Una Bruja En El Bosque Historia De Terror 2023
Una Bruja En El Bosque, Historia De Terror… Mi voz tiembla cada vez que recuerdo los escalofriantes eventos que ocurrieron en aquel sombrío bosque, donde los susurros del viento parecían llevar a cabo secretos malditos.
Me encontré en una noche nublada, cuando la luna apenas logró penetrar las densas nubes que cubrían el cielo. Los árboles retorcidos parecían almas atrapadas en un tormento eterno, y el crujir de las ramas bajo mis pies resonaba como un eco de inquietud.
Fue entonces cuando la vi por primera vez, una figura oscura y encorvada que emergió de entre los árboles. Su cabello largo y enmarañado caía sobre su rostro demacrado, ocultando sus ojos. Vestía harapos y portaba un caído retorcido que parecía ser parte de su ser.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras aquella mujer se acercaba a mí con pasos lentos pero deliberados. Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral, como si estuviera siendo observada por fuerzas sobrenaturales. Su presencia era opresiva, y podía sentir su mirada incluso a través de su cabellera revuelta, en ese momento supe que se trataba de una bruja.
Sin decir una palabra, destaca una mano huesuda hacia mí. En su palma había una extraña joya centelleante que emitía un fulgor inquietante. Mi mente estaba dividida entre la curiosidad y el miedo, pero algo en mí me impulsó a tomar la alegría. La tomé con temblores en las manos, y en el instante en que lo hice, un torrente de imágenes aterradoras invadió mi mente.
Vi destellos de rituales oscuros, sacrificios macabros y una sed insaciable de poder. La bruja había sido consumida por la magia oscura y había perdido su humanidad en busca de poder ilimitado. Ahora, su sed de venganza y dominio la atrapaba en un ciclo interminable de malevolencia.
Tras aquel suceso me di la tarea de investigar si realmente aquella bruja era real y cuál era el trasfondo que había detrás de ella, así que al momento de realizar mi búsqueda de información descubrí un aspecto aún más desgarrador de su existencia. Resultó que en un tiempo lejano, mucho antes de caer en las garras de la magia oscura, la bruja había deseado tener un hijo.
En su juventud, cuando aún era una mujer humana, ella había soñado con ser madre y criar a un niño que llenaría su vida de amor y alegría. Pero el destino le jugó una mala pasada, y sus intentos de concebir fueron en vano. La desesperación y la tristeza la llevaron a buscar la magia en busca de una solución, lo que la sumió en el oscuro camino de la brujería, desde pequeña sabía que las brujas eran fanáticas de los más pequeños pues ellos les daban la fortaleza y disminuían los años de vida.
Años después, ya atrapada en la oscuridad, la bruja anhelaba cumplir su sueño perdido a través de medios retorcidos. Había escuchado rumores sobre un antiguo ritual que le permitiría robar el alma de un niño y transferirla a su propio cuerpo, permitiéndole experimentar la maternidad de una manera distorsionada y malévola. Su deseo distorsionado la había convertido en una amenaza para la inocencia misma.
Fue entonces cuando el destino me conectó nuevamente con la bruja. Un día, mientras exploraba el borde del bosque, escuché el llanto de un bebé. Siguiendo el sonido, me adentré en la espesura y me encontré con una cabaña oculta entre los árboles retorcidos. Allí, en un rincón oscuro, yacía un pequeño niño, solo y vulnerable.
Sin embargo, no estuvo solo por mucho tiempo. La bruja emergió de las sombras, sus ojos hambrientos fijos en el niño. Sabía que había encontrado su oportunidad de cumplir su retorcido deseo. En ese momento se comenzó a emitir un aura oscura mientras murmuraba palabras malditas. Sabía que no podía permitir que eso sucediera.
Con un coraje que no sabía que poseía, agarré una rama cercana y la apunté hacia la bruja, gritándole que se detuviera. Ella me miró con ira y desprecio, pero su hechizo se rompió. El niño dejó de llorar, y sintió cómo mi determinación lo protegía de las garras de la bruja. Una batalla de voluntades comenzó entre nosotros, una lucha entre la malicia y la protección.
Finalmente, con un grito de frustración y furia, la bruja desapareció en una bruma oscura, disipándose en el aire. Sabía que no la había derrotado completamente, que su sed de poder seguía latente en algún rincón oscuro del bosque. Cuidé al niño como si fuera propio, sin embargo sabía que debía encontrar a sus padres.
