La Bruja De La Guardería Historia De Terror 2023

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La Bruja De La Guardería Historia De Terror 2023

La Bruja De La Guardería, Historia De Terror… Mi vida parecía tornarse buena después de una larga época de crisis, falta de trabajo y vida, así que decidí mudarme a un pueblito el cual estaba muy alejado de la ciudad y de aquellos ruidos que interrumpiera mi tranquilidad, recién había egresado de docente y deseaba cambiar de aires para conocer nuevas anécdotas y cosas que contar, sin embargo nunca pensé que mi vida cambiaria de esa forma…

En lo profundo del bosque, oculta entre los árboles retorcidos y la maleza espesa, se encontraba una pequeña guardería abandonada. A simple vista, parecía un lugar tranquilo y olvidado, pero la oscuridad que lo rodeaba ocultaba un secreto siniestro, en aquella ubicación se encontraba mi nueva plaza, la cual duraría varios meses.

Antes de llegar me di a la tarea de investigar acerca de ella, pues quería familiarizarme un poco con el lugar y lo que me podía brindar. así que en medio de mi investigación encontré una historia que me impactó por completo y tenía relación con el lugar.

La leyenda contaba que en la década de 1800, una temible bruja llamada Cristina  habitaba en los alrededores. Era conocida por su habilidad para conjurar hechizos oscuros y su predilección por los ingredientes más macabros en sus pociones. Sin embargo, su oscuro corazón anhelaba algo más que el poder mágico: deseaba la inmortalidad.

Cristina  observó durante años a los niños que asistían a la guardería cercana. Sus risas y juegos resonaban en el aire, recordando su propia infancia perdida. Un día, la bruja ideó un plan retorcido para alcanzar su objetivo. Convocó a sus poderes oscuros y tejió un hechizo que le permitiría robar la juventud de los niños para sí misma.

La noche que el hechizo se completó, una niebla espesa y gélida descendió sobre la guardería abandonada. Las risas infantiles se convirtieron en gritos desesperados mientras Cristina comenzaba a absorber la energía vital de los pequeños. Sus risas se extinguieron gradualmente, y la guardería se sumió en un silencio aterrador.

Los aldeanos comenzaron a notar la desaparición de los niños. Aterrados por lo que podría haber ocurrido, se aventuraron en el bosque en busca de respuestas. Lo que encontraron los dejó sin aliento: la guardería estaba rodeada de juguetes abandonados y susurros inquietantes llenaban el aire. Algunos afirmaban haber visto sombras moverse detrás de las ventanas rotas.

Mientras tanto, Cristina se regocijaba de su éxito. La juventud robada de los niños la llenaba de una energía malévola, otorgándole una apariencia más joven y poderes aún más oscuros. Se había convertido en una figura maldita, atrapada entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Los aldeanos, desesperados por salvar a sus hijos, buscaron la ayuda de un anciano sabio que conocía los secretos antiguos. Este sabio les explicó que solo una combinación de coraje y magia podía derrotar a la bruja Cristina. Reunieron sus fuerzas y se dirigieron a la guardería en una noche oscura y tormentosa.

Cuando llegaron, encontraron la guardería envuelta en una niebla tenebrosa. Los juguetes y objetos olvidados cobraban vida, pero los aldeanos no retrocedieron. Lucharon contra las ilusiones creadas por Cristina y finalmente llegaron a la sala central, donde la bruja se encontraba en todo su esplendor oscuro.

Una batalla épica entre el bien y el mal se desató en la guardería abandonada. Rayos y chispas mágicas llenaban el aire mientras los aldeanos luchaban valientemente contra los poderes de Cristina, querían recuperar a sus hijos y estaban dispuestos a todo para lograrlo. Con un esfuerzo conjunto y el poder de la magia benevolente, lograron debilitar a la bruja lo suficiente como para sellar en el interior de un antiguo espejo mágico.

