Algo En La Piscina Historia De Terror 2023

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Algo En La Piscina Historia De Terror 2023

Algo En La Piscina, Historia De Terror… Siempre fui un escéptico, de niño nadie podía asustarme con cuentos de fantasmas, es más, ni siquiera creí ni por un solo momento que el hada de los dientes o los reyes magos fueran reales, la pura idea me pareció demasiado tonta a pesar de ser un niño, por lo que, aunque al inicio mis padres trataban de hacerme creer.

Nunca lo lograron y eventualmente, solo se limitaban a darme los regalos directamente o el dinero por mis dientes, pues aunque no creía, ellos querían que tuviera la experiencia, aunque fuera a mi manera, al igual que era un pequeño soborno para que no arruinase la fantasía de los demás.

Mientras fui creciendo esto solo fue fijándose más y más en mí, como un rasgo de mi personalidad, por lo general no solía meterme con las creencias de los demás, sin embargo, y aunque no me enorgullece decirlo, por lo general juzgaba aquellas historias de fantasmas y duendes que la gente afirmaba como reales.

Simplemente no podía llegar a creer como teniendo todas las pruebas lógicas, las personas preferían creer en seres mágicos. Sin embargo, hoy quiero contar, el momento en mi vida en el que la realidad me hizo darme cuenta que en este mundo existen cosas que quizás no estamos listos para conocer, pero vaya que están ahí.

Para comenzar, dejaré en claro que no quiero que nadie visite este lugar en busca de esto, así que cambiaré nombres y panoramas, y no daré ninguna pista de mi ciudad y tampoco del nombre del parque acuático, pero, dejaré claro que las situaciones, así como la descripción de la criatura, son completamente reales.

Bueno, comenzaré diciendo que por diferentes circunstancias de la vida, me quedé sin empleo por mucho tiempo, y fue la falta de este lo que me hizo tomar un empleo como ayudante general en un parque acuático que se encontraba en mi ciudad.

Para ser del todo honesto, no tengo mucha historia de ese parque, solo se que cuando yo era un niño, solo llegué a ir una vez, y no me gustó porque era demasiado rústico y solo tenía una alberca, la cual era una especie de cueva, era natural.

El agua brotaba quien sabe de dónde y de niño, recuerdo haber escuchado decir a los adultos que esa agua ayudaba a quitar algunos dolores del cuerpo, aunque como se imaginarán, no fui capaz de creerlo en ese momento, y a decir verdad, hoy en día no creo en eso, aunque con lo que me ocurrió, talvez si creo que, quizás ese sitio podría tener algo especial.

Ok, debo también aclarar que para el momento en el que está historia comienza, el lugar ya no era un lugar con una sola cueva de agua caliente, en los años en los que yo me convertí en un adulto, aquel sitio fue tan próspero, que para cuando fui a poner mi solicitud, aquel lugar era uno de los parques más grandes y con más atracciones acuáticas que la ciudad tenía.

Mi primer día en el parque de diversiones fue una experiencia abrumadora. Los juegos brillaban con colores vivos, los gritos de emoción llenaban el aire y el olor a algodón de azúcar se entremezclaba con el sonido de la música alegre. Era un mundo completamente nuevo para mí, y mientras caminaba por los pasillos llenos de gente, realmente estaba impresionado como había mejorado el lugar.

Mis compañeros de trabajo parecían ser un grupo animado y acogedor. Sonrisas amables y saludos cordiales se cruzaban mientras me presentaban a cada miembro del equipo.

Rápidamente me hicieron sentir parte de la familia del parque, compartiendo anécdotas y chistes que me hicieron relajarme. Después de una breve reunión de orientación, nos dividieron en grupos para realizar tareas de mantenimiento y limpieza.

Mi grupo fue asignado a la piscina principal del parque, una amplia área de aguas cristalinas. El trabajo en equipo fluía con facilidad mientras nos sumergíamos en nuestras tareas, barriendo y limpiando las albercas del lugar

Al terminar la limpieza, mis compañeros se acercaron con una sonrisa maliciosa.

“Oye, ¿tienes un reloj resistente al agua?” preguntó uno de ellos, su mirada llena de malicia. Parpadeé, un tanto confundido por la pregunta inesperada. Sin embargo, antes de que pudiera responder, me empujaron repentinamente hacia la piscina, por suerte para mí, había dejado mi teléfono en el área de empleados como nos indicaron y mi reloj si era aprueba de agua.

El agua estaba bastante agradable, pero aún así fue el impacto de no esperarme eso, lo que me hizo tener algunos escalofríos cuando mi cuerpo tocó el agua, rápidamente logré nadar para subir a la superficie, mis compañeros riendo a carcajadas en la orilla.

Al principio, la confusión y la irritación lucharon dentro de mí, pero luego escuché más risas y comprendí que esto era un ritual de bienvenida. Me uní a la risa, empapado pero animado por el espíritu de camaradería.

Cuando finalmente decidí nadar hacia la orilla, mi rostro todavía llevaba una sonrisa. Pero mi alegría se desvaneció cuando me dijeron que no podía salir todavía. Pues parte de la novatada, consistía en que yo debía nadar hasta llegar al extremo de la piscina, al principio me resistí e intenté subir pero no me dejaron, por lo que deje de resistirme y me hice a la idea de lo que debía de hacer.

Respiré hondo y me lancé de nuevo al agua, comenzando a nadar en línea recta. Los murmullos y las risas de mis compañeros se desvanecieron mientras mi mente se concentraba en cada brazada, en cada patada. Cerré los ojos mientras nadaba, intentando bloquear la sensación de ardor del cloro. Pero entonces, todo cambió.

El choque fue suave pero definitivo. Mi cuerpo se estremeció al entrar en contacto con algo inesperado bajo el agua, pues yo sabía que ya no debía haber nada en la piscina y mucho menos algo tan grande como con lo que sentí chocar.

Instintivamente abrí los ojos y lo que vi me hizo sentir que el mundo se detenía. Una figura, una presencia, flotaba frente a mí en las aguas. No era humano, al menos no completamente. Su piel era pálida y lisa, como la de un delfín, con membranas delicadas entre sus dedos.

Pero lo que me atrapó fueron sus ojos, dos pozos oscuros que parecían absorber la luz a su alrededor. No tenía nariz, y su boca era apenas una hendidura en su rostro.

No era una sirena o tritón, al menos, no como las describen, pues tenía piernas, aunque los dedos de sus pies eran un poco más largos y también tenían membranas.

El terror se apoderó de mí y, sin pensar, me aparté con un grito ahogado. La criatura también retrocedió, moviéndose en el agua con una velocidad inhumana, yo no esperé ni un segundo más y nadé a las superficie.

Mis compañeros me rodearon en un instante, sus voces llenas de preocupación. Pero no podía articular lo que había visto. Mi mente giraba en confusión mientras salía del agua, temblando y empapado. Noté que sus sonrisas juguetonas habían desaparecido.

En su lugar, había expresiones de intriga y preocupación. Después de unos diez o quince minutos logré tranquilizarme y finalmente les conté lo que había visto, aún cuando algo dentro mío me suplicaba que no lo hiciera, pues nadie me creería algo como eso.

Sin embargo, en lugar de burlas o miradas de incredulidad, todos se miraron entré si por un momento y finalmente uno habló, “Oye, no es que queramos asustarte, pero este lugar tiene algunas historias extrañas”, su mirada evitaba la mía mientras hablaba. Los otros asintieron en acuerdo silencioso.

Algo perturbado, pregunté que clase de historias se contaban por ahí, sintiendo cómo el nudo en mi estómago se apretaba aún más.

Mi compañero continuó, su voz estaba cargada de seriedad. “Hace unos años, teníamos un compañero, ya era algo mayor. Era un hombre amigable, siempre hablando de lo saludable que estaba y lo bien que nadaba. Un día, simplemente desapareció durante un rato.

Pensamos que se adelantó en su trabajo, pues era algo muy normal en él, pero cuando fuimos a buscarlo, lo encontramos flotando en la piscina más grande”.

Mi respiración se entrecortó mientras escuchaba, imaginando la horrible escena que debieron enfrentar. Les pregunté qué era lo que le había pasado o si al menos sabían cómo murió. Él se encogió de hombros con un gesto triste. “Dijeron que fue un infarto. Pero había agua en sus pulmones.

Algunos piensan que se resbaló y cayó al agua, y otros creen que fue otra cosa. Nadie habló mucho sobre eso después”.

La historia me dejó con un escalofrío, las piezas comenzaban a encajar en mi mente, relacionando lo que había visto con la historia del hombre mayor. Aunque si soy del todo franco, yo no puedo asegurar que fuera así. “Además,” continuó otro compañero, “las piscinas a veces son extrañas incluso cuando están llenas de gente.

Algo En La Piscina Historia De Terror

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Tenemos muchas quejas de visitantes que dicen que alguien los jala bajo el agua, que los sujetan y no los dejan subir hasta que casi se ahogan. Aunque los salvavidas están siempre atentos, nunca han visto a nadie sospechoso haciendo eso”.

Los otros asintieron en acuerdo y murmullos de confirmación resonaron en el aire. Me encontraba atrapado en un mundo de misterio y extrañeza que iba más allá de mi comprensión. ¿Qué tipo de lugar era este parque de diversiones, donde los secretos y las sombras parecían moverse bajo la superficie?

Esa noche, mientras me recostaba en mi cama, el recuerdo de la criatura seguía persiguiéndome. Cerré los ojos, pero las imágenes de su rostro sin nariz y ojos oscuros parecían grabadas en mi mente.

La idea de volver al parque acuático me atormentaba, mientras mi imaginación creaba escenarios cada vez más oscuros y horribles. ¿Qué era esa criatura? ¿Y cómo podía trabajar en un lugar donde lo incomprensible se ocultaba bajo la superficie?

Mi sueño fue inquieto y plagado de pesadillas. Imágenes distorsionadas de la piscina y la criatura me atormentaron, despertándome varias veces durante la noche.

Cuando finalmente me levanté, mi mente estaba llena de dudas y miedo. Me preguntaba si debía renunciar, abandonar el trabajo y nunca mirar atrás, sin embargo, mi situación económica en ese momento no era la mejor  por lo que decidí quedarme.

Pero a medida que pasaban los días, mis pensamientos comenzaron a cambiar. La realidad de encontrar otro trabajo no era sencilla, y la perspectiva de desempleo no me agradaba. Me recordé a mí mismo que todos mis compañeros habían estado trabajando allí durante años sin ningún problema aparente.

Además, mi encuentro con la criatura había sido una rareza. No tenía sentido renunciar por un solo incidente aterrador.

Evité las piscinas tanto como pude, limitando mi tiempo cerca del agua. No tenía intenciones de revivir la experiencia aterradora que había tenido. Pero, como suele suceder, el destino tiene formas misteriosas de tejer su telaraña. Una tarde, mientras terminábamos nuestras tareas y nos preparábamos para irnos, noté algo inusual en el área del comedor para empleados.

Un charco de agua había aparecido cerca de la entrada, lo cual me pareció extraño considerando que todos sabían que no debían ingresar con zapatos o ropa mojada. Fruncí el ceño, algo molesto por la falta de cuidado de mis compañeros.

Agarré un trapeador y comencé a limpiar el agua, intentando no hacer un gran alboroto. Pero mientras secaba el piso, noté algo más extraño.

Había más agua dentro del comedor, extrañado abrí la puerta, había un camino de agua que conducía hasta el refrigerador de los empleados, la puerta estaba abierta y se podía escuchar como alguien, o más bien algo, estaba revolviendo el contenido del refrigerador con violencia.

La cabeza de la criatura se alzó por encima de la puerta, mirándome con sus ojos oscuros y sin nariz. El terror me agarró cuando finalmente lo vi en su totalidad.

Su piel, antes brillante y suave, ahora parecía áspera y seca. No era tan alto como creí haberlo visto bajo el agua, apenas alcanzaba un metro de altura.

Mis palabras se atascaron en mi garganta mientras trataba de comprender la escena ante mí. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Qué quería de nosotros? Grité por instinto, y la criatura se alzó en un movimiento rápido.

Agarró algunas cosas del interior del refrigerador y escapó a través de una pequeña ventana, sin duda era mucho más flexible y escurridizo de lo que pensaba. Me quedé allí, temblando y sin aliento, tratando de procesar lo que acababa de presenciar.

Mi obsesión con la criatura persistía, impulsada por la necesidad de entender y enfrentar lo desconocido. Decidí observar desde una distancia segura, quizás tomarle alguna foto con mi teléfono, manteniendo una vigilancia constante cerca de las piscinas en busca de cualquier rastro de la criatura.

Pensé que tal vez, si dejaba comida cerca del agua, podría atraerla para observarla más de cerca.

Así que, con cuidado, coloqué frutas y bocadillos en la orilla de varias piscinas, esperando que la criatura saliera para alimentarse. Sin embargo, mi espera resultó en vano.

Cada vez que regresaba al lugar, encontraba la comida intacta y ninguna señal de la criatura. Incluso cuando decidía retirarme, la comida seguía allí al día siguiente, sin mostrar ningún signo de haber sido tocada.

La frustración creció, y finalmente dejé de intentar atraer a la criatura. Pero el misterio continuaba enredado en mi mente. Un día, mientras trabajábamos limpiando las piscinas, una voz asustada y frenética interrumpió la rutina.

Una mujer de intendencia apareció corriendo, su rostro pálido y sus ojos llenos de terror. Reunió a un grupo de empleados, entre ellos yo, y nos contó lo que había experimentado.

Con voz entrecortada nos contó lo que había visto, nos dijo que había escuchado algunos ruidos extraños detrás de los botes de basura, eso no era del todo extraño, pues en más de una ocasión, algún adolescente o un grupo de ellos se escabullían después de la hora de cierre para pasar ahí la noche, pero casi siempre eran descubiertos de inmediato.

Así que ella caminó hacia los botes, diciéndole a quien sea que estuviera ahí que no podía estar ahí, pero al acercarse vio algo horrible, era una figura humanoide, pero muy extraña. Sus ojos, si se les puede llamar así, eran como pozos oscuros. Y cuando la vio, aquella criatura corrió, dijo que no era nada veloz, pero saltó a la primera piscina que vio.

El resto de la tarde se llenó de especulaciones y teorías. Los empleados compartieron sus propias ideas sobre lo que podría ser esa criatura y cómo desaparecía en el agua. Los relatos y las suposiciones dieron lugar a una atmósfera tensa mientras todos intentábamos comprender lo incomprensible.

Aunque la más convincente, al menos para mí, era aquella que proponía que esa cosa se movía por los conductos o al menos, por ahí se escondía hasta que fuera seguro salir.

Conforme los días pasaban, la criatura se convirtió en una leyenda, una historia que los empleados compartían en sus momentos de descanso. Algunos de ellos afirmaban haberla visto, agregando detalles cada vez más asombrosos a sus relatos. Hablaban de púas, dientes afilados y habilidades sorprendentes que solo alimentaban la curiosidad y el morbo de los escuchas, cosas que claramente eran mentiras para obtener sus cinco minutos de fama.

Por alguna razón, alguien decidió compartir la historia con personas ajenas al parque acuático, y pronto, la leyenda de la criatura se propagó por los alrededores. Los visitantes comenzaron a llegar en busca de emociones, deseando tener sus propios encuentros con lo desconocido.

Se sumergían en las piscinas por más tiempo del necesario, buscando una visión fugaz de la famosa criatura. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, nadie lograba ver más que aguas tranquilas y reflejos distorsionados.

En medio de la excitación y el revuelo, continué con mi trabajo, intentando mantenerme al margen de la creciente atención sobre la criatura. Pero un día, mientras realizaba mis labores de limpieza, el destino pareció intervenir de nuevo.

Resbalé en el césped húmedo y caí al suelo, y en el proceso, una botella de vidrio roto se incrustó en mi rodilla. El dolor fue agudo y punzante, y me apresuré a desclavar el vidrio de mi piel.

La sangre comenzó a fluir, un hilo carmesí que recorría mi pierna. Mientras trataba de calmar mi dolor y limpiar la herida, noté algo extraño.

El agua en una de las piscinas cercanas comenzó a moverse de manera inusual. Mi atención se enfocó en el área, y pronto, vi cómo la criatura emergía de la piscina, atraída por el aroma de mi sangre.

Mis ojos se abrieron con asombro mientras observaba como se acercaba. Sus movimientos eran cautelosos, como si estuviera probando el aire. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras contemplaba sus acciones.

Se detuvo cerca del charco de sangre en el suelo y, con una acción que parecía tanto curiosidad como instinto, comenzó a lamer la sangre con una lengua que apenas parecía tener forma.

El asco se mezcló con la sorpresa mientras observaba su extraño comportamiento. Mantuve mi distancia, permitiéndole disfrutar de la sangre sin intervenir. Una vez que pareció satisfecho, la criatura regresó a la piscina y desapareció bajo el agua, dejándome con una mezcla de emociones difíciles de describir.

Me alejé del lugar, decidido a no compartir esta experiencia con nadie. No sé que era y tampoco me interesa saberlo hasta el día de hoy, solo se que él ronda por ahí y que estaba muy bien antes de que yo llegara, desconozco si había algo en mi sangre y olor que lo atraía o si no, no entiendo porque no había tantos avistamientos hasta que llegué, pero por alguna razón, supe que había cosas en este mundo que es mejor que la gente no descubra.

Con el tiempo, solo se convirtió en una simple leyenda urbana de la zona y yo solo trabajé ahí unos cuantos meses más, antes de encontrar un mejor trabajo y hasta el día de hoy no e vuelto a ir, pero algo dentro mío me dice que él sigue por ahí.

Autor: Liza Hernández

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