Los Niños Del Cementerio Historia De terror 2023

los-ninos-del-cementerio-historia-de-terror

Los Niños Del Cementerio Historia De terror 2023

Los Niños Del Cementerio, Historia De terror… Hablar de mi pasado nunca me ha sido fácil. Siempre he sido una persona muy nerviosa y curiosamente, mi mismo nerviosismo siempre me a conducido a los peores lugares que se pueden imaginar. Algo que me queda en claro, es que hay muchas cosas que el ser humano aun no puede explicar.

Hace ya bastante tiempo, desde que trabaje como velador de un panteón, que ya ni siquiera esta en pie, me cambie de estado, pero creo que construyeron unos condominios en ese terreno, rezo por los habitantes de allí, ojala que no sean testigos del horror que me toco presenciar.

Mayormente, pasamos desapercibidos los lugares donde nos encontramos, por lo regular, el piso es solo pavimento, ignoramos que el lugar tuvo un pasado, si los muros y las piedras pudieran hablar, seguramente nos contarían muchísimas historias, tal vez respetaríamos mas el lugar en el que nos encontramos.

Acababa de cumplir los 22 años, nunca me gustó trabajar en la labor. En el pueblo en el que vivía, la mayoría se dedicaba a trabajar como jornaleros, en los cañaverales o de obrero en los ingenios, yo había estado en ambos trabajos y ninguno me gustaba, me parecían demasiado pesados.

Dure como quince días sin trabajar, cuando mi padre me echo de la casa. Me fui a vivir a la casa de una tía, era hermana de mi madre, vivía cerca del cementerio. Apenas llegue, ya me tenia trabajo, me ofreció quedarme de velador, no pude negarme a tomar el trabajo, después de todo, ahora no estaba en mi casa, ni en posición de mostrarme caprichoso.

El camposanto se encontraba exactamente a una calle de la casa de mi tía. La construcción se dividía en tres partes, una era abierta a todo el pueblo, había otra sección privada, que era exclusiva de los dueños del ingenio mas grande del pueblo, y la tercera parte, no era cristiana, sino de Judíos, de las ultimas dos zonas, estaría encargado de velar yo.

La entrada al panteón, era austera, un largo muro de adobe, con un solo portón doble de entrada, el camino para llegar era de tierra, el poblado era de tierra húmeda, por lo que la naturaleza, se adueño del muro y mostraba varias plantas y flores, naciendo entre las hendiduras de los adobes. La puerta mantenía una enorme cruz en la parte superior.

De noche, normalmente hubiera evitado frente a ese muro, ya que el aspecto era bastante oscuro y tétrico. Cuando fui a platicar sobre el trabajo, me sentía demasiado nervioso, no quería ni pensar como lograría sobrevivir toda una noche en ese lugar.

Se me explicó, que no era necesario estar toda la noche dando vueltas al panteón, con que hiciera tres rondas en la noche, a diferentes horas, estaba bien.

En las oficinas administrativas, se acondiciono una habitación, para los veladores, esta se encontraba justo enfrente de una sala de velaciones, que jamas fue usada, o al menos yo recuerdo que a alguien del pueblo lo hayan velado allí. Me explicaron que podía tomar siestas durante mi turno, me entregaron una catre y varias cobijas, en el cementerio hace demasiado frio.

El trabajo seria cada tercer día, intermedio, estaría un señor muy conocido en el pueblo, por ser alcohólico.

La primera noche, fue relativamente fácil, realice mis dos rondas sin ninguna complicación, solo por el frio que hacia en ese sitio y el sonido que produce  el viento entre los arboles, le daban un aspecto espectral.

Al día siguiente, me toco retirar los candados del portón, afuera ya me esperaba el administrador del cementerio. De inmediato me pregunto como me fue, y yo le conteste, que de haber sabido, que era un trabajo tan sencillo, habría empezada a cubrirlo desde hace tiempo.

El hombre me dio dos palmadas en el hombro, luego me sugirió, no hacerle caso al otro velador, ya que según me decía, era muy supersticioso y me podría perturbar con sus historias.

