

“El número que usted marcó, está fuera del área de servicio” me decía la voz automatizada del otro lado de la línea, cuando intenté llamar a la grúa que me cubría el seguro del coche. Lo intenté de manera fallida algunas ocasiones más, y sin nada qué hacer, me senté en el caliente cofre de mi inutilizable automóvil.

Por algunos momentos, pensé en retornar a Agiabampo Dos a pie, pero eran más de 20 kilómetros, y por delante me quedaba un camino incluso más largo hasta el siguiente poblado.

Fue entonces cuando al lado de la carretera, entre la maleza del inhóspito campo, vislumbré el contorno de la granja Mynor, estaba a unos 200 metros del lugar, la casa de esa familia estaba en medio de la nada, prácticamente, desde donde yo me encontraba de pie, no alcanzaba a ver luces, o movimiento de personas o animales, solamente el contorno de la casa, el granero y el establo de esa pequeña, decadente y aparentemente abandonada granja.

No tenía otra alternativa en ese momento, no podía caminar una distancia tan grande para llegar a uno de los poblados, sea el de adelante o el que ya había dejado detrás de mí, y necesitaba acelerar mi recorrido hacia mi destino, pues me habían solicitado con urgencia.

Caminé hacia la granja, mi intención era pedir n teléfono para hacer una llamada, o quizás tener mejor recepción en alguna otra parte de ese punto muerto, lo cual resultaba poco probable.

La granja Mynor tenía un aspecto vetusto, polvoriento, ruino y descuidado, dudaba mucho en que ir a ese lugar me pudiera servir de algo, difícilmente el dueño del lugar tendría un teléfono que diera línea para que yo pudiera usarlo, pero en medio de la nada, incluso la opción más precaria parece ser una idea razonable, por lo cual no detuve mi paso hacia la granja.

La maleza era alta, los tallos de hierba seca eran de, en los puntos más bajos, unos 70 u 80 centímetros. Mientras avanzaba, notaba como a algunos metros de mí, las ramas secas se movían, como delatando el paso de algún animal considerablemente grande, de primera instancia esto me asustó, pero después, al ver que los bultos iban en dirección contraria a mí, me pude relajar un poco, pues asumí que se trataban de coyotes o animales medianamente grandes, quienes se habían alertado con mi presencia.

Los peldaños de madera que daban acceso al pórtico de la casa crujían como si tuvieran siglos de no haber sido pisados por nadie, llegué a la puerta principal, la cual tenía el mosquitero corrido, lo que me hizo más fácil llamar a la puerta. Toqué apenas una vez, y con el golpe de mis nudillos, la vieja y desgastada puerta de madera, con pedazos de pintura blanca carcomida se hizo hacia atrás, movida por la inercia de mi golpe, la puerta estaba abierta, solamente había sido emparejada.

La Granja Historia De Terror

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Puse mi mano en la vieja madera del acceso y la empujé con suma cautela, asomando mi cabeza hacia el interior de la casa, para ver si de buenas a primeras, había algo que me diera pistas sobre si la casa aún seguía habitada o no.

Llamé un par de veces, advirtiendo con mi voz mi llegada, pues es obvio que nadie (y menos en esa soledad) espera visitas de madrugada, sin embargo, pasaron algunos minutos y no hubo ningún tipo de respuesta, no había ruidos provenientes de dentro de la casa, y no había el menor indicio de que alguien anduviera por las inmediaciones, por lo que decidí entrar, pues de no encontrar ayuda ahí, me esperaba una caminata increíblemente larga.

La casa de la granja era un desastre, habían muebles de madera rotos y/o desgastados a tal punto en el que eran inutilizables, trapos viejos y sucios, telas tiradas por el suelo, toallas tan viejas que se habían secado tanto, hasta llegar al punto de quedar rígidas, insectos por la superficie de los pocos muebles que quedaban de pie, y algunos restos de comida tirados por el suelo, el olor a humedad era invasivo, la nariz me ardía después de cada inhalación, y mientras más me adentraba a la sala de esa casa, que en ese punto, ya estaba convencido de que era una completa ruina, un extraño golpeteo se iba haciendo más audible.

No necesité de mucho tiempo más en el lugar para saber que ahí no vivía nadie, no podía hacerlo, nadie se quedaría en un lugar en tales condiciones, pero mi curiosidad, y la necesidad de encontrar algo que me fuera de ayuda, me hicieron continuar por dentro de la casa, siguiendo el rastro del tenue y pausado golpeteo que se oía a la lejanía, pero dentro de la casa.

El patrón de sonidos venía de una especie de sótano, al ver ese siniestro descenso, hecho de viejos peldaños de madera enmohecida, encajada con las paredes de ladrillos grises y polvorientos, pensé en si de verdad era necesario bajar y descubrir el origen del sonido, quizás era don Mynor, que necesitaba ayuda y por la casualidad de ese momento, yo estaba ahí para salvarlo, después me ayudaría a llamar por teléfono a una grúa e irme hacia mi destino.

