El Demonio De Muerte 2022

el-demonio-de-muerte

El Demonio De Muerte 2022

El demonio de muerte… Ya han pasado muchos años de cuando me tocó vivir esto que voy a contar, teniendo en cuenta que es un caso relacionado con la Iglesia, además como no es común que alguien como yo escriba una historia así, evitare decir mi nombre, pero empiezo contando que soy Sacerdote y me prepare para ser Exorcista.

Pero ahora estoy retirado y vivo en la casa de mis padres, aunque ellos ya solo viven en mis recuerdos. Mi deseo era servir a Dios hasta mi muerte, pero por enfermedad estoy jubilado, y recibo una pensión mínima.

Entré al seminario mayor como a los 18 años, y tiempo después, me ordené sacerdote en Michoacán, y empecé a ejercer mi ministerio, pero pasando los 3 años, me mandó llamar el señor Obispo, y me asignó una capilla, en uno de los muchos pueblos que hay en este Estado.

Antes de marcharme el señor Obispo me pidió que tuviera cuidado, me explicó que me mandaban a mí, porque era joven, pero no solo eso, estaba bien preparado, me advirtió que iba a necesitar mucha fe para cumplir con mi apostolado, que esto lo tomara como una prueba.

No comprendí porque me decía eso, pero no me dijo más, no iba a cuestionar nada, mucho menos a negarme.

Solamente asenté mi cabeza de manera positiva, al día siguiente muy temprano, estaba listo para emprender el viaje, quería cumplir con la enmienda dada por mi superior, lo mejor que pudiera.

Salí rumbo a ese pueblo cargando solo una maleta, puse toda mi confianza en Dios, de que todo saldría bien. Pero también seguía preocupado, pensativo por lo que me dijeron.

Cuando llegué al pueblo, me di cuenta que algunas personas aún hablaban dialectos, como Otomí y Náhuatl, aunque los pocos que me recibieron gracias a Dios, hablaban Español.

Me informaron que el pueblo contaba con una pequeña capilla, donde de vez en cuando se oficiaba misa, pero asistían solo 4 o 5 gentes, también venían muy pocos de otros lugares, ya que las creencias eran escasas entre los pobladores.

Obviamente fue lo primero que pedí conocer, me llevaron para allá a media mañana, un poco decepcionado miré que era una capilla casi en el olvido.

Algo que se me hizo raro fue que tenía unas pequeñas gárgolas en las puertas, porque este tipo de imágenes, por decirles de algún modo, en ciertos lugares las usan para espantar a los demonios.

Al entrar todo era desolación, de lo primero que me di cuenta, fue que no tenía Crucifijo en el altar, otra cosa, el olor a humedad era más que evidente, comprobé que no se usaba con regularidad.

No era una Iglesia como tal, pero tenía algunas bancas, una mesa en frente, había luz eléctrica, hasta un confesionario, todos los desperfectos tenían solución, en la parte de atrás estaban 2 cuartos pequeños que usaría como mis habitaciones.

Esa noche, la pasé ahí, nada más había un catre, un pequeño buró y una silla, pero no estaba acostumbrado a las comodidades, con eso era suficiente, dije algunas oraciones, después me acosté a dormir.

Ya entrada la madrugada, me despertó el silbido del viento, después de unos segundos me di cuenta que se escuchaban algunas voces, pensé que quizá iban pasando algunas personas, para comprobarlo me asomé por la ventana, pero afuera todo era una terrible obscuridad.

Muy a lo lejos se empezaron a escuchar gritos aterradores, no eran de dolor ni de auxilio, eran gritos extraños, espeluznantes, que me pusieron nervioso, porque aunque soy sacerdote, también soy una persona normal que responde a lo desconocido.

Prendí una pequeña vela, saque un libro de oraciones y me puse a rezar, no me atreví a salir, porque desconocía totalmente el lugar, los gritos se escucharon varias veces, hasta que antes de amanecer cesaron por completo.

Ya que amaneció, me sentí mas tranquilo en el lugar, Salí a recorrer los alrededores, aunque era de mañana parecía un pueblo fantasma, tal vez no había muchos habitantes o tal vez estaban encerrados en sus casas, había un silencio inquietante.

