La Bruja Del Callejón 2023

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La Bruja Del Callejón 2023

La bruja del callejón… El Halloween es una festividad curiosa, nunca me ha quedado claro qué es lo que se supone que nosotros celebramos, es el día de las brujas y no sé los demás, pero al menos yo no practico brujería.

Lo único que las brujas y yo tenemos en común es el gusto por los gatos.

Siempre me han gustado los gatos… Zo fue el nombre de mi primera mascota, era un gato anaranjado con manchas grises y cafés, me lo regalaron mis padres cuando tan solo tenía 3 años.

Después de que entré a la primaria me regalaron una gata amarilla con rayas negras y blancas, Ava, al poco tiempo tuvieron su primera camada.

Tuvieron 8 gatos, yo tenía 9 años, mi cabeza no daba para inventar tantos nombres para mis nuevos gatos, entonces, lo que hice fue aprovechar que todos los gatos tenían diferentes mezclas de colores, a cada uno lo llamé según el color que estuviera más presente en su pelaje.

El que más me gustó fue blanco, era un gato esponjado casi completamente blanco, y en la parte de arriba de su cabeza tenía una m ancha de pelo negro simulando un sombrero.

Había 2 gatos cafés, pero uno era café claro con manchas oscuras y otro era café oscuro con rayas claras, a ellos los llamé claro y oscuro.

Lo mismo ocurría con los gatos amarillentos, al de tonalidad abundante más oscura lo llamé oro, y al de tonalidad abundante más clara lo llamé amarillo.

Las gatas se llamaban naranja, gris, y oscura, para no decirle negra.

Mis padres tomaron la decisión de esterilizar a las 4 gatas, Ava y sus 3 crías, porque tener ya 10 gatos corriendo por toda la casa era un desastre.

Cuando cumplí 15 años Zo murió de viejo, debido a eso Ava cayó en una fuerte tristeza, se fue deteriorando poco a poco, y luego de 2 meses también se murió.

Esos gatos me habían acompañado por demasiados años, literalmente pasé toda mi infancia jugando con ellos, fue un golpe muy duro.

Blanco se dio cuenta que yo estaba pasando por un muy mal momento y se hizo muy unido a mí, me despertaba para ir a la escuela, me esperaba para comer, jugaba con mis plumas mientras hacia la tarea y se dormía al lado de mi cama.

Es a partir que entré a la preparatoria que comenzaron a ocurrir cosas extrañas, la escuela me quedaba cerca, a 10 minutos caminando, y para llegar yo tenía que pasar frente a un oscuro callejón del que se decían muchas cosas malas.

Había un vagabundo al que todos le decíamos el mechudo, él siempre se la pasaba caminando alrededor de la cuadra en la que estaba el callejón, y aunque todos decían que le faltaba un tornillo, a mí no me lo parecía.

Siempre sabía el día de la semana, la fecha de mes, inclusive sabía la hora casi exacta, en el día se guiaba por el Sol, pero por la noche no tengo idea de cómo se ubicaba para saber la hora.

También se sabía los nombres de todos los de la colonia, parecía una persona más cuerda, más lista, y con mejor memoria que yo.

El motivo por el cual la gente decía que estaba loco era por las cosas que decía sobre el callejón.

El mechudo había dormido dentro de ese callejón por años, pero dejó de hacerlo cuando, según lo que él contaba, había llegado una anciana muy rara, parecía ser otra vagabunda igual que él.

Al principio no tuvieron problemas, pero el mechudo empezó a notar comportamientos extraños y aterradores en esa anciana, ella hablaba con las moscas, con las cucarachas, y con los ratones.

De hecho, el vagabundo decía que en una ocasión pudo escuchar que uno de los ratones le respondió a la anciana, había sido por ese motivo que dejó de dormir dentro del callejón, porque le tenía miedo a la vieja.

Lo raro era que nadie, jamás, había visto a la supuesta anciana, la cual, según el mechudo, era una bruja sucia y malvada.

