El Asesino Regresó Historia De Terror 2024

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El Asesino Regresó Historia De Terror 2024

El Asesino Regresó Historia De Terror… Una noche fría en el trabajo mientras platicaba con mi compañera de trabajo los temas fueron cambiando de menos a más hasta que llegamos a las historias paranormales y me contó algo que me puso la piel chinita, por eso siento la necesidad de contarla, claro con su permiso.

Mi compañera se llamaba Vivi y me contó que todo sucedió una noche oscura en la que estaba lloviendo a cántaros. Vivi estaba en su antiguo Ford Fiesta verde, conduciendo por un estrecho camino rural en dirección a su casa situada a las afueras de la ciudad.

A medida que avanzaba por el camino, se dio cuenta de que debía haberse equivocado de desvío; no obstante, decidió seguir hasta encontrar alguna zona más ancha donde dar la vuelta. La lluvia comenzaba a caer con más fuerza, y una tormenta que a momentos iluminaba todo el cielo se aproximaba cada vez más a ella.

Mientras conducía a través de la tormenta, Vivi se sumergió en sus pensamientos, recordando la tarde que había pasado con sus amigos.

En ese momento, sin pensarlo, su coche comenzó a tambalearse y se detuvo en medio del camino. Así que Vivi comenzó a preocuparse mientras intentaba arrancarlo sin éxito. Vivi comenzó a buscar frenéticamente en su bolsa y en los bolsillos de la chaqueta su celular para llamar al seguro; sin embargo, su corazón se paralizó cuando descubrió con desesperación que lo había dejado olvidado en casa de sus amigos; recordó haberlo dejado allí cargando, aprovechando que había un cargador conectado junto a la mesa del rincón.

Dio un suspiro lleno de frustración, se dio cuenta de que estaba completamente aislada en mitad de un camino y en medio de la tormenta; se quedó en el coche bloqueada, al menos durante 10 minutos, estuvo sin saber qué hacer hasta que decidió salir del coche dispuesta a empaparse y a buscar ayuda.

Tan solo había dado unos cuantos pasos cuando vio una luz a lo lejos. Era una casa antigua situada en mitad del campo, en mitad de la nada. Tenía una fachada de piedra gris con ventanas estrechas y alargadas que parecían mirar con ojos vacíos hacia el exterior.

Los cristales estaban rotos y las persianas medio descolgadas y viejas. La puerta principal era de madera oscura y pesada. El jardín que rodeaba la casa estaba abandonado y lleno de hierbas altas y maleza, dando la impresión de que nadie había cuidado de él en años. Una gran chimenea apagada se alzaba en el tejado, añadiendo a la casa una mayor sensación de abandono y desolación.

No obstante, se acercó, ya que aquella luz le sugería que habría alguien a quien pedir ayuda. A medida que se aproximaba, comenzó a sentir una sensación de inquietud; la casa no desprendía calma alguna. Aun así, Vivi no se detuvo. No podía dejar que la sugestión de encontrarse sola en mitad de la nada la invadiera. Cuando llegó a la casa, llamó a la puerta, pero nadie respondió; sin embargo, la puerta estaba entreabierta.

Así que, con cierto temor, decidió asomarse al interior. La casa estaba llena de polvo y telarañas, adornada con muebles antiguos y desgastados por el tiempo, había una sensación de frío y humedad en el aire. En general, la casa tenía una atmósfera tenebrosa y siniestra, como si guardara algún oscuro secreto. Preguntó si había alguien ahí, pero nadie contesto, así que apenada y sin alguna otra solución decidió entrar a la casa.

Vivi comenzó a sentir una sensación extraña y se arrepintió como si algo malo rodeara aquel lugar, algo que le hizo tomar la decisión de salir de la casa y volver a su coche. Pero cuando se giró, dispuesta a salir, descubrió que la puerta estaba cerrada con llave.

Vivi comenzó a sentir un miedo cada vez mayor; de repente, escuchó ruidos extraños en toda la casa, como si alguien estuviera caminando por las habitaciones vacías. Decidió subir al primer piso, moviéndose con precaución y temor. Al llegar a la planta superior, se fijó en que todas las puertas estaban cerradas, todas excepto una que se encontraba entreabierta. Se acercó a ella y, con miedo en el cuerpo, la abrió lentamente.

