Embrujo Mortal Historia De Terror 2022

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Embrujo Mortal Historia De Terror 2022

Embrujo mortal, historia de terror… Lo que les voy a contar me ocurrió allá por el año 2008, en la ciudad de Bogotá, yo era un funcionario público, recuerdo que estaba supervisando unos trabajos que se estaban llevando a cabo, excavaciones para ser preciso.

Iba acompañado de un colega, que acudía en representación de la persona que estaba financiando el proyecto, como podrán imaginarse, se trataba de alguien que no trabaja precisamente dentro de la ley.

Nos recibió el arquitecto del lugar, llevaba un fólder que contenía un informe detallado sobre el avance, incluyendo una hoja que solicitaba un incremento del 10% en el presupuesto.

El motivo del incremento era que, debido a las excavaciones se había encontrado una fosa común que contenía más de 100 cadáveres, el dinero adicional solicitado iba ser utilizado para la extracción y destrucción de todos los cuerpos.

Para que entendiéramos exactamente de qué nos estaba hablando, nos llevó hasta la fosa, era una vista espantosa, a muchos de los cuerpos les faltaba una o más extremidades.

El arquitecto nos dijo que eso no era lo más impresionante de todo, nos comentó que antes de llamarnos habían explorado un poco la fosa y determinaron que había sido utilizada para trabajos de brujería.

Yo le pregunté cómo era que había llegado a esa conclusión, me respondió que los trabajadores habían desenterrado algunos objetos que no tendrían que haber estado ahí.

Mi acompañante y yo le pedimos que nos mostrara a qué se refería, los 3 caminamos hasta una vagoneta blanca, cuando el arquitecto abrió las puertas pudimos ver una serie de artilugios anómalos que, en efecto, no tendrían porqué estar en una fosa común.

Había botellas con líquidos negros, otro tipo de recipientes que contenían fetos y crías de animales, también había fotografías antiguas, clavos.

Pero entre todos esos objetos, hubo uno que llamó particularmente mi atención, se trataba de una especie de atrapasueños, pero parecía estar hecho de huesos.

Lo tomé con mis manos para verlo con detenimiento.

Mi acompañante le preguntó al ingeniero cuánto tiempo se retrasarían las excavaciones debido a la fosa común, el ingeniero le respondió que, si autorizaban el incremento, podrían continuar en 3 días, de lo contrario, hacer la extracción y destrucción de cuerpos sin la maquinaria necesaria, retrasaría la obra por lo menos 1 mes.

Mi acompañante volteó a verme, yo seguía inspeccionando el extraño objeto, él me preguntó qué le sugería, solté el objeto y le aconsejé que autorizara el incremento, me respondió que a su jefe no le iba a gustar la idea, entonces le sugerí que lo pusiera de su propio dinero, a menos que él quisiera ir con su jefe y decirle que la obra se retrasaría un mes.

Le firmó la hoja al arquitecto y nos fuimos de ahí.

Después de dejar a mi acompañante en un bar, llegué a mi casa, mi esposa y mi hija ya me estaban esperando para comer y ver una película, era una costumbre de nosotros.

Todos los días me esperaban, el trato era que, si mi hija decidía la comida, yo elegía la película y viceversa, a mi mujer no le importaba decidir ni una cosa ni la otra, lo único que a ella le interesaba era que pasáramos tiempo juntos como familia, porque ella tenía cáncer, y el doctor le había dicho que, como mucho, le quedaban 5 meses antes de necesitar quimioterapia.

Habíamos decidido que, mientras pasaban esos 5 meses, no le diríamos nada a nuestra hija.

Esa noche sucedió algo raro en mi casa, se escuchó un ruido, sonaba como si fueran campanillas, de esas que se les ponen a los perros en sus collares.

Nosotros no teníamos mascotas, y yo estaba completamente seguro de que en toda la casa no había ni una sola campanilla que pudiera estar haciendo ese ruido.

Ese sonido me estuvo despertando durante 5 madrugadas, en la sexta ocasión, justo después de que se escuchara el sonido, la radio se encendió sola.

Yo salí del cuarto y fui hasta el comedor, me quedé parado, observando la radio, tratando de descifrar cómo había sido posible que se encendiera sola.

Pensé que tal vez lo que había ocurrido era que se había ido la luz por un segundo, y que al momento en que la corriente se restableció, la radio encendió, decidí que eso era lo que había pasado.

Apagué el aparato y volví a dormir.

La noche siguiente ocurrió lo mismo, sonaron las campanillas y luego la radió se encendió, eso ya no era ningún problema eléctrico, algo andaba mal con el aparato.

