La Casa De Los Vecinos Historia De Terror 2024
La Casa De Los Vecinos, Historia De Terror… De niño nunca conocí a ningún pariente fuera de mis padres. Sabía que los padres de mi madre habían muerto antes de que yo naciera y esta no tenía hermanos o nada parecido, por lo que de aquel lado de la familia sabía que no tenía a nadie. Por parte de mi padre, sabía que tenía algunos parientes que vivían en Estados Unidos. Mi padre había nacido ahí, pero al parecer, en una visita a México, había conocido a mi madre y decidió quedarse aquí.
A decir verdad, el no conocer a ningún pariente no era algo que me quitara el sueño por las noches, por lo que nunca pregunté mucho al respecto. No fue hasta que cumplí los 13 años, edad que no solo trajo cambios físicos sino también cambios en mi hogar, pues un día, cuando volví de la escuela, me encontré con la noticia de que mi abuelo había llegado de Estados Unidos.
Nadie discutió mucho conmigo al respecto de los motivos, pero algunos días después, por palabras de mi abuelo, supe que mi abuela había muerto hacía algunos meses atrás y que su última voluntad había sido que esparcieran sus cenizas en la tierra que la había visto crecer.
Recuerdo pensar que aquello era absurdo, ya que la abuela nunca sabría si sus cenizas se esparcieran aquí o en cualquier sitio, pero también supuse que eran cosas que tal vez solo tendrían sentido para mí cuando fuera mayor, cosa que a mis casi treinta años entiendo perfectamente.
Lamento tanto haber sido tan cretino en aquel tiempo en el que mi única personalidad era ser un adolescente estúpido. Recuerdo estar sumamente molesto porque, al no tener más habitaciones disponibles, mi abuelo tuvo que quedarse en mi habitación durante su estadía.
Debido a su edad, este debía dormir en mi cama y, como su estadía se extendió por varios meses hasta llegar el invierno, el dormir en el suelo era mucho más incómodo para mí, recuerdo que el abuelo solía quedarse sentado en el filo de la cama por varias horas. Le cuestioné aquello a mi padre, pero él solo se limitó a decirme que esto se debía a que seguramente extrañaba mucho a la abuela.
Con el paso de los días, la presencia de mi abuelo dejó de ser novedad. Una noche, mis padres tuvieron que trabajar hasta tarde, por lo que me llamaron para avisarme que no llegarían hasta que yo ya estuviera dormido. Me pidieron obedecer al abuelo, así que decidí tomar aquella noticia con tranquilidad. Después de todo, mis padres me habían dicho que podríamos cenar pizza.
Cuando la pizza llegó, tomé un par de rebanadas y me dispuse a comer frente al televisor. Mi abuelo hizo lo mismo. Ahora que lo pienso mejor, creo que él creía que era el momento perfecto para crear algún tipo de vínculo. Aquella noche, habían anunciado en la guía de televisión que transmitirían una película de terror que deseaba ver desde hacía mucho tiempo, por lo que creí que no podría ser más perfecto.
La película fue, por decir lo menos, bastante aburrida y decepcionante para mí. Incluso mi abuelo señaló que aquello había sido una total pérdida de tiempo. Yo solo me limité a decirle que al menos la bruja se veía realista. Al escuchar mi comentario, él soltó una risa fingida y dijo que las auténticas brujas no eran así, que de hecho, las brujas auténticas podían verse como cualquier persona que pudiera encontrarme por la calle.
Aquella afirmación me pareció un poco extraña. A pesar de ser un amante de las películas de terror, no creía en nada paranormal. Después de todo, no se trataba de nada más que efectos especiales o eventos que se habían dado debido a la sugestión de aquellos que afirmaban haberlos vivido. Con la seguridad que solo un adolescente inexperto podría tener, le dije que podrían verse como cualquiera se las imaginara, pues no era como si de verdad existieran.
En cuanto dije aquello, la expresión en el rostro de mi abuelo cambió por primera vez desde que había llegado. Parecía más de decepción que de otra cosa. Me cuestionó el motivo por el cual estaba tan seguro de mis palabras, a lo que con cierta prepotencia le respondí que había dejado de creer en cosas como el coco desde los cinco años. Mi abuelo me miró y, con cierta seguridad en su tono de voz, me dijo que no debería estar tan seguro de temas de los cuales desconocía por completo.