Yo conocía al hombre muy poco, solo sabia que era alcohólico y desde que recordaba era el velador del cementerio, siempre estaba pidiendo algunas monedas para continuar bebiendo alcohol, que le vendían en uno de los ingenios, allí mismo lo destilaban, cien por ciento hecho de caña.

Esa misma tarde, me encontré a Jacinto, así se llamaba el otro velador, estaba comprando cigarros en la tienda del pueblo. Apenas me vio, me felicitó por ser colegas de trabajo, después me menciono, que si lo deseaba, el podría cubrir cuando lo necesitara, que con que le diera dinero para comprar alcohol, el estaría de acuerdo para cubrirme.

En seguida me pregunto sino me había ocurrido nada extraño, yo le dije que no, que me parecía un trabajo sencillo, me dio una palmada en el hombro y me advirtió, que si veía a alguno de los niños del cementerio, no los siguiera, por mucho que pidieran ayuda, debería ignorarlos, por mi propio bien.

Recordé las palabras del administrador, le dije que si a Jacinto, pero no le creí nada, enseguida me despedí.

En mi siguiente turno me arrepentiría de no haberle creído a Jacinto.

Recibí mi primer pago por adelantado, di algo de dinero a mi tía, y compre varias cosas para mi, algunas sodas y cigarrillos, últimamente notaba que si fumaba un par de estos, mi nerviosismo bajaba. También me compre una biblia y un rosario, sabia que con estos objetos estaría protegido, donde quiera que estuviera.

Se llego el día de regresar al cementerio.

Ya había oscurecido, encontré a un hombre sentado frente a un mausoleo, en la zona cristiana. Le dije al señor, que debía salir, el cementerio ya había cerrado, pero yo podía abrirle con gusto. El señor se disculpó, me dijo que perdió la noción del tiempo, que la tumba que estaba visitando, pertenecía a un viejo amor.

Los escolte hasta la puerta, retire el candado y la cadena del portón.

Después de volver a cerrar, me dirigí a dar mi primer ronda de la noche, necesitaba ver si, al igual que este sujeto, no habría otro visitante inoportuno, a fin de cuentas, de eso se trataba mi trabajo.

Cerca de la zona israelita, escuche el llanto de un bebe. Primero me asuste, minutos después de seguir escuchándolo, recordé lo que decían en el pueblo acerca de las brujas, quienes raptaban niños pequeños, para realizar sacrificios en los panteones.

Tome una pala, que se encontraba cerca de una pileta, encendí mi linterna, y seguí el llanto del bebe, me sentía valiente, si veía una bruja, la enfrentaría y salvaría al niño.

El llanto provenía de una cripta, del tamaño de una casa pequeña. Di varias vueltas alrededor y no vi nada, aunque seguía escuchando el llanto de manera mas tenue. Agudice mi oído, notando que el sonido provenía de la misma cripta, sin acercarme, apunte con mi lámpara, entonces vi algo que no tenia explicación, era como si un coyote hubiera abortado.

No sabría como explicarlo, era como un cachorro deforme, cuando lo iluminaba directamente, su llanto cambiaba, se retorcía, parecía que la luz, aunque fuese falsa le dañara.

De repente, escuche algo arrastrándose en el fondo de la cripta, momentos después, la figura retorcida, había desaparecido.

Corrí hasta la habitación en las oficinas, me persigné frente a la cruz, y recé, mi corazón se sentía muy acelerado. Me quede encerrado toda la noche, no quise salir de la habitación. Estaba faltando a mi obligación de velador, sin embargo, nadie se daría cuenta si daba un rondin o no, dudo mucho que el administrador me estuviera vigilando, ademas, no creo que Jacinto cumpliera con las rondas.

Aunque estuve dentro de la habitación, no me encontré a salvo, como a eso de las tres de la madrugada, escuche la voz de una niña, que me decía: ¡Ayúdeme señor, tengo frio y miedo! Después daban varios golpes a la puerta y arañaban la ventana.

