Sin Rostro, Historia De Terror 2023.

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Sin Rostro, Historia De Terror 2023.

Sin Rostro, Historia De Terror… No tengo muchos recuerdos sobre mi infancia, y a decir verdad tampoco recuerdo gran parte de mi adolescencia, sin embargo, sin lugar a duda el recuerdo que siempre me acompañará es el de cuando solo tenía 15 años, aquel es un recuerdo que permanecerá conmigo hasta el último día de mi vida.

Crecí en un pueblo a varias horas de la ciudad, aquel era un sitio repleto de cultura, costumbres y tradiciones hermosas, sin lugar a duda este era el sitio perfecto para criar a tus hijos, de haberlos tenido me hubiera encantado tener la oportunidad de hacerlo, ya que este era bastante seguro, lo máximo que podría ocurrirte era ser perseguido por un guajolote enfurecido o caerte de un burro molesto.

Sin embargo, lo que más recuerdo que caracterizaba a este sitio era la inmensa superstición que tenían sus habitantes, las historias y leyendas sobre brujas, nahuales, el diablo y duendes eran bastante frecuentes en reuniones con amigos o historias que contaban tus abuelos.
En lo personal aquellas leyendas eran para mí lo mejor del mundo, no había leyenda o relato que no supiera al derecho y al revés, ya que desde niño había mostrado mucho interés junto con mis amigos, con los cuales siempre intentaba encontrar nuevas leyendas en el pueblo las cuales de hecho para mí fortuna eran bastante variadas.

Pero sin lugar a dudas había una historia la cual resaltaba sobre todas ellas, esta se trataba de la leyenda del sin cara, la cual era por de más la favorita entre los niños y adultos, aquella contaba la existencia de un ser tan alto como un árbol, el cual también era inhumanamente delgado y por si esto no fuera suficiente el rostro de aquel ser de pesadilla era inexistente.

Las historias sobre su origen se dividían en qué este se trataba de un secuaz del mismo demonio, otros contaban que este se trataba de un chamán al cual le había caído una horrible maldición después de experimentar con magia negra, otros aseguraban que este se trataba de un experimento del gobierno el cual habían soltado en el cerro después de que estos no pudieran controlarlo.

Aunque nadie se ponía de acuerdo respecto al origen del sin cara, una cosa si era segura y era que todos en el pueblo podían jurar sobre una montaña de biblias que él sin cara era real, no había persona mayor en el pueblo que no asegurara haberlo visto en el cerro, inclusive mi padre, el cual era un escéptico empedernido aseguraba haberlo visto adentrándose en la maleza y perdiéndose en la oscuridad del cerro en una noche de neblina en la que esté regresaba de cortar madera.

Todos aquellos avistamientos tenían algo en común y este era que nadie, absolutamente nadie había visto a la creatura frente a frente, todos aseguraban haberla visto a lo lejos, de espaldas o perdiéndose entre la maleza del cerro, de la misma forma aseguraban que de topártelo de frente sería lo último que verías, ya que te arrancaría el rostro sin más.

Al ser yo un niño creía en todas y cada una de aquellas historias, sin embargo, mientras más crecía todas aquellas historias comenzaban a hacérseme algo ridículas y sin sentido, me jactaba valientemente de haber ido al cerro miles de veces y que en todas mis visitas jamás había visto algo parecido como aquella creatura.

Hablaba de eso con mi grupo de amigos los cuales eran: Paolo, él era el más joven del grupo, lo único que recuerdo de él es su cabello rizado y negro, también estaba Esteban, de él lo único que podría recordar es que usaba unas gruesas gafas y por último estaba Antonio, recuerdo todo sobre él, era más alto que yo, tenía unos ojos color avellana y un cabello grueso y castaño que muchos decían que parecía un nido de pájaros, pero a mí me parecía divertido, él había sido quien me había metido al grupo de amigos, por lo que de todos ellos era al que yo era más cercano.

Una de las cosas que más recuerdo de Antonio sin duda es su gallardía ante cualquier cosa, siempre nos animaba a hacer locuras y casi siempre se salía con la suya, como mencioné antes de todo el grupo él era quien que me agradaba más, recuerdo que íbamos mucho al lago y solíamos nadar por horas en verano.

Creo que me desvío, estábamos a principios de diciembre cuándo Antonio volvía de visitar a unos familiares en la ciudad y había vuelto obsesionado con un programa de televisión, Antonio no era muy bueno explicando nada, pero pudo explicar lo suficiente para convencernos de crear nuestro propio show de eventos paranormales.

