El Espíritu Que Vaga En La Carretera 2023

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El Espíritu Que Vaga En La Carretera 2023

El Espiritu Que Vaga En La Carretera… Desde que era pequeña le he tenido miedo a la oscuridad, no recuerdo si fue porque algo me asustó o simplemente fue una fobia que adquirí sin darme cuenta, tengo vagas memorias de que tenía a un lado de mi cama una lámpara, así cuando necesitaba levantarme al baño, no era necesario llamar a uno de mis hermanos o de mis padres, encendía mi lámpara y sentía la seguridad que proporciona la luz.

Debido a mi trabajo es necesario que salga fuera cada semana, aunque hasta en la actualidad no me gusta la oscuridad, prefiero viajar de noche para optimizar mis tiempos, los domingos por la noche salgo hacia Autlán, para instalarme desde muy temprano en mi lugar de trabajo.

Esa noche me preparé con lo necesario para el viaje, llegué a la central camionera con un poco de anticipación para no andar con prisas, vi que aún faltaba más de media hora para partir, así que me acomodé en uno de los asientos de la sala de espera, me dispuse a leer un libro, cuando una mujer de mediana edad se acercó a mí para platicar.

Ella comenzó con una plática trivial sobre el temporal de lluvia, lo fuerte que han sido las tormentas últimamente, también me dijo que era peligroso viajar de noche con lluvia, existía el riesgo de tener un accidente, no lo había pensado de esa manera, pero preferí sonreírle a la desconocida y dar por terminada la conversación, en ese instante, avisaron a través de un altavoz que ya podíamos ingresar al andén para subir a nuestro autobús, volteé para preguntarle a la mujer cuál era su destino, sin embargo, ella ya se había marchado, no le tomé el interés necesario y creí que ella se había ido al otro lado de los pasillos.

Subí al autobús y me acomodé para poder dormir algunas horas, por fortuna no tuve compañero de asiento, así que podría descansar mejor durante el trayecto. Apenas comenzó a avanzar el camión una ligera llovizna empañó los cristales de las ventanas, subí mis pies en el asiento, conforme el autobús salió de la ciudad se pudo ver sólo la vegetación y las sombras que hacían con la luz de la luna, me pareció muy tenebroso estar fuera del camión en esa oscuridad y bajo la lluvia.

De repente, vi una silueta que caminaba por la orilla de la carretera, me levanté de inmediato, no pude ver con más claridad porque la lluvia estaba muy fuerte, me quedé pensativa, pensando cómo una persona estaba caminando a esas horas de la noche, completamente sola, por un momento pensé que era una mujer que se encontraba en riesgo, pero no tenía la seguridad de lo que había visto.

El Espíritu Que Vaga En La Carretera

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Me quedé despierta, sentada con la vista fija en la ventana, pero ya no volví a ver nada, creí que había confundido lo que había visto. Más adelante, el autobús hizo una parada en la terminal de un pueblo pequeño, estuvo durante unos cuantos minutos en ese lugar, le pregunté al chofer si era posible bajar al baño, era preferible no hacerlo dentro del autobús.

Él me dijo que sí, que regresara lo más pronto posible, me fui con rapidez a los baños públicos, me encontraba dentro del baño cuando tocaron a la puerta con mucha insistencia, me molestó mucho que no me permitieran estar a solas, abrí rápidamente la puerta para reclamar a quien lo estaba haciendo, no encontré a nadie, el baño se encontraba completamente desolado, quise pensar que alguien me jugó una broma, así que ya no pensé más en ese asunto y me fui de inmediato al camión.

De nuevo recuperamos nuestra ruta, sin embargo, la lluvia fue más intensa, fue necesario que el chofer disminuyera la velocidad. El camión avanzaba a paso lento, eso era preferible a sentir la angustia de tener un accidente, en un instante se veía muy poco a través del cristal, una luz intensa se vio muy cerca, enseguida se escuchó el estruendo de un rayo que había caído muy cerca.

Por la intensidad de la tormenta ya no pude dormirme, el chofer anunció que en la siguiente gasolinera haría una parada por unos breves minutos, para esperar a que la tormenta cediera, a los pocos pasajeros que íbamos nos pareció muy buena su decisión.

A lo lejos, pude distinguir la gasolinera en la que el chofer estacionó el autobús, el lugar se encontraba techado, nos dijo que si queríamos bajar lo podíamos hacer, al menos estaríamos ahí por media hora, me bajé a comprar una bebida caliente, ya que el frío de la madrugada estaba más intenso, ingresé en la tienda de conveniencia a comprarme un café.

Estaba en la preparación de mi bebida, cuando vi a través del cristal a una mujer que caminaba a un lado de la carretera, traía su cabello largo y escurrido por el agua, parecía que estaba vestida con un camisón negro, salí de inmediato para verla mejor, ya que la lluvia no permitía verla con claridad, pero de pronto la perdí de vista, me quedé durante varios minutos parada afuera de la tienda, quería tener certeza de lo que había visto, ya era la segunda vez, pero como todo había sucedido muy rápido y borroso no sabía si era real o no lo que había visto.

Me metí de nuevo a la tienda con una sensación de extrañeza, no entendía el por qué veía a esa mujer, en eso, entró el chofer a prepararse un café, le pregunté que, si durante sus continuos viajes él se había encontrado con situaciones poco comunes, él se sonrió y me preguntó específicamente a qué me refería.

No me sentía segura de lo que le iba a decir, pero ya no pude contenerlo más, le dije que me parecía haber visto a una mujer que caminaba por la carretera, vestida con un camisón negro y con el cabello suelto.

Él me preguntó si estaba segura de lo que vi, le dije que era la segunda vez, pero era como una visión, porque de pronto ya no la veía, tenía temor de preguntarle de algo que no sabía si era real o no, el chofer me dijo que no tuviera miedo, pero que la mujer sí existía, no siempre se deja ver, es más común verla en temporada de lluvia.

Me quedé sorprendida por lo que el chofer me dijo, le pregunté si sabía algo de ella, él movió su cabeza negativamente, al parecer era un asunto desgastado para él o simplemente no le importaba. Antes de retirarse hacia el camión me dijo que no sólo él la veía, había otros compañeros que también les había sucedido lo mismo, incluso hay ocasiones en que se detiene y les pide la parada.

Siempre he escuchado relatos de gente aparecida, pero nunca algo que me haya pasado a mí, era la primera vez que me sucedía este hecho.

Después de varios minutos la lluvia comenzó a ser menos fuerte, el chofer hizo la señal de que ya era hora de irnos, de nuevo nos incorporamos a la carretera húmeda y vacía, yo me quedé durante largo rato pegada a la ventana para ver de nuevo a la mujer, pero ya no sucedió, llegamos una hora retrasados a Autlán, pero con el tiempo necesario para incorporarme a mis actividades.

Inmersa en mi trabajo con la comunidad me olvidé de lo ocurrido en la carretera, mi trabajo consistía en la realización de huertos orgánicos sustentables para la población, este era un pueblo apartado del centro de Autlán, así que estábamos en proceso de que los mismos pobladores sembraran sus hortalizas y las consumieran para su beneficio.

Una mujer que cada día me acompaña con él trabajo de regar las plantas, comenzó a platicar con otra persona sobre la leyenda de la aparecida, me pareció interesante su charla y me acerqué a ellas, les pregunté qué sabían de esa mujer, ella me respondió que no mucho, pero la mayoría de los pobladores que van a Guadalajara por material para realizar sus trabajos la habían visto.

Me sentí aliviada por lo que me dijo, fue cuando la cuestioné quién era ella, o por qué su alma no lograba descansar. La mujer me dijo que no sabía mucho de ella, sólo que hace mucho tiempo tuvo un accidente en el kilómetro 115 de la carretera Guadalajara-Autlán, se cree que ella iba con su familia y también sus hijos murieron, pero que el auto se incendió al momento de caer en un barranco, ella salió expulsada del automóvil y se estrelló contra un árbol, el resto de su familia murieron quemados.

Se cree que ella vaga como alma en pena, porque no pudo encontrar el cadáver de sus hijos, los busca con vehemencia y camina sobre todo en esta época, que fue cuando tuvo el accidente.

Ahora ya no tenía duda, lo que vi fue a esa mujer que caminaba errante por la carretera, me dio escalofríos sólo de pensar andar por la madrugada en la oscuridad absoluta. Con la carga laboral me olvidé del asunto, tuve una semana llena de contratiempos que absorbieron por completo mis energías, sólo me conformaba con la idea de regresar dos días a Guadalajara con mi familia.

El estado del tiempo no era el ideal, de nuevo estaba lloviendo con mucha fuerza, ya comenzaba a cuestionarme si era mejor viajar durante el día, ya que era menos probable tener un accidente con la claridad de la luz.

De nuevo me instalé en el asiento del autobús, fue en ese momento en que recordé a la mujer de la carretera, ya no pensé en dormir, a partir que comenzó a avanzar el camión estuve muy atenta al camino, pero no pude ver nada.

El camión hizo una parada en la terminal de un pueblo pequeño, me bajé para entrar al baño, me estaba lavando la cara y alisando el cabello, en eso vi una sombra por el espejo, era la imagen de una persona que caminaba con rapidez, busqué en los baños quién había entrado, abrí las puertas de cada uno de ellos, pero todo se encontraba solo.

Me salí de inmediato, estaba nerviosa por lo que había visto a través del espejo.

Nos integramos a la carretera, me encontraba en estado alerta por lo ocurrido, después de una hora que avanzó el autobús pude ver con más nitidez a la mujer, ella comenzó a caminar con más rapidez para ir a la par del autobús, esta vez no tuve la menor duda, era ella.

Me pegué en el cristal de la ventana para poder verla mejor, ella iba con su cabeza agachada y el pelo largo cubriendo el rostro, en eso, volteó directamente hacia mí, como si se hubiera dado cuenta de que la estaba observando, de un salto me retiré de la ventana y cerré la cortina para no verla de nuevo, ya no me atreví a recorrer la cortina, miré a los demás pasajeros para saber si ellos también se habían percatado de lo que había visto, pero la mayoría estaban dormidos o absortos viendo una película.

Ya no pude dormirme, el nerviosismo no me lo permitió, lo único que quería era llegar con bien a Guadalajara.

Ya en la central camionera me sentí más tranquila, respiré profundamente, por lo acontecido olvidé avisar con anticipación que me recogieran en la terminal, así que me senté a esperar que llegaran por mí, repasaba en mi mente lo ocurrido sin darle crédito a lo que había visto, en eso, una mujer se sienta a un lado de mí, ella comienza a conversar sin ningún preámbulo, se dirige hacia mí como si ya nos conociéramos de hace mucho tiempo, no le presté la debida atención, porque recibí un mensaje de que están próximos a llegar por mí.

Antes de retirarme por cortesía me despido de la mujer, ella no responde sólo asienta y me comenta que todo el camino estuvo lloviendo sin parar, me llama la atención su comentario y volteo a verla, ella me sonríe de una forma extraña, busco a su alrededor sus maletas, pero no veo nada. Entra la llamada por teléfono para avisarme que están afuera esperando por mí, le hago una señal a mi familiar para decirle que enseguida estaría con él, cuando busco a la mujer ella ya no estaba, con rapidez busqué a mi alrededor sin verla.

Me sentí incómoda por lo sucedido, de regreso a mi casa, mi madre me preguntó qué me pasaba, ya que estaba muy pensativa, le dije a grandes rasgos lo que me había sucedido, ella me respondió que no le causaba ninguna sorpresa que yo le dijera eso, desde que era pequeña tuve cierta sensibilidad a hechos extraordinarios, me sorprendió que me afirmara eso, y por qué me lo decía justo en este momento.

Mi madre me respondió que no me asustara, pero desde que era pequeña el miedo que tenía a la oscuridad era porque alcanzaba a percibir cosas que otros niños no lo hacían, me dijo que veía sombras que se movían entre la oscuridad, ese era el verdadero motivo por el que le tenía tanto miedo a estar en la penumbra, al tener una fuente de luz los espectros se movían a otro lado y ya no los percibía. Quizás había preferido bloquear esa parte de mi vida, porque realmente era algo nuevo lo que mi madre me decía.

Durante el fin de semana todo estuvo normal, no me pasó ningún acontecimiento inquietante que me quitara mi tranquilidad, en el día me olvidaba de la mujer de la carretera, sólo por la noche, antes de acostarme recordaba los sucesos extraños, sin embargo, eso no impedía que tuviera un sueño tranquilo.

De nuevo, llegó el momento de partir a Autlán, mi madre me dejó en la central camionera, me dispuse a esperar el llamado por el altavoz; esta vez estuve atenta observando a mi alrededor, para ver si encontraba de nuevo a la mujer que se acerca conmigo, no sucedió, busqué por todos lados sin lograr verla, fue cuando comprendí que estaba un poco paranoica con el asunto de la mujer de la carretera, no sé por qué la había relacionado con ella.

Regresé a mi lectura, de pronto escuché un susurro, como si alguien me hubiera hablado con voz muy baja cerca de mi oído, me decía mi nombre y algo más que no alcancé a escuchar, busqué a mi alrededor para saber quién había sido, pero no había nadie.

El aviso para subirnos al autobús me sacó de mi búsqueda, tomé mi maleta y me encaminé hacia el andén; buscaba entre la gente si veía algo anormal, ya no volví a escuchar el murmullo.

Cerré la cortina de mi ventana para no ver hacia afuera, ya no quería más sorpresas durante el camino, para variar estaba lloviendo y al parecer la lluvia nos iba a acompañar por todo el trayecto, en esta ocasión ya no quise observar hacia la carretera, porque sabía que me podía encontrar con ese espíritu que vagaba por la oscuridad, sin embargo, nuevamente escuché un murmullo muy cerca de mí, sólo para saber si se trataba de lo mismo, abrí la cortina. En efecto, ese ser obstinado caminaba al lado de la carretera.

Me quedé pensando durante un rato qué era lo que ese ser me quería decir, porque tanto el chofer, como los demás pasajeros, se encontraban tranquilos, para ellos había pasado desapercibido el fenómeno, me acerqué con el chofer, no sabía cómo exponerle el suceso, tenía miedo de que se fuera a burlar de mí o creyera que estaba loca.

Él me vio un poco alterada y, me dijo que me calmara, cuando le dije lo de la mujer, se quedó callado y pensativo por unos instantes, parecía como si sabía de este asunto, me dijo que cuando llegáramos a la siguiente parada, entonces podríamos platicar, ya que no era conveniente hacerlo dentro del autobús, se podrían alterar los demás pasajeros.

Estuve de acuerdo con él, me retiré a mi asiento y cerré los ojos, pero de nuevo venía a mi mente la cara de la mujer, otra vez escuché un susurro muy cerca de mi oído, con cautela abrí la cortina del camión, ella estaba a un lado de la carretera, parecía como si no estuviera caminando, más bien se veía como si flotara, porque no le alcanzaba a distinguir los pies, además, iba a la misma velocidad que el camión, tenía miedo de que ella volteara hacia mí, como lo hizo la última vez, pero no sucedió.

Después de unos minutos la perdí de vista, su figura se desvaneció y ya no volví a verla, era tenebroso imaginar estar en ese lugar, ya que cuando los relámpagos iluminaban el espacio, las sombras de los árboles,  así como la vegetación, dibujaban figuras tétricas que danzaban al ritmo de la oscuridad.

Todo era como un fondo en penumbra que no tenía fin, era mejor no voltear hacia al exterior porque me llenaba de escalofríos. Cuando pude conversar con el chofer, él me dijo, que la mayoría de los compañeros la habían visto, incluso, a alguno de ellos les llegó a pedir la parada, pero ninguno llegó a detenerse, era muy escalofriante verla parada con la mirada fija en el infinito. Yo le pregunté si sabía qué le había sucedido, y por qué su alma vagaba en ese espacio, durante el temporal de lluvias.

El empleado me dijo que se decían muchas cosas, algunos comentaban que ella había tenido un accidente al lado de su familia, que no pudo quedar cerca del cadáver de sus hijos, otros decían que era la muerte vestida de mujer, ya que hubo algunas personas que se impresionaron tanto de verla, se desbarrancaron hacia el fondo de la montaña, por lo sinuoso del lugar era muy difícil que alguien saliera vivo; otros comentaban que ella se paraba en medio de la carretera, el conductor para no arrollarla, trataba de esquivarla, lo cual producía un accidente grave, otras personas dicen que es el demonio en forma de mujer, que busca llevarse el alma de algún humano.

Me sorprendió saber todos los rumores alrededor de ella, lo que hizo que me diera más temor, porque de todas las posibles entidades que pudiese ser, ninguna era grata. Todo el camino hacia Autlán estuve pensando en ese ser y por qué se hacía presente conmigo, porque a los demás pasajeros no les pasaba lo mismo, en eso recordé las palabras de mi madre y la sensibilidad que me dijo tener hacia seres de otro mundo.

Llegamos a Autlán sin contratiempos, pero me sentía inquieta e incómoda con todo lo sucedido, al día siguiente le comenté a la mujer que me apoya lo que me ocurría, ella me dijo que la mayoría de la gente del pueblo, que ha viajado hacia Guadalajara la ha visto, pero que no me preocupara, los choferes el autobús saben de ella, así que es poco probable que se pueda tener un accidente, con las personas que nunca la han visto y que viajan en automóvil, algunas de ellas sí han tenido accidentes, porque es tanta su impresión de verla que pierden el rumbo, además, con lo sinuoso del camino, todo es más complicado.

Por un momento me quedé callada, no sabía si decirle lo que me ocurría, ya que lo que me sucedía con ella, era algo más que sólo verla caminar por la carretera, lo pensé un poco y le dije que tenía miedo, porque creo que me ha seguido hasta la terminal, le conté todo sin detenerme en darle detalles, ella me sugirió que fuéramos con la mujer del pueblo que hace “arreglos” a las personas, al principio, no me agradó la idea, pero después lo pensé y creí que no perdía nada al hacerlo.

Por la tarde, después de la jornada de trabajo, María, así se llama la mujer que me apoya, me llevó con aquella persona que podría ayudarme; caminamos por varias calles del pueblo, antes de llegar María extendió su brazo para señalar el lugar indicado.

La casa era humilde y pequeña, desde que entramos todo olía a hierbas e incienso, la mujer tenía una mesa de madera al centro de la habitación, ella me indicó que me sentara al frente de ella, comenzó a extender una baraja y, sin que yo le dijera nada, me comentó que yo era una persona que puede tener contacto con seres de otro mundo, también me dijo que hay entes que se quedan “atorados”, porque no pueden trascender hacia otro espacio, ya que hay motivos poderosos que los atrapan en el mundo de los vivos.

Era extraño para mí escuchar lo que me decía, pero le di un poco de crédito a sus palabras, siguió haciendo una serie de rituales conmigo, hasta que me dio un talismán, el cual, lo rocío con agua extraña, me dijo que era necesario que la siguiente vez que yo viera a esa mujer levantara el talismán, de manera que ella pudiera verlo en caso de que volteara, este le daría la luz necesaria para encontrar su camino, así como la protección en su viaje, además que el talismán brindaría la protección necesaria para mí.

Esa fue la primera vez que acudí con una persona esotérica, pero me hizo mucho bien escuchar lo que me dijo, me generó seguridad y tranquilidad.El regreso hacia Guadalajara fue más tranquilo porque no estaba lloviendo, lo hice de noche sin ninguna novedad, de cualquier manera yo mantenía el talismán agarrado muy fuerte con mi mano.

Al llegar a la terminal de Guadalajara, me quedé un rato por la sala de espera, volteaba para todos lados para poder ver de nuevo a esa mujer, a lo lejos, en el andén, pude verla, sólo asomó su rostro, el resto del cuerpo lo escondió tras un muro, pero ya no se acercó a mí, no sé si fue que en realidad el talismán tenía algún poder, me cuesta trabajo creerlo, lo que sé es que al menos a mí ya no se me apareció, hubo personas que me dijeron que ella intentaba comunicarse conmigo, decirme algo, que le hubiera preguntado, sí lo llegué a pensar, sin embargo no me atreví a hacerlo.

Autor: Ana Bécquer.

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