No se cuanto tiempo habrán durado estos fenómenos, entre en shock, creí que me daría un infarto. En eso recordé que si fumaba, podía tranquilizarme. Encendí un cigarro, y los sonidos se detuvieron.

Estaba por acabarme el segundo cigarro, cuando tocaron a la puerta con fuerza. Dí un brinco y el cigarro se me cayo de la boca, me cayo en la pierna causando una pequeña quemadura.

Escuche la voz de Jacinto, me decía que no tuviera miedo, que solo era el, que necesitaba pasar por algunas cosas que se le olvidaron.

Le abrí la puerta, en efecto era Jacinto, se tambaleaba de tan borracho que venía. Me miro y puso una sonrisa muy grande, mientras hacia bizcos. Me pregunto si había visto a los niños del cementerio, yo le dije que no, no quería contarle nada de lo que viví apenas unas horas antes.

Jacinto, paso hasta donde estaba su catre, extrajo un morral debajo, enseguida volvió hacia mi, me dijo que no me hiciera el tonto, que podía apostarme, a que vi a los niños del cementerio, si no los encontraba yo, ellos me empezarían a buscar. No quise responderle, antes de salir, me dijo una grosería, después se perdió en la oscuridad de la noche.

No logré tranquilizarme, no podía dejar de pensar en las palabras de Jacinto, que razonaban en mi cabeza una y otra vez, el sonido de los grillos y los sapos me exaltaban, creía que en cualquier momento volverían a tocar a mi puerta los niños del cementerio.

Cuando aparecieron los primeros rayos del sol, mi miedo se disipo. No se porque, pero hasta ese entonces, en el día no siento miedo de nada, aun cuando me encontrara a solas en el cementerio, siento que los espectros se fortalecen con la oscuridad para poder hacer acto de presencia.

Apenas tuve oportunidad, regresé a mi casa. Ni siquiera platiqué con el administrador, recuerdo que me ofreció trabajo también ayudando a cavar las fosas, pero yo me sentía tan mal, que simple le dije que si, sin escuchar lo que me ofrecía.

Me tome para los nervios, luego le dije a mi tía que no deseaba volver a trabajar en el cementerio. Me dio un sermón de media hora, termino haciéndome sentir culpable, logrando que me retractara de mi decisión. Me recomendó ir a ver al cura de la parroquia, cosa que hice después de tomar una larga siesta.

El padre era una persona agradable, se llevaba bien con la mayoría de personas del pueblo. El escuchó mi historia sin interrumpirme, una vez que termine mi relato, me comento que lo que había visto, no eran los era el espíritu de una niña, sino el de algo maligno, tan vil que adoptaba la imagen de seres inocentes para atraer a los insensatos como yo.

Me dijo que hice bien en no abrirle la puerta, que esto era muy simbólico, no era como si no pudieran atravesar las paredes, sino, que al abrirles, se les daba la bienvenida y quien sabe que me pudo haber ocurrido.

Su consejo fue alejarme del cementerio, yo le respondí que no me era posible, si lo hacia así, mi tía probablemente me echará de la casa, y no tenia a donde ir.

Al ver que no contaba con otra opción, el padre me obsequio un rosario bendito y una medalla milagrosa, me indico que en caso de que volviera a presenciar el mismo fenómeno, rezara la magnifica y mostrara la medalla.

Partí del templo después de que me diera su bendición, por ultimo me dijo, que si los fenómenos continuaban, iría el personalmente a bendecir la tierra.

Ese mismo día, por la tarde, el administrador del cementerio fue a buscarme, me dijo que me tomara un día de descanso extra, pero que necesitaba que le ayudara a cubrir un entierro, me pagaría como si hubiera velado esa noche.

Acepte su propuesta sin pensarlo dos veces, si demostraba ser buen enterrador, quizás podría trabajar en ello, en lugar de quedarme de velador; pensé en proponerlo después.

El entierro fue a mediodía, cuando el sol es mas fuerte, se trataba de una persona ya muy mayor, acudieron muy pocas personas y no se quedaron hasta el final.