Fui hasta el comedor y los desconecté, de hecho, le dije a mi esposa y a mi hija que no lo conectaran en todo el día porque tenía una falla y no fuera a ser que se electrocutaran.

Cuando volví del trabajo la radio seguía desconectada, antes de irnos a acostar volvía revisar que el aparato no estuviera enchufado.

Pero de todos modos esa madrugada también se encendió, me levanté, confundido y un poco asustado, fui al comedor y me llevé una sorpresa, la radio estaba conectada.

No era posible, personalmente me había asegurado de que el aparato no estuviera enchufado, pero aun así lo estaba.

La desenchufé, apenas me di media vuelta y volvió a encenderse, me giré rápido, la radio estaba conectada a la luz.

Volví a desconectarla, fui por unas tijeras y corté el cable de la radio, de esa forma ya no debería pasar nada, pero, en contra de toda lógica, la radio, sin estar conectada a la luz porque ya había cortado el cable, de todos modos, se encendió.

Agarré la radio, salí de la casa y la tiré a la basura, después me fui a dormir.

En la mañana la radio estaba de nuevo en su lugar y con el cable en buen estado, algo muy malo estaba pasando en mi casa y no iba a dejar que las cosas continuaran así.

Subí la radio a mi auto, fui al trabajo, y, en un espacio de tiempo que tuve, fui a visitar a una persona que se dedicaba a prácticas esotéricas.

Le conté de las campanillas y de la radio, de hecho, le puse la radio sobre su mesa.

Esa persona me dijo que el problema no era el objeto, ya que los objetos son inanimados, era algo más lo que estaba causando todo.

Dijo que lo primero que había que hacer era realizar un barrido en la casa, le comenté que me diera un día o 2 para comentarlo con mi mujer y que yo volvería.

Esa noche le pedí a mi mujer que se quedara despierta hasta tarde, me preguntó cuál era el motivo y simplemente le dije que tenía que mostrarle algo.

A la misma hora de siempre sonaron las campanillas, mi mujer me preguntó qué era lo que sonaba, le respondí que no tenía idea, pero que ya eran más de 10 días que se escuchaba ese ruido a la misma hora.

Le comenté que eso no era lo único que pasaba, salimos de la casa, se podía escuchar la radio encendida, le dije a mi esposa que yo tenía el aparato dentro de mi auto, que ahí no era posible enchufar la radio y por lo tanto no debería encenderse, pero aun así estaba encendida.

Le dije a mi esposa que me había puesto en contacto con un curandero o santero, yo no tenía claro exactamente qué era esa persona, pero él debía ir a hacer un barrido en la casa antes de que otra cosa pasara, mi mujer estuvo de acuerdo.

Al día siguiente volví con el curandero y la llevé a mi casa, hizo lo suyo, y cuando terminó me dijo que preferiría hablar conmigo a solas, porque lo que tenía que decirme era muy delicado.

Salimos de la casa y subimos a mi auto, él me dijo que dentro de mi casa estaba la muerte, que, de alguna forma que él no lograba entender, la esencia de la muerte había llegado hasta mi casa y no se iba a ir hasta cobrarse una vida.

Le pregunté si había algo que se pudiera hacer, me respondió que teníamos qué averiguar cómo era que la muerte había entrado en mi hogar, de lo contrario, era cuestión de semanas para que alguien muriera.

Le comenté a la persona que yo trabajaba con alguien que se dedicaba a cosas ilegales y que seguramente había matado a más de uno, él me dijo que eso no tenía nada que ver, y que mejor me pusiera a hacer memoria, porque yo y mi familia estábamos en grave peligro.

Después lo llevé hasta su local y quedé en volver en cuanto tuviera alguna pista.

Pasaron 10 días, yo no tenía nada aun, pero de todos modos fui con esa persona, le pregunté si en verdad no había absolutamente nada que se pudiera hacer al respecto, él vio mi desesperación y me dijo que sí había una cosa, pero que no era nada sencillo, además de que no me garantizaba que iba a funcionar.

Yo saqué un fajo con 20 millones de pesos colombianos, que en aquel entonces eran como 10 mil dólares aproximadamente.

El santero me dijo que no se trataba de dinero, y que de ninguna forma iba a aceptar tanta plata por algo que ni siquiera sabía si en realidad me iba a servir.

Aceptó intentarlo, pero bajo la condición de que, independientemente de si funcionaba o no, yo debía donar esos 10 mil dólares a la caridad, acepté el trato.

