Hechizo De Muerte Historia De Terror 2022

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Hechizo De Muerte Historia De Terror 2022

Hechizo de muerte, historia de terror… Hace algunos años, mi madre enfermó de gravedad. Le habían detectado cáncer y le habían diagnosticado un tipo muy agresivo, fue algo extraño, de pronto cayó enferma, no podíamos entender lo que estaba pasando.

En esa época mi mamá ya tenía seis años separada de mi papá, vivíamos con ella en un pequeño departamento con los gatos qué, al final de cuentas, no se quiso llevar mi padre con él, aunque él los adoptó.

Eran dos gatos, uno negro y otro blanco, Toxi se llamaba el gato negro, le pusimos Cami al gato blanco, eran muy lindos y unidos, el único detalle con ellos, era que siempre habían sido muy agresivos con mi mamá, no les gustaba que ella los agarrara, así que solo mi hermana y yo pudimos hacernos cargo de ellos.

Una mañana, desayunábamos como de costumbre, cuando mi mamá fue mordida por uno de los gatos.

El más grande, toxi, le encajó los dientes en el estómago y comenzó a sangrar, nos fuimos al hospital muy asustadas, no entendíamos qué le pasaba a ese gato, de pronto se le había lanzado a mi mamá.

Ella me amenazó con llegar a la casa y tirar al gato, al primer lote baldío que se encontrara, pues sentía mucho dolor por la mordida. Yo no era muy

cercana a los gatos, pero mi hermanita Clara lloraba porque no le hicieran nada al gato, era su mejor amigo, decía.

Estábamos en plena discusión, sobre el destino del gato, cuando el doctor llamó a mi madre al consultorio, nunca imaginamos que el gato, de alguna forma le salvaría, con ese ataque, la vida a nuestra mamá.

A veces me han dicho o he leído que los animales sienten cosas, o las ven y que por eso pueden actuar extraño, para alertarnos.

Tras un rato en la consulta, regresó mi mamá, tenía unas gasas en el estómago, con una cinta para sostenerlas. Nos dijo que se iba a quedar a hacerle algunas pruebas, así fue que la ingresaron y a los dos días supimos que tenía cáncer de intestino.

Como les dije, todo fue muy rápido, de pronto mi mamá estaba yendo a las quimioterapias, tomando medicamentos y vomitando diario.

Comenzamos a ver cómo el carácter de Toxi cambiaba, ahora era más huraño, vivía a la defensiva con nosotras, pero el gato estaba obsesionado con mi mamá.

Hechizo De Muerte Historia De Terror

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Pasó de ignorarla por completo a estar tras de ella siempre, la seguía a todas partes, la acompañaba en la cama, se acurrucaba afuera del baño, esperando verla salir. Yo siempre vi que los gatos, Toxi y Cami, jamás habían sido apegados a mi mamá, ella los aceptó solo porque a mi papá le encantaban los gatos.

Tomamos la decisión de conservar a los gatos, después de esa gran mordida, mi mamá insistía que ese gato le había salvado la vida, pues de otra forma no se hubiera enterado del tumor que estaba creciendo en su intestino delgado.

Los días pasaban y todo era un caos, nunca me imaginé que las cosas pudieran empeorar, pero lo hicieron. Primero nos tuvimos que mudar a un lugar más barato, mi mamá perdió su trabajo, luego mis abuelos dejaron de apoyarla por problemas económicos de ellos.

Nos quedamos solas, apoyando a mi mamá como podíamos y sin mucho dinero.

Yo me metí a trabajar a una papelería, pues por ser menor de edad, no podía conseguir un mejor trabajo para sostenernos económicamente.

El trabajo más pesado de lo llevó Clara, ella cuidaba de mi mamá todo el tiempo, comenzó a faltar mucho a la secundaria, pero no nos arrepentíamos de nada, teníamos que ser fuertes.

Ninguna de las tres nos quejábamos de lo que estaba pasando, lo soportábamos.
Contrario a todo lo que pensábamos, mi papá comenzó a apoyarnos, nos pasaba una pensión decente para poder completar los gastos, además ayudó a mi mamá a continuar con su servicio médico.

Las cosas iban bien, a pesar de que todo estaba mal, mi papá también nos visitaba, miraba como vivíamos y cómo estaba mi mamá. Al final, yo creo que estaba preocupado por lo que estábamos pasando.

El problema era Tamara, su novia, ella era una mujer escandalosa y afectada, nada le parecía bien, era de esas mujeres a las que se les dice que “hasta lo que no comen, les hace daño”. Era una neurótica y celosa de lo peor, incluso llegó a ir a la casa a acompañar a mi papá, a verificar que solo viniera a visitarnos rápido y no pasara tiempo con mi mamá.

Lo mejor de todo, es que los gatos eran terribles con esa mujer, siempre la arañaban o le hacían algo cuando venía con mi papá.

Mi madre no tenía ganas de luchas gratuitas, así que ella permanecía agradecida con lo que su exesposo hacía para ayudarnos, sin prestarle mucha atención a Tamara.

Después de todo, a ella la conoció después del divorcio, o eso fue lo que creíamos, hasta que nos enteramos de la verdad.

En fin, las cosas estaban en relativa calma cuando comenzamos a experimentar una serie de problemas inusuales, cosas raras a las que no les teníamos explicación.

El día que ya les pusimos atención, fue un fin de semana largo, por las festividades no iría a trabajar jueves, viernes, sábado y domingo.

Mientras que Clara tampoco iría a la escuela, estábamos las tres en la casa.

Estábamos, ya entrada la noche, viendo la televisión, con las luces apagadas, yo estaba en el sillón pequeño acostada, mis pies salían de un costado y sentí un frío inusual, lo único que hice fue jalar una cobija que traía Clara, entonces comenzamos a forcejear, jugando con ella.

Mi mamá estaba fingiendo molestia, nos regañaba de broma y nos reíamos.

De pronto un chiflón de aíre llegó hasta nosotras y tiró una caja que estaba arriba de la tele, el aire venia de la cocina, pero no entendíamos cómo o de dónde salió ese aire, pues en la cocina no había ventanas, la puerta del patio estaba cerrada.

Me paré a verificar, pero de nuevo un aire helado vino de la cocina y me hizo tener escalofríos por todo el cuerpo mi mamá me dijo que revisara bien la puerta, que quizás la habíamos dejado abierta sin querer.

Cuando me acerqué a la cocina, efectivamente vi la puerta entre abierta, por ahí estaba entrando ese frío tan horrible.

Me acerqué a la puerta y cuando la quise cerrar, algo que estaba atorado debajo de ella, no me dejaba moverla.

Di varios jalones y empujones para poder cerrarla, pero siempre se atoraba en la parte de abajo, como estaba muy oscuro tuve que prender la luz, entonces, cuando me giré para ir a cerrar la puerta, vi que estaba Cami como atorado en la puerta.

Cuando me acerqué a él, para quitarlo de ahí, sentí sus patas rígidas, di un salto hacia atrás y le grité a mi mamá, ella vino corriendo a revisar lo que pasaba.

Cuando movió al gato, comprobó que estaba muerto, pero el miedo se apoderó de mi cuando vi el hocico del gato lleno de hormigas, le salían de todas partes.

Mi mamá agarró una caja de zapatos y lo metió ahí, no dijimos nada, pero las tres vimos cómo la silueta del gato quedó pintada en el suelo.

Era inusual, no hubo señales de que el gatito estuviera enfermo, tampoco había salido de la casa, siempre los teníamos con nosotras en la casa.

Revisamos los jabones, las medicinas o cualesquier cosa que se pudiera comer por accidente, pero no había indicios de nada.

Al parecer había muerto de repente de forma natural, o algo así, pero no podía ignorar cómo lo vi lleno de hormigas.

Toxí se quedó solo y ahora era mucho más cercano a mi mamá.

Había ratos en los que subía por su espalda para colocarse en sus hombros y ver lo que estaba haciendo, el gato también le lloraba todo el tiempo, pero especialmente le lloraba en la madrugada, se ponía sobre de ella y comenzaba a maullar de una forma muy espeluznante.

Comenzó a erizarse, a ponerse violento de la nada, quería atacar la ventana del cuarto de mi mamá, o arañaba alguna pared, también maullaba en la puerta de la cocina, ahí donde había aparecido muerto su compañero Cami.

Un día se lanzó por la ventana, dice mi mamá que parecía perseguir un pájaro, pero que no había visto bien lo que era.