Caminé unos minutos por una vereda de tierra, alejado de las viviendas encontré un cementerio extraño, no era muy grande, no todas las sepulturas tenían cruces, en lugar de ellas había muchos símbolos que no se encuentran en los panteones normales, por curiosidad entré a ver, aunque se sentía una vibra negativa.

Era un cementerio muy antiguo con cruces rotas, tumbas en mal estado, pero a la mayoría de ellas solo le sobresalía un montón de tierra, estaba sucio, olvidado, con la hierba crecida.

Algunos de los nombres de las personas que alcancé a leer, estaban escritas en dialectos, de los cuales solo conocía un poco de Náhuatl, también olía mucho a carbón, como si hubieran apagado recientemente una hoguera.

A los 5 o 6 minutos de estar ahí, empecé a sentir una sensación de que alguien me observaba, busqué con la mirada para ver si veía alguna persona, pero estaba solo en ese lugar.

Cuando me retiraba, escuché una voz muy cerca de mí, era un hombre que no sé de donde salió, dijo ser el sepulturero del lugar, empezó a preguntarme qué era lo que buscaba, que nunca me había visto por ahí.

Le contesté que era el nuevo sacerdote, que me habían mandado del Obispado para atender la capilla del pueblo, que solo andaba conociendo el lugar, pero que ya me iba.

Me miró con curiosidad sin pronunciar palabra, como no me decía nada, decidí retirarme, luego sin dejar de mirarme, comentó que era muy joven para ser cura, como era que me habían mandado a ese lugar, volteó para todas partes, dijo que de seguro ya sabía lo que le había pasado al antiguo sacerdote, contesté que no.

EL Demonio De Muerte

el-demonio-de-muerte
el-demonio-de-muerte

Haciéndome una seña para que lo siguiera, caminó unos metros, nos paramos frente a una tumba reciente, al verla me sorprendí que esa sepultura tenía muchas cruces encajadas, no sé cuantas, serían tal vez alrededor de unas 15, además de varias veladoras encendidas.

Sentí la mirada de aquella persona y voltee a verlo, antes de que le preguntara algo me pidió que lo acompañara para contarme, según entendí iba a ponerme al tanto de todo.

Así lo hice, lo acompañé a su casa, pero antes de llegar, noté que arriba en su techo tenía una gárgola, entramos y me ofreció una bebida caliente, comenzó diciendo que se llamaba Jacinto, sonrió un poco mientras me aclaraba que era el brujo del pueblo.

Cuando dijo esto, le puse atención a su casa, era un cuarto sombrío, pero además olía mucho a hierbas, en el cuarto de enseguida se podían ver varias figuras religiosas, entre ellas había un Crucifijo bastante grande.

Cuando este señor Jacinto se dio cuenta de lo que me había llamado la atención, comentó que era el crucifijo de la capilla, pero que se lo había traído pensando que ya no mandarían otro padre después de lo sucedido.

Respiré profundo, he intrigado le pedí que me contara lo que pasaba, ese día supe que en el

pueblo habitaba un demonio muy antiguo dentro de un anciano, que nadie lo había podido expulsar, ni brujos, ni chamanes, también supe que nadie puede abandonar el pueblo porque él lo impide, pero supe otra cosa más perturbadora, odiaba a los sacerdotes.

Según me platicó, hacía ya unas semanas el anterior padre lo quiso enfrentar, pero murió de un infarto fulminante, todos en el pueblo sabían que ese demonio se llevaba las almas de los muertos, por eso por tratarse del padre, lo enterraron con una de las gárgolas de la capilla, también le pusieron muchas cruces, para evitar eso.

Me enteré que los pocos habitantes no pueden comentar nada por miedo hacer atacados por ese demonio, que dice estar sediento de almas, aunque cabe mencionar, que además de las cruces por alguna extraña razón le temía a las gárgolas.

Me preguntó varias veces que si era exorcista o porqué me habían mandado a mí, si allá en la Capital sabían de la existencia de este demonio y lo que le había pasado al padre anterior.

No podía engañarlo, ni engañarme a mí, así que dije la verdad, aún no era exorcista, me faltaba más de un año de preparación, pero a mí no me habían mandado a exorcizar a nadie, ni tenía información de nada.

La situación ya se estaba saliendo de lo normal, hablaba de demonios y de muerte, y yo solo había sido enviado para atender una capilla.

Con una mirada seria, me aseguró que aquel demonio ya sabía de mi llegada, seguramente él, iba a pensar que yo había llegado para expulsarlo, por eso tenía que tener cuidado.

Me recomendó ir a visitar a ese anciano para que me oliera, así sabría que no era un Exorcista, de esa manera podría hacer mi trabajo en paz, porque si no empezarían los ataques desde esa misma noche.

Estuve de acuerdo en ir a verlo, pero siendo nuevo en ese lugar como podía saber dónde encontrarlo, pero por suerte él se ofreció a llevarme, solo que eso sería después de la media noche.

Antes de retirarme, le dije que si podría regresar el Crucifijo a la capilla, haciendo algunos ademanes acentó la cabeza positivamente, luego Salí de esa casa extraña.

Aunque ese señor Jacinto no me daba confianza, no había otra opción, empecé a preparar las palabras que le diría con bastante cuidado al anciano.

Ya pasada la media noche, el señor Jacinto pasó por mí, nos dirigimos por una vereda hasta llegar a una casa grande muy cerca del cementerio, estaba totalmente a obscuras y en completo silencio.

Todavía estábamos afuera, pero ya sentía una opresión en el pecho, que me impedía respirar de manera normal.

El señor Jacinto me hizo una seña, con ella supe que él no entraría a la casa, que tendría que hablar con esa persona a solas, luego lo escuché decir que el anciano se llamaba Agramon, y se retiró sin voltear.

Aún con la intriga que tenía, recordé que ese era el nombre de un demonio, pero a eso iba, no le quería dar cabida a los nervios, así que apretando el crucifijo que traía bajo mi camisa, antes de entrar a la casa, me persigné, y también me encomendé al santo cura de Ars quien es el patrono de los sacerdotes.

Solo di unos cuantos pasos para luego detenerme, porque tardé unos segundos en acostumbrarme a lo obscuro, hubiera querido hablar para pedir permiso de entrar, pero no me salían palabras.

Cuando entré unos metros más, me llevé un fuerte impacto, estaba una persona parada en medio de la obscuridad, era bastante alta comparada con la altura promedio de las demás personas del pueblo, al menos de las que yo había visto.

Tenía el pelo largo, como vestía de negro, era difícil verlo claramente, me detuve en seco, el tampoco se movía de su lugar, así el ambiente se puso muy tenso.

Segundos después me llamó por mi nombre, con una voz chillante, luego lo escuché decirme que Dios me había abandonado, que ahorita que muriera ardería en el infierno.

Apenas le iba a contestar que solo quería hablar con él, cuando sentí un fuerte dolor en el pecho, todo el cuerpo se me hizo rígido, el brazo derecho se me empezó a dormir y sentí un fuerte mareo que me hizo perder el piso.

Caí al suelo, hacia atrás sin meter las manos, sentía que no podía respirar cuando el fuerte dolor casi me ahogaba, poco a poco fue disminuyendo, como pude logré levantarme, pero para

mi sorpresa experimenté una sensación extraña, era como cuando uno flota en el agua, pero estaba pegado en el techo de la casa.

Estaba desconcertado, no distinguía bien las cosas por tanta obscuridad, miraba un bulto negro tirado en el suelo, me llené de horror al imaginar que era mi cuerpo, cuando volteé a ver aquel anciano, solo se miraban los ojos endemoniados metidos entre lo obscuro, con aquella voz extraña gritó bienvenido al infierno, después ya no lo ví.

No comprendía que había sucedido, nunca me imagine verme así, quería bajar, regresar a mi cuerpo, pero no tenia control sobre mí, sentí una terrible ansiedad que me hizo gritar por ayuda, pero no había quien me escuchara.

Tenía conciencia, porque sabía que pasaban los minutos pero nadie venía por mí, luego una gran incertidumbre me invadió al recordar que nadie sabía que estaba en ese lugar, empecé a imaginar que me quedaría ahí para siempre, porque quien iría a visitar a ese anciano poseído.