Aunque a decir verdad no estoy seguro de que, si se le podría llamar show paranormal a un montón de niños grabando y tomando fotografías con un muy antiguo teléfono, el cual tenía una pésima resolución, la idea era bastante simple, algunos conocidos contaban una leyenda la cual aseguraran haber experimentado, nosotros iríamos al lugar de los hechos y nos jactábamos de desmentirla, aquello pareció ser entretenido por un tiempo hasta que Antonio aburrido de la monotonía tuvo una buena idea.

Había estado por días intentando de convencernos de ir toda una noche al cerro con el único propósito de desmentir aquella historia del sin cara, yo no estaba muy seguro al respecto y no era por qué creyera en esas historias, sino que de noche en aquel cerro de lo último que debíamos preocuparnos era de encontrarnos a aquella extraña creatura.

Aun así, la mayoría del grupo fueron convencidos por Antonio y como todo adolescente lo último que quería era que mis amigos pensaran que era un miedoso, por lo que todos convencimos a nuestros padres de que pasaríamos la noche en casa de Antonio y Antonio por su parte dijo que se quedaría en mi casa, con aquellas coartadas nos encaminamos al cerro en donde para ser francos no paso nada interesante durante las primeras horas.

Para aquella expedición Antonio había conseguido un mejor teléfono, para que así de esta manera según el tener con que documentar “La gran farsa” como él la llamaba, aunque en realidad solo tomaba fotos y videos cortos de nosotros haciendo tonterías frente a la cámara, pasamos un rato tan ameno que a todos ahí casi se nos olvidaba el propósito real de aquella excursión.

Luego de detenernos a descansar un poco, Antonio comenzó a ver las fotografías tomadas durante el viaje, mayúscula fue la sorpresa de todos cuando nos mostró cómo en una de las fotografías, aunque un poco borroso podía verse la forma de un hombre extremadamente alto e inhumanamente delgado, ante aquel descubrimiento muchos de nosotros intentamos darle una explicación lógica.

Cosas como que se trataba de árboles, los cuales debido a sus ramas simulaban aquella silueta, un efecto de la luz o podía ser únicamente que ese teléfono solamente no había enfocado bien lo que eso era realmente y nosotros solamente nos estábamos imaginando cosas, pero esas explicaciones no eran suficientes para convencer a Antonio el cual propuso volver exactamente al punto dónde se supone que estaría la criatura en la fotografía.

En un principio todos nos negamos, estábamos cansados de tanto caminar y a decir verdad no era como si nos interesara realmente el desmentir o validar la existencia de aquella creatura, pero Antonio el cual nunca aceptaba un no como respuesta insistió tanto que finalmente cedimos a volver.

Una vez en el lugar Antonio comenzó a tomar tantas fotografías como podía, hicimos una recreación del momento en el que la misma fue tomada he inclusive Antonio llegó a exigir a la creatura aparecer si es que en verdad existía, para fortuna de todos pronto desistió de todo aquello y viendo que muy pronto seríamos cubiertos por el manto de la noche este decidió que deberíamos buscar un sitio donde dormir.

Una vez levantadas las tiendas de campaña, nos encontrábamos sentados alrededor de una fogata, hablando de trivialidades y contando historias de terror, para ese momento inclusive Antonio parecía haberse relajado y haber dejado el tema de sin cara de lado.

Recuerdo que yo me aleje un poco de todos para orinar, y mientras estaba en lo mío escuché un sonido por demás extraño, no parecía como ningún ruido que hubiera escuchado antes, era muy parecido al de huesos crujir, pero de una forma lejana y al mismo tiempo era casi como si esto ocurriera justo encima de mí.

Intente acoplar mejor mi vista a la oscuridad de la noche, sin embargo, por más que lo intenté lo único diferente que pude notar fue el cómo las ramas de algunos árboles se movían en dirección contraria al viento, era casi como si alguien o algo las empujara en dirección contraria, sin embargo, decidí restarle importancia, después de todo, esto podía deberse a animales o tal vez pájaros.

Por lo que decidí volver con mis amigos y no mencionar nada al respecto, después de todo lo último que quería era devolverle la idea a Antonio, el resto de la noche fue grandiosa, llegó la hora de dormir, yo compartiría la tienda con Antonio mientras que Esteban y Paolo compartirían la otra.