Es lo que pensé, el escenario era muy optimista dentro de mi cabeza, pero nunca he sido una persona demasiado optimista, de hecho, naturalmente pensé en la situación opuesta, una que pudiera ponerme en peligro, que tal que esos golpes venían de un animal salvaje que se metió desde hace días ya a la parte baja de la vivienda, y estaba utilizando ese lugar como guarida, de ser un animal, no podía darme una idea de sus dimensiones, no era tan intuitivo como para imaginármelo, aunque también, podía ser que todo se tratase de simplemente nada, un objeto mal puesto que había caído, alguna rata royendo una pared, o algo así, en fin, solamente había una forma de averiguarlo, y era bajando.

Descendí, y si de por sí, la casa en su superficie era oscura, ese sótano no dejaba entrar nada de luz a su interior. Tomé mi celular y encendí la linterna, y empecé a recorrer con el destello lo largo y ancho del lugar, hasta llegar al punto donde el sonido se originaba.

De principio, creí que aquello se trataba de un bulto de ropa o telas acomodadas de cierta manera, que hacían parecer que alguien estaba ahí, en medio de esa absoluta oscuridad, pero al quedarme viendo con detenimiento, me di cuenta de que eso era un ser vivo, no digo un animal, porque por su forma y complexión, rápidamente descarté esa idea, pero tampoco digo una persona, pues la aberración que ahí habitaba, de ninguna manera se le podría asemejar a un ser humano.

Vi la espalda de un ser, el cual se encontraba agazapado en una esquina del lugar, aparentemente prestándole toda su atención a algo que había arrinconado, y que pronto supe, se trataba de un animal, quizás un coyote, pues vi como sobresalía una pata con apariencia canina del rincón.

La luz de mi celular hizo brillar un pequeño pero denso charco de lo que estoy seguro era sangre, segundos después, mi presencia, o más bien la de la luz que portaba, llamó la atención de la criatura, la cual empezaba a moverse de forma espasmódica en su lugar, luego, enderezaba la espalda hasta al final, girar su cabeza sobre su eje y verme directamente.

La criatura vestía una especie de harapos, tenía una maraña de cabello sucio y lleno de tierra sobre su cabeza, sus extremidades eran largas y huesudas, y después de haberse puesto de pie, noté que su estatura era demasiado, fácilmente alcanzaría los doscientos centímetros de alto.

De su mandíbula escurría un líquido negro y brillante y sus ojos eran completamente oscuros, estaban inyectados en un negro total y opaco, pues la luz de mi lámpara no reflejaba ni el más mínimo brillo en ellos, era absolutamente aterrador.

Me quedé quieto, no por precaución, sino por haberme quedado paralizado del miedo, mis piernas no podían moverse y mi mano temblaba tanto que hacía agitar mi celular como si intencionalmente lo estuviera sacudiendo.

Debido a mi parálisis por el terror del momento, me quedé ahí, sin hacer nada durante unos segundos, lo cual me bastó para darme cuenta de algo que me sería vital para poder sobrevivir, esa criatura era ciega, no podía verme, ni siquiera podía distinguir la luz que salía de mi teléfono, pues el ser empezó a caminar por el sótano, como buscando algo a tientas, tal vez ayudado por todos sus demás sentidos.

Quizás supo de mi al momento de haber bajado las escaleras, pues estas rechinaron y si esa cosa era ciega, lo más probable es que su sentido del oído estuviera sumamente desarrollado.

Me di media vuelta, y caminé de nueva cuenta hacia los peldaños enmohecidos, me disponía a subir, sin embargo, el problema estaba en que al subir, delataría mi posición con el sonido de la antigua madera, era como si estuviera ahí atrapado, sin embargo, mi salida se encontraba justo al frente mío, a unos 8 metros hacia arriba, subiendo las escaleras que me traicionarían si las pisaba, tampoco me podía quedar ahí durante demasiado tiempo, pues el ente estaba rondando todo el cuarto, y tarde o temprano daría conmigo, parecía estar buscando algo, y yo estaba convencido de que supo el momento en el que bajé a ese lugar con él, lo cual aumentaba mi nerviosismo.

Puse un pie en el primer (o último, según como se vea) peldaño, no había otra opción, tenía que pisar la madera para salir de ahí, no había alternativas, alguna ventana, tragaluz o pasaje por donde me pudiera escabullir era inexistente, esa era la única entrada y salida del lugar.

Después de poner el pie, me apoyé sobre la tabla, lo hice de una manera tan lenta y pausada, que esta no emitió ningún rechinido, en ese momento pensé que, si sería posible salir de ese sótano con vida, si tenía la suficiente paciencia, y lograba controlar los nervios que la situación me causaban.

Subí algunos escalones más con suma cautela, me demoraba demasiado, pero de momento, ese plan parecía ser perfecto para huir de ahí.

De momentos, sentía como el monstruo pasaba a muy poca distancia de mí, escuchaba el sonido que su aliento emitía al salir de su hocico repleto de filosos dientes, el hecho de pensar que podría hacer conmigo si me tomaba con sus garras me hacía temblar, pero intentaba concentrarme en apoyar mi cuerpo sobre las siguientes tablas lo más lento y cauteloso que me fuera posible.