En el interior de la habitación, tan solo había una cama y una silla; sin embargo, cuando avanzó unos pasos hacia el interior, se dio cuenta de que había una caja de música en un rincón. Vivi se acercó para observarla mejor, pero antes de que diera tres pasos en su dirección, la caja comenzó a sonar, y justo en ese momento, como de la nada, apareció una figura oscura en la habitación. Vivi salió corriendo a toda velocidad de la habitación, escaleras abajo, decidida a escapar de aquella casa.

Pero cuando llegó a la puerta principal, recordó con terror que estaba cerrada con llave. El pánico que comenzó a sentir en su cuerpo no le permitía quedarse allí un segundo más. Con determinación, Vivi buscó una manera de escapar; corrió por toda la casa buscando una ventana o una puerta trasera que pudiera estar abierta. Pero todas estaban cerradas; no encontraba una salida.

Finalmente, se dio cuenta de que su única opción era terminar de romper alguna de las ventanas y escapar por allí. Con la ayuda de una de las viejas sillas de la casa, Vivi terminó de romper uno de los cristales de la ventana que había junto a la puerta, salió aterrada de la casa con la mala suerte de hacerse un pequeño corte en la pierna derecha con uno de los trozos de cristal que quedaron sujetos al marco de madera de aquella vieja ventana.

Vivi caminaba mientras el viento y la lluvia golpeaban su rostro, lejos de esa casa. No podía dejar de temblar de miedo, sabiendo que había escapado por poco de un destino aterrador. Llevaba 15 minutos caminando sin rumbo bajo la única luz parpadeante de la tormenta cuando decidió ir a casa de Javier, un chico que vivía unos kilómetros antes del camino que había tomado por error y con el que desde niña había tenido siempre una conexión muy especial.

Después de deambular por más de dos horas bajo la lluvia, Vivi logró llegar a casa de Javier. Tocó el timbre con las pocas fuerzas que le quedaban, se abrió la puerta y Vivi no pudo contener las lágrimas al ver a Javier. Él, al ver el estado en el que se encontraba Vivi, la tomó en sus brazos y la llevó al interior de su casa.

Una vez dentro, mientras Javier curaba su herida, Vivi comenzó a contarle todo lo que le había sucedido y cómo logró escapar de aquella casa que parecía el mismo infierno, Javier escuchaba con atención cada palabra de su amiga y prometió ayudarla. Después de una ducha, ropa limpia y algo de cenar.

Vivi se quedó dormida en el sofá mientras charlaba con Javier. Javier la despertó y le dijo que se acostara en una de las habitaciones para que estuviera más cómoda y que cualquier cosa que necesitará estaría al pendiente.

A la mañana siguiente, Vivi se despertó con una sensación de alivio; se encontraba a salvo en casa de su amigo. Pero, a pesar de todo, su mente aún estaba obsesionada con lo ocurrido la noche anterior. No podía dejar de pensar en aquella caja de música que empezó a sonar sola y en la figura oscura que apareció en la habitación.

Javier, al ver que su amiga no podía dejar de pensar en lo ocurrido, decidió ayudarla a encontrar respuestas. Juntos decidieron investigar más sobre la casa y su historia. Comenzaron a buscar información en los archivos históricos del ayuntamiento y descubrieron que la casa había sido construida a principios del siglo XIX y había sido habitada por varias familias a lo largo de los años. Aun así, lo que descubrieron fue aún más curioso de lo que esperaban.

En uno de los archivos figuraba que la casa había sido derribada hacía más de 50 años debido a que el propietario anterior, Carlos, había llevado a cabo un gran número de asesinatos en esa casa. Tras su muerte, causada por un paro cardíaco mientras dormía, la verdad de sus crímenes salió a la luz, y la casa fue derrumbada con su cuerpo en el interior, enterrado entre los escombros.

Vivi y Javier no podían creer lo que estaban leyendo. ¿Cómo era posible que la casa en la que ella había estado atrapada aún existiera si había sido derribada hace tanto tiempo?, quizá sería un error de aquel documento, pensaron.

Decididos a descubrir la verdad detrás de lo ocurrido, Vivi y Javier decidieron indagar más sobre lo que en aquellos documentos se describía.

Con la ayuda de la luz del día, se dirigieron al lugar señalado en los archivos, cerca del lugar donde el coche de Vivi se había averiado. Sin embargo, al llegar allí, se encontraron con una escena desconcertante: no había ni rastro de la casa. Ni una sola construcción o indicio de que allí hubiera existido alguna vez una vivienda.

