Otra Vez En El Infierno Historia De Terror 2023

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Otra Vez En El Infierno Historia De Terror 2023

Otra Vez En El Infierno, historia de terror… Mi nombre es Andrea, actualmente tengo 32 años y cuando sucedió lo que les voy a contar tenía 22, en ese entonces estaba a punto de salir de la carrera de enfermería y estaba muy emocionada por ver donde podía hacer mis prácticas profesionales. Mi madre me ayudó a buscar en los hospitales de la ciudad, dejé mi solicitud en varios y esperé que me llamaran.

La verdad había sido una buena estudiante, llevaba el mejor promedio de mi clase, además tenía varios cursos en esa área, había trabajado y amaba mi profesión, así que fue fácil que me llamaran.

Después de unos días, me contactaron de varios hospitales y farmacias de la ciudad, pero el que más me emocionó fue el del que decían era el mejor.

El centro de salud “Sagrado corazón”, es el hospital más famoso de mi estado. En ese entonces llevaba más de 40 años funcionando y mi papá quien era amante del terror decía que había escuchado que ahí se esconden espíritus de muchos de los pacientes que lamentablemente fallecieron en dolorosas y tristes situaciones.

Por ser el más grande y prestigioso, muchos jóvenes egresados en el área de la salud e incluso profesionales con muchos años de experiencia han buscado pertenecer a este lugar y yo me sentía soñada al saber que me habían considerado, pero esa sensación no duro mucho, pues me enteré que también habían llamado a una de mis compañeras de la carrera.

Me decepcioné, porque sinceramente Julia era la más floja de mi salón, no hacía tareas y se volaba las clases.

Una de mis amigas me contó que Julia era sobrina de uno de los doctores de esa clínica y que por eso le habían dado preferencia, lo cual me molestó demasiado, ya que muchos nos esforzamos por llegar hasta ahí y ella solo con una palanca lo logró.

Comenzamos las prácticas un día lunes, del mes de enero, en el turno nocturno y en mi rostro se podía ver la alegría de poder trabajar ahí, aunque sea por unos meses.

Julia me saludó al verme y comenzó a hacerme la plática, me dijo que se alegraba de no estar ahí sola y le dije que yo igual, aunque en el fondo sabía que era algo injusto.

Algo bueno fue que a mí me pusieron a trabajar con las demás enfermeras de piso, en quirófano, estar con ellas y auxiliarlas en lo que necesitaran y el único deber de Julia era supervisar y aprender de las enfermeras locales solo lo básico.

La primera noche que estuvimos ahí sucedieron muchas cosas que hicieron que ya no me dieran ganas de volver a la siguiente, a pesar de que era algo muy importante para mí estar ahí.

Nos dieron un recorrido por el hospital y nos presentaron a las otras enfermeras y a un doctor llamado Jorge, que era el único que trabajaba esa noche.

Fuimos a checar a los pacientes, después tomamos café y platicamos un rato con algunas enfermeras, quienes nos dijeron que les gustaba mucho trabajar ahí, pero que a veces les daba miedo, pues sucedían cosas muy raras.

Esto pareció no importarle mucho a Julia, pero a mí sí, porque a mi padre le gustaban mucho ese tipo de historias y justamente me había contado varias sobre ese hospital un par de noches antes.

Les pedí que me contaran más y Lupita, una de las enfermeras relato que hace algunos años estaba a cargo de dos pacientes en medicina interna; una señora mayor y un joven que había sufrido un accidente. Era de noche y fue a revisar que estuvieran estables, anotó todos sus signos y cuando todo estaba bien se fue a dormir a una cama vacía de esa área, pues llevaba más de 24 horas de guardia y estaba muy cansada,

Estaba profundamente dormida cuando un olor asqueroso la despertó, un olor que casi la hacía vomitar. Tapó su nariz con la mano y cuando se reincorporó vio una sombra en la ventana que daba hacía afuera, era la sombra de un hombre muy alto vestido de traje y un sombrero muy grande, quien estaba entrando al cuarto del joven accidentado.

La enfermera pensó que quizá era un familiar o el doctor que había ido a dar una visita nocturna, pero quiso cerciorarse y salió hacia allá.

Cuando llegó al cuarto de aquel chico todo estaba mal. El paciente estaba teniendo convulsiones y era como si le hubieran arrancado el respirador. Enseguida llamó a las demás enfermeras e hicieron todo lo posible para salvarlo, pero fue inútil. El joven murió luego de unos minutos.

Ella cuenta que preguntó a los guardias quien había entrado en esa hora, pero ellos dijeron que nadie, pues ni siquiera tenían permitido dejar pasar visitas por la noche, pero la enfermera estaba segura de haber visto esa sombra y pidió ver las cámaras. No querían dejar que las viera, por políticas de seguridad, pero después de insistir y contar lo que había pasado se las mostraron y se dio cuenta que era cierto, que nadie había entrado al cuarto del joven esa noche.

Dice que está segura de que esa enorme figura era la muerte, quien había ido por la vida de aquel joven.

Cuando terminó su relato, me quedé helada, pues era algo bastante aterrador y  pedí en mi interior que nunca me pasara nada así.

Luego Claudia, otra enfermera nos contó que una noche tuvo que subir por unas cosas al último piso, donde se encuentra la bodega y que al final del pasillo vio algo moverse, pero por la luz tenue no estaba segura de lo que era. Poco a poco se fue acercando y se dio cuenta de que era una niña pequeña jugando con una muñeca, lo cual le extrañó bastante, pues en esa ocasión en el hospital no había niños y no era posible que la niña estuviera sola sin supervisión.

De repente las luces comenzaron a parpadear y la enfermera comenzó a sentir mucho frío y un miedo irracional.

Comenzó a caminar hacia atrás lentamente y la niña se levantó y le mostró su sonrisa, la cual no parecía de una inocente niña, sino de algo malvado.

La enfermera bajo rápidamente las escaleras y al llegar al primer piso le contó al doctor en turno lo que había pasado y él le dijo que varias enfermeras le habían dicho que habían visto a una niña con las mismas características en diferentes áreas del hospital.

La verdad a mí me empezó a dar mucho miedo, pero no dije nada y después de ese momento de descanso todos estuvimos ocupados un rato en una cirugía y dejamos a Julia sola en la oficina del último piso. Cuando terminó la operación e íbamos caminando por el pasillo todo estaba muy tranquilo, hasta que de repente el silencio fue roto por alguien que parecía estarse quejando, como si estuviera teniendo un dolor muy fuerte.

Inmediatamente vimos a Julia salir de la oficina y dirigirse a la habitación que estaba al final del pasillo, de donde venía ese terrible sonido.

Apenas estaba girando la perilla cuando una de las enfermeras que iba en el pasillo con nosotros

Corrió hacia donde estaba Julia, la agarró de la muñeca impidiendo que abriera la puerta.

Le dijo a la chica que nadie podía pasar esa habitación, que ahí a veces se escuchaban los quejidos de un hombre y cuando alguien entraba en realidad no había nadie.

Vi en Julia una expresión de duda y asombro, pues no entendía bien que había pasado y yo tampoco.

Nos miramos mutuamente con confusión y las demás enfermeras asintieron con la cabeza y después siguieron caminando hacía la bodega para guardar las cosas, pero yo me acerque a Julia y le dije que eso había sido muy raro y ella me dijo que sí, que llevaba rato escuchando cosas extrañas mientras revisaba unos papeles en la oficina.

Me contó que había escuchado pasos yendo hacia donde ella estaba y que también alguien había dicho su nombre varias veces como si la llamaran.

Recordé que mi padre me había dicho que cuando eso pasa no debemos contestar a ese llamado, ya que son demonios y si les contestas les das la invitación a entrar en este mundo.

Mientras me contaba volvimos a escuchar esos sonidos, eran desgarradores, como si alguien se estuviera muriendo.

Y enseguida una voz gutural provino del mismo cuarto y después los gritos de dolor de lo que parecían millones de personas, como si del mismo infierno se tratára.

Julia y yo nos vimos con asombro y miedo.

Le dije que debíamos ver el historial de esa habitación para saber quién había sido el último paciente, ya que parecía que ese cuarto llevaba sin ser usado mucho tiempo.

Ella sintió con un gesto de complicidad y sigilosamente fuimos a la oficina, donde estaban los expedientes. Julia entró a buscar y yo me quedé afuera vigilando que nadie nos viera. No podía creer que en mi primer día de trabajo estuviera viviendo algo así.

Después de 5 minutos más o menos mi compañera salió con los papeles del último paciente de ese cuarto. Fuimos hacía la bodega para que nadie nos viera y abrimos el sobre.

El paciente se llamaba Nicolás Hernández y había nacido en el año 71, no tenía ninguna dirección y por lo que decía ahí llevaba más de 1 año en el hospital.

Estaba diagnosticado con una enfermedad mental, algo que se me hizo raro, ya que ese tipo de pacientes normalmente están en un centro de salud mental.

Los síntomas que presentó cuando llegó fueron hipotermia, daño en el sistema nervioso central y por extraño que parezca también llegó con quemaduras de segundo y tercer grado.

Mi compañera y yo estábamos confundidas y seguimos leyendo, pero una de las enfermeras, nos sorprendió con el expediente y nos preguntó porque lo teníamos. Le dijimos que era simple curiosidad, pero que enseguida lo devolveríamos.

Ella nos dijo que estaba bien, que no le iba a decir a nadie y que entendía lo que estaban sintiendo, porque cuando ella había llegado ahí la primera vez se sentía igual y que no estaba segura si esa sensación se había ido, pues todas las noches iba a trabajar con miedo.

Así que nos contó que pasaba realmente. Dijo que una de las enfermeras que llevaba mucho trabajando ahí, le platico que unos 15 años antes por la noche los paramédicos habían llegado con el paciente visiblemente grave, ya que unas personas habían reportado verlo tirado en la calle lleno de quemaduras, completamente desnudo.

El hombre estaba muy mal, pero más en el aspecto psicológico, pues cuando reaccionó, comenzó a lanzar todo lo que tenía alrededor y a gritar con diferentes voces muy gruesas. Lloraba y gritaba que no quería volver al infierno, que se estaba quemando y que por favor no lo dejaran solo, pero unos minutos después unos sonidos espantosos salían de su boca, como si fuera de otro mundo.

Otra Vez En El Infierno Historia De Terror

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Lo sedaron, lo metieron a la habitación, curaron sus quemaduras y lo cuidaron, pero a pesar de eso sus comportamientos extraños seguían.

Cuando preguntaron a los paramédicos por los familiares ellos dijeron que el hombre era un indigente y que unas personas habían pagado el servicio, pero que se habían ido.

Nadie sabía quién era ese hombre, pero poco después un infarto lo llevó a la muerte y desde ese entonces en ese cuarto se escuchan cosas muy raras y aunque han intentado internar pacientes ahí es imposible por el olor fétido y los gritos que se escuchan por la noche. A veces las enfermeras nuevas al escuchar los gritos de ayuda o de dolor quieren ir a ver qué pasa, pero cuando entran salen temblando y sudando frío como si estuvieran gravemente enfermas, es por eso que no se permite el paso a esa habitación.

Dicen que aquel hombre estuvo en el infierno y que de alguna manera logró escapar, pero que el diablo no lo perdona y se lo llevó de nuevo.

Julia y yo nos petrificamos al escuchar eso. Sentí como el miedo invadía mi cuerpo y le agradecí a la enfermera por contarnos aquella historia.

Después de eso nunca volvimos a hacer caso a los gritos de auxilio de aquel hombre y aunque al principio Julia no me caía muy bien después nos convertimos en grandes amigas.

Terminamos nuestras prácticas y no volvimos al hospital jamás. Todo quedo en el pasado, aunque a veces tengo pesadillas en donde escucho al hombre pidiendo ayuda.

Autor: Lyz Rayón

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