El Fantasma Que Roba Formas 2023

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El Fantasma Que Roba Formas 2023

El Fantasma Que Roba Formas… Recuerdo que desde que era muy pequeña, siempre estábamos mudándonos continuamente de casa, mi padre nos abandonó, prácticamente cuando mi hermana nació, por lo cual, pagar una renta se volvía insostenible por mucho tiempo, mi mamá tenía dos trabajos y mi abuela, nos cuidaba y también hacia algunos trabajos de costura, pero como dije apenas y lográbamos salir día con día.

Cuando tenía alrededor de 12 años, llegamos a una casa enserio extraña, y no lo digo solo por decirlo, pues en ella vivía algo, que, hasta el día de hoy, no le puedo encontrar ninguna explicación lógica, por lo que si alguien del publico sabe lo que era, por favor díganmelo, pues siempre me he quedado con esa duda.

Recuerdo ese día como si fuera ayer. Era nuestra primera semana en esa nueva casa, por lo cual aún nos estábamos adaptando, la casa estaba bastante bien, aunque aún debíamos compartir habitación con mi abuela, era bastante agradable, la renta era demasiado accesible y la zona era una de las más seguras en las que habíamos estado.

Ese día me levanté temprano, mientras el resto de mi familia se preparaba para salir de casa. Mi madre se estaba bañando, lo sabía porque era la única de nosotras quien se bañaba en la mañana y porque aún medio adormilada, escuchaba el sonido el agua cayendo por la regadera.

Fue entonces cuando algo extraño sucedió. En mi estado de seminconsciencia, vi como mi hermana se levantaba de la cama y salía de la habitación. Estaba segura de que era ella, reconocí su short gris que casi siempre usaba para dormir cuando hacía mucho calor, mientras se alejaba, supuse que se había levantado al baño y eso me hizo sentir un poco molesta, ya que yo también quería ir y no deseaba que ella me adelantara.

Por lo que me levanté rápidamente, ella y yo teníamos esta especie de “regla” en la que podíamos aventarnos cosas o incluso empujarnos, siempre y cuando fuera para ganar el baño, algo que hicimos desde niñas y conservamos hasta nuestra adolescencia.

Estaba a punto de agarrar una de mis almohadas para arrojársela, sin embargo, ella no estaba, rápidamente, mi mirada se dirigió hacia la cama de mi hermana. Para mi horror, allí estaba ella, profundamente dormida. Me quedé paralizada, incapaz de comprender lo que acababa de presenciar. ¿Quién había salido de la habitación entonces? No podía ser mi madre, ya que aún estaba en la ducha, y mi abuela también seguía durmiendo en su cama.

Un escalofrío recorrió mi espalda y me invadió una sensación de inquietud. Estaba totalmente segura de que si había visto a alguien, pues aunque estaba un poco adormilada, si estaba consciente, pues había escuchado a mi mamá en la ducha, y esa era otra cosa, la regadera se escuchaba, no había manera en la que mi hermana pensara que el baño estaba libre para usarse.

Esos eran detalles que no había considerado por estar adormilada, pero si estaba lo suficientemente consciente como para saber que mi hermana se había levantado, pues como dije antes, tenía incluso la misma ropa con la que ella dormía.

Cuando mi mamá salió de bañarse notó mi inquietud y se acercó preocupada, preguntándome por qué estaba despierta, pues me dijo que, me veía muy pálida. No pude contenerme y le conté todo lo sucedido.

Le aseguré que no había sido mi abuela, ya que ella estaba durmiendo es su cama, pues también había escuchado sus ronquidos cuando me desperté, y que había visto claramente el short gris que mi hermana siempre usaba.

Mi madre trató de tranquilizarme, sugiriendo que podría haber sido solo una confusión o un sueño vívido, o que quizás solo había sido algo así como una sombra que por la oscuridad se me había figurado que era mi hermana, pero que realmente nunca lo fue, pero a pesar de sus explicaciones, yo sabía que lo que había visto era real.

En los días siguientes, las situaciones inexplicables continuaron. No solo veía a alguien salir de nuestra habitación, sino también de la de mi madre.

Estas apariciones tomaban la forma de los integrantes de mi familia, sabía que no eran ellos porque aparecían en momentos bastante aleatorios del día, como aquella vez mientras mi abuela estaba zurciendo algunas prendas, yo sabía que estaba en el cuarto de mi mamá que también era donde guardaban la máquina de coser, no solo porque mi abuela me había dicho que estaba ahí, sino porque, yo misma escuchaba como estaba utilizando la máquina de coser.

Yo estaba mirando la televisión, sin embargo, de repente empecé a escuchar como alguien estaba en la cocina. Primero creí que podría ser mi hermana, pero ella no estaba en la casa en ese momento, caminé hacia la cocina pensando que podría ser mi mamá que por alguna razón había vuelto temprano de trabajar.

Recuerdo que, me acerqué y la llamé por el nombre de mi mamá, pero en lugar de que mi mamá me respondiera, una voz idéntica a la de mi abuela, me dijo “preparare tu comida favorita”. En ese momento sentí tanto miedo que simplemente corrí a donde estaba mi abuela, pero, aunque le conté, me dijo que eso me pasaba por estar todo el día viendo la televisión.

Otra noche, mientras estaba sentada en el sofá viendo la televisión, noté que mi mamá entraba en la sala. Me pareció extraño, ya que ella por lo general, cuando llegaba del trabajo, llegaba tan cansada que se iba directo a dormir. Pero eso no era lo único, su presencia se sentía diferente. La miré detenidamente y me di cuenta de que su expresión era fría y distante, sus ojos carecían de vida. Mi corazón se hundió en mi pecho mientras me daba cuenta de que no era mi mamá, sino una figura que tomaba su forma.

En ese momento, sentí un escalofrío recorrer mi espalda y una sensación de terror se apoderó de mí. No sabía qué hacer ni a quién recurrir. Me quedé paralizada, observando como esa presencia desaparecía lentamente hacia el pasillo.

Por un momento pensé que nadie iba a creerme, pues parecía que solo yo las había visto y a quien se lo había contado no me creía. Y esto fue así hasta que comenzaron a ocurrirles cosas a las demás también. A mi abuela, una tarde, mientras se encontraba en la cocina preparando la cena, vio a su propia imagen salir del cuarto contiguo. Su rostro se llenó de pánico al darse cuenta de que esa figura no era ella, sino una copia macabra que caminaba con movimientos antinaturales.

Mi abuela corrió hacia el comedor, donde estábamos reunidas, y nos contó lo sucedido. Esta vez, todos en la familia creyeron que algo estaba pasando.

Las apariciones continuaron pasando a cada una de las integrantes de mi familia de manera diferente. Mi hermana nos contó que se encontró cara a cara con su propia imagen mientras se arreglaba en el baño. Su reflejo en el espejo la imitaba, pero con una mirada penetrante y una sonrisa demasiado pronunciada, cuando ella ni siquiera estaba sonriendo, nos dijo que cuando el reflejo estuvo completamente seguro de que mi hermana lo veía, le guiñó un ojo.

El Fantasma Que Roba Formas

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Mi mamá también llegó a ver al doble de mi abuela. Mientras preparaba el desayuno en la cocina, vio a mi abuela caminar hacia ella desde el pasillo. Sin embargo, algo estaba fuera de lugar. El rostro de mi abuela tenía una expresión siniestra y sus ojos parecían reflejar un oscuro vacío. Mi mamá quedó petrificada por el terror, retrocedió y se alejó rápidamente de esa presencia maligna.

Un día mientras mi abuela estaba regando algunas plantas en el jardín, nos contó como vio claramente que mi hermana salió de la casa, mi abuela le dijo que por favor cerrara la llave del agua, pues estaba cerca, sin embargo, en lugar de hacer eso mi “hermana” o lo que sea que fuera esa cosa, dijo en voz alta y llamándola de una manera despectiva, que, si quería cerrar la manguera, que lo hiciese ella misma, para después entrar corriendo a la casa. Mi abuela dice que seguía creyendo que era mi hermana, de no ser porque casi enseguida, la misma, abrió la puerta del zaguán, pues estaba volviendo de comprar algunas cosas de la tienda.

Las extrañas apariciones continuaron afectando a cada miembro de mi familia de manera aterradora y desconcertante. Con el paso de los días, las experiencias se hicieron más fuertes, haciendo que todas tuviéramos un miedo constante de estar en esa casa. No podíamos estar del todo seguras si a quien veíamos, realmente era ella o solo era una cosa que tomaba su forma.

Ya no nos sentíamos seguras en nuestra propia casa. Cada sombra, cada ruido, nos hacía saltar del susto. Las noches se volvieron insoportables, pues los sonidos extraños y las figuras borrosas parecían perseguirnos en cada rincón.

Desesperadas y abrumadas por el terror, decidimos que ya no podíamos soportarlo más. Por lo que mi mamá y mi abuela decidieron que era momento de mudarnos, y dejar atrás ese lugar maldito. Y apenas terminó el mes, empacamos nuestras pertenencias y nos fuimos de ahí.

Mientras subíamos las cajas a la camioneta, una vecina se acercó a nosotros con una expresión de sorpresa en el rostro. Nos dijo que era un verdadero milagro que hubiéramos durado tanto tiempo en esa casa. Nos contó que, en los últimos años, la mayoría de las familias que se habían mudado allí no habían durado más de un mes antes de escapar aterrados.

Nos quedamos helados al escuchar sus palabras. Nunca nos habíamos imaginado que no éramos los únicos en haber experimentado el horror de lo que sea que acechaba en esa casa. Mientras nos alejábamos de nuestro antiguo hogar, el sentimiento de alivio y liberación comenzó a llenar nuestros corazones. Aunque los recuerdos de las apariciones y el miedo me acompañaron, al menos a mí, por muchos años más.

Nunca supimos que era lo que habitaba esa casa, pero, honestamente, hay cosas en esta vida que es mejor dejar en un total misterio, solo espero que nadie más haya tenido que vivir lo mismo que yo y mi familia pasamos, pues honestamente lo que vivimos en aquella casa, es algo que yo no le deseo a absolutamente nadie.

Autor: Aurora Escalante.

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