El señor había pagado por una tumba hecha de mármol, misma que ya estaba puesta, un maestro albañil se encargo previamente de montarla, solo faltaba sellar las tapas, como no era mucho trabajo, se me encargó a mi realizar este trabajo.

La tumba se encontraba en la zona Israelita. Yo soy católico, el ver las tumbas sin cruces me resultaba extraño, esa zona suele estar muy solitaria, en rara ocasión hay entierros, yo incluso pensaba, que realmente jamas venia nadie a esa zona.

Comencé a sentirme nuevamente nervioso, motivo por el cual, comencé a realizar mi actividad de una manera acelerada. Intentaba no mirar en derredor, tenia esta sensación que se suele tener, de que alguien te esta observando de manera fija. De repente escuche una pisada, de manera inconsciente, gire mi cabeza en dirección al sonido.

Cual seria mi sorpresa que allí estaba un niño, llevaba un esmoquin de pingüino, tenia la piel pálida y los ojos completamente negros, parecía mas una fotografiá que una persona, no se movía, ni hablaba, solo se quedo inmobil frente a mi.

Deje la herramienta, y sin darle la espalda al ente, camina hacia atrás lentamente, de repente choque con otro empleado del cementerio, que apenas verme, me pregunto sobre lo que me ocurría.

En lugar de darle explicaciones, preferí llevarlo hasta el lugar donde acababa de ver al ente. Desgraciadamente la aparición ya no estaba, aunque si encontramos algo en el piso, era la cabeza de una muñeca de porcelana, estaba rota y llena de moho.

Levante la cabeza de muñeca con mi mano, dentro de ella salio un cien pies, rapidamente me sacudí la mano, esto ocasiono que la cabeza se cayera y se quebrara en varios pedazos, mas insectos se escaparon de dentro.

Los Niños Del Cementerio Historia de Terror

los-ninos-del-cementerio-historia-de-terror
los-ninos-del-cementerio-historia-de-terror

El hombre se persigno y dijo, que cuando había presencia de insectos rastreros, era símbolo de satanás, nos pusimos a rezar, mientras terminábamos el trabajo.

Yo regrese a casa, pero sentía como si algo me siguiera.

Tuve pesadillas en la noche, no recuerdo que fue lo que soñé, solo que al despertar, a los pies de mi cama, estaba el mismo niño que vi en el cementerio, con su traje de pingüino y sus ojos negros y vacíos. Grite tan fuerte cuando desperté, que mi tía y un primo vinieron a ver que era lo que me ocurría. Apenas llegaron, la visión desapareció, por lo que, les dije que solo tuve un mal sueño, todo estaba bien.

Pensar en que tenia que regresar a velar el cementerio, me desataba una crisis de ansiedad, en verdad no deseaba volver, comprendía porque Jacinto bebía, tal vez estando borracho, era la única manera de tolerar las apariciones.

Se llego el día de volver al cementerio. Me arme de valor, total, en cuanto pudiera hablar con el administrador, le pediría trabajo de enterrador, en lugar de velar. Aunque, ahora me había dado cuenta, que poco tenia que ver la hora en que me encontrara en el cementerio, cuando ocurrían las apariciones, era cada que estaba solo, pero, en la madrugada cobraban mayor fuerza.

Realice una estrategia en mi mente, la noche la pasaría en la habitación, no daría ni una sola ronda, a fin de cuentas, no creía que alguien se fuera a meter a querer robar algo, el acceso a la parte israelita y la parte privada, eran de acceso un poco difícil, sus muros eran mas altos, ademas mantenían picos en la parte superior.

Cual seria mi sorpresa, que al llegar, el administrador me estaba esperando junto a Jacinto. Me informaron que tendría que hacer el turno junto con el, uno velaría en la parte privada, ya que habían robado un par de lapidas y unas figuras de bronce, mientras que otro velaría la parte israelita.