La guardería, finalmente liberada de la oscuridad, volvió a ser un lugar de risas y alegría. Los juguetes recuperaron su encanto y los niños regresaron a jugar entre sus paredes. Pero la historia de la bruja Cristina y su intento de robar la juventud quedó grabada en la memoria de los aldeanos como una advertencia de los peligros ocultos en las sombras…

Al terminar aquel relato sentí como un aire recorría mi piel, como si me hubiera transportado a aquel lugar y vivido aquello que se relataba, no obstante, sabía que era tan solo una historia que alguien creó para darle un toque a aquel bosque, así que trate de continuar con mi proceso y maletas para llegar al lugar con bien.

Al llegar al pueblo, conocí a una familia la cual me dio hospedaje en su humilde morada y en ese momento escuche como hablaban de aquella guardería que después de aquel suceso, años después, la guardería abandonada había sido restaurada y renovada por los esfuerzos de los aldeanos. Sus paredes desgastadas habían sido reemplazadas, las ventanas rotas habían sido reparadas y el lugar parecía haber vuelto a la vida. A pesar de las historias de terror que habían circulado durante generaciones, la nueva guardería se convirtió en un lugar vibrante y lleno de risas nuevamente, así lo referían mis nuevos caseros, fue en ese momento cuando supe que había algo más en ese lugar.

A pesar de aquellas historias de terror, estaba emocionada por comenzar una nueva vida, así que nada podía arruinar aquel momento pues yo era una persona que irradiaba energía positiva y un amor genuino por los niños, lo que rápidamente me hizo querida entre los aldeanos del lugar, por el trato que le brindaba a sus hijos.

Aquella familia me contó la historia de Cristina, pues era algo muy sonado en el pueblo, refiriendo que tuvieron que pasar años después de los eventos que llevaron a la derrota de aquella bruja, la guardería volvió a caer en un silencio inquietante. Aunque la comunidad había tratado de borrar el pasado oscuro, la energía siniestra que una vez había sido desterrada parecía resurgir lentamente. Los niños comenzaron a hablar en susurros sobre sombras extrañas que acechaban en los rincones y risas escalofriantes que resonaban en los pasillos vacíos, incluso al empezar a ejercer en el lugar ellos corrían hacía mí con esa excusa de ver cosas extrañas, realmente y a pesar de ello, mi duda aun seguia.

Yo era una persona que  no creía en las supersticiones y estaba emocionada por asumir mi nuevo papel. Tenía una personalidad optimista y decidida, y estaba segura de que podría crear un ambiente alegre y seguro para los niños.

Sin embargo, a medida que pasaron los días, comenzaba  a sentir una presencia inquietante a mi alrededor. Juguetes que se movían solos, puertas que se cerraban de repente y sombras que parecían tener vida propia la estaban alerta constantemente. Aunque intente desestimar estos incidentes como coincidencias, la sensación de que algo no estaba bien la atormentaba.

Una noche, mientras trabajaba en la custodia hasta tarde, noté  una puerta que nunca había visto antes. La puerta era de un color oscuro y estaba adornada con extraños símbolos tallados en la madera. Movida por la curiosidad, tuve  que abrirla y lo que encontré me dejó sin aliento: un cuarto secreto lleno de libros de hechizos oscuros, velas apagadas y un espejo antiguo que parecía emitir un aura maligna.

Al tocar el espejo, sentí  un escalofrío recorrer mi  cuerpo. Imágenes distorsionadas y figuras sombrías comenzaron a formarse en su superficie. Una voz susurrante emergió, y la figura de Cristina comenzó a tomar forma en el espejo. “He estado esperando mucho tiempo para liberarme”, murmuró la bruja con una sonrisa retorcida.

Estaba llena de miedo pero  decidida  a enfrentar la amenaza, comencé a recitar un antiguo conjuro que había encontrado en uno de los libros. La habitación tembló y las velas se encendieron solas mientras luchaba por contrarrestar el poder de Cristina. Una batalla mágica se desató entre la maestra y la bruja, cada una luchando por dominar el espejo y la energía que emanaba de él.

Afuera, la guardería comenzó a agitarse. Los juguetes cobraron vida, las paredes crujieron y las sombras se retorcieron en formas grotescas. Los niños, despertados por la perturbación, comenzaron a llorar y gritar, mientras sus risas infantiles se mezclaban con el.

Después de la terrible confrontación con aquella bruja  y la disipación momentánea de la amenaza, la guardería quedó en un estado de tensión constante. A pesar de los esfuerzos por restablecer la normalidad, un aire de oscuridad persistía en cada rincón. Los niños y maestros experimentaron pesadillas vívidas, y las risas alegres que una vez llenaron el lugar se volvieron nerviosas y tensas.

 Ante esta situación comencé a ser consumida por una sensación constante de paranoia. Las sombras parecían acechar constantemente y el  reflejo en los espejos a menudo parecía distorsionado y amenazante. Intente convencer a los aldeanos de que la guardería seguía siendo un lugar peligroso, pero muchos la tacharon de imaginativa y nerviosa.

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Una noche, mientras intentaba quedarme  hasta tarde para encontrar respuestas en los libros de hechizos oscuros que había descubierto en la habitación secreta, me  encontré cara a cara con una figura aterradora. Era nuevamente la bruja Cristina , más poderosa y retorcida que nunca, liberada de su prisión por medios desconocidos.

La bruja emitió una risa escalofriante mientras avanzaba hacia mí, sus ojos inyectados en sangre brillando con malicia. “Pensaste que podrías sellarme otra vez, querida maestra, pero me volvió más fuerte”, susurró Cristina  en un tono gélido. “Esta vez no habrá escapatoria para ti ni para nadie”.

En ese momento trate de retroceder , buscando frenéticamente una forma de defenderme. Rápidamente recite un hechizo de protección que mi abuela me había enseñado de niña y aunque nunca lo use sabía que era el momento correcto, Cristina lo desvió con un gesto de su mano. Las paredes de la guardería comenzaron a temblar, y los objetos se arremolinaban a su alrededor como si sucedieran marionetas bajo el control de la bruja.

Con lágrimas de miedo y desesperación en los ojos,  recordé el antiguo amuleto que me había ayudado en su enfrentamiento anterior. Lo agarre con fuerza y ​​comencé a recitar una invocación desesperada. Una luz intensa llenó la habitación, y el amuleto comenzó a brillar con una energía sagrada.

La batalla mágica que se desató en la guardería fue más intensa y destructiva que nunca. Los muebles se cerraron en proyectiles, las paredes comenzaron a desmoronarse y el aire estaba cargado de electricidad.  Aquella bruja y yo nos   enfrentamos  en un choque de poderes que sacudió los cimientos del edificio.

Finalmente, con un esfuerzo sobrehumano y la ayuda de los espíritus protectores que había invocado, logré canalizar el poder del amuleto en una explosión de luz que envolvió a Cristina . La bruja lanzó un grito de furia y agonía antes de desvanecerse en el aire, disipándose su energía maligna.

La guardería quedó en ruinas, pero la amenaza de Cristina  finalmente se había disipado. Yo me encontraba  herida y exhausta, encontrada por los aldeanos y llevada a salvo. La comunidad, finalmente convencida de la verdadera oscuridad que acechaba en la guardería, se unió para reconstruir el lugar , sin embargo aún tenían duda de lo que había sucedido en ese momento.

Sin embargo, incluso después de la batalla, la guardería seguía siendo un lugar maldito. Las sombras se manifestaron inquietas, y los ecos de las risas de la bruja  y los terrores que habían infligido parecían reverberar en cada esquina. La leyenda de los eventos siniestros que ocurrieron en la guardería nunca se desvaneció, y el lugar se convirtió en un punto de advertencia sobre el poder del mal y las fuerzas oscuras que siempre podrían resurgir.

Después de un buen tiempo los padres decidieron que lo mejor era clausurar el lugar, pues estaba lleno de tinieblas, cosas malditas y ellos no deseaban tener una educación así para sus hijos.

Los años pasaron, y la guardería quedó en total desgracia. Sus paredes agrietadas y su aspecto sombrío la convertían en un monumento a la desesperación. La historia de terror que había comenzado con Cristina  había dejado una marca imborrable en el lugar y en la comunidad que la rodeaba.

Y así, la guardería se convirtió en un recuerdo lúgubre de las consecuencias de las decisiones tomadas en el pasado. La oscuridad que se había desatado seguía viviendo en sus muros, una advertencia constante de que las acciones impulsivas y la búsqueda de poder podrían tener consecuencias catastróficas. El pueblo, sumido en tristeza y miedo, aprendió a vivir con la sombra de la guardería, un lugar que una vez estuvo lleno de risas y alegría, ahora sólo evocaba desolación y desgracia.

Por mucho tiempo traté de salir de ese pueblo, pero había una fuerza que me detenía. realmente sentía que estaba enloqueciendo y no quería ni acercarme a la guardería, pero debía entregar  aquellos documentos para mi trabajo así que tuve que permanecer en ese lugar por mucho tiempo mientras mi cerebro enloquecía.

 Me convertí en una figura solitaria y obsesionada por descubrir los secretos ocultos del lugar maldito comencé a tener alucinaciones cada vez más vívidas. Veía a niños llorando en las sombras, oía risas siniestras que parecían perseguirla y tenía visiones de Cristina riéndose de ella. Su cordura comenzó a tambalear, y su apariencia física se deterioró mientras se negaba a comer o dormir, concentrada únicamente en su búsqueda frenética.

Hubo un punto en donde los aldeanos observaban con tristeza cómo me perdía en su obsesión. Intentaron acercarse a ella para ayudarla, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de oscuridad y paranoia. A medida que sus alucinaciones se volvían más intensas, comenzó a hablar con voces invisibles ya balbucear sobre revelaciones perturbadoras que afirmaba haber descubierto.

Cuando los aldeanos se acercaron a la guardería en un intento desesperado de sacarme  de allí, la encontró en un estado de completa locura. Mi  mirada estaba vacía y desquiciada, sus ropas desgarradas y su cabello enmarañada. Murmuraba incoherencias sobre secretos oscuros y risas que nunca terminaban.

Había caído presa de la maldición que había acechado en la guardería durante tanto tiempo. Las energías oscuras que habían estado buscando habían penetrado en mi mente y habían consumido su cordura. Ya no era la joven curiosa que había comenzado su búsqueda; me había convertido en un reflejo trágico de la obsesión y la desesperación.

La guardería, una vez lugar de risas infantiles, se había convertido en un imán para el sufrimiento y la tragedia. Realmente esto  había sido mi perdición, y mi locura había sellado mi destino, convirtiéndome en un recordatorio espeluznante de los peligros de enfrentar la oscuridad sin precaución ni respeto por las fuerzas más allá de la comprensión humana.

Me había convertido en una figura trágica y atemorizante, vagando por los pasillos en un estado de delirio constante. Hablaba con voces invisibles, murmuraba sobre secretos oscuros y siniestros que afirmaba haber descubierto. La línea entre la realidad y la alucinación se desdibujó por completo para mí, y su presencia era una constante advertencia de los peligros de enfrentar las fuerzas más allá de la comprensión humana.

A medida que pasaron los días, mis alucinaciones  se volvieron más vívidas y violentas. Hablaba de niños atrapados en el interior de las paredes, llorando por ayuda, y afirmaba haber visto a la bruja Cristina riéndose en las sombras. Sus ojos estaban inyectados de sangre y su risa maníaca llenaba los pasillos.

Esa era yo, una mujer que se había enloquecido en medio de un pueblo sin salida… Han pasado los años y sigo sin entender porque Cristina me ha detenido en aquella guardería por tanto tiempo…

Autor: Andrea Lezama

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