Cuando estaba a punto de quedarme profundamente dormido sentí como mi amigo comenzaba a moverme insistentemente hasta que finalmente le respondí con que me dejara tranquilo, este solo me silenció y a punto temblorosamente fuera de la tienda de campaña.

Completamente somnoliento, miré hacia donde su dedo tembloroso señalaba, fue entonces cuando miré la silueta de lo que en primera estancia mi cerebro dilucido como una araña gigante, sin embargo, una vez que mi cerebro pudo despertar del todo supe que no podía tratarse de una araña, ya que parecía únicamente tener cuatro extremidades, cuatro extremidades las cuales eran extremadamente delgadas.

Miré a Antonio el cual a pesar de la oscuridad podía ver la cara de infinito terror que tenía, mi cerebro intentaba encontrar una explicación a todo lo que estaba pasando mientras veía aquella silueta caminar a cuatro patas por todo el lugar, por un momento me pareció escuchar que estaba revolviendo las sobras de comida y dulces que habíamos olvidado alrededor de la fogata.

Una parte de mí quería convencerse de que una vez que viera que no había nada para alimentarse, así como había llegado de la misma forma se iría, tomé la mano de Antonio en la oscuridad, intentando convencerme de que era para tranquilizarlo, aunque la realidad era que yo buscaba aquella tranquilidad de su parte.

Para mi suerte este parecía también necesitar aquel confort por lo que él apretó mi mano con fuerza, y casi podía jurar que este rezaba en vos baja, no sabía hasta aquel día que Antonio supiera tantas oraciones o que fuera siquiera religioso, pero hasta cierto punto aquellos rezos me ayudaban también a mí a tranquilizarme.

Aquello solo funcionó por breves instantes, antes de que ambos escucháramos a Paolo y Esteban gritar, aquellos gritos aún perforan mi alma cada vez que los recuerdo, eran gritos de más profundo terror.

Esos gritos hicieron que mi cuerpo entero se estremeciera y no me permitiera pensar más allá que esa criatura no se trataba de ninguna otra más de sin cara, que Paolo y Esteban habían sido sus víctimas y pronto Antonio y yo seríamos los siguientes.

Para mi suerte, Antonio, pudo sacarme de aquel trance sujetándome muy fuerte de la mano y sacándome casi a rastras de la tienda de campaña, una vez afuera la luz de la luna iluminaba perfectamente a aquella criatura la cual se hallaba de espaldas justo hacia la tienda de campaña de mis amigos, de los cuales gritaban y suplicaban por ayuda.

El miedo incrementaba dentro de mi ser, inclusive el respirar se estaba volviendo difícil, fue entonces cuando con dolor observe como la creatura daba media vuelta directo hacia nosotros en sus largos y delgados dedos tenía el cuerpo sin vida de Paolo, el cual pude ver con horror que no tenía rostro, era casi como si este se hubiera cauterizado, ya que no parecía haber ninguna herida visible.

Era casi como si sus ojos nariz y boca hubieran sido sellados permanentemente por una capa de piel era sin duda una escena alarmante que hizo estremecer mi cuerpo entero, ni siquiera pude percatarme de cuando ese horrible ser acerco su huesuda mano hacía mi cara y lo noté hasta que sentí un ardor justo a la mitad de la misma.

Sin Rostro, Historia De Terror

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Aquel fue un dolor inmenso y en solo un segundo perdí completamente la visión de mi ojo izquierdo, fue casi como si mi piel ardiera por solo unos instantes antes de perder la visión de aquel ojo, para mi suerte, Antonio me apartó antes de que pudiera hacer lo mismo con el resto de mi rostro.

La impresión apenas me hizo darme cuenta de que ninguno de los dos tenía zapatos hasta que llegamos a un camino lleno de piedras, con la creatura detrás de nosotros el retroceder no fue una opción.

Era doloroso el tan únicamente apoyar un pie, pero sin duda el miedo de tener a aquella criatura detrás de ti era el suficiente incentivo como para continuar, sentía mis pies sangrar y aún podía escuchar a la criatura, lo cual era extraño, ya que no tenía rostro, me preguntaba qué era lo que escuchaba, más pronto que tarde descubrí que no era con mis oídos con lo que escuchaba, aquellos sonidos estaban dentro de mi cabeza.

Era casi como si este pudiera implantar los sonidos telepáticamente, aquellos eran ruidos enloquecedores qué te impedía pensar con claridad, a Antonio parecía afectarle esto más que a mí, puesto que tropezó y se golpeó la cabeza muy fuerte dejándolo inconsciente, por mi parte intente arrastrarlo, los pies me dolían al igual que las manos por el frío, veía Antonio sangrar.

Al mismo tiempo que veía la maleza moverse mientras la criatura se acercaba, podía escucharlo cada vez más cerca de mí, Antonio comenzaba a temblar, no tenía idea de que hacer, por lo que tomé la decisión que me ha atormentado hasta el día de hoy dejé de intentar levantarlo.

Me disculpé una y otra vez con él mientras acariciaba por última vez aquel alborotado y rebelde cabello antes de seguir corriendo, cuando lo hice casi podría jurar que escuché a la criatura reír.

Aunque bien podría ser únicamente mi culpa la cual me carcomía en ese momento, tanto como me carcome ahora, el dolor de dejarlo atrás era más intenso inclusive que el dolor de mis pies, los cuales ya estaban bastante ensangrentados.

No tengo idea de cuánto corrí después de dejar a mi amigo, pero no me detuve hasta toparme con un hombre el cual cortaba leña, lo cual no ocurrió hasta cuando los primeros rayos del sol comenzaban a asomarse, tenía los pies prácticamente destrozados por el camino, pero nada de eso importaba en ese momento.

Recuerdo muy poco del trayecto de regreso al pueblo solo recuerdo que el hombre me subió a su burro mientras me preguntaba que me había ocurrido en el ojo, fui llevado al hospital del siguiente pueblo para atender mis heridas, ya que ahí no había suficiente equipo como para atender todas estas, sin embargo, nunca pudieron determinar qué era lo que había pasado con mi ojo izquierdo, ya que simplemente este había desaparecido entre una capa de piel.

A pesar de los esfuerzos nunca pudieron encontrar a mis amigos hubo una búsqueda exhaustiva, pero sin importar los esfuerzos nadie los volvió a ver, algunos creyeron en mi historia, otros creyeron que yo había sido el responsable, sin embargo, nunca pudieron demostrar nada.

Apenas fue demostrada mi inocencia mis padres decidieron que sería mejor que me mudara la ciudad con una tía, yo por mi parte no volví a hablar hasta varios años después y con mucha terapia y aun así las pesadillas nunca se han ido, me gustaría decir que aquello terminó ahí.

El sanar heridas del pasado suele ser reconfortante y hasta admirable para algunas personas, pero para mí, por otro lado, no fue exactamente lo que esperaba. Luego de la muerte de mi madre me vi obligado a volver al pueblo donde crecí, aún recuerdo como abandoné ese lugar jurando no volver nunca más.

A pesar del pasar de los años mucha gente aún pudo reconocerme, es difícil ignorar a quién tiene la marca de sin cara en el rostro, algunos cuchicheaban, otros solo me miraban y desviaban la mirada intentando que no me sintiera tan incómodo, pero sin duda eso solo era peor.

Después del funeral de mi madre, tomé algunas cosas de la casa qué eran importantes para ella y decidí salir de aquel pueblo para mí des fortuna la salida del pueblo era pasar casi por la orilla de aquel horrible cerro, todo habría sido normal y hasta cierto punto intentaba convencerme de lo que la psicóloga me había dicho.

La idea de que todo lo sucedido, no había sido más que mi imaginación, intentando bloquear el trauma de habernos topado con personas horribles en aquel cerro, esa noche era un poco más reconfortante que pensar que una espantosa criatura vivía en aquel cerro.

Mucho tiempo intenté aferrarme a esa idea, inclusive mientras conducía de vuelta a la ciudad, sin embargo, por mi mente pronto se apaciguaron los pensamientos, dando paso a solamente un sonido, un sonido muy familiar el cual se intensificaba a mayor medida, no quería voltear a ningún lugar que no fuera hacia enfrente, por lo que pisé el acelerador.

Sin embargo, finalmente sucumbí ante aquellos pensamientos, levanté la mirada para ver en el espejo retrovisor y lo que vi ahí fue aquella criatura, tan alta como un árbol, inhumanamente delgado y sin cara, la cual parecía estar observando el auto alejarse esta vez para siempre porque jamás volví al pueblo y juro que jamás lo haré.

Autor: Canek Hernández.

Derechos Reservados.

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