Con las tumbas de la zona publica no existía mayor problema, ya que la mayoría eran simples montículos con una que otra cruz de madera. En privado, me dijo el administrador, que vigilara a Jacinto, pues era el principal sospechoso, que de hecho, ya tenían pensado correrlo del puesto, ya que no era la primera vez que se desaprecian cosas en el cementerio.

Antes de que se fuera el administrador, le platique sobre la oportunidad para cambiarme a empleado de mantenimiento. El administrador llevaba algo de prisa, me dijo que lo pensaría.

No tenia alternativa, no podría esconderme en la habitación y dejar que Jacinto vagara solo, de cualquier manera, no lo vigilaría directamente, debía ser discreto, no deseaba enemistarme con el.

Apenas acomode mis cosas, entro Jacinto a la habitación, me dijo que si lo deseaba, podía descansar, el daría las rondas solo, como excusa, le dije que no deseaba quedarme solo, pues me daba miedo, aun si me encontraba dentro del cuarto.

Jacinto me miro, y me dijo que conque no siguiera a los niños y estaría a salvo. Según el, estos seres atrapaban tu espíritu y lo llevaban a un portal hacia el infierno, bajo una cripta,  de allí ya no regresarías, tu cuerpo seguiría, pero al faltar el espíritu, estarías totalmente loco, eso ocurría con las personas que perdían la cordura, según el.

Decidimos dividirnos durante la primera ronda. Yo estaría vigilando una hora por el cementerio privado, mientras que el, iría al panteón Israelita.

En verdad no pensaba quedarme solo, y menos en esa zona del camposanto. Mi plan era quedarme unos minutos y después, a escondidas seguir el paso a Jacinto, así al menos se entretendría mi mente al estarlo vigilando.

Por protección, llevaba puesto el rosario y la medalla milagrosa que me obsequio el padre, en caso de que se me revelara alguno de los niños del cementerio, intentaría no perder la calma, hacer oración y alzaría la medalla, tal vez así lograría hacerles frente y alejarlos.

Revise un poco entre las tumbas. Justo a un lado de una, comencé a escuchar el pitido de un juguete de baño, como el que traen los patitos de plástico. Camine unos metros, encontré varios juguetes, partes de un tren, un patito de hule y una muñeca de plástico. No me atreví a tomar ninguno, sabia que eran cebos del maligno para atraparme.

Creí que no tardaría en encontrar a los niños del cementerio, y no estaba lejos de la verdad, de repente se soltó un aire sobrenatural, el cementerio se cubrió por una extraña neblina, sumada a un extraño aroma que recordaba al de la basura de los ingenios azucareros, algo parecido a azúcar quemada y podredumbre.

Seguí escuchando el sonido del patito chillón, también la risa de varios niños. Por los nervios comencé a llamar a Jacinto, en respuesta solo recibí mas risas de los niños.

Comencé a iluminar en todas direcciones, de nuevo tenia el corazón al borde de un infarto, estaba demasiado nervioso, sabia lo que encontraría pronto.

De repente vi a Jacinto de espaldas. Su presencia me tranquilizo un poco, sin pensarlo dos veces, le llame en lo que me acercaba a el, no obstante, su presencia no respondía a mi llamado, no se giraba, ni siquiera cuando le toque la espalda.

Se veía inmóvil, con la mirada perdida en dirección a la cripta, donde vi la extraña criatura retorciéndose. Tuve el atrevimiento de iluminar dentro de la cripta, allí estaba el niño del traje de pingüino, junto a el una persona con traje parecido al de un arlequín o al de un payaso del siglo pasado.

Jacinto me dijo, que teníamos que salvar a los niños. Yo le respondí, que de ninguna manera me pensaba arrimar a esa cripta, si el mismo me había dicho que me alejara de los niños del cementerio. Jacinto se veía muy raro, como si algo se hubiera posesionado de el, no me miraba a los ojos, mantenía su rostro al interior de la cripta.

Yo poco a poco me aleje de el, pensaba salir corriendo en dirección a la oficina, sentía tanto miedo, que ya no me importaba el destino de Jacinto, si el deseaba morir allí mismo, ese era su problema.