Después de aquel encuentro aterrador con la bruja, no pudo dejar de preocuparme por el pequeño niño. Decidí emprender una búsqueda para encontrar a sus padres, si es que aún estaban vivos. Mi corazón latía con ansiedad mientras recorría pueblos y aldeas cercanas, preguntando a cada persona si habían escuchado hablar de una familia que había perdido a su hijo.
Pasaron días de búsqueda infructuosa hasta que finalmente llegué a un pueblo remoto al borde del mismo bosque oscuro donde había enfrentado a la bruja. Había algo extraño en el aire: las miradas furtivas de los aldeanos, los susurros apagados que cesaban cuando me acercaba. Parecía que todos compartían algún oscuro secreto que no se atrevían a revelar.
Finalmente, un anciano con ojos cansados y llenos de miedo accedió a hablar conmigo en privado. Me contó la historia de una familia que había vivido en el bosque años atrás. Eran alquimistas y habían estado experimentando con magia oscura en busca de la eternidad. Pero sus ambiciones les pasaron factura, y la bruja que había conocido había sido el resultado de uno de sus experimentos fallidos.
La historia del alquimista y su esposa era aún más trágica. Después de perder a su hijo en un trágico accidente, se habían sumergido en la desesperación y el dolor. Habían buscado la ayuda de la bruja, creyendo que su magia podría devolverles a su hijo perdido. Pero en cambio, cayeron en su trampa y se ellos en cómplices involuntarios de sus oscuros designios.
La bruja les había prometido que podrían estar juntos como familia nuevamente, pero a un precio demasiado alto. Les había arrebatado su humanidad y los había convertido en seres atrapados entre la vida y la muerte, obligados a vagar por el bosque durante la eternidad. La magia oscura los había transformado en monstruos, y su dolor y arrepentimiento se habían convertido en una maldición que los atormentaba sin cesar.
A medida que el anciano me contaba esta historia, pude sentir la presencia de los alquimistas errantes acechando en las sombras del pueblo. Sus lamentos resonaban en el viento, una mezcla de tristeza y rabia inextinguible. Pero lo que más me aterró fue cuando, al final
La línea entre la realidad y la pesadilla comenzó a desdibujarse a medida que mi búsqueda continuaba. Cada sombra que se movía en el rabillo de mi ojo me hacía estremecer, y los susurros del viento parecían llevar consigo voces angustiadas y amenazantes. A medida que me adentraba más en el bosque, una sensación de paranoia se apoderó de mí, haciéndome dudar incluso de mi propia percepción.
Finalmente, llegué al lugar donde había encontrado al niño por primera vez.
Mientras inspeccionaba la cabaña en busca de pistas, me encontré con una fotografía antigua entre los escombros. Era una imagen en blanco y negro de una familia sonriente: los alquimistas y su hijo. Pero algo estaba mal. Sus sonrisas eran forzadas, sus ojos reflejaban una tristeza profunda. Parecía que la imagen misma estaba impregnada de la maldición que los había consumido.
Mis pensamientos se volvieron turbios, y la certeza comenzó a desvanecerse. ¿Había existido el niño en realidad, o había sido solo una manifestación de la magia oscura y la locura? La bruja, con sus hechizos y su influencia, había manipulado mi percepción y mi mente, haciéndome cuestionar mi propia realidad. ¿Había estado luchando contra fuerzas sobrenaturales o solo había caído en un abismo de paranoia y delirio?
En ese momento, un susurro helado recorrió mi oído, sus palabras eran apenas audibles pero penetrantes: “No puedes escapar de la verdad, niña valiente”. Me giré, buscando la fuente de esa voz, pero solo vi sombras bailando entre los árboles. Sabía que la bruja seguía allí, en algún lugar, observando y jugando con mi mente como una marioneta en sus manos retorcidas.
Con cada paso que daba, el bosque parecía cerrarse sobre mí, presionando contra mi mente y mi corazón. Los árboles se alzaban como espectros amenazantes, y las hojas crujían como risas siniestras. El mundo a mi alrededor estaba deformado y distorsionado, como si estuviera atrapado en un sueño febril y eterno.
Una Bruja En El Bosque Historia De Terror
La paranoia y el miedo me arrastraron, y en un momento de desesperación, me arrojé al suelo y cerré los ojos con fuerza, tratando de escapar de la opresión del bosque y la presencia de la bruja. Respire profundamente, tratando de encontrar mi centro y recuperar mi cordura. Cuando finalmente abrí los ojos, todo seguía oscuro y sombrío, pero mi determinación había vuelto.