Pero, a pesar de que todos juzgaban al vagabundo como un enfermo mental, sí había rumores oscuros sobre ese callejón, situaciones como que cuando llovía el agua no caía dentro del callejón, o que todo el que entraba ya no volvía a salir, también se decía que a las 3 de la mañana podían verse luces en lo profundo, y otras cosas.

La primera vez que yo noté algo extraño fue el 7 de octubre, lo recuerdo perfectamente bien porque mis padres me habían dado permiso de ir a la fiesta de un amigo que vivía a 2 cuadras de la prepa.

Era media noche, yo, junto con 3 amigos que eran mis vecinos, estábamos regresando de la fiesta, la calle en la que estaba el callejón tenía por lo menos 8 lámparas, 7 sí funcionaban, la única que nunca encendía era la que estaba colocada frente a ese callejón.

La Bruja Del Callejón

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Sí daba miedo, de hecho, nosotros nos cruzamos al otro lado de la banqueta para no pasar cerca de ahí.

Entonces una rata bastante grande salió corriendo desde una de las casas, un perro de raza pequeña iba detrás de la rata, y una niña iba detrás del perro.

La rata y el perro entraron al callejón, la niña estaba a punto de hacer lo mismo, pero 2 de mis amigos la agarraron para que no se metiera.

Le dijimos que ese callejón era muy peligroso y que lo mejor era que volviera a su casa y que esperara a que su perro volviera, afortunadamente logramos convencerla y se alejó de ahí.

Nosotros volvimos cada quién a nuestras casas, pero a los pocos días, en la prepa se empezó a correr el rumor de que una niña se había metido al callejón y cuando salió estaba loca.

Era evidente que, de ser cierto el rumor, seguramente se trataba de la niña que era dueña del perro que había entrado a ese callejón mientras perseguía a una rata.

Durante varios días el rumor se fue complementando con información nueva, se decía que la niña había vuelto a su casa mientras cargaba solamente la piel de su perro, entró directo hasta su cuarto, se sentó en la orilla de la cama y empezó a decir que dentro del callejón había una bruja que se comía a los animales y que solo dejaba la piel.

No importaba qué pregunta se le hiciera, la respuesta siempre era la misma, por eso se decía que se había vuelto loca.

Mis gatos eran mucho de andar en la calle, después de ese rumor yo trataba de mantenerlos siempre dentro de la casa, de hecho, los sábados y domingos, que casi no salía, mantenía todas las puertas y ventanas cerradas para evitar que mis gatos anduvieran afuera.

La segunda semana de octubre se empezó a decir otra cosa relacionado con la misma niña, según algunos compañeros la niña y su familia se habían mudado de casa, se habían ido a otra colonia para estar lo más lejos posible de ese callejón.

Al principio no lo creí, pero a los pocos días, mientras regresaba de la prepa, me encontré con una muchacha que llamó mucho mi atención, traía su uniforme de secundaria, era de la misma en la que había estado yo.

Me acerqué con ella y le hice una pregunta tonta sobre uno de los maestros, la hice reír, luego me presenté y le comenté que no la había visto antes por la colonia, ella me dijo que su familia acaba de rentar una casa ahí cerca, habían conseguido un buen precio porque los dueños tenían prisa por salirse.

Eso confirmaba lo que se decía en la prepa, pero en ese momento no presté demasiada atención, había quedado impresionado con la muchacha.

Le pregunté si podía acompañarla a su casa y me dijo que sí, al día siguiente volví a verla y así por unos días, el sábado yo había salido para comprar croquetas para mis gatos, el supermercado estaba a 5 cuadras atrás de la prepa, apenas estaba yendo para allá cuando se me ocurrió pasar por la casa de la muchacha, salió, se veía increíble, le pregunté si quería salir a caminar un rato y dijo que sí.

Yo era muy obvio en mis intenciones, y ella se dio cuenta, estábamos por el callejón cuando se detuvo y me dijo que tenía novio, y por lo tanto, no había ninguna forma de que nosotros fuéramos algo más.

Sin embargo, me dijo que podíamos entrar al callejón por solo 5 minutos y que eso sería lo único que pasaría entre nosotros, yo no supe que decir, ella me dijo que era una oferta única, entonces acepté.

Ella sacó su celular y puso el cronómetro en 5 minutos, valió la pena el arriesgarme a entrar a ese callejón.

Pasaron los 5 minutos, nosotros pensábamos que nadie nos había visto, pero, cuando pusimos un pie afuera del callejón, lo primero con lo que nos encontramos fue con la mirada curiosa y asustada del mechudo.

El vagabundo nos gritó, sus palabras fueron: “la bruja vio todo”.

Nosotros no supimos cómo reaccionar, ella se fue a su casa y yo fui al supermercado, cuando volví con mis gatos ellos me miraron de forma extraña, de hecho, el gato blanco ni siquiera se me quería acercar.

Se me hizo extraño, pero los ignoré y me puse a textear con la muchacha.

El 23 de octubre, por la mañana, encontré muerto a mi gato color café con manchas oscuras, estaba sobre unos de mis tenis, yo no entendía qué era lo que había pasado, era un gato sano.

Al día siguiente fue el gato amarillo, se le habían secado los ojos, a ese gato lo encontré dentro de uno de los cajones de mi ropero, específicamente en el que guardaba los calcetines.

Un día más y otra mascota muerta, se trataba de la gata naranja, a ella la encontré en el cuarto de la lavadora, se le había caído todo el pelaje.

Ya era demasiado encontrar a mis mascotas muertas por 3 días seguidos. no podía ser por mera casualidad, algo estaba pasando, llegué a considerar que me los habían envenenado, pero luego de analizarlo un rato me di cuenta de que esa no podía ser la respuesta, porque entonces mis gatos deberían haber muerto de la misma forma, y no era así.

Al día siguiente encontré el cadáver de la gata de color gris, para el 29 de octubre solamente me quedaba el gato blanco.

Yo no podía arriesgarme a perderlo, era la única mascota que me quedaba, y por lo tanto era el último recuerdo de mi primer gato, entonces, a pesar de que el día siguiente había clases, tomé la decisión de no ir, tenía que proteger a mi gato.

El 30 de octubre estuve al pendiente de él todo el día, noté cosas extrañas, como que su mirada había cambiado, no de forma muy radical, su mirada siempre había sido profunda, pero ese día parecía estar vacía, como si algo dentro le hubiera sido arrancado, como si supiera que el siguiente en morir sería él.

Ese día se la pasó marcando los lugares donde mi madre tenía objetos religiosos, nunca marcó los objetos como tal, solo el lugar donde estaban colocados.

También estuvo yendo mucho hacia todas las esquinas, caminó por toda la orilla de la casa, y cada que llegaba a una esquina se quedaba ahí unos momentos y luego seguía recorriendo las paredes de la casa.

No lo vi jugar ni una sola vez en todo el día, tampoco comió, solamente bebió agua, muchísima agua y a cada rato, como si el gato tuviera demasiado calor.

Yo claramente estaba muy preocupado, no tenía dinero para llevarlo a la veterinaria, lo que más me daba miedo era que se me muriera sin que yo fuera capaz de ayudarlo, me mantuve despierto toda la noche, mi gato no murió.

En cuanto salió el sol, en pleno día de brujas, agarré a mi gato y me fui a ver a la curandera, tenía la esperanza de que al menos ella pudiera decirme qué estaba pasando.

Todos sabían sobre la curandera.

La curandera era una mujer muy pero muy mayor, nunca nadie supo su edad, pero mi abuela decía que cuando esa mujer llegó a vivir a la colonia ya se veía como de unos 60 años, en ese entonces mi madre aun no nacía, y para cuando ocurrió todo esto que les estoy contando, mi mamá ya tenia 40 años, eso significaba que la vieja curandera tenia por lo menos 100 años.

En cuanto entre a la casa de la anciana, mi gato blanco se puso muy inquieto y también agresivo, me atacó con sus garras inclusive me mordió la mano, mi gato definitivamente no quería estar ahí.

La curandera de inmediato notó la actitud tan rara del gato y se acerco rápido conmigo para agarrar al gato con fuerza, el blanco como que quiso atacarla, pero ella le detuvo las garras con una mano sin mayor esfuerzo.

Lo llevó a su mesa y lo amarro de sus dos patas traseras, mi gato forcejeaba y hacia ruidos raros, como si nos estuviera amenazando, yo me estaba asustando.

La anciana me preguntó de donde había sacado al animal, le dije que ya tenia muchos años con él y le conté todo lo que había pasado con el resto de mis mascotas.

La curandera estaba inquieta, me preguntó si antes de que mis gatos empezaran a morir yo me había acercado a algún lugar o a una persona cargada con energía negativa.

Entonces mi memoria hizo clic, le dije que me había metido al callejón por 5 minutos para estar a solas con una muchacha.

Ahí recordé que los tenis en los que había encontrado muerto a uno de mis gatos eran los mismos tenis que llevaba puestos cuando entré al callejón, otro de los gatos lo había encontrado en el cajón de los calcetines, ahí estaban los que me había llevado ese día.

Y otro de los gatos lo había encontrado en el cuarto de la lavadora, ahí estaba la playera que tenía puesta en esa ocasión, porque aún no la había lavado.

La curandera me explicó que esos 5 minutos dentro del callejón habían bastado para que la energía oscura del sitio se adhiriera a mis ropas.

Dijo que los gatos no habían muerto solo por que sí, sino que ellos se habían sacrificado por mí, habían absorbido toda la energía negativa para librarme a mí y así yo no muriera.

La curandera me dijo que la buena noticia era que yo no tenía que preocuparme por mí, pero la mala noticia era que si ella no expulsaba toda esa energía negativa de mi gato, se iba a morir en cuestión de horas.

En lo que ella preparaba todo para practicarle un ritual a mi gato, yo le pregunté si de casualidad ella sabía qué era lo que ocurría realmente con ese callejón.

La curandera me contó que adentro de ese callejón habitaba una bruja muy antigua, que ya no tenia fuerzas para hacer ningún trabajo, y que solo seguía viviendo porque se alimentaba de animales vivos, dijo que los perros eran los que le daban mas vitalidad y por eso ella enviaba ratas a las casas para atraer a esos animales.

Cuando ya tenía todas las cosas listas me aclaró que no había garantía de que sobreviviera al proceso, pero también me dijo que si no lo intentaba era 100% seguro que mi gato se iba a morir.

Entonces le dije a la curandera que podía hacer cualquier cosa que fuera necesaria para salvar a mi gato.

La anciana fue a tomar una veladora bastante peculiar, era negra y delgada, estaba torcida, parecía como una rama, me dijo que le ayudara a sujetar al gato y que no lo soltara sin importar lo que pasara.

Solo asentí con la cabeza.

Agarre a mi gato blanco de las patas delanteras dejándolo completamente inmóvil, entonces la curandera comenzó a pasar la vela negra cerca del estómago de mi gato.

Mi mascota gritaba mucho y muy fuerte, hasta comenzó a llorar.

De pronto comenzó a toser como si estuviera a punto de vomitar, me estaba dando asco cuando vi la cosa mas perturbadora que alguien se pueda imaginar.

A mi gato blanco le comenzaron a salir cucarachas y gusanos de la boca, y también un liquido gris espeso con espuma que olía a drenaje, era horripilante y asqueroso.

La vela se apagó y yo entendí que ya podía soltar a mi gato, eso hice y de in mediato empecé a quitarme rápido las cucarachas y también gusanos que tenia en las manos y en los brazos, luego me vomite.

Mi gato estaba muy débil, se lo notaba en la cara, la curandera me dijo que lo único que quedaba era esperar unos días a ver si mi gato se recuperaba, me indicó que mientras tanto solo le diera vinagre de manzana, nada de comida ni agua.

Al cabo de 10 días mi gato blanco ya estaba bien.

Autor: RAMIRO CONTRERAS

Derechos Reservados.

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