Afortunadamente no se quebró nada, pero cada vez más seguido se lanzaba a las cosas más raras.

A veces se arrojaba a la puerta de la entrada o a las cortinas del cuarto de mi mamá, también llegó a tirarle la comida de las manos a mi mamá para luego dejarla en su arenero.

Las cosas seguían poniéndose raras, y no solo por el gato, por las noches comenzamos a escuchar que revolvían los trastes de la tarja.

Primero pensé que era mi mamá o Clara, buscando un vaso para tomar agua en la noche, pero

cuando me levanté a pedirles un vaso para mí también, no había nadie.

Solo vi cómo, de la nada, se cayó la caja con cereal que estaba sobre el refrigerador, en ese momento no imaginé nada raro, a veces se caen las cosas.

Miré a todos lados revisando si se colaba el aire por algún lado o si al gato se le había ocurrido romper cosas, pero Toxi no estaba por ahí, solo yo.

Me imaginé que solo estaba alucinando cosas, así que me fui a dormir, sin ponerle mucha atención al asunto.
El problema fue a la noche siguiente, de nuevo escuché el ruido en la cocina y me paré a revisar.

Desde mi cama yo escuchaba cómo chocaban los trastes, cómo se movían, como si los estuvieran quebrando todos.
No despertaba el sonido a mi hermana, que roncaba en la cama al lado de la mía, ni escuché a mi mamá pararse a ver lo que pasaba, así que tenía que ir a ver que ocurría.

Llegué a la cocina rápido, prendí la luz y miré todo, pero no había nada fuera de lugar, se me hizo raro. Entonces el cereal se cayó de nuevo, fui a recogerlo, lo puse en su lugar y se volvió a caer, así pasó de nuevo, se cayó y lo volví a poner en su lugar, después una a una, se cayeron las cosas que estaban sobre el refrigerador.

Había unas galletas, un trapo y un florero de vidrio, que se quebró en pedazos al tocar el suelo, me comenzó a dar mucho miedo y miré a mi alrededor, todo se veía normal, pero yo sentía como si alguien me estuviera viendo, esa sensación en la espalda de frío, de escalofríos que te paralizan.

Pensé que solo me estaba mentalizando para mal, así que decidí levantar los pedazos del florero e irme a dormir lo más pronto posible. Cuando fui a abrir la puerta del patio, para tomar la escoba y el recogedor, vi algo negro en el suelo que se movía.

Me acerqué a mirarlo bien, abrí por completo la puerta y pude ver la silueta, donde murió Cami, completamente llena de gusanos.

Fue tanto el asco o el miedo, que solté un grito muy fuerte, mi mamá bajó corriendo a ver lo que me pasaba, entonces ambas vimos aquella escena imposible, sacada de un cuento de terror.

Aquellos gusanos blancos, gordos y asquerosos, se retorcían en la zona donde se veía la sombra del cadáver del gato.

Ella me dijo, que lo más probable, es que el gato dejara rastro de su aroma o algo, que por eso los animales se reunirían ahí.

Me aseguró que, lavándolo con un poco de cloro, se iba a quitar aquella sombra, así como los gusanos, pero no fue así.

Toda la semana estuvo lavando el piso, pero la sombra no desaparecía.

Usó de todo, pero comenzaron a entrar gusanos a la casa.

A la que le fue peor, fue a mi hermana, pues una noche abrió la puerta del patio para ir por una toalla, que estaba tendida afuera, y le cayeron los gusanos que estaban en el marco de la puerta, en la parte de arriba.

Luego un aroma a animal muerto, llegaba a nosotras desde el patio, pero no encontrábamos qué despedía ese olor, también vimos como la puerta del patio siempre amarecía manchada del vidrio que tenía, eran como puntitos negros, de humedad, pero tampoco supimos cómo era posible que eso sucediera o por qué.

Todo se estaba poniendo muy raro, pararon los sonidos de los trastes chocando o quebrándose, pero la sensación de que algo nos veía, nos ocurría a las tres.

Unas dos o tres semanas después, la salud de mi mamá empeoró, ella estaba internada, porque comenzó a verse amarilla de la piel y los ojos.

En ese momento pensábamos lo peor, así que mi papá tuvo que venir a ayudarnos con el papeleo del hospital. Como éramos menores de edad, él se encargaba de todo, también se quedaba a dormir con nosotras para cuidarnos, entonces nos dimos cuenta que Toxi, el que era su gato, ya no toleraba a su anterior dueño.

Le arañaba, se ponía agresivo, también llegó a llorar de una manera amenazante cuando lo veía entrar al cuarto de mi mamá.

En medio de todo el estrés por la posible muerte de mi mamá, se complicó más la situación porque Tamara le dijo a mi papá que tenía que dedicarse a cuidarla porque estaba embarazada.

Nosotras no teníamos nada en contra de ella, así que mi papá sugirió que platicáramos las tres para estar en buenos términos, así podríamos convivir con nuestro futuro hermano.

Ella se puso como loca, al escuchar la sugerencia de mi padre.

Comenzó a gritarle, rompía cosas, le decía que no podía seguir ayudando a mi mamá.

Decía que nosotras estábamos haciendo un plan para separarlos y que ahora, con su embarazo, estábamos celosas, que temía que le hiciéramos algo.

Hasta la fecha no entiendo qué le pasó a esa señora en la mente, estaba como poseída, comenzó a maldecir a mi pobre mamá y Clara no se aguantó los insultos, le comenzó a contestar en un arranque de ira, porque mi papá le dijo que no podía abandonarnos, Tamara se fue sobre mi hermana Clara y le arañó la cara de una cachetada, ella le contestó mordiéndola.

Se armó una pelea, que terminó mal, mi papá decidió ayudarnos de lejos una temporada, mandó a una enfermera a que cuidara de mi madre, también nos mandaba dinero con ella, pero dejamos de verlo.

Lo más raro es que seguido veíamos el carro de Tamara afuera de la casa, siempre me imaginé que era porque vigilaba mi papá no regresara a vernos.

Pero un día, Susi, la enfermera que nos ayudaba, nos dijo que vio como una mujer vertía tierra afuera, en nuestra entrada.
Comencé a buscar en internet, algo no me cuadraba, Tamara estaba haciendo algo y yo tenía que averiguar qué.

Estuve buscando por horas y lo único que encontraba era brujería, pues al parecer ella estaba vertiendo tierra de panteón en la puerta para matar a mi mamá.

Yo estaba aterrada, así que cómo pude, para no sonar loca, les dije a mi hermana, a mi mamá y a Susi, lo que había encontrado en internet.

La única que no creyó ni media palabra fue mi madre, me decía que estaba muy afectada por su enfermedad, pero que eso no tenía nada que ver con lo que estaba pasando, que esas cosas no existían. Me dijo que rezara por Tamara, por nosotras, que Dios nos iba a ayudar.

No era necesario pensar en más, si estaba pasando algo así, mi mamá no iba a creerlo, lo único que hice fue vigilar la casa, entonces comencé a ver las cosas que Tamara dejaba en la entrada.

Lo que arrojaba eran cosas como tierra, vi algo aceitoso de color negro, incluso vi marcas, números y símbolos en la tierra, pero nunca vi a Tamara.

Pensaba que lo mejor era esperar y, en una oportunidad, decirle a mi papá lo que Susi había visto, sin alarmarlo de las cosas que comencé a ver afuera de la casa.

Nada se calmó, esa especie de maldición estaba haciendo efecto o todo era una gran coincidencia.

Comenzaron a salir muchas cucarachas grandes del bajante del lavamanos, también se rompían cosas muy seguido, como el tubo del agua de la regadera, siempre se abría o goteaba.

También seguido amanecían las llaves del gas abiertas, vivíamos asustadas de provocar una explosión sin querer. En medio de ese caos, mi mamá parecía agonizar.

Ya no se paraba de la cama, le pusieron una bolsa en el estómago porque le quitaron gran parte del intestino. Ella estaba sufriendo mucho y el gato se la vivía debajo de su cama, todo el tiempo quería estar con ella.

El doctor nos dijo que teníamos que deshacernos de Toxi, pues podría causarle una infección a mi mamá, entonces comenzamos a buscarle una casa.

Mi papá llegó esa tarde a traernos mandado, nos dijo que él se lo llevaría, que no importaba si Tamara quería, o no, él nos iba a ayudar.

Estábamos buscando la transportadora para gatos, para meterlo ahí, cuando escuchamos un ruido de cosas quebrándose.

Corrimos al cuarto de mi mamá y la vimos tirada en el suelo, afuera del baño, el gato estaba sobre de ella, estaba como loco, sacaba las uñas, se erizaba, miraba a un rincón del baño y maullaba muy fuerte, amenazante.

Lo peor, es que no sabíamos a qué estaba intentando atacar, pero jamás se bajaba de mi madre, él permanecía a su alrededor protegiéndola.

Fue imposible tomar al gato y sacarlo de la casa, mi mamá se recuperaba del desmayo, pero sin ir al hospital porque no quiso ir.

Toxi estaba debajo de la cama maullando, no paraba desde hacía rato, eran como gritos de locura, no podíamos callarlo con nada.

Esa noche no comió, tampoco al día siguiente bajó a hacerlo, incluso le llevamos agua, pero no salía de debajo de la cama, pensamos que tendríamos que mover la cama para sacarlo.

Por la tarde, cuando regresé de trabajar, acostamos a mi mamá en el sillón de la sala y comenzamos a mover todas las cosas del cuarto para levantar la cama, nos estaba ayudando Susi antes de irse a descansar.

La idea era arrinconar al gato, lanzarle una toalla, para luego meterlo en la transportadora, así se lo llevaríamos a mi papá.

Habíamos terminado de mover algunas cosas, sacamos el colchón, movimos la mesita de noche y, cuando nos pusimos de lado a lado de la cama para levantar la base, vimos una enorme mancha negra en el piso, justo del lado donde mi mamá dormía.

Susi se persignó, nos dijo que eso no era normal. No vimos a Toxi, no supimos en qué momento salió de debajo de la cama, lo estábamos buscando entre las cosas del cuarto; cuando Susi nos dijo que parecía una cara, la mancha en el suelo.

Mi hermana y yo nos cubrimos la cara al ver que, sí parecía una cara, una de un hombre viejo, en ese momento escuchamos gritar a mi mamá.

Fuimos con ella y vimos cómo estaba parada en la puerta del patio, la vimos temblando, también lloraba, todas vimos cómo Toxi estaba decapitado, tirado en el suelo.

Después de eso, mi mamá tomó nuestras cosas y fuimos a casa de mis abuelos a rogarles que nos ayudaran. Yo no estaba de acuerdo en irme con ellos, pero me dio mucho alivio ver que mi abuela estaba muy enojada, diciéndole que iba a ayudarnos pues esa bruja no iba a matar a su hija.

No entiendo, hasta la fecha, cómo una mujer tan religiosa como mi abuela, cree en la brujería. Incluso era la que menos imaginaba que me iba a creer cuando les conté a todos, lo que veía en la puerta de la entrada de la casa.

Entonces ella me explicó con detalles cómo funcionaba la brujería, lo que significaba la tierra negra en nuestra puerta, también los números y símbolos en la tierra.

Al parecer mi madre tenía un trabajo de muerte, que Tamara estaba haciendo para quitarla del camino, porque quería a mi papá para ella sola.

Esa mujer definitivamente estaba loca de celos, estaba paranoica pensando que mi papá podría quedarse de nuevo con mi mamá por estar enferma, así que quiso hacer de todo para lograr deshacerse de mi mamá.

Afortunadamente las cosas mejoraron al ir a vivir con mis abuelos, mi abuela María estaba convencida de que, entonces, el divorcio de mi mamá había sido causado por aquella bruja.

Así fue que la perdonó, pero tuvimos muchos años que soportar a la abuela, lo que ella quería hacer, lo que ordenaba.

No fue sencillo, pero al parecer, en el mundo de la brujería se puede combatir fuego con fuego.

No eran cosas que me decían, yo tuve que espiar para poder enterarme un poco de lo que pasó, al parecer mi abuela contrató a alguien para contrarrestar lo que estaba haciendo Tamara.

Mi mamá mejoró, aunque quedó con secuelas por la enfermedad, pero la veo feliz, tranquila e incluso trabaja en lo que le gusta hacer.

Ya no pregunto nada, es mejor dejar las cosas así, solo por curiosidad he leído sobre hechicería, amarres y brujos, es algo que no logro entender, incluso me compré un perro porque ahora me dan mucho miedo los gatos, pues he leído que ellos son portales al otro mundo.

Autor: Patricia González

Derechos Reservados.

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