El Pacto Historia De Terror 2022

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El Pacto Historia De Terror 2022

El pacto, historia de terror… Es difícil saber bien las intensiones de las personas hoy en día, no sabemos que personas están bien, si haya personas con embrujos o si estas personas son realmente personas y no demonios que caminan junto a nosotros.

Siempre he sido sensible a las energías, desde que era muy niño, a veces por un lado de las personas y me dan escalofríos.

Mi abuela que era bruja, me explicó que este fenómeno me ocurría, gracias a que yo había heredado su don y cada vez que sentía esto, era porque esa persona cargaba algo consigo, ya fuera una maldición o si la persona me causaba repulsión, era muy probable que se dedicara a la brujería y magia negra.

Hace un tiempo fui testigo de una historia tan increíble como oscura, que desde hace tiempo, sentía miedo de transcribirla, pues los hechos están íntimamente relacionados con el diablo y ese ser, una vez que le ha echado el ojo a un alma, suele atormentarla en busca de su luz.

Hace algunos años, me reencontré con un amigo de la infancia.

No se cuanto tiempo tendría sin verlo, pues inmediatamente que se casó, migro a los Estados Unidos, desgraciadamente no tuvo suerte, ni en el trabajo, ni en su matrimonio.

Aunque no lo admitió, yo presentía que estaba en depresión. Sabía que el, era dado a los excesos, le gustaba emborracharse hasta perder la razón, incluso supe de un par de veces que le entró a las drogas.

No quise juzgarlo, al contrario, estuve cerca de el, pero el no era dado a demostrar sus emociones, seguía siendo el mismo bromista que solía ser, sin embargo, su rostro de vez en cuando se tornaba triste.

Un día, nos quedamos tomando unas cervezas afuera de mi casa.
Aun no me sentía mareado, me habría tomado apenas un par de latas.

Sin que supiéramos de donde, apareció un hombre alto, alrededor de un metro ochenta y cinco, llevaba un traje azul marino brillante, con un sombrero, tenia la pie muy blanca. No recuerdo como era su cara.

Nos saludó de mano y como si nos conociera a la perfección, nos sacó platica, su manera de hablar era muy educada, parecía un hombre de mucha cultura.

Comenzó a hablar de temas que a mi me interesan muchísimo.

Le ofrecimos una cerveza, pero el la rechazó educadamente. En eso salio mi abuela de mi casa, me llamo de un grito.

Mi abuela no quiso salir del enrejado en la entrada de la casa. Me acerqué a ella y de inmediato me indico en voz baja, que me metiera a la casa.

Renegando, le dije que no me metería, no obstante, mi abuelo insistió en que me metiera de inmediato.
Noté rara a mi abuela, no me hablaba en tono de regaño o enojo, sino que se veía asustada.

En eso me giré para despedirme de Carlos, entonces noté que el hombre del traje azul ya no estaba junto a el.
Voltee a ver a mi abuela, que con la pura mirada me decía: ¡Te lo dije!

Me acerqué a Carlos y le pregunte que a donde se había ido el sujeto, el me respondió que no sabia, que cuando volteo a saludar a mi abuela, el hombre desapareció, pero que antes de irse le dijo su nombre.

Carlos no pudo recordar el nombre del hombre, solo me dijo que debía ser extranjero, pues sonaba raro, solo se acordaba que empezaba con la letra M.

Me metí a mi casa y mi abuela ya tenia lista el agua bendita.

Me roció todo y después me puso a rezar varios credos, enfrente de un enorme crucifijo que tiene a un lado de la puerta de entrada, me pregunto, que si no sabia con quien había estado hablando, yo le respondí que no, ella me respondió que ese hombre era el chamuco.

Me sentí muy asustado, aunque no podía asegurar que ese hombre fuera el mismísimo demonio, pues, cuando hablé con el, no sentí nada extraño, incluso se me hizo una persona agradable, aun así, no quise contradecir a mi abuela.

Pasaron varios días, para que volviera a toparme con Carlos, el tipo se veía muy mal, se veía desaseado y su sonrisa había cambiado, lo que antaño fue una sonrisa burlona, ahora era una sonrisa malévola.

Me dio tristeza verlo en ese estado, mas cuando alguien cae tan feo en el vicio, no hay mucho que puedas hacer, por mas que lo intentes, mientras esa persona no quiera ayudarse a si misma, poco o nada se puede lograr.

Como no quise fomentar su alcoholismo, ni ser parte de sus juergas, Carlos dejó de frecuentarme y volví a perderle la pista por algunas semanas.

Recuerdo que lo vi en marzo, se veía fuera de si, me dijo cosas que en ese momento, no les encontré mucho sentido. Me comento que hizo un pacto con el diablo y que se escondería unos días.

El llevaba un morral en el hombro y un enorme cuchillo en la mano. Inmediatamente que me dijo esto, se fue y no volví a verlo pasado mas de un año.

No entendía lo que me decía, yo sabia que el, no era de ese tipo de personas que creen en la brujería, cuando me dijo que vendió su alma, creí que había hecho algo muy malo, como acuchillar a alguien, mas no le vi ninguna mancha de sangre, ni en la ropa ni el cuchillo.

Me olvidé de Carlos, aunque no lo aceptemos, las personas solemos ser un poco desapegadas de otras, amigos se van, nuevos amigos vienen y yo me entretuve en otras cosas.

Entre a la Facultad de leyes, en la Universidad de Guadalajara. Un año después de que me gradué, me casé.

Un día, llego a mi despacho Carlos.
Juro por dios, que ese hombre no era el mismo que fue mi amigo, se veía muy cambiado, en todo sentido. Sus ojos se veían sin ningún brillo, llevaba la barba mal afeitad a, se veía muy desaseado, parecía un envase vació.

El me dijo, que si tenia tiempo de escucharlo, le dije que podía una hora libre si así lo quería y que si necesitaba ayuda, con gusto haría aquello que estuviera dentro de mis posibilidades.

Me dijo que lo único que necesitaba era que lo escuchara. Me quedé en silencio y escuché su historia.

Comenzó recordándome a aquel hombre del traje azul, según eso, después de aquella vez que lo vimos, lo volvió a encontrar, el hombre le dijo, que sabía muy bien, como se sentía Carlos.

Le dio una tarjeta, que me enseño, mientras me platicaba. Venia un teléfono, con el nombre de organización parecida a esas, donde ofrecen ayuda a adictos, solo que en lugar de traer grabados símbolos cristianos, llevaba algunos símbolos un poco raros.

Carlos continuo diciéndome, que llamo al numero de la tarjeta, donde le agendaron una cita. Lo llevaron a una especie de retiro espiritual, donde me aseguró, fue testigo de los peores horrores que jamas vivió. No me quiso contar muchos detalles.

Solo me dijo, que en ese lugar no los ayudaban realmente, que al contrario, les ofrecían drogas y alcohol a cambio de participar en ciertas ceremonias.
Algo así como una especie de misa negra, donde se reunían personas muy extrañas, de las que ahora dudaba si eran en verdad humanos.

Se despertó la curiosidad en mi, soy un católico fiel y de ninguna manera participaría en algún ritual de este tipo, sin embargo, debo de aceptar que siempre he tenido cierto gusto por este tipo de historias, quizás por mi sexto sentido, o porque mi abuela me solía contar ese tipo de historias.

Carlos no me quiso contar mas allá, solo termino la historia, diciéndome que le obligaron a hacer cosas horribles, pero que apenas tuvo oportunidad, se escapo. Corrió a la carretera y pidió un aventón.

Cuando termino su historia, me pidió ayuda, mencionó que acudía a mi, porque sabia que yo veía cosas que las demás personas no.

Le dije que no entendía para que me necesitaba, no me quiso decir exactamente que necesitaba, solo me pidió que lo llevara a aquel lugar donde estuvo.

Yo tengo un cliente en Arandas, por lo que se me facilitaba pasar un fin de semana allá, se me hizo fácil acceder a la petición de Carlos, no tanto por ayudarlo, sino por saber en que lugar se reunían aquellas personas y también, ver lo que hacían.

Accedí a ayudarlo. Llamé a mi cliente, que amablemente me prestó una casita de campo.

Mi esposa no pudo acompañarme, ella es agente de seguros y tuvo viaje ese fin de semana, agradezco a dios que no me pudiera acompañar, sino, hubiera sido victima de todo lo maligno que viví.

Llegamos un viernes por la tarde, por mas que le preguntaba a Carlos sobre lo que necesitaba hacer allá, no lo lograba hacer confesar, solo me dijo que primero iríamos a visitar a un conocido suyo.

El hombre vivía a las afueras del pueblo, era una persona normal, supuestamente se dedicaba a la siembra de agáves.
Comimos en su casa, Carlos y el, bebieron algo de alcohol.

Después de comer, Carlos me dirigió por un sendero a las afueras de los plantíos de agave. Caminamos por una brecha, hasta salir a una planicie despejada, donde estaba un olmo enorme, con una mesa encarnada en sus raíces, el árbol estaba lleno de cruces volteadas y de otros símbolos rallados en su corteza.

Carlos me indicó que la casa de donde escapó, se encontraba cruzando un cerro, me explicó, que las personas que acudían a estos lugares, no eran ni siquiera de aquí, mayormente eran extranjeros.

Tras un largo y cansado camino, alcanzamos la propiedad de la que me habló, parecía abandonada, era un lugar enorme, parecía una hacienda.

Le pregunte a Carlos, porque quería regresar al lugar de donde había huido, me dijo, que supuestamente, las personas que organizaban las misas negras, abandonaron el lugar, pero que necesitaba verlo con sus propios ojos, para recuperarse del trauma, aparte de que dejo su mochila, con la única foto de su hija.

Las palabras de Carlos me dejaron confundido, sentía que me mentía y quizás me ocultaba algo.
Yo ni siquiera sabia que tenia una hija.

No se veía ni un alma, no había autos, ni marcas de rueda en la brecha, aun así, me sentía intranquilo, quien sabe con que personas nos fuéramos a topar.

Al acercarnos a la casa, pude darme cuenta, que varios de los vidrios en las ventanas, estaban llenas de grafiti y rotas, en otros sitios, las puertas fueron arrancadas.

Caminamos alrededor de la casa, hasta encontrar lo que Carlos decía, era la cocina.

Pudimos ver a través de la ventana, que la mesa seguía allí, con muchos platillos servidos.

Toda la comida hervía en gusanos. No se cuanto tiempo llevarían allí los alimentos, pero, por su estado, creería que no mas de una semana.

Le dije a Carlos que, no creía que el sitio estuviera completamente abandonado el, entonces me dijo, que esas comidas, eran una especie de sacrificio, que las servían y no dejaban que nadie las tocara, en cambio las dejaban echarse a perder, esto lo hacían como una burla hacia dios.

Carlos me indicó que entráramos.

Yo realmente no quería entrar, si sentía curiosidad, pero mi sexto sentido, estaba alerta. Siempre que este se me activa, siento como escalofríos. Aun así, seguí a Carlos. Mientras entraba a la casa, noté ciertas cicatrices horribles en su cuello, dos de ellas, aun no sanaban.

Le pregunté que en donde se las hizo, el me dijo que se cayó en unas zarzas silvestres.
No le creí, las heridas eran demasiado profundas, como para haber sido producidas por unos arañazos.

El cuarto de entrada, estaba vació, al igual que la fachada de la casa, los grafitis decoraban sus enormes muros.

En verdad me sorprende, que alguna persona, aparte de nosotros, se haya atrevido a entrar a ese lugar y rallarlo. Hasta la fecha no se de donde salen grafiteros por todos lados.

Vi un cuadro roto, encima de un arco, que daba acceso al resto de la casa, Carlos me explico, que antes, allí estaba una pintura dedicada al Diablo, que no era aterradora, sino que representaba a un hombre de rasgos angelicales.

Atravesamos el arco de entrada y nos recibió un olor asqueroso que no puedo explicar, no era como suele oler la basura o los cadáveres, era un aroma mas parecido a azufre mezclado con alcohol.

La siguiente sala, estaba adornada solo por un par de sillones destrozados, todo estaba cubierto de excrementos y latas de cerveza, no soportaba el olor, sentía muchas ganas de vomitar.

Le dije a Carlos que mejor nos fuéramos, pero me ignoró y camino rápido, al final de la sala, hasta llegar a unas escaleras.

Al fondo estaba la cocina, al lado la entrada a una habitación vaciá y del otro lado salías a un patio.
Carlos corrió en dirección al patio.

Lo seguí, pero se me perdió de vista rapidamente.
Cruzando el patio, todo parecía un maldito laberinto, pues tenia muchas habitaciones y puertas interpuestas, no tardé en perderme.

Llegue a un lugar, que supuse era el baño, estaban varias regaderas unas junto a otras, de un par de tubos, colgaban unas cadenas oxidadas.

Comencé a llamar a gritos a Carlos, sin embargo, no recibí respuesta.

Mi sexto sentido se activo. Comencé a sentir un escalofrió muy intenso, sabia que algo malo estaba cerca.
Escuché algo que se arrastraba por el azulejo de la pared.

El Pacto Historia De Terror

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Sabia que iba a ver algo.
Se me reveló un espectro, era un hombre con una obesidad extrema, se arrastraba como un gusano por el baño, tenia los ojos en blanco, decía maldiciones y babeaba.

Saqué un crucifijo que cargo siempre conmigo, lo sostuve en mi mano derecha y comencé a rezar la magnífica, que es una oración muy poderosa, enseñada por mi abuela, el ente se arrastro hacia atrás lanzando un chillido, que me dejó aturdido.

Hasta la fecha no conozco una oración mas poderosa, sin embargo, nada me preparo para lo que estaba a punto de ver.
Apenas me reponía del aturdimiento, cuando entro Carlos, me dijo que me había estado buscando, que estábamos cerca de las habitaciones donde los encerraban.

Se veía muy nervioso, tanto, que las manos le temblaban y se tropezaba al caminar.

Le dije que el lugar estaba habitado por seres de oscuridad y que lo mejor era irnos de inmediato, el me respondió, que solo era cuestión de bajar a donde estaban las habitaciones, que estaba seguro encontrar la foto de su hija en donde la escondió.

Me llevó a través del laberinto de pasillos, hasta llegar a unas escaleras, Carlos me dijo que allí era donde dormían, me indicó que entrara, pero deje que el fuera primero, ya desconfiaba de el.

El lugar apestaba a encerrado y a ratón, noté de inmediato algunas veladoras encendidas, mucha basura en el piso, era obvio que alguien seguía habitando el lugar.

En el lugar había varias literas triples, con varios lazos amarrados, en el piso encontré algunos rosarios, Carlos movió una litera y enseguida, se puso a retirar un ladrillo del muro.

Allí fue cuando me di cuenta, que me estuvo mintiendo todo el tiempo, pues de su escondite, saco un cráneo de algún animal, con alfileres en los ojos y un símbolo tallado justo por encima de los ojos.

Apenas vi esto, le empecé a reclamar, el me pidió disculpas, después me dijo que se me hubiera dicho la verdad, no habría accedido a acompañarlo.

Le exigí que me contara la verdadera razón por la que nos encontrábamos en ese lugar.

Cuando Carlos iba a comenzar a hablar, se escuchó un quejido debajo de una de las literas.
Salio un hombre en muy mal estado, tenia la piel pegada a los huesos y estaba muy sucio, se puso en pie rapidamente y se dirigió contra mi, ni siquiera pude esquivarlo, cuando me encajo un pica hielos en un costado.

Carlos se me quedo mirando sin hacer nada por ayudarme, mi respuesta fue, soltarle un puñetazo en la cara al sujeto, fue tal el nivel de adrenalina en mi sangre, que de la fuerza, lo tumbe al piso.

No me quedé a ver si se levantaba, maldije a Carlos y corrí fuera de esa asquerosa habitación.

No se ni como le hice, pero logré salir de ese laberinto de habitaciones y pasillos.
Me ardía la herida, no me quería revisar, pues sabia que en cuanto viera el daño, el dolor se desencadenaría en mi cuerpo.

No tardó en alcanzarme Carlos, me gritaba que lo esperara, yo lo ignore y seguí caminando.
Iba llegando justo a la primera habitación, cuando Carlos me jaloneo la camisa, me giré en dirección hacia el, para exigirle que me dejara en paz, tenia una mirada horrible, parecía fuera de si, llevaba también un pica hielos.

Comenzó a decirme que no tenia otra opción, que era el o yo. Yo le advertí que si se me acercaba lo mataría a golpes.
En eso, apareció una mosca de un tamaño poco común y se interpuso entre ambos, el semblante de Carlos cambio, ahora se veía aterrado.

De un segundo a otro, un enjambre de moscas apareció.
Carlos gritaba como loco, decía una y otra vez, que me llevaran a mi en su lugar.
Sabía que era lo que ocurría, era una aparición demasiada tenebrosa, aquello tenia que ver con el mismísimo príncipe de las tinieblas.
Me encomendé a dios y salí huyendo del lugar.
Por fortuna aun había luz.

Fue tal mi adrenalina, que no pare, hasta llegar a la casa del hombre que nos invitó a comer ese mismo día.
Miró mis heridas y rápido me atendió, por fortuna no era tan profunda, aun así me hizo el favor de llevarme a un puesto de la cruz verde, para que me pusieran la vacuna contra el tétanos.


Me sentía muy mal. Incluso me comporte grosero con el conocido de Carlos, y es que, en ese momento estaba paranoico, no obstante, una vez que vi las buenas intenciones de esta persona, le agradecí y dejé mi numero, pues me quiso platicar algo referente a Carlos, pero no quise escucharlo en el momento, le di mi numero y le pedí que me llamara en la semana, pues pensaba darle algo de dinero en agradecimiento por haberme atendido.

Decidí irme de inmediato a mi casa, ni siquiera regresé a la casa que me prestó mi cliente.

A los seis días de lo ocurrido, enferme, fue muy extraño, me encontraba en mi despacho, no me sentía débil, ni congestionado de la nariz, simplemente de repente, se me elevó la temperatura tan intenso, que me hizo convulsionar.

Me llevaron de emergencias a un hospital.
Me practicaron estudios de la cabeza a los pies, me sacaron sangre, sin encontrar nada que me ocasionara esa fiebre repentina.

Estuve en observación un par de días y luego me mandaron a mi casa, estando en casa me sentí aun peor, una debilidad invadió mi cuerpo. Pase un par de noches delirando, siempre era lo mismo, el enjambre de moscas aparecía de la nada en mi habitación, escuchaba un chillido horrendo, momentos después, las moscas desaparecían dejando a la vista un cuerpo sin piel.

Reconocía quien era, por la sonrisa malévola, solo podía ser Carlos.
Mi esposa me estuvo atendiendo, ella no es creyente de temas paranormales, incluso hoy en día, duda de mi clarividencia, no obstante, en esa ocacion, viéndome tan mal y que nada me ayudara, fue a buscar a traer a mi abuela.

Mi abuela llego acompañada de un sacerdote que es amigo de la familia, entre los dos realizaron una especie de exorcismo.

Durante ese rito, yo caí en una especie de trance, realmente recuerdo poco de lo que ocurrió, pues estaba inconsciente, no sabría repetir las palabras que usaron, o como fue lo que hicieron, solo recuerdo sentirme muy pesado, ver todo negro y sentirme completamente vació.

Después de terminada la sesión, sentí mucha paz, sin embargo, la herida en mi costado, me duele cada vez, que siento alguna presencia extraña.

Lejos de ver este dolor, como algo negativo, lo siento como algo útil, sobre todo cuando me quiero alejar de los espíritus malignos.
Pasó el tiempo, ya no supe nada de Carlos y comenzaba a olvidarme de ese terrible acontecimiento, cuando recibí una llamada.

Era el hombre que me llevo a la cruz verde aquella ocasión, me preguntó por Carlos, que si no lo había vuelto a ver, le dije que no y que en verdad no sentía nada de ganas de encontrármelo.

Me contó que el tampoco lo volvió a ver, pero que meses antes de esa visita, había visto a Carlos una noche de Marzo junto a otra persona, practicando brujería debajo de un olmo junto a su finca.

El y varias personas, pensaban que Carlos tenia pacto con el diablo. no soporté escuchar esa palabras, yo sabia muy bien que era un hecho.
Le conté lo que atestigüé a este hombre en el teléfono, después el me dijo, que era muy posible, que Carlos quisiera entregarme en su lugar, y que esa casona al final de la brecha, perteneció a un extranjero, que casi nunca asistía, que el lo habría visto en escasas ocasiones, pero que era un hombre algo raro, vestía de manera extravagante y siempre iba acompañado de personas en situación de calle.


Antes de colgar, le ofrecí algo de dinero por haberme ayudado esa vez, sin embargo, no quiso aceptar nada.
No quiero ni imaginarme que blasfemias realizarían en esa finca.

Me quedan mis dudas acerca de la verdadera nacionalidad de ese hombre, quizás vendría del

mismísimo infierno, quien sabe, espero y no regrese jamas.
Hace pocos días, vi a Carlos rondando la plaza, estaba muy mal, tenia la mitad de la cabeza sumida, lo que le dejó mal en su habla y movimientos.

Les pregunte a sus parientes acerca de lo que le paso, pero nadie sabe decírmelo, hay muchas contradicciones.
Pienso que así quedo, una vez que el diablo le cobro su deuda, aunque no se, a ciencia cierta, que fue lo que pidió en ese pacto.
No quisiera saberlo, probablemente son cosas que te quitan el sueño.

Autor: Mauricio Farfan

Derechos Reservados.

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