El Nuevo Departamento 2023.

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El Nuevo Departamento 2023.

El Nuevo Departamento… Nunca tuve una gran relación madre e hija con mi mamá, cuando era niña, si me preguntaban por ella, podría darles una larga lista del como la detestaba, sin embargo, ahora que soy una adulta, si bien no la he logrado perdonar del todo, puedo comprender que mi madre, era víctima de sus adicciones.

Recuerdo cuanto adoraba que mi padre estuviera en casa, pues por lo general, él intentaba convencerme de que mamá solo estaba un poco cansada como para preparar la cena, limpiar la casa o jugar conmigo, así que él preparaba alguna sopa, pizza, o cualquier comida de microondas y ambos pasábamos el resto de la noche mirando caricaturas o jugando algún juego de mesa, siempre rezaba porque papá no volviera al trabajo al día siguiente, sin embargo, la vida no podía ser tan simple, por lo cual cada mañana, mi papá se iba de nuevo.

No recuerdo exactamente el día en el que todo eso acabó, aquel día me mandaron de vuelta a casa porque me dolía mucho el estómago, mamá estaba enojada conmigo por haber tenido que ir por mí y al llegar a casa, solamente entró a su cuarto, ignorando completamente mi malestar, después de un buen rato tratando de llamar su atención y no lograrlo, me puse a llorar, podía notar que mi llanto la estaba molestando más y más a cada minuto, pero eso no me importaba, estaba dispuesta a seguir con eso, hasta que me llevara al doctor o me diera medicina para apaciguar mis dolores estomacales.

De repente, tomó un cartón de leche de la nevera, lo sirvió en la licuadora, y después, sacó un sobre con algo verdoso de la bolsa de su pantalón, lo licuó junto con la leche, lo sirvió en un vaso para posteriormente dármelo y decirme que eso me ayudaría con el dolor, me resultó un poco extraño al principio, yo había visto claramente que eso no era medicina, sino leche de la nevera, sin embargo, solo tenía 10 años, y la leche había tomado un color diferente y tenía algunos trozos verdosos flotando en ella, eso sí podría ser medicina.

Como dije, no recuerdo mucho después de eso, no podía moverme, la cabeza me daba vueltas y me quedé recostada en el piso de la cocina, levantándome esporádicamente a vomitar en la tarja de la cocina y mirando todo el mundo en cámara lenta, a mi mamá ni siquiera le importó, de hecho, desde que me había tumbado en el piso por no tener la coordinación de ir a mi habitación, solamente salió de la cocina y no volvió a entrar en toda la tarde.

Papá volvió del trabajo y no hizo falta mucho para saber que era lo que me estaba pasando, aún seguía muy mal para recordar toda la pelea, pero, recuerdo que papá me tomó entre sus brazos y Pronto estábamos conduciendo hasta el hospital y después a casa de unos tíos, nos quedamos ahí una o dos semanas, con el trabajo de papá, le era difícil el buscar un lugar para los dos.

Hasta que una tarde me dijo que había encontrado un departamento, no tan grande como donde solíamos vivir con mamá, pero sí lo suficientemente grande para los dos, así que cuando el sábado llegó, ambos fuimos a verlo, el casero era un poco extraño, era muy amable, pero de ese tipo de amabilidad que se siente fingida.

El departamento no estaba mal, era acogedor, solo tenía dos habitaciones, una pequeña sala con un balcón aún más pequeño que daba al estacionamiento, una cocina, seguida de un pequeño espacio vacío en dónde el casero aseguró a mi papá que cabía una lavadora pequeña, parecía que había encontrado un buen sitio, hasta que el casero abrió la puerta del baño, no sé por qué, pero un fuerte escalofrío recorrió mi espalda.

El baño era todo de mármol blanco, estaba muy limpio, lo que talvez era un indicio de que lo había remodelado recientemente, no sabía el por qué, pero, simplemente no me gustaba, en especial la tina de baño, no sé, era algo que simplemente me producía rechazo, después de eso, subimos al techo, el casero nos dijo mientras sacaba un gran juego de llaves, que, si nos quedábamos, podíamos utilizar la jaula número cinco para guardar algunas cosas.

Sin embargo, ahí adentro ya había algunas cosas, nos sonrió con cierta vergüenza y se disculpó diciendo que le había pagado a alguien para que sacara todas esas cosas de los anteriores inquilinos, pero que, si nos quedábamos, podíamos sentirnos libres de tirar o quedarnos con lo que consideráramos de utilidad, papá le preguntó extrañado si los inquilinos anteriores no vendrían por sus cosas y él solo respondió que no, pero lo dijo de una manera tajante, como si no quisiera hablar al respecto.

Papá y el casero siguieron su conversación, caminando por el techo, diciéndole algunas cosas positivas del lugar, mientras tanto yo decidí entrar por un momento a la jaula, no había mucho de utilidad ahí, de hecho casi todo era basura, cosas como, pilas de revistas o periódicos o costales llenos de latas aplastadas, incluso algunos fierros oxidados, estaba a punto de salir de ahí, cuando algo llamó mi atención, una cajita de música, la abrí, la tapita tenía un espejo y la bailarina giraba al ritmo de la tonada del lago de los cisnes.

Sonreí con ligereza, talvez papá me dejaría conservarla, era muy bonita, cuando de repente, escuché una voz femenina adulta, que me decía agresivamente “deja eso ahí”, al mismo tiempo que podía verla con el espejo justo detrás de mí, usaba una camisa de un vibrante rojo carmesí y su cabello parecía estar mojado, al igual que ella.

Di un salto de sorpresa por eso, no había visto a nadie más que al casero y mi padre en el techo, sin embargo, cuando me di media vuelta, no había nadie ahí, era como si simplemente se la hubiera tragado la tierra, voltee para todos lados, no era posible que se hubiera ido tan rápido, unos segundos antes de voltear, aún la había visto por el espejo, asustada corrí aún lado de mi papá, lo abrazaba con fuerza mientras trataba de explicarle lo que me acababa de ocurrir.

Sin embargo, el casero sonrió con cierta incomodidad y dijo que no era nada importante, que los vecinos eran muy bromistas y seguro una me había intentado jugar una inocente broma de bienvenida, a mi papá le resultó gracioso, me dijo que seguramente se había ocultado por ahí y por eso no la había visto irse, y mientras más lo pensaba, terminé concordando con él.

Papá tenía un sentido del humor muy asido, desde pequeña, él solía ocultarse en diferentes partes de nuestro hogar para saltar de la nada y asustarme, una vez que entró un ratón y él lo mató con una escoba, me dijo que era el ratón de los dientes y ya no me volverían a traer dinero, y creo que con los 10 años que había pasado con él, ese humor agrio se me había comenzado a pegar, pues entre más lo reflexionaba, más graciosa me resultaba aquella broma.

Todo parecía estar en orden, por lo cual, mi papá firmó el contrato y tan solo al día siguiente de eso, ya nos estábamos mudando, papá me dejó escoger cuál de las dos habitaciones quería, aunque a decir verdad, las dos eran casi iguales, por lo cual, escogí una al azar y comencé a desempacar, tenía un extraño sentimiento, pues una parte de mí, estaba muy feliz por ahora solo vivir con papá y empezar de nuevo solo nosotros dos.

Sin embargo, la otra seguía sintiendo que ese departamento no era un buen lugar para quedarnos, aunque traté de achacarlo a que era un lugar nuevo y mi abuelo siempre decía que todas las cosas nuevas se sentían raras al inicio, pero al pasar el tiempo, te acostumbrabas a ellas.

Creo que fue cerca de la una o quizás dos de la mañana de nuestra primera noche ahí, una tonada suave se escuchó por cada rincón del departamento, aquella tonada del lago de los cisnes de nuevo no era lo suficientemente fuerte como para incomodar, pero era muy extraño que alguien estuviera escuchando eso, me levanté de la cama y fui a la sala, mi papá estaba mirando la televisión, él tampoco podía dormir.

Cuando notó mi presencia, me sonrió y me hizo señas para que me sentara a un lado de él en el sofá, le pregunté de dónde venía aquella tonada, y él me dijo que no lo sabía, pero por lo cerca que se escuchaba, lo más probable era que fueran los vecinos de abajo, me preguntó si me molestaba, y yo le respondí que no, como dije antes, era extraño, pero no un problema, por lo cual decidimos dejarlo pasar, aun cuando esa situación, ocurría todos los días a la misma hora.

Creo que al inicio, eran cosas pequeñas, ya saben, ruiditos aquí y haya, que fácilmente era achacados a los vecinos, durante los primeros meses, después de la escuela, me iban a dejar a una guardería, sin embargo, cuando cumplí los 11 años, le dije a mi papá que eso era para bebés, y le supliqué que me diera un juego de llaves y me dejara esperarlo en el departamento hasta que volviera, él al principio lo dudó, creía que era demasiado pequeña como para tomar un autobús y volver a casa por mi cuenta.

Pero después de mil súplicas de mi parte, ver cuánto dinero ahorraría con eso y después de haberle preguntado a los vecinos de abajo, los cuales tenían una hija llamada Laura que también debían dejar sola en casa por algunas horas, si podría subir a hacerme compañía, finalmente accedió.

Yo estaba muy emocionada por esto, incluso por la chica que vendría después de clases a mi casa, pues entre la mudanza y guardería, no había tenido la oportunidad de hablar con ninguno de los niños del edificio, además sabía que nos llevaríamos bien, pensaba que su cuarto estaba abajo del mío, pues algunas noches escuchaba como golpeteaba su techo, o sea mi piso, con una pelota o algo así, una que otra vez me había tirado al piso y le había devuelto los golpeteos, creando una descoordinada melodía.

Y mis expectativas, vaya que fueron acertadas, era demasiado agradable, y muy divertida, a ella la dejaron sola en casa desde muy pequeña, por lo cual, era mucho más autosuficiente que yo, sabía preparar algunas comidas básicas y muchas cosas sobre seguridad que amablemente, se ofreció a enseñarme, así que desde ese día, ambas nos volvimos amigas muy cercanas, algunas veces ella iba a mi departamento o yo bajaba al suyo, algunas veces quería preguntarle sobre la pista del lago de los cisnes o los golpeteos que le daba a mi piso, pero el tema solo no se prestaba para hacerle esas preguntas.

Sin embargo, no todo puede quedarse tan perfecto siempre, una tarde me encontraba sola en el departamento, mi amiga Laura, me había dicho el día anterior que no podría venir a verme, pues con toda su familia se irían a visitar a su abuela y no volverían hasta el domingo por la madrugada, no me agradaba la idea de no verla tantos días, pero era algo que estaba totalmente fuera de mi control.

Estuve mirando la televisión por un rato, pero la verdad, para ese punto, Laura y yo éramos tan unidas, que todas las series que quería ver, ya las estaba viendo con ella y adelantar capítulos, no me parecía correcto, algo similar ocurrió cuando intenté conectar la consola, pensaba que sería mucho más divertido si Laura estuviera ahí, por lo cual apagué todo y me fui a mi cuarto, supuse que podría darme una larga ducha en la tina y después podría calentar la comida en el microondas y hacer mi tarea.

Puse a llenar la tina mientras buscaba mis cosas, estaba en eso, cuando escuché pasos mojados, era como si alguien saliera de la tina y caminara por el piso con los pies empapados, esto fue solo por algunos segundos, me asomé al pasillo, pero no vi nada, caminé con precaución al baño, no me imaginaba un fantasma, más bien, una rata que se había caído a la tina y ahora vagaba por el departamento.

El Nuevo Departamento

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No había rastro de agua por el pasillo, por lo que, si era lo que yo creía, debía seguir en el baño, sin pensarlo mucho cerré la puerta del baño de un portazo, podría mantenerla ahí, después de todo únicamente faltaba cerca de una hora para que mi papá llegara y se hiciera cargo, o talvez podría decirle al conserje del edificio, pero papá me había dicho que no metiera a nadie que no fuera Laura al departamento.

Por lo que me quedé sentada, sin saber muy bien que hacer, miré por la rendija de la puerta, pero no vi absolutamente nada, si era una rata, era muy silenciosa, no se escuchaba nada dentro del baño, salvo, el sonido de la tina llenándose, y eso me hizo suponer que pronto, la tina llegaría a su límite y el baño comenzaría a inundarse, por lo que decidí abrir la puerta, para al menos intentar cerrar la llave de la tina con el palo de la escoba.

Sin embargo, mientras más lo intentaba, más me daba cuenta de que no había nada ahí, para cerciorarme, moví y pique cada cosa en dónde creía que podría ocultarse una rata, pero, solo lo confirmé, en el baño no había nada, ni siquiera había agua en el piso, probablemente había escuchado mal, por lo cual, sintiéndome un poco tonta volví a mi cuarto por mi ropa y seguí con mi plan.

Puse un poco de música en mi teléfono y entré a la bañera, pensaba en lo que había pasado, me resultaba muy difícil considerar que lo había imaginado, el sonido había sido tan claro, pero la única explicación lógica era esa, después de unos minutos decidí dejar de darle vueltas al asunto y solamente relajarme, la tarea siempre me salía mejor si estaba relajada, supongo que debí relajarme demasiado, pues sin darme cuenta, me quedé dormida en la tina.

Pasos por el departamento me comenzaron a despertar, aún estaba demasiado adormilada, como para tomarles importancia, cuando vi una silueta parada en la puerta del baño, al principio no me alarmé, pues consideré que había dormido tanto, que mi papá había llegado del trabajo, pero mi lado racional, me dijo que eso no era posible, para empezar, mi papá hubiera tocado antes de atreverse a entrar, y esa silueta era de una mujer.

No tuve tiempo de reaccionar del todo, lo último que alcancé a escuchar, fue aquella tonada del lago de los cisnes, pues dos huesudas manos me sujetaron por el cuello y me hundieron en la bañera, desde luego que comencé a forcejear, trataba desesperadamente de quitarme esas heladas manos de encima, pero no tenía mucho éxito, sentía como mi cuerpo estaba perdiendo toda su fuerza, y estaba comenzando a entrar en la inconsciencia.

Cuando de repente, fui jalada de uno de mis brazos hacia la superficie, era mi papá, se veía asustado y molesto, él creía que estaba a punto de ahogarme en la bañera por haberme quedado dormida, me dijo que no volviera a hacer algo así, que, si él no hubiese llegado a tiempo, esa historia pudo haber terminado diferente.

No supe como contarle, no había nadie más en el departamento, talvez si lo había soñado, las muertes en bañeras son más comunes de lo que muchas personas piensan, después de tranquilizarme un poco, papá y yo comimos juntos, él estaba aún molesto, supongo que esa es la manera que tiene un padre de decirte que en serio se preocupa por ti y no quiere que mueras, trate de animarlo, preguntándole si podríamos ver una película juntos como cuando era pequeña, él accedió, sabía que estaba creciendo y poco a poco reclamaba mi independencia, así que aprovechaba los pocos momentos en los que aún podía ser su pequeña.

Cuando la película terminó, vimos una más, no había trabajo o clases al día siguiente, por lo cual daba igual a qué hora decidiéramos ir a dormir, nos dio la una de la mañana ahí, cuando de repente, escuchamos aquella tonada del lago de los cisnes, ambos nos miramos, siempre habíamos supuesto que esa tonada provenía del departamento de Laura, pero ahora era imposible, ellos no estaban en casa y por lo que sabíamos el departamento de arriba estaba siendo remodelado, por lo que no vivía nadie ahí, por el momento.

Papá me dijo que talvez venía del edificio de a lado, y aunque se veía que ni siquiera él podía pensar eso, pues la tonada se escuchaba en serio cerca, se podría decir que de nuestro mismo departamento, aun así se mantuvo firme con su hipótesis, de que lo mejor era que nos fuéramos a dormir ya, por lo que lo obedecí y me fui a mi habitación, estaba a punto de quedarme dormida hasta que escuché el golpeteo en mi piso, al inicio, aún un poco adormilada, sonreí, pues pensaba que se trataba de Laura y el extraño juego que teníamos.

Pero de inmediato, mi subconsciente me dijo que no podía ser Laura y mis ojos se abrieron por completo por el miedo, si nunca había sido Laura, entonces quién o qué, había estado haciendo eso todas las noches desde que me mudé, me cubrí por completo la cara con mis cobijas, creo que incluso recé, lo de la bañera ya había sido lo suficientemente aterrador, pero darme cuenta de que nunca estuve jugando con Laura, eso sí me helaba la sangre.

No sé en qué momento, pero el ruido se detuvo y yo me quedé dormida poco después, no recuerdo exactamente qué estaba soñando esa noche, pero sí sé que, en mis sueños, esa tonada del lago de los cisnes se escuchaba cada vez más y más fuerte, hasta que de repente algo me despertó, una mano cubriendo mi nariz y mi boca, mientras que, con la otra, apretaba fuertemente mi cuello, no era la mujer con las manos frías y la ropa mojada de la bañera, quien me estaba haciendo eso, era mi papá.

La tenue luz de mi lámpara de noche, que había encendido por el miedo de algunas horas atrás, me dejaba verlo, él, no parecía él, sus ojos no eran marrones, eran completamente grises, como si hubiera humo dentro de ellos y con una voz femenina, me repetía constantemente mientras me estrangulaba “tú deberías estar muerta”.

No sé bien si fue, por las muchas patadas que le di tratando de quitármelo de encima o quizás el amor que sentía hacía mí, pero se detuvo, yo estaba arrinconada en una esquina de mi cama, tratando de jalar aire y repitiéndole que no se me acercara, todo esto con la tonada del lago de los cisnes de fondo, sin darnos cuenta, ahora se escuchaba mucho más fuerte, papá parecía muy desorientado, se miraba las manos, incrédulo de que él me pudiera haber hecho daño.

Me dijo que no sabía lo que le había pasado, llevaba varias noches soñando con ese tipo de cosas y con una voz de mujer que le decía que yo debería de morir para que él pudiera cumplir sus metas, y era como si alguien más lo moviera por dentro.

A la mañana siguiente, papá y yo nos fuimos a la casa de mis tíos de nuevo, papá decía que mientras más alejado estuviera del departamento, esos pensamientos parecían disiparse, por lo que necesitaba un pequeño respiro, pasamos el fin de semana ahí antes de volver el domingo por la noche, justo cuando entramos al edificio, Laura y su familia también estaban llegando, no sé si fue por la cercanía que habían comenzado a tener porque sus hijas eran amigas, pero papá les preguntó sobre aquella música, los padres de mi amiga se quedaron viendo antes de invitarnos a pasar a su departamento.

Empezaron diciéndonos que en serio les sorprendía, cuánto habíamos durado viviendo ahí, pues ellos estaban ahí cuando pasó algo horrible, que la mayoría de los inquilinos simplemente trataban de fingir que nunca ocurrió, fue antes de que Laura naciera, una mujer con sus tres hijos, dos gemelos de apenas 1 o 2 años de edad, y una niña de unos 10 u 11 años, llegaron al edificio, la mujer era o más bien, había sido una bailarina de ballet más o menos buena, pero quedó embarazada de su hija, siendo forzada así a abandonar sus sueños.

Los trataba muy mal, constantemente los llamaba basuras y siempre les decía que habían arruinado su vida, y casi a toda hora de la tarde podían escuchar esa tonada del lago de los cisnes, sin embargo, de noche, el departamento quedaba en total silencio, pero una noche en particular, aquella tonada se escuchó desde la una de la mañana y no se detuvo en más de una semana.

Semana en la que nadie veía movimiento o que cualquier integrante de la familia saliera del departamento, pronto, los vecinos comenzaron a quejarse por el horrible olor del departamento, cuando entraron, la tonada aún se reproducía y el conserje vio con horror, los cuerpecitos morados e hinchados de los gemelos en la bañera, la niña estaba acostada en su cama, la había asfixiado con una almohada y después ella se había colgado en su habitación.

Después de eso, todos los días a la una de la mañana, se escuchaba esa tonada y no se detenía hasta que los primeros rayos de luz salían, a la mayoría del edificio le gustaba creer que no se trataba más que de un vecino, con un sentido del humor más negro que la noche, pero en el fondo, los inquilinos más antiguos, sabían la verdad.

Papá no lo pensó mucho, solo entramos de nuevo para empacar nuestras cosas y nos fuimos de ahí para nunca más volver, siempre he pensado que esa mujer, de alguna manera, creía que yo era su hija y por eso quería matarme, llegando al punto de poseer a mi propio padre para conseguirlo, por suerte después de que nos fuimos, jamás volví a vivir algo como eso.

Autor: Liza Hernández.

Derechos Reservados.

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