Acepté con una ligera y algo retadora risa y dije que estaba bien mientras volvía a cambiar los canales del televisor cuando, de la nada, mi abuelo comenzó a relatar.
Sus primeras palabras fueron al decirme su edad, la cual en ese entonces era de 8 años. También me dijo que él y su familia solían mudarse constantemente. Añadió que su padre era un hombre soltero, el cual trabajaba arduamente para mantenerlo a él y a sus tres hermanas pequeñas, las cuales tenían 6 años, y las menores eran un par de gemelas de solo 4 años. Por lo que, al ser él el hermano mayor, dependían completamente de él para cuidarlas.
Me contó que un buen día su padre le informó que debían mudarse, pero que aquella vez sería diferente a las otras, pues en vez de mudarse a los comunes espacios reducidos a los cuales estaban acostumbrados, esta vez se trataba de nada más y nada menos que de una auténtica casa, la cual era tan espaciosa que incluso él podía tener su propio cuarto, cosa que le había emocionado particularmente, sin mencionar que su padre había conseguido un buen trato para que la renta fuera muchísimo más barata.
En primera estancia, parecía ser el lugar ideal; sin embargo, desde el instante en el que bajó del auto, supo que había algo que no estaba bien.
Mi abuelo dijo que, cuando estaban bajando sus cosas del auto, notó cómo la vecina de la casa de al lado, cuya casa estaba de hecho pegada a la suya y cuyos jardines solo los dividía una muy vieja cerca de madera, parecía estarlos viendo por detrás de las cortinas de su casa.
Mi abuelo cuenta que no podía verla con claridad, ya que solo las cortinas estaban entreabiertas; sin embargo, algo que destacaba era que era una anciana cuya melena estaba muy alborotada y esponjada. Su mirada lo inquietaba, pero al no querer armar un alboroto, simplemente optó por ignorarla.
Sin embargo, desde la primera noche, los eventos paranormales se hicieron presentes. Me cuenta que se despertó en mitad de la noche con muchas ganas de ir al baño. Él jamás había sido un niño miedoso, por lo que simplemente se levantó y, cuando se disponía a volver a la cama, entró a su habitación solo para notar cómo bajo sus pies descalzos se sentía cierta humedad.
Intentó encender la luz para ver qué era lo que se trataba, pero después de algunos intentos, se dio cuenta de que el apagador no servía por algún motivo.
Él caminó un poco más adentro de su habitación siguiendo el charco que se formó en el suelo y pudo darse cuenta de que lo que sea que estuviera provocando esto parecía estar filtrándose por la pared, la cual era la misma que compartía con la casa de la anciana que había visto aquella tarde.
Fue entonces cuando decidió ir a avisarle a su padre, ya que él no tenía ni idea de qué hacer; sin embargo, en cuanto dio media vuelta para dirigirse a la salida, sintió como si una fuerza invisible lo arrastrara de vuelta al cuarto, azotándolo contra la pared. Sintió como si algo lo tomara por el cuello y lo levantara, impidiéndole respirar. Intentaba con desesperación tomar aire, pero finalmente se desmayó.
Cuando despertó al día siguiente, lo hizo en el suelo de su habitación. Me cuenta que se sentía completamente confundido. El cuello le dolía, pero no tenía ninguna marca visible, y en el suelo no se hallaba ningún rastro de agua o cualquier cosa que pudiese haber sido la causa de lo que había sentido la noche anterior.
Él sentía muchísimo miedo, pero no quería preocupar de ninguna manera a su padre, sobre todo porque aquello no podía haber sido real. Por lo que pensó que tal vez había sido una pesadilla y había caído de la cama. Así que decidió no decirle nada a nadie.
Los días posteriores transcurrieron con mucha normalidad; inclusive aquel incidente de la primera noche casi había quedado en el olvido para él. Sin embargo, una tarde, mientras jugaba a la pelota con su hermana, esta salió volando atravesando la cerca que dividía los jardines, cayendo justo en el patio de la anciana.
Su hermana pequeña no se atrevía a ir por ella y, debido a lo vivido aquella noche, él también lo dudaba; sin embargo, me contó que aquella era su pelota favorita y no tenían demasiados juguetes como para darse el lujo de perder uno de ellos. Por lo que decidió brincar la cerca para recuperar su pelota.
Mi abuelo se detuvo un poco intentando recordar más detalles al respecto. Me dijo que su jardín estaba lleno de maleza seca y piedras. Este caminó buscando su pelota hasta que finalmente pudo verla. Caminó hacia ella, pero justo antes de que pudiera tomarla, sintió una mano tomándolo muy fuerte del hombro.
Cuando este volteó, se topó cara a cara con aquella anciana, la cual a primera vista no parecía muy diferente a cualquier otra anciana que él hubiera visto antes. Pero sí había algo en su mirada que lo hacía temblar. Ella le reclamaba el hecho de estar en su casa.
Mi abuelo cuenta que intentaba zafarse y gritar, pero nadie iba en su auxilio. Sin embargo, en un momento, ella lo soltó y él salió corriendo de vuelta a su casa.
Cuando volvió, pensó que aquello sería todo, pues la anciana no lo había seguido. Sin embargo, estaba muy equivocado, ya que aquella noche nuevamente se despertó en mitad de la misma para ir al baño, cosa que hizo esta vez con un poco de más miedo, pues recordaba a la perfección lo que había pasado la última vez.
Cuando salió del baño, alcanzó a ver, por el final del largo pasillo, el cual estaba únicamente iluminado por la luz de la luna que se filtraba por una de las ventanas, la silueta de una mujer, más preciso, la silueta de aquella anciana, la cual parecía estar hablando muy rápido en un idioma que desconocía por completo.
La Casa De Los Vecinos Historia De Terror
Mi abuelo cuenta que aquello fue lo más espantoso que jamás había experimentado en toda su vida. Por lo que gritó, llamando a su padre, el cual, al escuchar los gritos, se levantó de inmediato para correr en su auxilio. Sin embargo, cuando llegó con él, no pudo ver a la anciana, ya que esta había desaparecido así como llegó.
Sus gritos habían despertado también a sus hermanas, las cuales estaban llorando, ya que se habían asustado. Su padre se enojó mucho con él, ya que no solo lo había despertado, sino que ahora había puesto intranquilas a sus hermanas, por lo que fue reprendido.
Él dijo que, a partir de ese día, no hubo momento en el que no se sintiera vigilado por aquella anciana, e incluso algunas noches era despertado, ya que sentía una muy pesada respiración detrás de su nuca, al mismo tiempo que un aroma fétido inundaba su habitación. Sin embargo, él ya no se atrevía a decir nada a nadie, pues debido a la última noche, su padre aún se encontraba molesto con él y no quería que el asunto siquiera se tocase. Por lo que, por varios días, este sufrió en silencio.
Sin embargo, esto cambió una noche en la cual estaba acostando a las dos gemelas, las cuales parecían estar un poco más inquietas de lo habitual. Cuando preguntó qué les sucedía, una de ellas dijo que tenían mucho miedo de la bruja que vivía en su clóset.
Mi abuelo cuenta que aquellas palabras le helaron la sangre; sin embargo, intentó que ellas no notaran su miedo y aseguró que no había nada ahí. Sin embargo, ellas pidieron que por favor revisara el armario para cerciorarse de que no estaba ahí. Con el corazón acelerado, pero sin más remedio, él abrió el armario de par en par… y, con el corazón acelerado, a primera vista parecía estar vacío.
Sin embargo, cuando estaba a punto de tranquilizar a sus hermanas, ambas gemelas gritaron al unísono, señalando hacia su espalda. Mi abuelo se giró y se encontró cara a cara con la anciana. Ella estaba de pie en el armario, con una sonrisa diabólica, sus ojos desorbitados y sus dientes podridos.
Mi abuelo cuenta que tomo rápidamente a sus hermanas y corriendo salieron del cuarto, aterrados por lo que acababan de presenciar. Este cuenta que al no saber que más hacer corrieron al cuarto de su hermana el cual era el único que se hallaba en la planta baja, por lo que pensó que esté era el cuarto más seguro ya que era el único que no compartía paredes con la casa de la anciana, esa noche todos durmieron en ese cuarto. Su padre estaba de turno nocturno esa noche y no se enteró de lo sucedido.
Después de esa espeluznante noche en la que presenciaron aquel horrible avistamiento de la anciana todos acordaron dormir juntos en la habitación de la hermana de en medio. Afortunadamente, en esa habitación no experimentaron nunca ningún tipo de experiencia paranormal por lo que lo consideraban el mejor sitio para dormir.