En ese momento decidí volver a casa, aquel pequeño tan indefenso estaba ahí, sin embargo ya no entendía si este era real o se trataba de algún otra trampa que me había puesto aquella bruja, así que en mi desesperación traté de comunicarme con el bebé , a pesar de que era muy pequeño había algo en mi ser que debía encontrar la verdad, pero realmente era muy difícil pues alrededor del bosque estaba todo deshabitado, como si una maldición hubiera ocurrido en ese lugar y nadie pudiera vivir ahí, más que aquella bruja, el bebé y yo.
En ese momento me di cuenta que el bosque era un laberinto de pesadillas o una creación de mi mente perturbada. Mi propósito era enfrentar la oscuridad, descubrir la verdad detrás de la maldición y liberar a aquellos que habían sido atrapados en su abrazo retorcido. La bruja podría jugar con mis miedos, pero no permitiría que mi coraje flaqueara.
Con cada paso que daba, el bosque parecía susurrar su advertencia una vez más, pero esta vez la presencia de la bruja se hacía cada vez más palpable, como un aliento gélido en mi nuca.
Finalmente, llegué a un claro en medio del bosque, donde un antiguo altar de piedra se alzó en el centro. En el altar yacía una extraña mezcla de objetos: una muñeca de trapo, un espejo roto, un reloj que marcaba una hora imposible. Sentí que este lugar tenía una importancia especial, como si fuera el epicentro de la magia oscura que se retorcía a mi alrededor.
Fue en ese momento que una risa siniestra resonó en el aire, y la bruja emergió de entre los árboles. Sus ojos vacíos parecían arder con una luz maligna mientras me observaba con malicia. “Bienvenida, valiente intrusa”, susurró con una voz que parecía serpenteante y lúgubre.
La bruja habló de manera enigmática, como si estuviera tejiendo hilos de oscuridad en el aire. Mencionó la dualidad de la realidad y la ilusión, de cómo había estado jugando con mi mente desde el principio. Había creado el niño como una trampa para atraerme y manipularme, para llevarme a este lugar de poder retorcido donde podría consumirme por completo.
Mis emociones se agitaban en una mezcla de enojo, confusión y miedo. ¿Había sido un título en su juego desde el principio? ¿Había estado persiguiendo una ilusión, mientras ella se reía desde las sombras? Pero, más allá de mi indignación, también sentí una intensa tristeza por el destino del niño que, si alguna vez existió, había sido arrastrado a este mundo de pesadillas.
La bruja habló de la elección que tenía por delante: liberar al niño de su trampa y permitir que su alma finalmente descansará, o sumergirme más profundamente en la magia oscura y unirme a su eterno reinado de terror. Era una elección desgarradora, y mi mente estaba atrapada en una lucha interna mientras intentaba sopesar las opciones.
En ese momento, el aire se llenó de imágenes distorsionadas y fragmentos de recuerdos. Vi a los alquimistas atormentados, vi al niño llorando en la oscuridad, vi mi propia lucha contra la bruja y su influencia. En medio del caos, encontré una brizna de claridad. El niño, real o no, merecía encontrar la paz. No permitiría que su sufrimiento continuará.
Con una determinación firme, me enfrenté a la bruja y le grité que no permitiría que su ciclo de maldad continuará. Sabía que enfrentó una fuerza más allá de mi comprensión, pero también sabía que el poder de la decisión y el amor pudo superar incluso la oscuridad más profunda. Cerré los ojos, concentrándome en el deseo de liberar al niño y poner fin a la maldición.
Una explosión de luz y energía sacudió el cielo. Cuando abrí los ojos nuevamente, la bruja había desaparecido, y en su lugar yacía el niño, pacífico y sereno. Lo recogí con ternura y lo tuve en mis brazos. Aunque no sabía si era real o un producto de la magia, había encontrado una forma de liberarlo y, al hacerlo, también había liberado algo dentro de mí.
Salí del bosque, sosteniendo al niño en mis brazos mientras el sol brillaba en el horizonte. A medida que me alejaba, sentía que el bosque y su oscuridad se desvanecían en la distancia. No sabía si alguna vez entendería completamente lo que había ocurrido, pero sabía que había enfrentado el terror en todas sus formas y había emergido con una fuerza que no sabía que poseía.
