La Sombra, Historia De Terror 2023

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La Sombra, Historia De Terror 2023

La Sombra, Historia De Terror… Acompáñame en esto, cierra los ojos, piensa en una araña, imagina sus patas, sus ojos, pero sobre todo, imagina su tamaño. Imaginar una araña no es muy agradable, quizá no te de miedo, pero como mínimo te genera incomodidad, bueno, ahora imagina que esa araña es más grande que tú.

Eso sí sería aterrador, una araña de ese tamaño haría correr hasta al más valiente de los valientes, bueno, yo no he visto una araña gigante, pero sí he visto una sombra tan alta como una casa. Una gigantesca sombra que me observa con sus ojos verdes.

Todo comenzó en una vieja iglesia de Veracruz, en aquel entonces yo tenía tan solo 12 años, recuerdo que, al igual que muchos niños, yo tenía una facilidad increíble para meterme en problemas, pero sin duda alguna, en aquella ocasión crucé la línea que estaba más allá del límite.

La iglesia en cuestión ya estaba abandonada, creo recordar que llevaba más de 25 años sin uso, no había muchas leyendas sobre el lugar, pero sí se sabía que era peligroso adentrarse, claro que el motivo que me dijeron no tuvo el suficiente peso como para disuadirme.

No se trataba de un fantasma o de un vampiro, no, lo que me dijeron fue que no debía entrar porque la estructura ya era vieja y que por eso se corría el riesgo de que algo se cayera o que quedara atrapado si pisaba en el lugar equivocado.

Que me disculpen, pero con eso no asustas a un niño de 12 años, es una pésima medida de disuasión. Por supuesto que no iba a funcionar y mucho menos en un niño como yo, que para esa edad ya me había quebrado más de 9 huesos en 2 ocasiones diferentes por andar haciendo estupideces.

Así que, en cuanto pude zafarme de mis padres fui corriendo hacia la vieja iglesia abandonada.

No estaba tan lejos, eran como 2 o 3 cuadras de donde andábamos, así que 30 minutos bastaba para ir hasta allá, explorar un poco, y volver antes de levantar sospechas.

Bueno, llegué, el lugar era ciertamente lúgubre, no solo se veía abandonado y viejo, sino que se veía mal, no sabría explicarlo con palabras, pero nadamás de ver la fachada uno podía darse una idea del motivo por el cuál aquella iglesia había sido abandonada.

Subí los escalones de piedra para poder llegar a la pequeña puerta que estaba en la entrada, se me hizo más difícil intentar no romper la puerta que abrirla, todo estaba en tan mal estado que parecía que se podría hacer polvo con tan solo ponerle una mano encima.

Entré, el piso era de piedra, estaba muy oscuro, pero no del todo, entraba algo de luz por los agujeros que tenía el techo de madera. Había algunas esculturas, unas estaban partidas y otras solo estaban llenas de telarañas.

Había una en particular que me causó mucho impacto, era una escultura de San Benito, estaba llena de tierra pero aún lograba apreciarse un poco el color, lo perturbador era que le faltaba la cabeza.

Por instinto, supongo, volteé hacia el piso para ver si la cabeza de la escultura estaba en algún lugar y así, la vi, estaba algo lejos de la escultura, tirada, mirando hacia un rincón oscuro de la iglesia.

Había algo en ese rincón, algo alto, no era una persona, no era un animal, era gigantesco, no podía verlo pero sabía que ahí estaba, un par de luces verdes confirmaron mi temor. No lo pensé, salí corriendo por inercia.

Volví al lugar donde estaban mis padres, para mi buena suerte no se habían dado cuenta de mi escape. Simplemente volví a la mesa y tomé asiento como si nada hubiera pasado, como si no estuviera sintiendo la pesada mirada de aquella oscura cosa de ojos verdes.

Llegó la noche, ya era hora de irnos, para volver al auto teníamos que pasar un pequeño callejón. Estábamos bajando las escaleras que nos llevaban al callejón cuando a lo lejos pude ver como que alguien se estaba escondiendo, yo le dije a mis papás.

Mi padre me hizo caso y se adelantó, con cuidado, para asegurarse que nadie nos estuviera esperando para asaltarnos o algo. Cuando mi padre llegó hasta donde yo le había dicho no vio a nadie, nos hizo la señal que era seguro.

Ya en el vehículo, y yendo de regreso a casa le pregunté si había alcanzado a ver algo, me dijo que sí, que a lo lejos pudo ver a una persona alta dando vuelta en la esquina.

Eso me tranquilizó un poco, pues de verdad yo había pensado que se trataba de la sombra de ojos verdes.

Ya llevábamos como media hora de camino, estábamos pasando por una zona con bastantes árboles frutales, yo estaba viendo a través de mi ventana, cuando pude verlo otra vez, estaba ahí, detrás de un árbol, aquella sombra gigante de ojos verdes.

Nos estaba siguiendo, ya no tenía ninguna duda, pensé en decirle a mis padres pero no podía hacerlo, pues sería admitir que me escapé y me fui a meter a un lugar al que definitivamente jamás debí haber entrado, así que, muy a mi pesar, me tragué mi miedo y no les dije ni una sola palabra, solo me limité a mirar hacia atrás, la sombra seguía ahí, en el mismo árbol, observándonos.

Finalmente llegamos a casa, tenemos una casa grande, no gigantesca, pero sí algo más grande de lo promedio. Una casa así es excelente para un niño sin hermanos, puede andar corriendo por todos lados, pero también es un lugar excelente para que se escondan cosas que no son bienvenidas en la casa.

Así que ahí estaba yo, en la sala, cenando pizza mientras veía una película, era una japonesa, de terror, no recuerdo el nombre. Lo que sí recuerdo es que al final el monstruo se acerca de golpe a la pantalla.

Eso me asustó, más porque justo en ese momento la televisión se apagó sola. Yo me quedé paralizado frente al televisor, esperando que algo ocurriera, pero no.

Por un momento me pasó por la cabeza la idea de encender la tele de nuevo pero no lo hice, por precaución miré en todas las direcciones para asegurarme que yo estaba solo.

Me levanté del sillón, agarré mi plato con la orilla de pizza que no me había comido y fui a dejarlo en la mesa, también me serví un último trago de refresco. Ahora sí,era hora de dormir.

Agarré una paleta de hielo del congelador, apagué las luces y me fui a mi cuarto, debo admitir que en aquel momento estaba tan concentrado intentando abrir mi paleta de hielo que olvidé por completo que estaba caminando en plena oscuridad.

Cuando menos me di cuenta ya estaba en mi cuarto y comiéndome la paleta. Tengo una litera, esto porque siempre me ha gustado invitar a mis amigos o a mis primos a mi casa y pues en mi cuarto no caben dos camas y tener una litera soluciona ese problema.

Subí para acostarme en la cama de arriba, me puse a ver el techo mientras me terminaba la paleta, luego aventé la envoltura al piso.

Ni siquiera recuerdo haberme quedado dormido. De pronto desperté, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me sentía observado, acechado, me giré hacia la puerta, estaba abierta, no la había cerrado. Yo sabía que algo estaba en el pasillo, esperando a que yo saliera al baño o a tomar agua.

No podía dejar la puerta abierta, me enderecé, como pude bajé las escaleras sin dejar de ver hacia el pasillo, casi me caigo pero lo conseguí.

Me acerqué a la puerta y pude ver, al final del pasillo estaba la gigantesca sombra con sus ojos verdes. Cerré la puerta con todas mis fuerzas y corrí a la cama de arriba para taparme, estuve temblando de miedo hasta que me quedé dormido.

La Sombra, Historia De Terror

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En la mañana, durante el desayuno, mi madre me regañó por haberme dormido tarde, le dije que no me había desvelado, era verdad, cuando fui a acostar eran como las 11 de la noche. Entonces me preguntó por las ojeras tan marcadas que tenía, me quedé en silencio, tenía ojeras porque no había dormido bien debido a la sombra.

Pasó el día con normalidad, al llegar la noche me aseguré de cerrar y atrancar la puerta. No sirvió de nada.

Volví a despertarme, en efecto, la puerta seguía cerrada, aún así la sombra estaba en mi cuarto. En una esquina, era en verdad un espectro gigantesco, las paredes de mi cuarto eran blancas así que, aunque no había iluminación, se notaba claramente el bulto.

Era tan alto que no cabía en mi cuarto, tenía que encorvarse. Me miraba con sus ojos verdes. Me dio tanto, pero en verdad, tanto miedo, que me desmayé.

En la mañana desperté de golpe, agitado, asustado, preocupado, pero todo estaba bien, esa cosa no me había hecho nada.

Durante más de un año estuve viendo esa sombra dentro de mi cuarto, el problema era que cada vez se acercaba más.

La última noche que vi a esa sombra maligna estaba literalmente parada justo al lado de mi cama. Encorvado sobre mí para tener sus ojos verdes a 10 centímetros de mi cara.

Autor: Ramiro Contreras.

Derechos Reservados.

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