Poco a poco, todos los hermanos acordaron contarle a su padre sus experiencias en aquella casa al igual de sus sospechas de la anciana de alado. Sin embargo, su padre no les prestó la más mínima atención. Para él, eran simplemente cuentos de miedo y pensaba que se trataba simplemente de su imaginación la cual se había desbocado.
Mi abuelo dice que se quedaron ahí por mucho tiempo más, una noche cuando las noches se volvieron insoportablemente calurosas, fue la vez en la que su padre le tocó vivir una experiencia, dice que su padre se quedó dormido con el ventilador encendido. El viejo ventilador carecía de una tapa protectora para las aspas, pero como era el único que lo utilizaba, nadie lo veía como un problema.
Sin embargo, esa noche algo perturbador le ocurrió. Su padre fue despertado abruptamente por un dolor agudo en uno de sus pies. Al parecer, por alguna razón que no comprendía el ventilador callo sobre el y sus pies se habían cortado con las aspas del ventilador desprotegidas.
A pesar del dolor intenso, su padre decidió no decir nada en ese momento. Debido a que este no quería preocupar a sus hijos diciendo detalles que se le hacían raros Como el hecho de que el recordaba haber desconectado el ventilador antes de dormir o que estaba seguro de que este se hallaba muy lejos de su cama, especialmente considerando sus historias sobre la anciana por lo que decidió no hacer pública su experiencia completa limitándose a decir que solo había tenido un accidente
Fue mucho después, cuando estábamos lejos de esa casa maldita y todos ya tenían la edad suficiente, que su padre finalmente se atrevió a revelar la verdad. Esa noche fatídica, al despertar por el dolor, escuchó claramente risas siniestras provenientes de la oscuridad.
Después de escuchar las malévolas risas, su padre se vio afectado físicamente por varios días. La gravedad de las heridas en su pie lo mantuvo incapacitado, los doctores no comprendía. Cómo una aspas de plástico pidieron haber hecho tanto daño a su pie, aquel incidente empeoró aún más su ya de por sí inestable situación económica. La frustración y el enojo se apoderaron de el, especialmente al ver cómo la anciana parecía sonreír con satisfacción ante su desgracia.
Un día, mientras mi abuelo se encontraba sentado en la banqueta frente a su casa, vio cómo la anciana salió de su morada y abordó un camión. Sin saber de dónde sacó el valor, esté decidió entrar a su casa con la intención de encontrar algo que a esta le importara para romperlo o destruirlo de alguna manera. Aquel pensamiento parecía justo en ese momento para su frágil mente infantil, alimentada por el resentimiento y el miedo.
Para sorpresa de este, la puerta de su casa no estaba asegurada, por lo que ingresó. Mi abuelo cuenta que el interior era espantoso y desordenado, con un olor a hierbas y brebajes extraños. Había trampas para ratones esparcidas por todas partes, algunas de las cuales aún contenían roedores vivos en su interior. No podía entender para qué los quería.
Camino por la casa hasta que sus ojos se posaron en una mesa en la que descansaban cinco muñecos de trapo. Los cuales le resultaron extrañamente familiares, y al examinarlos detenidamente, notó que uno de ellos, el más grande, tenía un pie cortado en varias tiras. En ese momento, todo se aclaró en su mente. Esos muñecos representaban a su familia completa. Sus cabellos eran hebras de sus cabellos.
Aterrorizado, quiso salir corriendo, pero en ese preciso instante escuchó que la anciana regresaba a su casa. Lo único que pensó fue en esconderse apresuradamente, pero en su nerviosismo, movió una de las trampas para ratones, la cual se cerró con un estruendo, delatando su escondite. La anciana lanzó un grito de rabia y lo agarró del brazo.
Mi abuelo gritó y luchó por liberarme de su agarre, golpeándola en un acto desesperado. Por suerte, logro zafarse y corrió de regreso a su casa. Este tenía horribles arañazos en su brazo, los cuales parecían resistirse a sanar. A pesar de sus dificultades económicas, su padre lo llevó a numerosos médicos en busca de una explicación, pero ninguno pudo encontrar una razón para sus heridas persistentes.
Finalmente, su padre tomó la decisión de abandonar esa casa maldita. Apenas estos se mudaron, su salud comenzó a mejorar notablemente. Ya no volvió a ver jamás a la anciana, ni experimento sucesos paranormales en lo sucesivo.
Autor: Aurora Escalante.
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