A medida que los días se sucedieron tras mi enfrentamiento con la bruja y la liberación del niño, una sensación extraña comenzó a arraigarse en mi interior. La luz del sol ya no parecía tan brillante, y las sombras parecían prolongarse más allá de lo normal. Mis pasos se volvieron más pesados, y la energía que una vez había ardido en mi interior comenzó a apagarse gradualmente.
Los recuerdos de aquella confrontación se superpusieron en mi mente, mezclándose con mis propios miedos y dudas. ¿Había sido realmente capaz de enfrentarse a la bruja, o había sido solo una ilusión? La incertidumbre se convirtió en un peso en mi corazón, y las noches se llenaron de sueños inquietantes en los que me encontré atrapada en el bosque oscuro una vez más.
El niño, cuya existencia misma seguía siendo un enigma, también parecía afectado por la maldición que había rodeado su historia. A pesar de mi esfuerzo por cuidarlo y protegerlo, su presencia pareció llevar a cabo una sombra, una reminiscencia de los terrores que habíamos enfrentado juntos. A veces, cuando lo sostenía en mis brazos, su mirada parecía perdida en algún lugar distante, como si recordara los horrores que habíamos presenciado.
El llanto constante del niño se convirtió en un desafío abrumador. Cada noche y cada día, sus lágrimas parecían llenar el aire con una mezcla de angustia y desesperación. Mis esfuerzos por calmarlo parecían inútiles, y el sonido penetrante comenzó a erosionar mis nervios y mi paciencia.
A pesar de mis mejores intentos por consolarlo, el niño no encontré consuelo. Lo alimentaba, lo acunaba, le cantaba canciones suaves, pero el llanto persistía. Las noches se volvían una pesadilla de sonidos incesantes, y mis ojos se llenaban de cansancio. La falta de sueño comenzaba a afectar mi propio bienestar emocional y físico.
La frustración se mezclaba con la culpa. Me preguntaba si había tomado la decisión correcta al mantener al niño a mi lado. Quizás la maldición que lo rodeaba había dejado una marca indeleble en su alma, y no había manera de aliviar su dolor. A veces, en medio de la oscuridad de la noche, me encontraba preguntándome si había hecho más daño que bien al mantenerlo a mi lado.
La comunidad en la que vivía comenzó a notar mi agotamiento y mi desesperación. Algunos me sugerían que me deshiciera del niño, creyendo que estaba siendo afectado por la maldición que lo rodeaba. Otros me dieron consejos bien intencionados, pero nada parecía funcionar. Me sentí atrapada en una espiral de impotencia y agotamiento.
Finalmente, en uno de los momentos más oscuros de mi desesperación, una anciana sabia del pueblo se acercó a mí. Sus ojos llenos de experiencia y compasión parecían ver más allá de mi angustia. Ella me habló de la importancia de escuchar y comprender el dolor del niño, de conectarme con su alma en lugar de tratar de calmar su llanto con métodos convencionales.
Con sus palabras resonando en mi mente, decidí probar un enfoque diferente. Tomé al niño en mis brazos y lo miré directamente a los ojos, tratando de comunicarme con él en un nivel más profundo. En lugar de desesperarme por detener su llanto, me sumergí en su angustia, tratando de sentir y comprender lo que estaba experimentando.
Con el tiempo, algo comenzó a cambiar. A medida que me abría a su dolor y lo abrazaba con compasión, el niño parecía sentirse más calmado. Sus lágrimas cedieron lentamente, y su mirada triste comenzó a ceder ante un atisbo de paz. Pude sentir cómo nuestra conexión se profundizaba, como si estuviéramos sanando juntos en medio de la oscuridad.
No fue un cambio instantáneo, pero poco a poco, el llanto del niño volvió menos persistente. A medida que compartimos momentos de conexión y comprensión, su angustia parecía ceder y su alma parecía encontrar un poco de alivio. Aunque la maldición que había rodeado su historia seguía siendo un misterio, sentí que nuestra empatía compartida había comenzado a romper sus cadenas.
Sin embargo, una noche, mientras dormía, comencé a tener una serie de pesadillas y al momento de despertar aquel bebé ya no estaba, era como si hubiera desaparecido y lo más raro había sido que no encontraba alguna pista o rastro de su paradero, realmente estaba confundida, no sabía como actuar o hacer en ese momento, lo que sospechaba era que aquella bruja se había apoderado de él y me lo había arrebatado, así que pase días, meses, incluso años buscándolo, pero todo fue en vano, pues nunca volví a saber de aquel pequeño, ni de esa bruja.
Autor: Andrea Lezama
Derechos Reservados
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