Me restaban únicamente cuatro peldaños para poder salir, pero de pronto, la madera donde me encontraba parado se partió en dos, alertando al monstruo sobre mi posición, me agarré de barandal de madera, y puse mi pie derecho sobre el escalón de continuo al que se había roto, así salvándome de caer.

Corrí endemoniadamente rápido y cerré la puerta detrás de mí, pero a esa cosa le bastó apenas algunos segundos para echarla abajo y continuar persiguiéndome.

Salí de la granja y corrí a campo abierto, no sabía qué hacer, por lo que me tiré sobre la maleza en un desesperado intento de esconderme de mi perseguidor, pasaron algunos minutos, después me asomé, y cuando estaba seguro de que esa cosa ya había perdido interés en mí, fui hacia mi coche, lo arranqué, y aún con el neumático deshecho, seguí mi camino.

Llegué hacia el siguiente poblado, el caucho de la llanta ya ni siquiera estaba en el coche y seguramente se había quedado regado por algún lugar de la carretera, el rin estaba muy abollado y doblado, la trasmisión del coche y el eje vial se desviaron, consecuencia de conducir de manera desesperada, en shock y con una llanta ponchada, hubo momentos en los que casi perdía el control del volante y me salía de la carretera, estaba seguro de que si eso sucedía, esa cosa vendría por mí y me destrozaría con sus garras afiladas y puntiagudos dientes, como lo hacía con el pobre zorro que tuvo la infortunio de cruzarse en su camino y verse acorralado, en la esquina de ese viejo sótano.

Después todo transcurrió con relativa normalidad, pero seguía pensando en qué era esa cosa que encontré en el sótano de la granja Mynor, desde luego no era aquel hombre, pero de alguna manera, parecían haber vestigios de humanidad en ese monstruo, desde su forma de caminar, hasta su morfología, daba la impresión de que eso se dedicaba a imitar el comportamiento humano, o tal vez era lo que conocía con anterioridad, antes de ser en lo que se convirtió.

Después empecé a escuchar más y más rumores sobre lo que había sucedido en esa granja, algunos cuentan que el señor Mynor se había dedicado a experimentar con su familia y con el ganado de su granja, uniendo a ambos elementos en un mismo ser, lo que daría como resultado seres de tan aberrante naturaleza como lo que pude ver, lo extraño es que solamente me percaté de la presencia de uno, y la familia de Mynor se conformaba en total de cuatro integrantes, incluido el señor dueño de la granja.

Tal vez, esos bultos que se movían por la maleza, y lograban desplazarse de manera sumamente rápida, se trataban de más experimentos del antiguo dueño de esa casa, no lo sé, si alguien me hubiera contado sobre esto, o si hubiera escuchado un testimonio igual al mío, sin yo haber vivido lo que me sucedió y presenciado lo que vi, muy probablemente me hubiera asaltado una sonrisa de incredulidad al rostro, y hubiera pensado que todo era un cuento, una invención para alejar a los curiosos del lugar, pero lamentablemente me tocó comprobar que esto es más cierto de lo que mucha gente suele creer.

Una parte de mi quiere atar los cabos sueltos, el paradero del señor Mynor y de su familia, el cómo sería posible que alguien fusione a un animal con una persona, y peor aún que no lo haga un científico en un laboratorio, sino un granjero en su casa, una parte de mi deseaba saber qué era lo que vi esa madrugada.

Aquel ser que se alimentaba de un coyote muerto, que sus ojos eran incapaces de reflejar el más mínimo destello de luz, quería saber qué había pasado en esa granja, y cuál era la razón verdadera de la aparente desaparición de esa familia, era aterrador, y esas cuestiones se fueron convirtiendo en insomnio.

Durante mucho tiempo he soñado con que el sótano donde estuve, es más grande de lo que parece, y esconde experimentos inhumanos, hechos al margen de lo que es correcto o legal, he soñado que el monstruo ciego me persigue, y me encuentra siguiendo el sonido que producen mis pisadas, y que me quita la piel de un tajo con sus largas garras, sin embargo, considero que lo más prudente es alejarme de todo lo relacionado a la granja Mynor.

Ya acabado el relato de Rodrigo, en lo personal, creo que la decisión correcta es no atender esa sed de curiosidad y de descubrimiento ante algo tan ajeno a lo que consideramos normal. No sabemos, ni sabremos en algún futuro, todo lo que aconteció en la granja Mynor, pero creo que a veces es mejor que algunas cosas se queden de esa manera.

Tengo la certeza de que hay agujeros en el mundo a los cuales es mejor no entrar, yo, personalmente, decido no saber qué tan profundo es ese iceberg, Rodrigo coincide conmigo, y creemos que llegar al fondo, y saber si la experimentación humana es real o no, no es asunto suyo o mío, es por eso que, en muchas ocasiones, es mejor vivir ignorando cosas que pasan a lo largo y ancho de este aterrador lugar donde vivimos, el cual es nuestra única casa, este inmenso lugar llamado planeta tierra.

Autor: Lyz Rayón.

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