Vivi, atónita, juraba que lo que le había sucedido era real, que no se lo había inventado. Javier, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, creyó a su amiga. Perplejos mientras se alejaban de la zona, varios kilómetros en busca de cobertura para poder llamar a la grúa del seguro de Vivi, decidieron marcharse y volver por la noche, dispuestos a descubrir la verdad detrás de aquella misteriosa casa.

Vivi estaba preocupada, no sabía si volvería a ver aquella casa que le causó tanto terror, mientras Javier no paraba de darle vueltas a lo que su amiga le había contado sobre una casa que, según los archivos y sus propios ojos horas antes, allí parecía no existir. A pesar de sus dudas, ambos estaban decididos a descubrir la verdad detrás de aquel inexplicable suceso.

Horas después de ponerse el sol, Vivi subió al coche de Javier, y se pusieron rumbo hacia aquel lugar con esa mezcla de inquietud y escepticismo. A medida que se acercaban, el cielo estaba más cubierto de nubes y una tormenta amenazaba con estallar en cualquier momento.

No lo podían creer, pararon el coche justo donde el Ford Fiesta de Vivi se había averiado, y a lo lejos se podía ver la misma luz que ella había visto. Vivi y Javier se miraron incrédulos, pero decidieron acercarse a la casa que allí estaba, como si nunca se hubiera ido.

Vivi, que había sufrido una infancia traumática debido a la pérdida de su padre en extrañas circunstancias, se sentía aterrorizada al recordar lo sucedido 24 horas antes. Por otro lado, Javier, que había sido testigo de cómo su amiga llegó huyendo de esa casa, estaba decidido a protegerla a toda costa.

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Llegaron frente a la puerta, y los restos de sangre procedentes de la pierna de Vivi seguían manchando aquel trozo de cristal que le hirió cuando escapó por la ventana. La puerta, de nuevo, estaba entreabierta, como si algo, alguien o la misma casa los estuviera esperando.

Con cuidado y temor, Javier abrió la puerta y pasó al interior de la casa, mientras Vivi todavía permanecía fuera. Javier agarró la silla que había utilizado Vivi para ayudarse a escapar y la utilizó para trancar la puerta y evitar que el aire o cualquier cosa paranormal la cerrará de nuevo.

Una vez dentro, subieron las escaleras y, al llegar a la habitación donde se encontraba la cama y la silla, la puerta se cerró detrás de ellos. Vivi se aferró a la mano de Javier, temblando de miedo. De repente, la caja de música comenzó a sonar, y apareció la figura que Vivi ya había visto. Era la figura de un hombre con rasgos desgastados y la piel pegada a los huesos. Parecía que aquel hombre se acabara de levantar de su tumba muchos años después de morir.

Javier no podía creer lo que veía. Ambos comenzaron a temblar y Vivi dio un grito de terror, pero trató de ser valiente. No entendían quién era ese hombre, y cómo era posible que tuviera el poder de hacer desaparecer aquella casa a la luz del día. Antes de que Javier tuviera tiempo de hacerse más preguntas, aquella figura comenzó a hablar con una voz grave y fría. Les reveló que fue el último propietario de la casa. Entonces, Javier supo que era cierto lo que decían las escrituras, mientras aquella criatura llamada Carlos relataba cómo había encontrado en aquella solitaria casa en el campo el lugar perfecto para seguir llevando a cabo sus macabros actos gracias a una fuerza oscura que había sobrevivido en él, dándole vida a sus restos y otorgándole un poder sobrenatural, Carlos fue uno de los asesinos en serie que más terror causaron muchos años antes en aquel lugar. Había sido siempre una persona solitaria y enfermiza. Tras su muerte, descubrieron que su madre lo maltrataba física y psicológicamente desde el mismo momento de nacer. La obsesión por el poder, el control y el asesinato se había convertido en su manera de obtener venganza contra su madre. Elegía a sus víctimas por el color de su coche; el verde era el color favorito de su madre.

Carlos podía controlar la energía de aquel lugar, gracias a un pacto que había hecho con el mismísimo lucifer, quien le permitía hacer aparecer su vieja casa durante la noche, creando una gran tormenta a su alrededor y parando los coches de sus víctimas, que se veían atraídas hacia la luz de la casa. Así quedaban solos y sin cobertura en mitad de la tormenta y era cuando el asesino se disponía a matarlos, para seguir sus instintos y como ofrenda al diablo.

Javier reaccionó rápidamente y tomó la silla de la habitación con todas sus fuerzas. La rompió en los huesos de la criatura, aturdiendo al asesino y permitiéndoles aprovechar ese momento para escapar de la habitación. Corrieron hacia la puerta principal. Aunque al llegar a ella, se dieron cuenta de que la silla que habían dejado sujetando la puerta ya no estaba allí. El asesino, de alguna forma, había retirado la silla y había cerrado la puerta sin pensarlo.

Javier tomó la silla de nuevo y la utilizó como arma para golpear al asesino y distraerlo, mientras Vivi y después él, se lanzaban por la ventana que Vivi se había encargado de romper la noche anterior. Una vez fuera de la casa, ambos corrieron hacia el coche, con el corazón latiendo a mil por hora. El susto y el miedo que habían sentido seguía presente en sus cuerpos. Vivi y Javier estaban conmocionados y no podían creer lo que habían vivido.

Mientras conducían, se dieron cuenta de que quizás una forma de acabar con todo era quemando la casa con el asesino dentro. Con el objetivo de comprar varias latas de gasolina, se dirigieron a la gasolinera más cercana, situada a varios kilómetros de allí. El encargado de la gasolinera, curioso, les preguntó para qué necesitaban tanta gasolina, como si de algo preparado se tratase. Vivi respondió con una excusa elaborada, le comentó que un amigo se había quedado varado en mitad de la autovía sin gasolina y necesitaban ayudarle lo antes posible.

Con las latas de gasolina en el coche y una caja de cerillas, regresaron a la casa, con un solo objetivo en mente: acabar con ese horrible ser asesino, de una vez por todas. Al llegar, vieron que la casa seguía allí, con la luz encendida y de nuevo, con la puerta entreabierta, como si aquella criatura maligna los estuviera esperando de nuevo, escondida en algún rincón de la casa.

Sin perder tiempo pero con precaución, Vivi y Javier comenzaron a rodear la casa, derramando el contenido de las latas por las paredes de aquella vieja casa de madera. Mientras Javier lanzaba latas abiertas por las ventanas, Vivi sacó del bolsillo de su chaqueta los cerillos que acababan de comprar. Encendió una cerilla y se quedó mirando a Javier, esperando una señal. Justo cuando la última lata todavía se encontraba en el aire, Javier hizo un gesto a Vivi, y esta lanzó la cerilla prendida hacia un charco de gasolina que se había formado junto a la puerta.

En tan solo un instante, las llamas se propagaron con rapidez, rodeando la casa y generando varias explosiones en su interior. Los gritos de la criatura maligna se podían escuchar mientras la casa era consumida por el fuego. Tanto Javier como Vivi quedaron paralizados junto al coche, observando cómo aquella horrible pesadilla parecía llegar a su fin.

Pasaron más de 15 minutos observando las llamas. Cuando se miraron y sin decir ni una sola palabra, se marcharon. Tras varios días de inquietud, Vivi y Javier decidieron volver en mitad de la noche. Cogieron el coche y partieron de nuevo hacia aquel lugar, con el objetivo de asegurarse de que realmente todo había terminado. Y sí, así fue. Cuando llegaron allí, no había ni rastro de la casa, ni siquiera de las cenizas de lo que había sido quemado. Todo era un campo vacío, como si aquello nunca hubiera pasado.

Con el alivio de haber superado aquel desagradable suceso, Vivi y Javier se abrazaron con fuerza, compartiendo un momento de calma y gratitud por haber escapado de aquella retorcida pesadilla. En ese momento, la tensión que había existido siempre entre ellos finalmente se liberó con aquel abrazo, provocando una larga mirada en la que sintieron una profunda conexión. Tras varios segundos de química explosiva sabían que ese era el sello final de una historia que los uniría para siempre, cabe mencionar que el día de hoy Javier es esposo de mi amiga Vivi.

Después de aquello, se subieron al coche y se pusieron en camino. Mientras Javier conducía, Vivi comenzó a reírse sola, como al comienzo de esta historia, pensando en la cara que pondrían sus amigos cuando diera la noticia de que por fin había encontrado a la persona con quien compartir su vida.

Y bueno después de aquella horrible experiencia no le pasó nada similar y ambos se sintieron felices, porque sabían que habían salvado muchos conductores que tomaran esa ruta.

La verdad la historia de mi amiga me dio escalofríos y me recordó que el mal existe y que aunque a veces la gente mala muera no significa que dejaron de hacer mal desde el más allá con ayuda del diablo.

Autor: ANDREA LEZAMA

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