Me di la vuelta, escuché como se abría la reja de la cripta, segundos después, Jacinto gritaba desesperadamente, Me avergüenza admitirlo, pero lejos de provocarme un sentimiento de auxilio, sus gritos solo ocasionaban que me alejara rapidamente de el, sentía que si regresara a salvar a Jacinto, yo mismo sufriría su mismo destino.

Hoy en día siento algo de remordimiento por haber actuado así, intento consolarme, pensando que no tuve opción alguna, aunque mi mente siempre me plantea, el que, pude haberlo traído conmigo a rastras o el que hubiera sido si hubiera tenido el valor, de sacar mi rosario bendito y rezar tal como me lo indico el sacerdote, pero no, salí corriendo como un cobarde.

Rapidamente me encerré en la habitación, tomé mi rosario entre mis dedos, y comencé a rezar desesperadamente, le pedí a dios que me sacara de esa situación, mas esa noche, el demonio estaba suelto y fue el único en escuchar mis lamentos.

Todo el cementerio pareció salirse de control, escuchaba las risas de los niños, tanto en la ventana, como en la habitación continua, unos segundos después, estaban golpeando a la puerta, escuchaba la voz de Jacinto, me rogaba que le abriera.

Estuve a punto de hacerlo, pero note cierto tono extraño en su voz, su petición no respondía al tono, su voz sonaba demasiado tranquila, incluso algo burlona.

Me dio mala espina, así pues, decidí no abrirle, regrese a la habitación, intentando tranquilizarme, pero mi cuerpo estaba al borde del colapso nervioso, mis manos temblaban sin control, incluso sentía cierto temblor en la nuca, comencé a ver lucecitas, de repente perdí el conocimiento.

Me despertó unos fuertes golpes en la puerta. Me levante y abrí sin pensarlo, ya había luz de sol, aun estaba tratando de asimilar lo que viví en la noche. La persona que tocaba a mi puerta era el administrador, venia junto a un policía y un paramedico.

Me hicieron varias preguntas, y aunque respondí a todas, aun cuando parecieron no creerme. Me interrogaron varias veces, no me di cuenta que cada respondía una pregunta, mis manos temblaban sin control, el policía me lo hizo notar.

Me tomaron los signos vitales, según el paramedico mantenía mi presión muy alto, motivo por el que fui llevado al hospital al igual que a Jacinto, quien fue encontrado dentro de la cripta, con el cuerpo paralizado, no reaccionaba a ningún estimulo.

Ya en el hospital, lograron hacer que reaccionara, mas, su reacción fue muy violenta, había enloquecido, tuvieron que inyectarle un sedante para volver a tranquilizarlo.

Quedo mal de la cabeza, tuvieron que ingresarlo a un sanatorio.

Yo por mi parte decidí irme del pueblo, ya que las personas comenzaron a tratarme mal, me culpaban de la desgracia de Jacinto, y aunque quise contar mi verdad, no me escuchaban, solo me juzgaban.

Con el tiempo me entere, que exhumaron la cripta donde encontraron a Jacinto, dentro había un féretro de cristal, con el cuerpo incorrupto de un antiguo payaso, se veía perfectamente conservado, ya que la tapa era de cristal y se le había sepultado con su traje y maquillaje de payaso.

Según la persona que me contó, el hombre, en vida heredo una fortuna, misma que despilfarro, termino trabajando como payaso para las personas adineradas, quienes se compadecían de el, no obstante, al ser siempre esclavo del vicio, nunca logro llevar una vida normal, al final lo único que le quedo de la herencia, fue la cripta en la que descansaban sus restos.

Muchas cosas se decían acerca de ese payaso, sobre todo que no tenia sentido moral, e hizo muchas cosas malas.

Yo no quisiera ni imaginarme si le llegó a hacer algo a algunos niños, o si hizo un pacto con el diablo.

Doy gracias a Dios, porque aquel cementerio ya no existe mas.

Autor: Mauricio Farfan.    

Derechos Reservados              

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror