El Ritual De Ceniza Historia De Terror 2022
El ritual de ceniza, historia de terror… Aún recuerdo el día, había sido uno normal, nada ocurría hasta que recibí un mensaje de mi amigo Alberto.
El mensaje decía que fuera a su casa, y que de paso llevara cerillos, velas, hojas blancas y alcohol.
Al principio creí que íbamos a quemar cosas en el patio trasero de su casa, no me fascinaba la idea, pero llevaba un par de horas aburrido, y buscaba algo que ver en Netflix, y no encontraba nada.
En mi casa no había cerillos, pero tomé un encendedor, arranqué las hojas blancas de mi cuaderno de dibujos, y el alcohol lo compré en la farmacia que me quedaba de paso hacia la casa de mi amigo.
Cuando llegué con Alberto lo encontré emocionado, me contó que la noche anterior la había pasado con su bruja abuela. así le decía él, pues la señora presumía siempre que podía, que ella había sido bruja en Veracruz, lo cual nadie le creía.
Y me dijo que ella le había contado sobre un ritual curioso, que servía para hacer contacto con el otro mundo.
El ritual era sencillo según él, primero teníamos que hacer cenizas, algunas plantas, estas le darían forma terrenal al espíritu, un poco de madera, para que pudiera sostenerse en nuestro plano, tela de la ropa o algún objeto de alguien que ya no estuviera con nosotros para crear el puente, y finalmente la hoja de un libro, eso le daría palabra.
Bastante específico para mi gusto, pero no vi mayor problema.
Las plantas eran de su patio, la madera de una silla vieja de su casa, la tela era un pañuelo de uno de sus parientes, y por último las hojas blancas que yo había llevado.
Finalmente, todo fue al fuego en una parrilla en el patio trasero, todo con cuidado, no queríamos quemar la casa.
Mientras hacíamos cenizas todo aquello, Alberto murmuraba algunas palabras que le había dicho su abuela, no me sonaban a nada, pero no interrumpí.
Entre el aroma de las hierbas, el calor de la fogata, aquello era realmente relajante, hasta sentí como que estaba entrando en un trance, cerré los ojos.
Los volví a abrir cuando mi amigo me dijo que ya estaba todo listo, ahora solo tenía que abrir todas las puertas de la casa, eso serviría para invitar a cualquier espíritu que quisiera escuchar.
Ya con todo convertido en ceniza entramos a la casa y fuimos a la sala.
Prendimos todas las veladoras y tomamos asiento. él regó las cenizas formando un triángulo y dijo algunas palabras, dándole la bienvenida al espíritu, haciéndole saber que queríamos platicar con él.
En ese momento pude ver cómo un poco de ceniza se desplazaba para dejar de formar parte del triángulo, y poco a poco se movió hacia el centro, y formó la palabra SÍ.
Por supuesto que lo primero que pensé fue que aquello se trataba de una broma increíblemente elaborada, y de muy mal gusto, no sé, quizá en la ceniza había algún polvo metálico y debajo de la mesa posiblemente había un imán, o algo por el estilo.
Mi amigo negó todo, yo revisé debajo de la mesa, y ahí no había nada.
Le dije Alberto que en caso de ser todo real, me daba miedo que pudiera ser peligroso, él me respondió que no había ningún riesgo de nada, que no estábamos pidiendo una manifestación, simplemente queríamos hacer algunas preguntas sencillas.
También me aclaró que cualquier cosa que preguntáramos debía poder responderse con una sola palabra, porque su abuela bruja le había dicho que si hacíamos que el espíritu se esforzara para articular más palabras, iría ganando fuerza y entonces sí, las cosas podían ponerse feas de verdad.
Su respuesta me pareció razonable, así que hice una pregunta, yo quería saber si el espíritu con el que estábamos hablando en realidad pertenecía al pariente de mi amigo.
Las cenizas que ya estaban en el centro volvieron a moverse, se estaban re acomodando.
La respuesta fue NO.
Mi amigo se encogió de hombros, y preguntó entonces por la identidad del espíritu con el que habíamos hecho contacto.
Un poco más de ceniza se desprendió del triángulo para ir al centro, aquello se acomodó y aparecieron 4 letras. SAMA.
El Ritual De La Ceniza Historia De Terror
Eso me dio un poco de escalofríos, pues ni siquiera sabía que el nombre SAMA existía, me parecía nombre de mujer.
No sabía qué otra cosa preguntar. lo primero que se me vino a la mente fue intentar averiguar dónde venía ese espíritu.
Pero no hubo respuesta, las cenizas no se movieron ni un milímetro. mi amigo le repitió la misma pregunta, pero no ocurrió nada.
No quisimos hacer la pregunta por tercera vez, pues pensamos que el motivo por el cual no obteníamos una respuesta era porque para responder necesitaba utilizar dos palabras o más, y definitivamente no queríamos eso.
Ni siquiera nos dio tiempo a pensar en otra pregunta, cuando de repente todas las puertas se tambalearon, como si hubiera entrado una fuerte corriente de aire.
Le dije a mi amigo que ya había sido suficiente, que aún estábamos a tiempo de abandonar todo, antes de que las cosas se volvieran insostenibles.
En ese momento pudimos escuchar varios ruidos extraños, cómo si algo muy pesado estuviera golpeando contra los muebles.
Yo me levanté de inmediato, tenía toda la intención de abandonar la casa, pero Alberto me detuvo, me dijo que no lo podía dejar solo, yo le respondí que no tenía pensado permanecer ahí dentro, así que él podía salir conmigo o quedarse.
Los ruidos eran cada vez más fuertes, hasta el suelo empezó a vibrar. definitivamente ya no estábamos solos. por si eso no fuera suficiente se empezó a escuchar como un sonido poco agradable, era el mismo sonido que se provoca cuando tiemblas de frío y que los dientes chocan entre sí, eso se estaba escuchando, pero muy leve.
Él no se decidía, así que fui directo a la puerta, entonces me gritó y me dijo que si abandonábamos la casa sin cerrar el ritual, el espíritu que habíamos invocado se podría adherir a alguno de nosotros.
Lo insulté, nos había metido en un problema muy serio, le dije que hiciera lo que tuviera qué hacer, pero que lo hiciera rápido.
Él miró hacia las cenizas y preguntó si podíamos irnos.
Las sillas comenzaron a moverse y la mesa también, yo me acerqué corriendo para ver la respuesta, SAMA dijo que No.
La mesa se volteó y tuvimos que alejarnos para que no nos cayera encima.
De pronto la puerta del baño se abrió abruptamente y se golpeó contra la pared, la fuerza fue tal que la perilla salió volando.
Caímos en cuenta que al momento que la mesa se había volteado la ceniza había caído al suelo y se había dispersado, en teoría el ritual había sido interrumpido abruptamente por el espíritu, así que no debería haber consecuencias para nosotros.
Nos giramos hacia la puerta, lo siguiente que ocurrió, no tengo como explicarlo.
Las ventanas empezaron a reducirse, es muy complicado de explicarlo, pero lo que estaba ocurriendo es que la pared estaba creciendo, haciendo más pequeñas las ventanas, no tiene ningún sentido, pero así ocurrió.
Intentamos abrir la puerta para salir de la casa, pero al momento que toqué la perilla me quemé horrible, esa cosa estaba ardiendo. miré mi mano para observar la herida y mi mano estaba completamente roja.
Eso no nos iba a detener, teníamos que salir de la casa o estaríamos muertos.
Los focos empezaron a parpadear, Alberto corrió al baño por algunas toallas y las utilizó para poder girar la perilla y abrir la puerta, así fue que pudimos salir.
Corrimos hasta la banqueta y ahí nos tiramos, estábamos exhaustos y muy tensos, llenos de pánico.
En menos de media hora llegó la mamá de Alberto, nos encontró ahí afuera, y nos preguntó qué estaba pasando, nosotros le contamos sabiendo que no nos iba a creer.
Ella nos pidió mostrarle, los 3 entramos a la casa y todo estaba completamente en orden, nada movido de su lugar, la mesa estaba tal como cuando habíamos empezado el ritual, las cenizas aún formaban el triángulo, y por supuesto que las ventanas estaban cerradas.
Ni mi amigo ni yo entendíamos nada.
La madre de Alberto nos dijo que nos sentáramos, nos sirvió refresco, nos regañó y nos explicó que las plantas que habíamos tomado del patio eran de cierta naturaleza recreativa.
Que ella las tenía porque las consumía como parte de un tratamiento que estaba llevando por alguna razón que no recuerdo.
Alberto y yo volteamos a vernos realmente descolocados.
Entonces mi amigo me dijo que revisara mi mano, la que me había quemado, ya no la tenia roja y no sentía dolor, pero sí tenía la perilla marcada, como si la hubiera estado sujetando por mucho tiempo y con mucha fuerza.
Alberto corrió al baño por las toallas, y en ellas también estaba marcada la perilla, las llevó a la mesa y se las mostró a su mamá.
Ella se sorprendió, pero no dijo nada y nosotros tampoco retomamos el tema.
Al día de hoy no sabemos qué fue lo que en realidad pasó, por una parte, tiene sentido lo de las plantas, pero eso no explica la marca que yo tenía en mi mano y tampoco la marca que tenían las toallas.
Autor: Gabriel y Ramiro Contreras
Derechos Reservados.
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