Luego para mi asombro, empecé a perder la vista casi totalmente, con dificultad ví que unas sombras se acercaron aquel bulto, lo rodearon mientras empezaban a olerlo, pero cuando intentaron jalarlo para llevárselo escuché que entró don Jacinto acompañado de otras personas.

Escuché como cargaban mi cuerpo, lo sacaron del lugar mientras yo como podía iba atrás de ellos gritando por ayuda, pero no me escuchaban.

Solamente alcanzaba a distinguir sombras, por eso me guiaba por el sonido de sus voces, Se dirigieron rumbo a la capilla, mientras yo me sumergía en una terrible desesperación.

Cuando llegaron, pusieron mi cuerpo en la mesa del altar, como fueron pasando los minutos, empezaron a llegar más sombras, aunque solo fueron 2 o 3, con las que ya había, se juntaron como unas 8, hasta en ese momento supe que era mi velorio.

En medio de mi confusión, me movía violentamente, para ver si despertaba o reaccionaba, deseaba con todas mis fuerzas que todo fuera una horrible pesadilla, pero todo seguía igual.

Tuve la sensación de que algo maligno entró, estaba seguro que era aquel anciano, él me había provocado todo eso, ya en la capilla habló con don Jacinto, pero no pude escuchar que le dijo, comencé a creer que estaban de acuerdo para hacerme este mal.

Me extrañó que a pesar de que estábamos en la capilla, nadie rezaba, parecía que solo esperaban que amaneciera para enterrarme, el miedo terrible que tenía se intensificaba cada vez más, por eso como podía gritaba que no estaba muerto.

Tenía la esperanza de que me trajeran a un médico para que me revisara, se diera cuenta de que estaba vivo y que me despertara, pero ni siquiera sabía si tenían dispensario en el pueblo, o si habría algún consultorio, pero a esas horas de la noche de seguro estaría cerrado.

Me di cuenta que las pocas sombras que se encontraban en la capilla traían cruces de madera en sus manos, como las que tenia la sepultura del anterior sacerdote, tal vez a él le había pasado lo mismo que me estaba pasando a mí.

Cuando escuché cantar algunos gallos, supe que amanecía, entonces presentí mi muerte, casi llégo a la locura, al imaginar lo que pasaría después que enterraran mi cuerpo, que iba hacer estando así.

Pero luego reaccioné, estaba cometiendo un error imperdonable, porque pedía ayuda a las personas, sabiendo que yo soy un hombre de Dios, en ese momento él era el único que podía ayudarme.

Así que, con todas mis fuerzas, de una manera desesperante clamé a Dios, como nunca lo había hecho, le grité con toda mi fe, sabiendo que me escucharía, liberándome de todo esto.

Sentí como se estremeció mi ser, fue como recibir mil convulsiones al mismo tiempo, de una manera violenta impacte mi cuerpo, lancé un grito que hizo que todos los presentes se levantaran asustados.

Trataba de agarrar la mayor cantidad de aire posible, mientras miraba aquellas sombras convertirse en personas, estaban asustadas mostrándome las cruces, con un terror que se reflejaba en sus caras.

Les gritaba que estaba vivo, para que no me atacaran, como pude, me bajé de la mesa, presas del miedo, algunos hombres abandonaron la capilla de prisa, solo 2 señores me ayudaron a salir de ahí, uno de ellos me subió a un coche, me trasladó a un pueblo cercano, donde me pudo atender un médico.

Días después, regresé a hablar con el señor obispo, se mostró sorprendido, me aseguró que ignoraba todo lo ocurrido, luego me dijo que lo lamentaba.

Me prometió hacer una investigación, me mandó a descansar por unas semanas, para que me restableciera del todo.

Cuando viví esta experiencia extraña y escalofriante, comprendí que el día que mueres, eres solo una esencia, te olvidas que eres Doctor, Abogado o Sacerdote, te mirarás solo a donde quiera que te toque ir.

Con el paso del tiempo terminé mis estudios, para hacerme Exorcista, pero nunca he enfrentado a un demonio tan poderoso como el que casi termina con mi vida.

Autor: Gato Negro.

Derechos Reservados.

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror