No Abras A Nadie Historia De Terror 2023
No Abras A Nadie, Historia De Terror… Nota de Lengua de Brujo: Voy a compartir una experiencia que me contaron hace poco, cabe mencionar que el protagonista de la historia aún tiene problemas con esta situación, espera que cuando escuchen esto, sirva de alguna manera para estar atentos con la gente que les rodea, y también con los animales que pueden estar a su lado.
Me llamo Francisco, vivo actualmente en Ottawa, Canadá. Realmente tengo poco de haber llegado a estos rumbos, me salió una oportunidad de trabajo en Canadá y me contrataron. Aquí he hecho mi vida desde entonces. Donde me encuentro ubicado hace bastante frio por las noches, la gente deja de salir a la calle apenas se mete el sol, ya no ves ni un alma andar.
Una tarde, cuando regresaba del trabajo, me encontré con un perro atado a un árbol, me llamó la atención ver que se trataba de una raza especial, se trataba de un huisqui Siberiano.
Me acerque para ayudarle, me tenía miedo, todo parecía indicar que los dueños que había tenido lo trataban mal, recordé que tenía un pedazo de mi lonche que no me termine y se lo ofrecí, muy gustoso acepto y se lo comió.
Me quede sentado a un lado suyo hasta que me tuviera la confianza necesaria, pensé en quedármelo, a mí me hacía falta la compañía de alguien en casa, siempre que llegaba del trabajo todo era muy silencioso, y si tenía un compañero como un perro cambiaria todo.
Al cabo de unos minutos se acercó a mí y me dejo que lo desatara, me lo lleve a casa sin remordimiento a que alguien me dijera algo, que al fin y al cabo ya no había nadie más en las calles.
El perro se adecuo rápidamente a la casa, a pesar de ser una raza traviesa se veía que era muy noble y agradecido, me gustó mucho haber optado por llevármelo.
Terminé poniéndole el nombre de Sultán. Mi casa tenía un patio grande, ideal para un perro, pero a él siempre le gustó quedarse dentro de casa, sobre todo a un lado del sillón donde yo me sentaba, me hacía compañía cuando yo me sentaba a mirar la televisión después de un día de trabajo. Así permanecimos por un periodo de un mes.
Una tarde de fin de semana, decidí sacar a pasear a Sultán, no hacia tanto frio como otros días, así que pensé que sería buena idea salir un poco.
En el parque me encontré con un vecino a quien se le veía preocupado, me comento que unos días atrás había escuchado ruidos entre su casa y la mía, me preguntó si Sultán no se había escapado durante mi ausencia cuando me iba a trabajar pues había encontrado arañazos en las paredes.
Sultán permanecía todo el tiempo en casa o en el Patio, así que no podía ser él. Después de un rato logre convencer al vecino que Sultán no tuvo nada que ver con esa situación.
De regreso a casa, el frio ya había comenzado a soplar, note que Sultán tenía mucho frio, así que nos apresuramos en ir a la casa. Cuando entramos, Sultán corrió a meterse a un lado del sillón, con el calor de la alfombra agarraría pronto calor.
Fui a hacer un café a la cocina, me entretuve leyendo el periódico cuando de repente escuché un fuerte ruido que provenía afuera de la casa, trate de identificar que había sido eso, entonces vi como uno de los tambos de basura salían disparados al aire.
Rápidamente me asomé por la ventana, me quede impactado al ver que se trataba de Sultán. Era mi perro, pero eso era imposible, Sultán estaba dentro de la casa conmigo, pero el perro de afuera era idéntico. De pronto el perro de afuera dejo de arañar los botes de aluminio y se fue.
Eso había sido bastante raro. Fui a sentarme a un lado de Sultán como siempre y apenas me relaje un poco escuché como alguien gritaba mi nombre desde afuera, me imaginé que se trataba de mi vecino.
Me levanté para abrir la puerta y atenderlo, en eso tuve la extraña sensación de que algo no estaba bien, su voz se escuchaba diferente, se me ocurrió asomarme por un costado de la puerta, donde tenía una ventana, y pude ver que era el mismo perro que se parecía Sultán, pero esta vez hablaba como un hombre.
Me gritaba pidiéndome que le abriera, miré a Sultán que estaba con la cola entre las patas. No sabía que era lo que estaba pasando, no comprendía que era lo que ocurría, el perro de afuera seguía gritando mi nombre, exigiéndome que le abriera.
Cansado de que no le hiciera caso se fue del pórtico, lo perdí de vista. Me apresuré a llamarle por teléfono a mi vecino para comentarle lo que había sucedido, cuando me contesto me llamo la atención debido a que Sultán no dejaba de ladrar, le expliqué qué Sultán estaba todo el tiempo conmigo dentro de la casa, pero él insistía en que estaba afuera de la casa ladrándole.
Tuve que colgar la llamada, mi vecino seguía insistiendo en que se trataba de mi perro.
Todo estaba tranquilo, así que me senté a tomar un poco de aire en mi sillón, el verdadero Sultán estaba a un asustado con la cola entre las patas, le doy un sorbo a mi café, cuando de nueva cuenta alguien tocaba a la puerta, sin embargo, ahora era diferente, el golpe en la puerta era similar al que, hacía una persona.
Me acerque a la venta y para mi gusto, allí afuera estaba mi hermano, siempre había prometido venirse desde Estados unidos y visitarme a Canadá, era una fortuna que estuviera allí.
Me decía que era mi hermano y pedía que le abriera y justo cuando estuve a punto de abrir escuché que Sultán ladrada alocadamente, y de pronto sonó el teléfono, decidí contestarlo mientras abría, pero las palabras del vecino sonaron del otro lado del auricular, mi vecino me dijo…. “No abras a nadie, él no es tu hermano”.
Le pregunté que como lo sabía y me contó que lo que estaba afuera de la casa se trataba de un Skin Walker, me dijo que son conocidos por tomar la forma de cualquier animal o incluso de personas conocidas para engañar a sus víctimas. Sin embargo, nunca imaginé que me enfrentaría a algo así en la realidad.
Aquel ser seguía tocando la puerta, repetía una y otra vez que era mi hermano, de pronto el tono de su voz se combinaba con otros tonos diferentes. Mi vecino continúo hablándome por teléfono y me decía que lo que él estaba viendo fuera de mi casa era una sombra negra conformada de humo negro.
No Abras A Nadie Historia De Terror
“Hay una vieja leyenda aquí en Ottawa, Francisco”, comenzó mi vecino de decirme “Se dice que los skin walkers vinieron aquí hace muchos años, cuando los primeros colonos llegaron a estas tierras.
Supuestamente, tomaron la forma de lobos, osos, incluso de personas para alimentarse de los colonos. No se ve uno desde hace muchos años, pero los indicios están ahí: arañazos en las paredes, ruidos extraños, y luego la aparición de alguien familiar…”
Decidí confiar en mi vecino y no abrir la puerta. Colgué el teléfono, me senté en el sillón y traté de mantenerme en calma. Sultán también parecía asustado, ladraba sigilosamente a la puerta.
La criatura que parecía mi hermano continuó golpeando la puerta, llamándome por mi nombre, pidiéndome que abriera. Me comenzó a decir que tenía hambre y frio, la verdad me estaba convenciendo de que aquello si podía ser mi hermano. A pesar del miedo, decidí enfrentarlo. Me puse de pie y me acerqué a la puerta. “¿Qué quieres de mí?”, grité a través de la puerta.
Hubo un silencio, y luego la criatura habló. Su voz era exactamente la de mi hermano, pero con un tono frío y malicioso que nunca había oído. Me decía que quería entrar, solo quiero entrar.
Le respondí con determinación y tajantemente que No.
El golpe en la puerta cesó abruptamente y todo quedó en silencio. Sultán dejó de ladrar y comenzó a jadear, mirándome con miedo en sus ojos. En ese momento, supe que no estábamos a salvo todavía. Esta criatura no se detendría hasta que consiguiera lo que quería.
Sultán y yo nos quedamos en la sala juntos, mantuvimos esa noche todas las luces encendidas, y en todo momento no nos separamos. No pude dormir, temía que la criatura o ser regresara. Cuando menos me di cuenta ya había amanecido, la luz del día atravesaban las ventanas y se sentía un ambiente muy diferente.
Abrí la puerta un poco más confiado y al voltear a la casa de mi vecino me di cuenta horrorizado que su puerta principal había sido arrancada de manera violenta.
Corrí hacia la casa de mi vecino y encontré el caos. Muebles volteados, marcas de garras en las paredes y un aire frío que helaba los huesos.
Parecía que una bestia se había desatado dentro de la casa, causando destrucción en su camino. Pero no había rastro de mi vecino.
Llame a Sultán y le ordene que buscara al vecino. De alguna forma, pensé que Sultán, con su instinto animal, sería capaz de rastrearlo si aún estaba en algún lugar de la casa.
Sultán olfateó alrededor, recorriendo cada rincón de la casa hasta llegar al sótano.
La puerta del sótano estaba entreabierta, colgando de una sola bisagra. La luz que provenía del interior era débil y parpadeante. Sultán gruñó, su pelo se erizó, y luego bajó lentamente las escaleras del sótano. Con temor yo iba detrás de él.
Lo que encontré en el sótano me dejó estupefacto. Mi vecino, aterrado y tembloroso, estaba escondido en una esquina.
Tenía heridas en los brazos y parecía haber estado allí toda la noche. Le pregunté si se encontraba con bien, él me dijo que sí, pero se le veía muy débil. Parecía exhausto y conmocionado.
Me conto que ya faltaba poco para que amaneciera cuando de pronto ante su puerta aparecí yo y Sultán, no sospecho que se tratara de un Skin Walker porque eran dos, pero al parecer este ser había aprendido a mutar con dos formas.
Cerro la puerta lo más rápido que pudo, pero el Skin Walker hablo con la voz de su esposa, quien había fallecido años atrás.
Decía que se había equivocado, que no estaba muerta y que necesitaba de su ayuda. Movido por la emoción de ver a su esposa nuevamente y con la cabeza llena de confusión, terminó abriendo la puerta. Fue entonces cuando la criatura irrumpió y atacó, forzándolo a huir al sótano.
A partir de entonces, la criatura se quedó en su casa, haciendo un estruendo terrible, pero no bajó al sótano. Así que mi vecino pasó lo que quedaba de la noche, escondido y temiendo por su vida.
Decidimos ponerle un fin a todo esto, así que mi vecino me proporcionó un revolver que tenía guardado y me indico que el Skin Walker debería estar aún cerca, así que sería un buen momento para acabar con él. Con Sultán a mi lado me sentía con el valor suficiente para enfrentarme a cualquier mal.
Al salir de la casa del vecino noté que se había vuelto a nublar y comenzó a lloviznar, buscamos a los alrededores, por detrás de las casas e incluso por el techo, mas no encontramos nada, de pronto Sultán ladro a algo que se movía entre unos matorrales, me acerque en silencio y pensé dar el plomazo y luego preguntar cuando de pronto, del matorral salió un conejo saltando.
Aun así, después de darme un susto parecía que Sultán lo quería agarrar, pero el conejo fue más rápido escondiéndose detrás de una casa, Sultán fue corriendo detrás del conejo perdiéndose momentáneamente. Unos segundos después, Sultán regresó y se le veía muy contento.
Regresamos a la casa y lo primero que me esperaba es que el Skin Walker nos atacara apenas entráramos a la casa, me senté un rato en el sillón tratando de pensar un poco las cosas, Sultán se quedó sentado justo frente a mi… fue cuando capte lo que estaba pasando.
Pude sentir como mi nariz se destapaba del susto, tenía una sensación de ansiedad acumulada en la boca de mi estómago en cuanto me di cuenta que quien estaba sentado justo frente a mí no era Sultán.
Mi perro siempre se sentaba a un lado mío cuando me sentaba en el sillón.
“Tú no eres mi perro”- Le dije sacando el revólver del vecino, el perro se puso nervioso y comenzó a ladrarme.
Le volví a repetir que no era mi perro, y esto pareció molestarlo más y en el instante en que dio un paso hacia mi disparé.
Le di en la pata izquierda, al principio comenzó a llorar como un perro, pero conforme cojeaba hacia la salida el llanto se volvió igual al de un humano, su cuerpo comenzó a transformarse hasta adoptar una forma casi humana, sus brazos y piernas aún tenían el pelo del color de Sultán, yo estaba perplejo a tal grado que apenas daba crédito a lo que estaba mirando, esa criatura aprovecho para irse de allí.
No pasaron ni cinco minutos cuando llegaron un par de patrullas al lugar. Los vecinos habían escuchado el escándalo, pero cuando se escuchó el disparo pidieron ayuda. Entre mi vecino y yo explicamos que se trataba de una criatura mitológica, pero al notar que no nos creían lo manejamos como un animal del bosque. A mí lo que me interesaba era encontrar a Sultán pues desde que salió detrás del conejo ya no lo había vuelto a ver.
Desafortunadamente lo encontramos a mi mejor amigo sin vida, esa criatura lo había atacado justo en el lugar donde se supone se había escondido el conejo, incluso he pensado que esa cosa se había trasformado en conejo para separarnos y aprovechar el momento.
Hoy en día, junto con mi vecino, no hemos dispuesto a darle fin a ese Skin Walker, estamos preparados para su regreso y por si llegase a venir a terminar lo que dejo pendiente, vengar a mi amigo Sultán. Los mantendré al tanto.
Autor: Mario Franco Corrales Lengua de Brujo
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