Brujería De Muerte Historia De Terror 2023

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Brujería De Muerte Historia De Terror 2023

Brujería De Muerte, Historia De Terror… Actualmente tengo 30 años y siempre mi primer recuerdo de la infancia es mi tía, ella siempre ha estado presente en mi vida. Durante los años de mi niñez, mi tía Maribel se convirtió en mi segunda madre. La dulzura y ternura con la que me cuidó cambió mi vida para bien, y su amor y lealtad están en mi corazón hasta el día de hoy.

Mi madre, que siempre fue una mujer fuerte, era joven y madre soltera. Trabajaba todos los días para mantenerme a mí y a la casa, lo que a veces significaba estar fuera durante mucho tiempo. Tenía mucha responsabilidad en su trabajo y siempre le costó estar conmigo. Pero nunca estuve sola porque mi tía estaba allí esperándome con los brazos abiertos, lista para llenar cada vacío emocional en mí.

Durante las largas horas de trabajo de mi madre, mi tía me cuidaba. A veces pensaba que el mundo estaba lleno de diversión gracias a ella. Me compraba globos de diferentes colores como el azul, rojo, amarillo y el verde que siempre me decía que era el color de la esperanza. Cada una de sus atenciones me hizo sentir especial.

No solo me compraba globos, sino también juguetes: pequeños carros para jugar en el piso de nuestra casa, figuras de acción para inventar nuevas aventuras todos los días y rompecabezas para desafiar mi mente joven. A veces también me traía dulces, coloridos y deliciosos caramelos que se derretían en mi boca, o paletas.

Además de juguetes y dulces, también compartía conmigo lo emocionante de ver caricaturas. Recuerdo vívidamente cuando nos sentábamos juntas en el sofá viendo la televisión y riendo a carcajadas. Eran tardes mágicas repletas de risas y alegría.

La bondad de mi tía no se trataba sólo de regalos materiales. Fue su actitud y su amabilidad lo que me hizo sentir amada y segura. Siempre estaba para escucharme, consolarme en los momentos tristes y para celebrar mis victorias también. Su apoyo y amor incondicional ha sido un punto clave en mi vida.

Hoy, muchos años después, me doy cuenta de cuánto le debo a mi tía  y a mi madre. Mi infancia fue estupenda gracias a ellas. Hicieron de mi infancia la mejor. Al día de hoy, me siento totalmente agradecida con ellas.

Pero bueno, hace un par de meses visité a mi tía Maribel, quien vive en la Ciudad de México, yo actualmente vivo en Mazatlán, y es por eso que me es un poco difícil verla seguido, por la distancia.

Las épocas festivas, como las Navidades y el Año Nuevo, son las ocasiones en las que generalmente nos reunimos. Durante esos días, la luz de las calles, el clima frío y la deliciosa comida convierten cada momento en un algo inolvidable. Pero muchas veces me gusta sorprender a mi tía yendo en otros meses del año a visitarla y pasar tiempo con ella.

Cuando la visité estábamos en el mes de marzo y me habían dado unos días de vacaciones y no había mejor forma de emplear ese tiempo libre que visitando a las dos mujeres más importantes de mi vida: mi madre y mi tía Maribel, ambas viven en Ciudad de México pero cada una en lugares diferentes así que fui varios días con mi madre primero y los últimos fui con mi tía, días que al principio disfrute, pero después todo cambió, hubo un suceso que nos arruinó la visita a mi tía y a mí.

Mi tía siempre me hacía sentir como en casa, independientemente del tiempo o la distancia que nos separara. Cuando llegué a su casa me recibió alegremente y feliz por la sorpresa, me dijo que había alegrado su día, pero la verdad yo noté algo extraño en ella, no sabía que era pero había algo que me hacía sentir que estaba viendo y hablando con otra persona.

Ella vivía en un edificio de apartamentos, pequeño y cómodo.

En su departamento siempre había varitas de incienso ardiendo, en el espejo del baño alguna frase motivacional o un jarrón lleno de rosas de colores en su mesa, pero en esa ocasión el departamento se veía gris, muy tenue y sin vida.

Mi tía Maribel era una mujer muy alegre y con buena vibra, pero en esos momentos parecía que algo había apagado esa luz en ella.

Se veía más grande de lo que realmente era, más delgada, más cansada, y me hizo pensar que debía ser el paso del tiempo, debían ser los años que no perdonan.

Me recibió con un abrazo de oso como los llama ella y preparó un rico pozole, que comimos más tarde.

Estábamos hablando de mi trabajo y el de ella, básicamente nuestras vidas consistían en trabajo y más trabajo, pero mientras hablábamos podría decir que incluso sentía que su voz era diferente, hablaba muy bajito y raro, como si le costara.

Después de hablar toda la tarde, nos preparamos café y lo tomamos mientras veíamos una película animada.

La verdad ese día la pasé bien, ya extrañaba a mi tía, pero solo ese día fue bueno, porque después los días pasaron de manera lenta y dolorosa.

Antes de acostarme le pregunté si se encontraba bien, porque noté que se había sostenido de la pared mientras iba a su cuarto y me dijo que sí, que solo estaba cansada y pues a lo mejor solo era eso realmente y yo estaba exagerando, así que le di las buenas noches y me dormí en el sillón de la sala.

A la mañana siguiente se fue a trabajar. Mi tía trabajaba en un restaurante de desayunos en el que ya había durado 5 años, siempre había sido muy trabajadora.

Yo dormí toda la mañana. Normalmente me despierto a las cuatro de la mañana para ir a trabajar. Por lo tanto, como estaba de vacaciones, tenía que aprovechar al máximo mi descanso.

Me desperté algo tarde, me bañé y descubrí que mi tía había preparado hotcakes y huevos con jamón. Calenté la comida y desayuné.

Después hice el quehacer de la casa. Barrí, acomodé algunas cosas y sacudí el polvo, mientras hacía eso me di cuenta de que en varios lugares de la casa había cosas raras. Encontré el piso en algunas esquinas manchado de lo que parecía ser sangre seca, también estambre rojo enredado en varias cosas. Y luego abrí las cortinas de par en par, pero la luz no entraba por ningún lado, pero muchas moscas aprovecharon para entrar y pararse en todos lados. La verdad a mí esos insectos me dan mucho asco, así que intenté ahuyentarlas, pero no servía de nada, parecía que llegaban más.

Era como si el lugar absorbiera toda la luz que entraba y las moscas daban un aspecto aún peor. Recordé que meses atrás había visitado a mi tía y su departamento era colorido, con vida, con luz, todo lleno de colores, sin embargo en esos momentos estaba completamente apagado.

Cuando mi tía llegó me dijo que se dormiría porque se sentía cansada y un poco mal, que la disculpara, pero de verdad necesitaba descansar. Me quedé pensando en porque se sentía así y que estaba pasando en su vida. Era una de las personas más importantes en mi vida y me preocupaba mucho su salud y saber que no tenía energía.

Mientras ella dormía yo intenté ahuyentar a las moscas de nuevo, pero era inútil. Varias se juntaban en las esquinas del techo y a mí me estaba dando mucho asco y desesperación.

Me rendí y mejor me puse a ver una película, pensé que cuando despertará mi tía podríamos ir a comprar algún mata moscas.

Pasado un buen rato, mi tía despertó y  le dije que pediría algo de comer para ella pero no quiso comer ni cenar nada. Eso me preocupó tanto, al grado en el que incluso a mí también se me había quitado el hambre.

Al día siguiente yo esperaba que estuviera mejor, pero no fue así. Se sintió aun peor y no fue a trabajar. Yo insistí en que fuéramos al médico, pero ella me dijo que no, que no le hiciera caso, que estaba bien y que de verdad no quería arruinar mi visita. Aunque eso a mí no me importaba, yo quería que ella estuviera bien.

La salud de mi tía estaba en declive. A pesar de su habitual deseo de disfrutar cada día como el último, ahora parecía estar fatigada y enferma. En sus ojos que antes estaban llenos de vida, solo quedaba la sombra de la mujer que conocía y quería.

Durante mi visita, estar en su departamento era muy triste. La alegría que normalmente emanaba de ella y se esparcía por todo su espacio, había desaparecido. El departamento que solía ser un refugio de felicidad y risas, ahora parecía matar la luz y un gris oscuro y deprimente estaba en cada rincón y las moscas no se iban ni con veneno. Mi tía no iba a trabajar porque no se sentía bien, así que aunque no estuvo de acuerdo la llevé al doctor, pero después de la revisión nos dijo que mi tía no tenía ningún problema, que solo era estrés, pero que debía alimentarse bien, aun así le mandó hacer unos exámenes médicos para descartar cualquier posibilidad.

Era raro que el médico dijera que mi tía no tenía nada, porque yo la veía muy mal, pero más extraño aún fue lo que paso esa misma noche, después de ir al doctor.

Decidí salir a comprar algo de cenar, pero cuando puse un pie afuera del departamento vi algo fuera de lo común, era una pila de huevos podridos apilados en la puerta. El olor era repugnante y era desagradable a la vista. No comprendía quién podría haber dejado eso ahí y porque. Cuando llegamos al departamento después de la revisión médica no estaban, así que alguien los había puesto no hace mucho.

Aunque el incidente me dejó inquieta, decidí no contarle a mi tía, no quería preocuparla o hacer que se sintiera peor, así que eché los huevos al bote de basura y no mencione nada.

Ya llevaba varios días en Ciudad de México y necesitaba regresar pronto al trabajo, pero no podía dejar a mi tía así, así que decidí pedir más días para pasar el tiempo con ella, hasta que estuviera mejor.  A pesar de que mi tía no quería comer, trataba de darle aunque sea un poco de gelatina, atoles y caldo de pollo para que se nutriera, pero cada día parecía estar peor.

Un día después del incidente de los huevos fui a comprar algunas cosas del súper a plena luz del día y al regresar, me encontré un frasco lleno de sangre justo en la puerta, en el mismo lugar que habían puesto los huevos. Mi estómago se revolvió por el asco, pues ese frasco despedía un olor nauseabundo.

Era algo sin sentido, no entendía quién era la persona que dejaba esas cosas ahí.

Y bueno, al siguiente día todo empeoró aún más. Para mi horror, me desperté y cuando fui a lavarme los dientes al baño, me di cuenta de que había miles de gusanos blancos arrastrándose por las paredes, eran de esos gusanos que comen carne muerta. No pude evitar llorar porque estaba desesperada, era como si la vida en ese lugar se fuera acabando y no podía dejar a mi tía, quien no mejoraba, parecía incluso que la salud se le acababa con cada minuto que pasaba. Su piel se había vuelto más pálida y estaba completamente seca y sus ojos parecían vacíos, sus ojeras estaban oscuras y su cabello comenzó a caerse.

Lo raro estaba en el hecho de que siempre que ponía un pie fuera del departamento había cosas raras, incluso encontré un muñeco enredado en hilo, luego la mitad de una cebolla con el nombre de mi tía escrito.

Mientras tanto, mi tía continuaba deteriorándose. Su piel se volvía cada vez más blanca, casi transparente y sus ojos cada vez más hundidos. Los estudios que le había hecho el doctor no revelaban nada raro, pero necesitaba más opiniones así que la llevé a varios médicos, esperando que uno de ellos pudiera determinar la causa de su malestar. Pero, fue inútil, ninguno de ellos sabía que tenía mi tía exactamente. Estaba muy preocupada, no sabía qué hacer. Mi segunda madre estaba muy mal y no quería que le sucediera nada malo.

Ya era demasiado, así que comencé unir todo. Las moscas, el estambre rojo, la sangre, los huevos, los gusanos, el muñeco y la salud de mi tía, eso sin duda alguna parecía brujería.

Brujería De Muerte Historia De Terror

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Desesperada y sin saber qué más hacer, decidí buscar ayuda. Los eventos inquietantes que habían estado sucediendo eran demasiado para manejarlos sola. Pero ¿a quién podría recurrir en una situación como esta? Traté de mantener la calma y pensar con claridad. Algo no estaba bien, y tenía que descubrir qué era antes de que fuera demasiado tarde.

Llegó el punto en el que por la noche se escuchaban ruidos extraños, eran voces, el frío calaba los huesos, alguien daba golpeteos en la puerta, gusanos incluso en la comida, era algo insoportable y mi tía me dijo que creía que alguien le estaba haciendo algo malo.

En mi desesperación, decidí buscar la ayuda de un sacerdote. Me aferré a la idea de que su bendición podría purificar el departamento de mi tía, que sus oraciones podrían restaurar la paz.

Cuando llegó el cura caminó por cada habitación, salpicando agua bendita y recitando oraciones, mientras yo observaba con esperanza. Pero a pesar de sus esfuerzos, nada cambió. La casa permanecía oscura, fría y gris. Los sonidos por las noches no cesaban y las moscas no se iban.

Todo estaba empeorando, las voces parecían hablar más fuerte por la noche, mi tía incluso temblaba de la temperatura tan alta que tenía. Hacía un frío insoportable en el departamento, se sentía como el lugar más triste en el que había estado en la vida.

Necesitaba encontrar una solución para acabar con todo eso y para que mi tía se repusiera. Ya no quería verla mal, no había ido a trabajar, no quería comer, ni quería hacer nada.  Así que en un último intento de buscar ayuda, recurrí a un chamán. Había escuchado historias de personas que habían recurrido a ellos en situaciones parecidas, cuando la medicina y la ciencia no podían ofrecer una solución. Aunque era escéptica, estaba dispuesta a probar cualquier cosa que pudiera ayudar a mi tía. Con su vida en juego, ya no tenía nada que perder.

Me dirigí al chamán con desesperación en los ojos. Él me observó en silencio, su mirada parecía estar estudiándome mientras le narraba los hechos espeluznantes que habían estado ocurriendo en casa de mi querida tía. Él asintió en silencio, su expresión era sombría, mientras escuchaba cada palabra.

Una vez que terminé, se quedó pensativo durante un rato. Luego, con una voz grave, me explicó que los síntomas de mi tía y los eventos extraños alrededor de su casa parecían indicar un trabajo de brujería que alguien había realizado para quitarle la vida poco a poco. Tenía razón.

Mis ojos se abrieron enormemente, la verdad tenía miedo de que mi tía muriera y no quería decirle a mi madre o a alguien de la familia, porque no quería preocuparlos. Así que aunque no creía mucho en esas cosas le dije que me ayudará a salvar a mi tía, era lo único que tenía en ese momento. Él dijo que haría todo lo posible por salvarla y por la seriedad en su rostro me di cuenta de que no era una broma, que todo era completamente real.

El chamán me aseguró que podían revertir los efectos, pero requeriría un ritual especial y algo doloroso para mi tía. Le pregunté que si sabía quién estaba haciendo eso y me dijo que era una persona despechada y rencorosa, pero no me dio nombres.

El chamán y yo fuimos al departamento y le dijimos a mi tía que estaba pasando, ella dijo que ella también creía que alguien le estaba haciendo algo. Le dije que por favor pensará quien podría ser y ella se quedó pensando durante varios minutos en quien podría haberle hecho eso y me dijo que probablemente era uno de sus vecinos, quien estaba enamorado de ella, pero jamás le había hecho caso. Me dijo que él le había dicho en una ocasión que prefería que estuviera muerta a aceptar que ella no quería nada con él.

Mi tía sospechaba que él estaba detrás de todo esto, que su amor no correspondido había llevado a su enojo y rencor hasta el punto de querer quitarle la vida con brujería.

La acusación parecía increíble. Y la verdad la sangre me hervía del odio, quería ir yo misma a enfrentar a ese hombre por quitarle la salud a mi tía.

Mientras el chamán preparaba el ritual para revertir el trabajo de brujería, decidí ir a ver a ese hombre, que por cierto en todos los días que estuve en el edificio jamás lo había visto.

Mi tía me dijo en que número de departamento vivía, toqué su puerta y me abrió un hombre moreno, con sobrepeso y con rasgos fuerte. Fue un encuentro lléno de resentimiento. Él me miró y parecía que ya sabía quién era yo. Me dijo que me largara, que dejará de molestarlo, pero le dije que yo sabía lo que le había hecho a mi tía y que era un cobarde por no aceptar un no por respuesta.

El señor se molestó y me comenzó a decir que no sabía de qué estaba hablando, pero no sabía mentir. Hasta que le dije que ya no le hiciera nada más a mi tía, porque si no nosotros le haríamos lo mismo.

Cerró la puerta sin decir nada, furioso, pero no me importó, porque por lo menos lo había enfrentado, así que fui hacia donde estaban el chamán y mi tía

Cuando llegué me di cuenta de que el chamán estaba limpiando con el humo de un sahumerio a mi tía, le estaba aventando alcohol y estaba pronunciando palabras que jamás había escuchado.

En el momento en que terminó la limpia, tocaron la puerta y era el vecino, quien finalmente admitió su culpa, y suplicó perdón a mi tía.

El señor se veía realmente arrepentido y mi tía como siempre ha sido tan buena le dijo que no había problema, pero que no lo quería ver jamás, que ya no le hablára y aceptó derrotado y se fue.

Me sorprendí, pues unos minutos antes me había gritado y no había admitido que había sido él, pero cuando se fue, el chamán me dijo que él mismo había hecho algo durante el ritual para que el culpable del sufrimiento de mi tía le pidiera perdón arrepentido.

Le agradecí infinitamente al chamán y después de eso todo mejoró.

Cuando el chamán se fue el alivio y tranquilidad reinó sobre la casa de mi tía. Los colores parecían más brillantes y la luz entraba de nuevo por las ventanas, devolviendo la vida al departamento.

Las moscas se fueron, los ruidos por las noches cesaron y los gusanos desaparecieron.

Y lo más importante, mi tía comenzó a recuperarse. Sus ojos recobraron su brillo natural, sus mejillas recuperaron el rubor. La mujer que había estado desvaneciéndose frente a mis ojos volvía a ser la tía Maribel que conocía y amaba.

Mi tía agradeció que estuviera con ella todos esos días y nuestra relación se volvió aún más estrecha. Muchas veces pienso en que hubiera pasado si no hubiera estado justo en esos momentos con ella, quizá ya no estaría en este mundo. Aprendí que muchas personas son malas, rencorosas y principalmente egoístas, pues solo piensan en ellos y son capaces de quitar hasta la vida con tal de sentirse tranquilos.

Autor: Lyz Rayón

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