El agarró todo lo que necesitaba, llevaba mechones de cabello, un muñeco de tela, 2 figuras que parecían demonios, huesos, velas, una cruz, y un libro de tapa color arena con un pentagrama invertido en color negro.

Llegamos a mi casa, le di dinero a mi esposa para que llevara a la niña a comer algo en lo que esa persona hacia lo suyo.

Él acomodó todo, pero antes de que iniciara el ritual, el ventilador de techo se desprendió y le cayó encima.

El curandero se levantó rápido, me dijo que la muerte estaba furiosa, que no lo iba a dejar hacer el ritual, que lo mejor era que saliéramos de ahí antes de que algo peor pasara.

Salimos, llamé a mi esposa y le dije que mejor tomara un taxi y se fuera a pasar la noche en casa de su madre.

El santero me dijo que fuéramos a un panteón que estaba ubicado en el norte de la ciudad, que, intentaríamos algo más, en el trayecto me explicó que no estar en la casa no nos libraba de la muerte, porque dentro de nuestra casa estaban todas nuestras cosas, y que cada persona tiene un vínculo emocional con sus pertenencias, por lo tanto, la muerte podría atacarnos aunque no estuviéramos en la casa.

Cuando llegamos al panteón fuimos hasta un mausoleo, entramos, en el interior había un altar bastante extraño y al centro del altar estaba una silla con muchas ornamentas intimidantes.

El curandero me dijo que me sentara ahí y que la silla haría su trabajo, pero que por cada segundo que yo estuviera sentado mi vida se iría reduciendo un día.

Le pregunté para qué debía sentarme en la silla, yo necesitaba saber cuál era la finalidad ya que sería mi vida la que se estaría recortando.

Me explicó que esa silla le había pertenecido a María Concepción Ladino, en aquel entonces ella estaba cumpliendo una condena de 40 años por el asesinato de 6 personas.

A sus víctimas las había matado mientras realizaba rituales en las que invocaba a diferentes espíritus del bajo astral, esa mujer había sido una bruja.

Por lo tanto, la silla tenía una fuerte conexión con la muerte, me ayudaría a ver cuál había sido la causa de que la muerte se enraizara en mi casa.

Me senté, no tengo palabras para explicar lo que experimenté estando en esa silla, fue como si un portal a otra dimensión me absorbiera y me llevara de paseo, afortunadamente logré ver qué era lo que había pasado.

Se trataba de aquel misterioso objeto hecho de huesos que parecía ser un atrapasueños, el que había agarrado cuando visité el progreso de las excavaciones.

Me levanté de la silla, estaba aturdido y mareado, sentía mucho asco, tenía ganas de vomitar, traté de evitarlo, pero no pude.

Cuando me recompuse le dije a la persona de qué se trataba, él me sugirió que encontrara ese objeto y se lo llevara lo más pronto posible.

Me ofrecí a llevarlo de vuelta a su local, pero me dijo que no, que ahí podía dejarlo, que de todas formas tenía algunas cosas qué hacer.

Subí a mi auto y me fui a toda velocidad hacia la obra, cuando llegué ya no había nadie, la jornada laboral había terminado.

Me puse en contacto con el representante del financiador de la obra y le dije que necesitaba ver al arquitecto y que era urgente.

Me dio su dirección y yo fui hasta su casa, ahí estaba.

Le pregunté por los objetos que habían desenterrado de la fosa común, me respondió que ya no los tenía, que habían destruido todo junto con los cadáveres.

La presión se me bajó en ese momento, había perdido la única oportunidad que tenía para salvar a mi familia.

El arquitecto le preguntó qué estaba pasando, no le dije nada, solo subí a mi auto y arranqué sin tener ni la más mínima idea de qué iba a hacer.

Conduje hasta un lugar que siempre frecuentaba el alcalde, él me debía un gran favor y le dije que estaba ahí para cobrarlo, me preguntó qué necesitaba, yo le respondí que necesitaba acceso a la Cárcel El Buen Pastor, que es el reclusorio de mujeres que está en Bogotá.

El alcalde quería saber para qué quería acceso al centro penitenciario, le dije que necesitaba reunirme con María Concepción Ladino, y que él iba a tener que hacer algo por la presa si la información que me daba resultaba útil.

El alcalde se quedó pensativo y me dijo que haría algunas llamadas, cobraría un favor y me daría acceso la siguiente semana.

Todos esos días nos quedamos en casa de la madre de mi esposa, yo sabía que no estábamos a salvo aunque estuviéramos lejos de nuestra casa, ya me lo habían dejado claro, pero así al menos podríamos dormir tranquilos.

Pasó la semana que me dijo el alcalde y pude ir con la bruja que estaba presa.

Para ese punto yo ya la había investigado, ella me preguntó quién era yo y qué quería.

No revelé mi identidad, solo le dije que yo podía hacer que cumpliera el resto de su sentencia desde su casa, pero que eso dependía de si me ayudaba o no.

Le advertí que a mí no podía engañarme, que estaba al tanto que muchos de sus supuestos trabajos de brujería no eran más que estafas.

Pero también le dije que estaba al tanto de que hace muchos años ella maldijo a una señora delante de decenas de testigos y la señora terminó muriendo.

Le aclaré que tenía una sola oportunidad para ser honesta conmigo.

La señora me miró fijamente, respiró profundo y me dijo que no era bruja, sino que ella había hecho un pacto con el Diablo cuando era muy joven.

Embrujo Mortal Historia De Terror

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El Diablo le pondría en su camino a personas a las que les pudiera sacar mucho dinero, y a cambio ella debía matar a esas personas.

Le pregunté por la silla, me respondió que el Diablo le había regalado esa silla, ella la tenía guardada en un lugar, cada que mataba a una persona debía ir a sentarse en esa silla, para transmitir todo el dolor que las víctimas habían sentido, eso era lo que quería el Diablo.

Sabía que me estaba diciendo la verdad, porque eso explicaba el lazo que esa silla tenía con la muerte.

Le pregunté si había algo que aún no me estuviera diciendo y me dijo que no, que esa era toda la verdad.

Entonces le conté mi caso, le dije que si me decía cómo salir de ese problema yo la ayudaría a ella.

La señora me preguntó si yo tenía acceso a la silla, le respondí que sí.

Ella me dijo que la silla era la clave, que se podían hacer negocios con la muerte a través de la silla.

La única solución era que yo o mi esposa nos sentáramos en esa silla hasta morir, que solo así nosotros podríamos asegurarnos que nuestra hija no fuera la que perdiera la vida.

Le grité que lo que me estaba diciendo eran patrañas, ella me dijo que yo podía creer lo que yo quisiera, pero debido a que el objeto que había causado todo ya había sido destruído no había otra opción.

Me levanté furioso y me di media vuelta para largarme de ahí, cuando ya había dado varios pasos la señora me gritó que estaría esperando a que yo cumpliera con la parte del trato, que no era buena idea engañar a alguien que tenía un pacto con el Diablo.

En cuanto salí de la prisión llamé al alcalde y le dije que la mujer había cumplido, que había que hacer que cumpliera el resto de su condena desde afuera.

El alcalde dijo que eso no sería tan sencillo, entonces le recordé lo que yo había hecho por él y que eso casi me costaba la vida.

Volví con mi esposa, le expliqué exactamente lo que estaba pasando y después la llevé con la persona que nos podía llevar a la misteriosa silla.

Ya reunidos los 3 conté lo que la presa me había dicho, eso de que mi mujer o yo debíamos sacrificarnos para no correr el riesgo de que nuestra hija muriera.

Mi mujer le preguntó al santero qué era lo que él pensaba, respondió que la presa era la persona que más sabía sobre esa silla.

Mi esposa dijo que ella se sentaría, yo no estuve de acuerdo, pero ella me alegó que tenía y cáncer y que de todos modos se iba a morir, dijo que si yo me ponía en la silla, ella se quedaría sola con nuestra hija y cuando el cáncer la matara nuestra hija se iba a quedar sola.

Estábamos discutiendo cuando mi mujer recibió una llamada de su madre, habían tenido que llevar a nuestra hija al hospital de emergencia.

El tiempo se nos estaba terminando, la persona nos dijo que teníamos que irnos ya a la silla, porque la muerte se había decidido por nuestra hija.

Subimos al auto, conduje hasta ese panteón, caminamos hasta el mausoleo, me despedí de mi esposa, ella entró para sentarse en la silla y yo me fui rápido para el hospital donde estaba nuestra hija.

Tardé 10 minutos en llegar, mi hija tenía 3 minutos de haberse estabilizado, los doctores no sabían porqué, pero ya estaba fuera de peligro.

El curandero, o santero, me fue a buscar al hospital para avisarme que no fuera a volver al mauseleo, que él ya había ido, mi mujer había quedado en cenizas.

Yo no supe cómo reaccionar, él me entregó una urna y me dijo que ahí estaba mi esposa.

También me dijo que no me sintiera culpable, después de todo, mi mujer había muerto

sabiendo que había salvado la vida de nuestra hija.

Autor: RAMIRO CONTRERAS

Derechos Reservados.

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