Lo Inexplicable Historia De Terror 2024

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Lo Inexplicable Historia De Terror 2024

Lo Inexplicable, Historia De Terror… Cada vez que pienso en mi infancia no puedo evitar recordar aquel verano en el cual descubrí que en este mundo hay creaturas las cuales van más haya de cualquier entendimiento humano, durante años intenté convencerme a mí mismo de que toda aquella experiencia no fue nada más que simple imaginación infantil, sin embargo, ahora de adulto estoy convencido que lo que viví fue completamente real.

El calor del verano envolvía la casa de campo de mi tío, un lugar alejado de la ciudad donde las calles de asfalto eran reemplazadas por caminos de tierra y los ruidos urbanos eran sustituidos por el canto de los grillos y el susurro del viento entre los árboles, a mis 8 años, estaba emocionado por pasar mis vacaciones en aquel rincón apacible de la naturaleza, lejos del bullicio de la ciudad.

La casa de mi tío se alzaba solitaria en medio de vastos campos verdes, sin vecinos a la vista, aunque mi ilusión de hacer amigos se desvaneció al percatarme de la soledad que rodeaba la propiedad, pronto encontré consuelo en la figura de King, el Beagle de mi tío, sus ojos levemente tristes y su cola en constante movimiento me hicieron sentir bienvenido, por primera vez, tuve un compañero de juegos.

Dos días después de llegar a aquél lugar, mi tío y su amigo, quienes compartían la casa, eran amables y siempre dispuestos a participar en mis travesuras infantiles, sin embargo, no fue hasta la tercera noche en dónde experimente la primera experiencia cercana con aquellas criaturas las cuales estoy convencido que escaparon del infierno mismo.

Mientras me acomodaba en la cama, la habitación estaba sumida en la penumbra, apenas iluminada por la luz de la luna que se filtraba por la ventana, mis párpados pesaban, pero algo en el ambiente me mantenía despierto.

Fue entonces cuando escuché los sonidos, susurros inquietantes que parecían emerger desde las sombras debajo de mi cama, me convencí de que eran simples ruidos de la casa, tal como me había advertido mi tío, pero me inundaba la sensación de que algo acechaba en la oscuridad.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando, de repente, un susurro casi inaudible resonó en mi oído. “Nos escucha”, mis ojos se abrieron de par en par, y un grito desgarrador escapó de mi garganta. Mi tío y su amigo, alarmados por el sonido, irrumpieron en la habitación.

Entre lágrimas y sollozos, les conté sobre el susurro, la sensación de ser observado en la oscuridad. Aunque intentaron calmar mis miedos atribuyéndolo a una pesadilla, accedieron a que King pasara la noche conmigo para tranquilizarme, con el cálido aliento del perro en mi cuello, finalmente logré conciliar el sueño.

Mientras el sueño de la noche anterior se desvanecía, el sol se filtró por las cortinas, anunciando el nuevo día en la casa de campo. Mi tío, siempre amable, me despertó para el desayuno, sin embargo, al ponerme de pie, noté que una de mis sandalias no estaba donde la dejé la noche anterior, la búsqueda de la sandalia se convirtió en una odisea por toda la habitación, pero no lograba encontrarla.

Mientras rastreaba cada rincón, una sensación de malestar creció en mí, como si una presencia invisible observara mis movimientos, a medida que el tiempo pasaba y la sandalia continuaba desaparecida, opté por bajar descalzo para el desayuno, decidido a no hacer un escándalo por algo aparentemente trivial.

Durante el desayuno, cuestione si habían visto a King con mi sandalia pero mi tío y su amigo negaron rotundamente que King hubiera tomado mi sandalia, aseguraron que el perro estaba entrenado y que algo así era imposible, aquellas palabras solo aumentaron mis dudas, pero decidí no profundizar más en el asunto.

A lo largo del día, el amigo de mi tío compartió risas y juegos conmigo, sin embargo, llegó un momento en el que tanto mi tío como su amigo tuvieron que ocuparse de asuntos pendientes, me sugirieron explorar los alrededores con King, una idea que me entusiasmo, pasé la tarde jugando y corriendo con mi fiel compañero de cuatro patas.

Mientras el sol empezaba a descender en el horizonte, decidí ir a mi habitación por uno de los juguetes que había empacado, al entrar, algo llamó mi atención: un pedazo de papel sobre la cama, al acercarme, noté una caligrafía rudimentaria pero legible, las palabras escritas eran simples pero inquietantes: “el tronco”, un recuerdo emergió en mi mente, el recuerdo de un enorme tronco derribado en los alrededores.

La idea de que mi tío estuviera involucrado en esto cruzó por mi mente, decidí seguir mi instinto y me dirigí hacia el tronco, mientras caminaba por los senderos familiares del campo, una extraña quietud se apoderó del aire, llegué al lugar y, para mi sorpresa, mi tío no estaba por ningún lado, solo había un tronco caído y, para mi consternación, mi sandalia descansaba en la base.

La sensación de inquietud se intensificó. ¿Por qué mi sandalia estaba aquí? Un escalofrío recorrió mi espalda mientras el silencio del campo parecía aplastarme, decidí regresar a la casa, pero una sombra fugaz atrajo mi atención, entre los árboles, vislumbré una pequeña figura la cual al percatarse que la había visto se escondió entre los arbustos.

En la oscuridad opresiva, mi instinto de supervivencia tomó el control y corrí frenéticamente de regreso a la casa, el sonido de mis propios pasos resonaba en mi mente, y cada rincón parecía ocultar una amenaza invisible, al llegar a la seguridad relativa de la casa, me detuve para recobrar el aliento. Mis pensamientos se entrelazaban con las sombras, y el miedo se arraigaba en cada fibra de mi ser.

Durante la cena, la inquietud se apoderaba de mis pensamientos, quería comentarle a mi tío o a su amigo sobre lo extraño que había sido el episodio de la sandalia pensando que talvez era una broma de ellos, pero a medida que transcurría el tiempo, la sensación de que ambos no sabían nada al respecto se intensificaba.

La tensión en la mesa se volvía palpable, y mi decisión de guardar silencio sobre mis descubrimientos se fortalecía, temía que compartir la verdad pudiera agravar la extraña situación, sumergiéndome aún más en el desconcierto que ahora envolvía la casa de campo.

La noche cayó sobre el campo, y con ella llegó un nuevo capítulo de horror, mientras yacía en mi cama, el sueño intentó envolverme en su abrazo, pero fue rápidamente interrumpido por un sonido perturbador, rasguños contra el suelo de concreto resonaban en la oscuridad de mi habitación. Lo extraño era que no parecía ser causado por una sola entidad; más bien, eran al menos cinco conjuntos de rasguños distintos.

La oscuridad parecía vibrar con una presencia indescriptible, mis sentidos se agudizaron mientras intentaba discernir la naturaleza de los sonidos, cada raspado evocaba imágenes de garras afiladas deslizándose sobre el suelo, la idea de lo que podría estar acechando en la penumbra se aferró a mi mente, aumentando mi ansiedad.

Me atreví a mirar hacia la oscuridad, pero nada era visible, solo el susurro suave del viento y los inconfundibles rasguños que reverberaban en la habitación, intenté convencerme de que era fruto de mi imaginación, pero la realidad inquietante inundaba mis pensamientos.

El tiempo pareció detenerse mientras el misterio se espesaba en mi habitación, la idea de confrontar lo desconocido se volvía cada vez más aterradora, mis pensamientos se enredaban con las sombras que se prolongaban en los rincones más oscuros de mi mente.

A medida que los rasguños persistían, una corriente de aire helado recorrió la habitación, los susurros ininteligibles se unieron al coro de la noche, las criaturas, invisibles pero presentes, parecían desafiar las fronteras entre el mundo tangible y el reino de lo sobrenatural.

La noche avanzaba con una oscuridad impenetrable, y aunque los rasguños que habían atormentado mi habitación cesaron en un momento de la madrugada, la inquietud persistía, no podía dormir, sumido en el eco de los susurros y las sombras que aún danzaban en los rincones de mi mente.

Al amanecer, mi tío y su amigo anunciaron su partida al pueblo para realizar algunas compras, quedé solo en la casa, enfrentándome a la quietud inusual que parecía palpitar en el aire, mi refugio, una vez lleno de vida, se había transformado en un escenario de lo sobrenatural, y yo era el actor principal en un drama que escapaba a toda comprensión.

Intenté distraerme, sumergiéndome en el mundo virtual de mi Game Boy, el sonido de la caída de uno de mis libros interrumpió la monotonía del juego, el impacto del libro contra el suelo resonó en la habitación, y una hoja se deslizó de entre las páginas, con una curiosidad creciente, me agaché para recogerla y observé que estaba escrita con la misma caligrafía rudimentaria de la nota anterior.

“¿Jugamos?”, rezaba la inscripción en la hoja. La pregunta, plasmada en tinta negra, me envolvió en un escalofrío, la idea de que las criaturas que merodeaban en la oscuridad desearan un juego, como si fueran seres infantiles y malévolos a la vez, me llenó de ansiedad.

Decidí ir a mi cuarto de nuevo, y mientras lo hacía, escuché un sonido familiar: una de mis pelotas rodando por las escaleras, la tensión en el aire se espesó mientras King, el leal perro de mi tío, ladraba frenéticamente desde afuera, seguí el rastro del sonido hasta el punto donde la pelota se detuvo, justo frente a una nota que yacía en el suelo.

“Encuéntranos”, decía la nueva inscripción. Las palabras parecían vibrar con una energía sobrenatural, invitándome a un juego retorcido en el que las reglas eran desconocidas y los participantes, invisibles. La nota, con su caligrafía irregular, era como un eco de la invitación anterior, pero esta vez con un matiz más desafiante.

De repente, algo pareció correr detrás de mí, un escalofrío recorrió mi espalda mientras mi pulso se aceleraba, la sensación de ser perseguido por algo invisible pero palpable me llenó de terror. A medida que el sonido se desvanecía, me encontré frente a una puerta entreabierta, fue como un portazo resonando desde el interior.

El cuarto que mi tío usaba como bodega se extendía ante mí, sumido en sombras insondables, con precaución y cierta dosis de miedo, giré la perilla y abrí la puerta, la oscuridad del interior se cernía sobre mí, y una ráfaga de aire frío pareció golpear mi rostro, la inquietud creció en mi interior, pero la curiosidad me empujó hacia adelante.

Quise encender la luz del cuarto, pero el foco parecía fundido, sumiéndome en una oscuridad más profunda. Mis ojos lucharon por adaptarse, buscando alguna pista en el negro abismo, entonces, como destellos fugaces en la negrura, varios pares de ojos brillaron, observándome desde la sombra.

El miedo se apoderó de mí mientras mi mente intentaba procesar la visión inexplicable ante mis ojos. Los ojos parecían flotar en la oscuridad, brillando con una luz que carecía de la calidez humana, eran múltiples, como si una horda de criaturas invisibles acechara en la penumbra.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al comprender que algo más allá de mi comprensión estaba presente en aquel cuarto, no sabía si eran las criaturas liberadas del sótano, pero su presencia era innegable, una sensación de peligro inminente me impulsó a cerrar la puerta con rapidez, encerrándome en mi cuarto como un intento de protegerme de lo desconocido.

El silencio reinó en la casa, roto solo por el latido acelerado de mi corazón, la oscuridad se cernía sobre mí, y la incertidumbre se volvía más palpable con cada momento que pasaba, no sabía qué hacer ni cómo enfrentar la situación que se desarrollaba en la casa de campo.

El tiempo pareció estirarse en una eternidad inquietante, y mi mente se llenó de preguntas sin respuestas,  ¿Qué eran esas criaturas con ojos brillantes en la oscuridad? ¿Qué conexión tenían con las notas y el juego retorcido que había aceptado participar?

La noche avanzaba con un silencio opresivo, y aunque la tentación de investigar más persistía, el miedo me mantenía encerrado en mi cuarto, cada sonido, cada sombra, se volvía un recordatorio de que algo más allá de mi comprensión estaba en juego.

El sueño era inalcanzable, y la oscuridad de la noche parecía no tener fin, mis pensamientos daban vueltas en un torbellino de misterios, y la sensación de ser prisionero de algo inescrutable se aferraba a mí.

En la quietud de la madrugada, con la casa sumida en un silencio sobrecogedor, quedé solo con mis pensamientos y la incertidumbre que se cernía sobre la casa de campo, en mi cuarto, donde la oscuridad y el misterio eran los protagonistas, enfrentaba el desafío de lo desconocido, sin saber si algún día encontraría respuestas o quedaría atrapado en la enmarañada red de secretos que tejía la casa y sus sombras.

Lo Inexplicable Historia De Terror

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Al amanecer, decidí no separarme de mi tío en todo el día. La casa de campo, que antes había sido un refugio lleno de calidez, se había convertido en un laberinto de misterios y peligros, cada rincón parecía esconder secretos oscuros, y la tensión en el aire persistía, recordándome la extraña noche anterior.

El día transcurrió entre actividades cotidianas, pero la sensación de lo sobrenatural seguía acechando en las sombras, la noche, inevitablemente, llegó, y con ella la necesidad de regresar a mi habitación. La idea de enfrentar la oscuridad de la noche sin saber qué criaturas invisibles podrían estar al acecho me llenaba de aprehensión.

Al entrar en mi habitación, noté algo fuera de lugar, sobre mi cama, una nota yacía en silencio. Con cautela, me acerqué y la recogí. En ella, estaba escrita una única palabra: “Ganaste”. Junto a la nota, descansaban bayas y nueces, un extraño premio que dejaba más preguntas que respuestas.

La confusión se apoderó de mis pensamientos mientras sostenía la nota en mis manos, ¿Qué significaba “ganaste”? ¿Era esto el final del juego retorcido en el que me había visto envuelto? La presencia de las criaturas parecía mezclar la amenaza con una extraña sensación de competencia, y la naturaleza de su juego escapaba a mi comprensión.

Aunque las bayas y nueces podrían haberse interpretado como una especie de ofrenda o recompensa, no podía evitar sentir una profunda desconfianza. La dualidad de la situación, donde el mal parecía disfrazarse de benevolencia, me dejaba en un estado de vulnerabilidad constante.

Las dudas nublaban mi mente, y por un breve momento, me permití considerar la posibilidad de que las criaturas no fueran tan malévolas como inicialmente pensé. Quizás, detrás de su juego y susurros en la oscuridad, existía una lógica que escapaba a mi comprensión humana. Sin embargo, esa ilusión se desvaneció rápidamente.

Al día siguiente, intenté retomar cierta normalidad mientras jugaba con King afuera. Sin embargo, la sombra de lo sobrenatural seguía acechando mis pensamientos. Encontré entre mis cosas otra nota, igual de intrigante que las anteriores: “Encuéntranos”. La repetición de esta solicitud suscitó una mezcla de curiosidad y aprensión en mi interior.

Mientras escudriñaba los alrededores en busca de pistas sobre el paradero de las criaturas, noté algo moviéndose a lo lejos, detrás de uno de los árboles del bosque. Mis sentidos se agudizaron, y con King a mi lado, corrí hacia el lugar donde se escondía la siguiente pista.

Al llegar, me topé con otra nota que decía: “Estás cerca”. La excitación y la curiosidad superaron cualquier rastro de miedo que pudiera albergar. Caminé lo que me pareció una corta distancia, pero al darme la vuelta, la realidad distorsionada del bosque me golpeó de lleno. No sabía cómo volver, y para mi sorpresa, King ya no estaba a mi lado.

El miedo se apoderó de mí mientras me sentía observado desde las sombras del bosque. El pánico aumentó cuando un chillido agonizante de un perro resonó en mis oídos. El temor se convirtió en desesperación, y corrí sin rumbo fijo, sin saber si estaba más cerca o más lejos de escapar de la maraña de árboles.

Finalmente, logré salir del bosque, exhausto y tembloroso. Apenas pude contarle a mi tío lo sucedido, y su amigo se aventuró en el bosque en busca de King. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano; King había desaparecido sin dejar rastro. La incomprensión y el dolor se reflejaron en los ojos de mi tío y su amigo, pero la oscura trama que envolvía a la casa de campo parecía insondable.

Mis padres accedieron a venir por mí después de recibir mis angustiadas súplicas. Mientras empacaba mis cosas para abandonar aquel lugar, encontré una última nota debajo de la cama que decía: “Ganamos”. Junto a ella, yacía el collar de King, empapado en una sustancia espesa y roja que desataba un escalofrío en mi espina dorsal.

La nota y el collar eran la siniestra conclusión de aquel retorcido juego. No solo habían ganado, sino que habían cobrado un precio que me llenaba de tristeza y remordimiento. La sustancia roja en el collar sugería un destino aterrador para King, y la certeza de su pérdida se clavó como una daga en mi corazón.

Abandoné aquel lugar sin mirar atrás, decidido a dejar atrás los secretos oscuros y las criaturas invisibles que habían transformado la casa de campo en un escenario de pesadilla. Hasta el día de hoy, los recuerdos de aquella experiencia persisten en mi memoria, recordándome la fragilidad de la realidad y la fina línea entre lo tangible y lo sobrenatural. La casa de campo se desvaneció en el horizonte, pero su sombra permanece como un recordatorio de que algunas historias, por más oscuras que sean, nunca se olvidan.

Autor: Aurora Escalante

Derechos Reservados

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