Pequeñas Criaturas, Historia De Terror 2023.

Pequenas-Criaturas-Historia-De-Terror

Pequeñas Criaturas, Historia De Terror 2023.

Pequeñas Criaturas, Historia De Terror… Soy técnico de mantenimiento en bombas de gasolina. Suelo viajar con una cuadrilla en camioneta por toda la república.

Algunas veces nos ha tocado cruzar por estados algo difíciles, como Michoacán, donde solo podemos circular a ciertas horas del día.

Con el tiempo he ido adquiriendo algo de experiencia, por lo que ahora me muevo de manera independiente, a veces contrato a uno o dos trabajadores, pero ahora los trabajos los consigo yo.

Se dio el caso de que me contrataron para atender una gasolinera en Saltillo Coahuila. Era un viaje muy largo, vivo en Jalisco, el trabajo era sencillo, cosa por la que decidí viajar solo.

Por aquel entonces recién había comprado una camioneta pickup de doble cabina, antes de partir, la dejé a checar muy bien en un taller de mecánica automotriz, no quería quedarme en medio de la carretera a Saltillo, donde cruza mucho tramo de desierto.

Pues así comenzó mi travesía, varias horas en carretera, me pare un par de veces en distintas gasolineras para checar que la camioneta estuviera bien, soy un poco obsesivo en cuanto al funcionamiento de las máquinas, siempre mantengo cierto nivel de ansiedad y pienso que en cualquier momento puede fallar cualquier cosa.

Parecería broma, pero justo en Coahuila, la camioneta se iba apagando y para hacer más trágico el escenario, se soltó una tormenta con tanta fuerza, que los limpiaparabrisas no se daban abasto para hacerme clara la vista al conducir.

Vi una estación de servicio abandonada, sin pensarlo dos veces di la vuelta y me metí debajo de un cobertizo.

Me bajé y abrí el cofre de la camioneta, esta soltó todo el aceite y el líquido refrigerante.

Maldije y le tiré una patada a la defensa delantera.
Aún faltaba mucho camino por recorrer, así que intenté tranquilizarme, a fin de cuentas, haciendo berrinche no llegaría a nada.

Revisé el motor y me di cuenta de que no lograría hacerlo funcionar, necesitaba ciertas piezas y el poblado más cercano aún estaba varios kilómetros por delante.

La lluvia tormenta seguía cayendo enfurecida. Saque mi teléfono, en aquel entonces no había la tecnología que hay hoy en día, así que lo único que se me ocurrió, fue marcar a la gasolinera a donde me dirigía, desgraciadamente el teléfono no agarraba nada de señal en aquel lado del mundo.

Saqué un cigarro de la camioneta y me puse a fumar para intentar calmarme los nervios.

Noté que los rótulos en los muros de la gasolinera no estaban terminados, algunos aun tenían marcadas las líneas sobre las que se pintan, aun así, el lugar se veía muy abandonado.

Tomé la lámpara con la que iluminé el motor y me puse a ver alrededor, al parecer el lugar jamás se terminó, de hecho, en la zona de bombas, solo estaban los fosos donde son empotradas las máquinas, noté que también estaba un local justo a un lado, no tenía ningún anuncio, pero supuse que estaba destinado a ser un oxxo o alguna otra tienda de servicio exprés.

Aminoró la lluvia, el sonido ensordecedor ahora fue suplantado por un pequeño goteo. Revisé mi reloj, eran cerca de las dos de la madrugada. Decidí acercarme a la carretera a ver si acaso pasaba algún auto o camión que me llevara al poblado más cercano, para buscar mecánico y traerlo a que echar a andar la camioneta.

Estuve junto a la carretera unos cuarenta y cinco minutos, viendo como los camiones pasaban tan rápido que ni siquiera se fijaban en mí.

En eso la lluvia volvió a arreciar y tuve que volver a resguárdarme.
Esta vez entre en el local.

Una vez dentro, miré muchos estantes vacíos, algunos tirados y otros aun a la espera de que se le colocaran productos, también vi un refrigerador con los vidrios rotos.

Me senté sobre uno de los bancos frente al cristal de la entrada.

Se ocurrió iluminar hacia afuera del cristal, en dirección a los fosos de las bombas, en ese momento vi como varias sombras salieron en dirección a uno de los cobertizos, no veía muy claro debido a la lluvia, pero parecían las sombras de unos niños.

Quedé muy extrañado. No era posible que alguien viviera en ese lugar desértico, mucho menos en esa gasolinera en medio de la nada. Como fuera, solo me importaba que no se fueran a meter al cobertizo donde estaba la camioneta.

Me fumé casi media cajetilla de cigarros mirando la lluvia caer, no pensaba en nada, solo veía. De repente, comencé a escuchar algunos objetos cayendo de los estantes. Rápidamente iluminé en dirección de donde venia el escándalo.

Vi por unos segundos a un hombrecillo pálido como estatua, no le alcance a ver el rostro, pues de inmediato se echó a correr soltando un sonido horrible, del susto se me cayó el cigarro de la boca directamente a mi pierna, quemándome la pierna.

Me salí del local y corrí hacia el cobertizo, apenas llegué me encerré en la camioneta. Intentaba comprender lo que acababa de ver, no tenía explicación lógica, salvo que hubiera alucinado por llevar varias horas sin descansar.

Pequeñas Criaturas, Historia De Terror

Pequenas-Criaturas-Historia-De-Terror
Pequenas-Criaturas-Historia-De-Terror

También pensaba que la única manera de salir de allí era esperar a que amaneciera y con algo de suerte alguien se apiadaría de mí y me llevara al siguiente pueblo.

Pensaba en ello, cuando sentí como si alguien brincara en la caja de la camioneta.

Inmediatamente iluminé en dirección a la caja. Allí estaba tres horribles hombrecillos, saltaban y tiraban mi herramienta.

Mi mente no pudo con el impacto que le causó aquella visión y terminé desmayado.

Cuando recuperé la conciencia, de manera inmediata iluminé en dirección a la caja. Los hombrecillos habían desaparecido, pero toda la herramienta estaba revuelta en el piso. Eran cerca de las cuatro de la madrugada, al fin había dejado de llover.

Me salí de la cabina y me puse a recoger la herramienta, revisando que no me hiciera falta nada, entonces sentí un ardor en mi brazo derecho. Me fijé y me di cuenta de que presentaba varios rasguños algo profundos.

Fue curioso, antes de darme cuenta no me dolía tanto, ero una vez que vi que era lo que traía, sentí un dolor intenso.

Metí la herramienta dentro de la cabina. Me sentía harto, quería irme de allí de una buena vez.

Debajo de la camioneta encontré una figurita hecha de yeso, era extraña, tenía clavos tanto en las manos, como en los pies y los ojos, se me hizo horrible. Arrojé la figurilla contra la pared y esta se rompió en varios pedazos.

Para este punto, creía que todo lo que había visto era real y no una alucinación, en esa gasolinera se escondía algo muy malo e inexplicable.

Escuché unos pasos en los charcos afuera del cobertizo, intenté iluminar con mi lámpara, pero está ya estaba parpadeando y terminó por apagarse.

Sentí un miedo tan profundo, como jamás lo tuve en mi vida, estar dentro de un cobertizo, en una carretera en medio del desierto, en completa oscuridad, después de haber visto unos seres a los que mi mente no podían encontrarle explicación alguna.

No contaba con opción alguna para salir corriendo, no hasta que amaneciera, solo así habría más probabilidad de que alguien me viera y se parara.

Cerré muy bien la camioneta e inmediatamente me puse a rezar. Después de diez minutos, escuché como si alguien arrastrara los pies, enseguida arañazos en los vidrios de la camioneta.

Recé y recé como un intento por bloquear mi mente a lo que estaba ocurriendo, intenté ignorar los sonidos, también mantuve la vista fija en un rosario que tenía colgado en el retrovisor.

Agradecí que las baterías de la lámpara se hubieran agotado, pues fuese lo que fuese que estuviera allí afuera, no era ni animal ni humano y profería unos sonidos horrendos, no sabría como describirlo, era como si algún animal hubiera aprendido hablar en un idioma desconocido para el ser humano.

O perdí la percepción del tiempo o me habré quedado dormido, lo único que recuerdo, fue ver la luz del día entrando por el cobertizo.
Ya no se escuchaban las voces aterradoras.

Tomé el rosario entre mis manos y salí de la camioneta.
Las puertas mostraban algunos rasguños apenas visibles.

Salí corriendo hacia la carretera y esperé un rato. Pasaron horas sin que lograra ver un tráiler o camión. Comencé a desesperarme de nuevo, cuando vi un camión de turismo en el horizonte.

Casi casi me le paro enfrente para hacer que se detuviera.

El chofer muy amable accedió a llevarme al siguiente poblado, aunque me dijo que a unos cuantos kilómetros se encontraba otra estación de servicio, allí contaban con servicios mecánicos y de grúas aparte de contar con teléfono público.

Me bajé en la estación de servicio y llamé a la empresa que me contrató, ellos enviaron una grúa a recoger la camioneta. Aunque no quería regresar a la gasolinera abandonada, tuve que hacerlo por petición del chofer.

Le conté mi historia cuando veníamos de regreso, el entre risas me dijo que no sabía que en esa parte del estado asustaran, pues por lo regular las historias de miedo, ocurren donde hay más personas y casi siempre tratan de fantasmas, lo que yo vi, según él, parecían duendes.

Cuando al fin llegué al lugar donde trabajaría, hice amistad con dos muchachas que despachaban gasolina. Solían invitarme a desayunar.

Una mañana que desayunábamos, el café me soltó la lengua y les conté mi aventura en esa gasolinera abandonada.

Ellas se quedaron calladas durante un par de minutos, comencé a sentirme avergonzado, estaba seguro de lo que viví esa noche, aunque sonara demasiado increíble. Aun así, sentí miedo de que me tomaran por loco.

Afortunadamente no fue el caso, una de ellas me comenzó a platicar, que esa gasolinera era del mismo dueño para el que trabajaban, que nunca la terminaron de equipar, pues los trabajadores que contrataban de la noche a la mañana renunciaban, aparte de que la maquinaria empleada en la edificación fallaba, hubo varios accidentes en los que dos personas casi pierden la vida.

Al final el dueño prefirió construir la gasolinera donde nos encontrábamos, tuvo pérdidas, pero toda la obra estuvo maldita.

La otra chica, me dijo que ella anduvo con uno de los empleados de construcción del lugar, él le contó que el sitio estaba habitado por algo maligno, que no sabía exactamente si eran duendes u otro tipo de criatura, pero que eran muy agresivos y eran los que ocasionaron todos los accidentes.

Me sentí aliviado de no ser el único que vio cosas raras en aquel desolado lugar, al menos sabía que no estaba loco.
Terminé el trabajo sin contratiempos, vendí la camioneta y regresé en autobús.

Sin duda, hasta ahora está ha sido la anécdota mas aterradora que he vivido.

Autor: Mauricio Farfan.

Derechos Reservados.

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror