Dos Mundos historia De Terror 2022
Dos mundos, historia de terror… Dos miedos son a los que me he enfrentado en los últimos días: la enfermedad y la muerte.
Soy consciente de la muerte y que a esta nos vamos a enfrentar en algún momento de nuestra vida, pero vivir tan de cerca el proceso de esta causó en mí más incertidumbre que seguridad.
Así es como viví de cerca la enfermedad y la muerte de mi padre. Él comenzó un transcurso físico en el que su cuerpo se vio minado por la enfermedad. El cáncer poco a poco comenzó a devorar sus entrañas y de él fueron quedando reminiscencias de lo que era.
Esto comenzó hace dos años. Mi padre tuvo una inminente pérdida de peso por lo que el médico lo mandó al especialista. Después de una serie de estudios el médico pudo llegar a la conclusión de que mi padre tenía cáncer de estómago.
Los cambios que fueron sucediendo en él fueron paralelos con su transición al otro mundo.
Como lo dije, hace dos años que le diagnosticaron su enfermedad, parece como si de manera gradual otros seres de otro mundo comenzaran a reclamar el cuerpo y la conciencia de mi padre.
Un día que regresé del trabajo primero me encaminé a lavarme las manos y desinfectarlas para poder convivir con él. Escuché un diálogo inteligible en la habitación en la que se encontraba.
Por un momento me alegré de que alguien fuera a verlo. A él le daba mucho gusto recibir visitas.
Tardé un poco más de lo usual en entrar a la habitación para darle más privacidad y confianza a su visita.
Más adelante entré con mi padre y lo encontré completamente solo. Lo cuestioné sobre la persona con la que él estaba conversando; por lo cual él negó rotundamente con la cabeza.
Me dijo que durante toda la mañana nadie había ido a visitarlo. Y si acaso alguien llegaba le costaba mucho trabajo salir hasta el cancel para abrir con la llave.
En ese momento no le tomé mucha importancia a ese evento. Pensé que todo había sido una confusión de mi parte.
Cuando llevé a consulta a mi padre; hablé con el médico y le pregunté si era normal que mi él tuviera alucinaciones.
Él me dijo que no era común pero sí era posible que sucediera por su enfermedad terminal y su enclaustramiento.
En realidad no me quitó ninguna duda.
Por unos días me quedé tranquilo de ver que todo transcurría con normalidad. Duró poco tiempo, en otra ocasión vi a mi padre que entró en un estado de catarsis.
Levantó sus brazos como si quisiera detener a alguien, enseguida apuntó con el dedo índice hacia la puerta. Me dijo que cada día eran más las personas que lo venían a visitar.
A ninguna de ellas les conocía. Solo me dijo que por el día venían personas vestidas de blanco que emitían un poco de luz, por el contrario, por la noche, llegaban seres siniestros que esperaban desde el patio.
Ellos lo observaban durante el tiempo que su habitación estaba con más personas, pero en cuanto se quedaba solo ingresaban de uno en uno.
Estos seres siniestros me los describió como personas cubiertas de un manto negro con capucha en la cabeza. Hablaban muy poco, se sentaban en la orilla de su cama, muy cerca de él y le susurraban palabras ininteligibles.
Se quedaban a acompañarlo toda la noche. En cuanto aparecía un atisbo de los rayos solares ellos desaparecen. Por lo visto mi padre no tenía ni un momento a solas.
Cada día notaba a mi padre con un desgaste físico y mental más intenso. Conforme se acercaba el inminente día de su muerte, estos seres se aparecían cada día más. Mi padre me apuntaba y me decía que se encontraban detrás de mí o en la otra habitación. Trataba de verlos pero no lo conseguía.
Un día me pidió que lo ayudara a sentarse al borde de la cama. Lo incorporé con mucho cuidado y me pidió que pusiera una silla enfrente de él para platicar.
Así lo hice, él comenzó a platicarme algo que le dijeron los seres que lo visitaban. Me dijo que se encontraba en una encrucijada. No alcanzaba a entender todo lo que me decía porque ya le costaba mucho trabajo hablar, sin embargo lo que me dijo me dejó helado.
Me comentó que dos de ellos le hablaron sobre el lugar al que lo llevarían. En ningún momento le hablaron de arrepentimiento o de absolución. Uno de ellos le dijo que al sitio que iría con él ya no podría regresar y que nunca se encontraría solo, al contrario, este ser era el
encargado de él antes de morir y hasta la eternidad. Al principio, se irían caminando hasta encontrar el portal que los llevaría a su destino final. Hasta ese momento lo que me dijo no me pareció tan descabellado, sin embargo, el otro ser sí le generaba mucho miedo.
El otro que se acercaba con mi padre hablaba muy poco. Se limitaba a observar y en varias ocasiones le dijo que él era uno de los demonios que se lo iba a llevar; afuera, había muchos de ellos, pero él era encargado de sacarlo de esa piel y llevarlo consigo, al lugar que lo llevaría estaría desprovisto de cualquier compañía, solo estaría con él hasta llegar al límite de la tierra, después él transitaría por el abismo y quedaría en la absoluta penumbra y nihilismo.
También, le dijo, que no tuviera miedo, ya que no recordaría absolutamente nada de su vida anterior que él estaría acompañado solamente por la oscuridad. Que esto era el infierno.
Sin decir más mi padre se soltó a llorar y me dijo que tenía mucho miedo. Que no se quería morir, no quería dejar y olvidar a cada uno de sus seres queridos.
Que no entendía por qué estos seres lo acechaban desde hace tiempo, tampoco sabía qué pasaría con él, con sus recuerdos, sus memorias, sus seres que tanto amaba..
No supe qué responder. Aún creía que eran delirios de mi padre causados por su enfermedad. Sin ninguna demora contacté a una tanatóloga para que me orientara y de igual forma sirviera de guía ante la ineludible muerte. Ella me vio tan preocupado que trató de tranquilizarme. Me dijo que era normal que él viera a estos seres porque su espíritu comenzaba a pasar de este plano terrenal a otro espiritual, pero que le explicara que lo del infierno y el cielo solo era producto de sus creencias religiosas.
Esto era probable porque desde muy joven mi padre estuvo muy de cerca con la religión; tenía una gran fé y profesaba abiertamente sus creencias.
Quise pensar que esa era la respuesta correcta y que todo era producto del subconsciente de mi padre.
La última noche previa a su muerte fue la peor para los dos. Desde que el sol se ocultó y la oscuridad hizo su presencia los seres “oscuros” -así los nombré para distinguirlos de los seres de luz- hicieron acto de presencia de una manera absoluta.
Mi padre me pidió que no lo dejara solo en ningún momento porque en el patio se encontraban acechando varios de ellos, los demonios. La ventana de la habitación en la que se encuentra postrado mi padre daba al patio, por lo tanto para él era factible ver hacia el mismo.
No puedo negar que volteé hacia el patio para ver los demonios a los que mi padre se refería. Para mí esta clase de apariciones era vetada. No podía distinguir nada a lo que aludía mi padre. Me tomó de la mano con la poca fuerza que le quedaba y no me quiso soltar.
Traté de entender su miedo y me recosté a su lado.
Después me quiso decir algo y ya no le entendí. De su boca solo salían sonidos sin sentido y significado.
Él vio que ya no le entendía y apuntó con el dedo índice hacia atrás de mí. No había nada. Con desesperación intentaba comunicarse conmigo. La mayor parte de la noche estuvimos despiertos. Él se aferraba a mí como si al no soltarme se quedaría conmigo.
En ese momento me cuestioné el por qué mi padre me habló de dos hombres, en el que cada uno de ellos lo llevaría a destinos diferentes. Quise pensar que uno se refería al cielo y el otro al infierno. Y ahora solo se refería a los demonios, a uno en especial que vendría por él y se lo llevaría.
A partir de las cinco de la mañana comenzó a caer una lluvia suave que después se convirtió en una gran tormenta.
Dos Mundos-Historia De Terror
Los relámpagos hacían primero su presencia al iluminar por instantes el patio y después se escuchaba un sórdido estruendo de los rayos que caían fulminando todo a su paso.
Uno de ellos, cayó muy cerca de la casa porque la intensidad de su luminosidad fue más fuerte. Las fuerzas de mi padre ya eran pocas, movía por momentos sus brazos y su cabeza.
Cuando cayó el rayo él volteó hacia el patio y abrió sus ojos, los abrió tanto que me estremecí. Volteé hacia esa dirección y lo único que alcancé a ver fueron unos ojos siniestros que me miraron atento.
De un salto me salí de la cama y corrí al patio para corroborar lo que creía haber visto. Afuera, se escuchaba la intensidad del agua al caer y la oscuridad absoluta. Me sentí confundido y por primera vez entendí a mi padre.
Quise ver hacia el exterior pero era imposible. En eso, mi padre comenzó a alterarse y a llamarme. Lo abracé con fuerza y le dije que no tuviera miedo siempre estaría con él.
No sé si mis palabras lo tranquilizaron o ya no pudo escucharme. Me miró fijamente como si su mirada me quisiera explicar lo que vivía en ese instante. Ambos nos miramos por unos segundos. Después él hizo una leve exhalación y se marchó.
Me quedé paralizado sin saber qué hacer o qué pensar, pero ¿qué se hace en esos momentos en que tu ser amado se marcha para siempre? Abracé a mi padre con fuerza, me así a su cuerpo aún cálido.
Esperé a que llegaran los servicios funerarios para la preparación del cuerpo de mi padre. Llegó el señor encargado de esta diligencia, con una camilla para subirlo a la carroza.
Al acompañar a mi padre hasta el auto percibí un extraño olor que no pude reconocer. Parecía que alguien también lo acompañaba.
La sábana de la cama en la que murió mi padre quedó con su silueta grabada de un gris oscuro. Los seres no volvieron a hacer presencia en la casa,creo que en efecto se fueron.
Autor: Adriana Cuevas Herrera
Derechos Reservados.
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