Los hombrecillos, Historia De Terror 2023
Los hombrecillos, Historia De Terror… Es recurrente escuchar a los abuelos decir, que los lugares, donde hoy en día hay fraccionamientos, era campo, incluso lagunas, yo siempre he creído, que incluso las grandes ciudades, fueron un día bosques y campos, en los que ocurrieron diferentes historias. Hace tiempo a mi me tocó experimentar esto en carne propia.
Soy originario de Tlaxcala, aunque he vivido mas tiempo en Guadalajara, esto a causa de que mi padre tomó un empleo en ese estado, y nos acostumbramos tanto, que terminamos viviendo permanentemente aquí, aun cuando mis padres se divorciaron, y mi padre se regresó a vivir a Tlaxcala.
Se dio la oportunidad, que mi madre pudo comprar una casa, en Tlajomulco, actualmente hay mucho desarrollo, mas, cuando mi madre compró su casa, en el lugar no existían muchos fraccionamientos, mayormente era campo boscoso.
El que hubiera mucho campo, era maravilloso para mi, pues no tarde en hacer algunos amigos, incluso a los tres meses, comencé a salir con una chica. Mayormente, nuestras visitas a la zona boscosa, solo eran para jugar futbol, y solo un par de veces, paseamos por el bosque, Carla y yo.
En cierta ocasión, llegamos hasta un lugar interesante.
Era un campo en un terreno bajo, con algunos montículos, debajo corría un riachuelo, y en los límites del terreno, estaba una enorme puerta de acero, que según supe después, pertenecían a un antiguo sistema de cloacas. La tierra entre la hierva era arenosa, el lugar se nos hizo romántico, pasamos un par de horas allí, contemplamos el horizonte sobre un campo elevado.
No nos atrevimos a acercarnos a la enorme puerta de acero, aunque si despertó nuestro interés, a Carla le daba un poco de miedo acercarse, decía que le recordaba a la película de donde aparecía el payaso. No quise presionarla a bajar, en cambio me prometí a mi mismo, volver a explorar con alguno de mis amigos.
Echamos una última mirada, y escuchamos un sonido a lo lejos, era algo parecido a cuando arrojas una roca a un lago, se nos hizo extraño aquel sonido, Carla se asustó y me pidió que nos fuéramos de inmediato, según ella, vio una persona saliendo de la puerta de metal, yo no le creí, pues no vi a nadie, aun así, le dije que partiéramos.
Cuando nos retirábamos, escuchaba como un silbido, como si algo quisiera que regresáramos.
Al pasar los días, tal como lo pensé, le conté a mis amigos acerca de ese lugar. A todos les llamó la atención, así que me propusieron que los llevara. Hacia apenas unos días, que la temporada de lluvias había comenzado, motivo por el cual, el riachuelo lucia con mas agua, y en algunos puntos corría con mas fuerza.
Los chico no se sintieron intimidados por el paisaje, al contrario, atraídos por la trampilla, bajaron hasta el terreno apenas llegamos, yo los seguí de inmediato. Caminamos saltando el rio, pues este no corría derecho hasta la puerta de metal, sino que serpenteaba alrededor de los montículos sobre los que crecían algunos árboles, parecían como pequeñas islas.
Los chicos decían que querían entrar, yo no creí que fuera posible, ya que a lo lejos, solo se veía la enorme puerta de metal cerrada. Conforme mas nos acercamos, pude darme cuenta de que me equivocaba, la puerta se veía cerrada solo por ilusión óptica, realmente era solo un tipo de pared o trampilla de metal, no se como llamarlo, el caso es que a los lados, tenía dos hendiduras lo suficientemente amplias, para que entraran dos personas juntas. Dentro apestaba a pescado podrido. Al final no se animaron a entrar, pues dentro estaba demasiado oscuro, y no llevábamos lámpara, ni cerillos o un encendedor si quiera.
Nos quedamos jugando en un lado del ríos, donde el agua corría lenta. Nos salpicábamos hasta quedar empapados. Cerca de un montículo, vi algo entre la maleza. Me acerqué hasta allí y pude ver que se trataba de una pequeña caja de madera. Parecía un pequeño ataúd. No tardaron en acercarse los demás chicos para ver mi descubrimiento. Yo apenas acababa de sacar la caja del montículo, probablemente habría estado enterrada, pero con las lluvias quedo expuesta.
Prácticamente me arrebataron la caja, sin que pudiera verla a detalle. Llevaba un pequeño candado, y algunos símbolos raros pintando en la parte superior. Uno de los chicos dijo alarmado, que dejáramos la caja donde la encontramos, pues era obvio que se trataba de brujería. Dos de los muchachos dijeron que no creían en esas cosas, y recogiendo una piedra bastante grande, comenzaron a golpear el candado hasta romperlo.
Cuando abrieron la caja, encontraron un par de muñecos, demasiado horribles, parecían pequeñas momias de seres infernales, con cuernos y colmillos, incluso tenían cabello. Yo no pude contener un grito de horror, otro de los chicos también gritó, los chicos mas grandes se burlaron de nosotros, y sacaron los muñecos, fuera de la caja. Recuerdo que en la tapa, venían unas palabras en un lenguaje extraño, parecía como árabe, la verdad no se mucho de otros idiomas.
Los chicos quisieron asustarnos, acercándonos los muñecos, yo fingí no sentir miedo, y al final terminaron por ar rojar los muñecos al mismo lugar de donde los encontré, lo mismo hicieron con la caja. Decidimos marcharnos, pues el cielo se nubló, amenazando con llover. Bautizamos ese lugar con el nombre de los baldíos, dijimos que volveríamos con algunas lámparas para poder investigar dentro de la puerta de acero.
Pasaron los días sin que volviéramos, dos de los chicos se mudaron, otro se enfermó, solo quedaron los dos mas grandes, que eran los que agarraron los muñecos en el baldío, a mi no me gustaba mucho salir con ellos, pues solían llevarse de manera pesada, y en alguna ocasión terminamos agarrándonos a golpes. Al poco tiempo se mudaron mas familias, y con ello mas chicos con quienes jugar.
Un día vino uno de los chicos mas grandes a visitarme. Me preguntaba si no me estaban ocurriendo cosas extrañas. Le dije que no, que todo iba bien conmigo, en ese momento me contó que desde que fuimos a los baldíos, le estaban ocurriendo cosas extrañas, decía que una sombra pequeña le perseguía, además de estar padeciendo terribles pesadillas, en las que veía a varios hombrecillos, parecidos a los que encontramos dentro del ataúd, intentaban atraparlo para comerse su alma, al menos eso me dijo.
Yo no entendía a que se refería con que esos seres se comerían su alma, había escuchado una vez a mi abuela decirme, que los duendes solían robarse las almas de los niños, pero no de adolescentes, no me imaginaba como lo harían.
Mi amigo, me pidió que lo acompañara de nuevo a los baldíos a buscar los muñecos, para prenderles fuego, así quizá, terminarían sus pesadillas. Yo sentía ganas de volver a los baldíos, hasta ese momento, no pude lograr convencer a Carla de acompañarme una vez mas. No quedamos en nada, yo acepte a acompañarlo cuando quisiera, pero no fuimos de inmediato.
Pasarían un par de días para que se volviera a tocar el tema, no se si mi amigo se habría olvidado, o si las apariciones se habrían calmado, el caso es que mientras jugábamos futbol, en un terreno que comenzaban a limpiar las máquinas de las constructoras. El que se dio cuenta fue un chico nuevo que estaba jugando en posición de portero, esto a causa de que, al arrojarse al piso para atrapar el balón, se cortó la palma de la mano con un clavo.
Todos nos acercamos a ver que le ocurría. La herida no era tan grave, sin embargo, al revisar el lugar en el que se cortó, encontramos otro objeto muy extraño. Se trataba de una cruz de madera, totalmente atravesada por clavos, y repleta por carne de quien sabe que animal, apestaba horrible, y los gusanos la invadían. En la parte superior venían inscritas unas palabras en quien sabe que idioma, eran parecidas a las de la caja en la que encontramos los muñecos.
Los nuevos chicos gritaron de inmediato que no tocáramos el objeto, ya que era una especie de fetiche para brujería. Con cuidado, pateamos ese horrendo objeto, hasta un basurero, allí con ayuda de una pala que encontramos, lo arrojamos dentro de un bote. En eso se me acercó el chico que me pidió ayuda antes, me dijo que si podía acompañarlo cuando termináramos el partido.
Esa tarde, no pudimos acercarnos hasta los baldíos, nos ocurrió algo inesperado, que logró hacer que nos alejáramos. Era apenas media tarde, cuando dejamos de jugar futbol, por esas fechas estábamos de vacaciones en la escuela. La maleza y los árboles habían crecido mucho desde la ultima vez que nos adentramos por aquel boscoso camino. Llegamos hasta una arboleda, no faltaba mucho para salir a los baldíos, pero, nos detuvimos en seco, ya que vimos la silueta de alguien moviéndose entre los árboles.
Nos escondimos entre unos arbustos, desde donde alcanzamos a ver a una viejita, tenia mal aspecto, al principio yo creí que estaría perdida, pues no me di cuenta de inmediato, lo que hacia esta mujer. Mi amigo me detuvo, cuando quise dirigirme hacia ella para preguntarle si necesitaba ayuda, se puso el dedo en la boca, indicándome que guardara silencio, después señaló sus ojos en dirección a la viejita.
Obedecí, entonces pude ver, como aquella extraña anciana, se encontraba cosiendo un pájaro, mientras realizaba unos cantos extraños. Entendí que nos encontrábamos frente a una bruja. Agudicé la vista y logré percibir un poco mejor los rasgos de la bruja. Tenía unas enormes bolsas en los ojos, su piel era como gris y sus cabellos completamente blancos. No soporte mirar su rostro mas de un par de minutos.
Vi como destripó un par de animales mas. Sentí que la sangre se me bajó hasta los pies, casi se me sale un grito, que logré ahogar a tiempo. Fue cosa de unos segundos, después de un parpadeo, ya no logramos verla.
Mi amigo me dijo que anduviéramos con cuidado, ya que era posible que esa bruja estuviera cerca, yo me quede pensando por un momento, en que tanto daño nos pudiera hacer una anciana de esa edad, lo mas probable, era que nos tuviera mas miedo a nosotros, que nosotros a ella, aun así, caminamos con sigilo.
Comencé a creer que todo tendría una conexión, probablemente, la bruja en cuestión, era la culpable de los muñecos, del crucifijo y de las pesadillas de mi amigo. Llegamos a los baldíos, el pasto había crecido aun mas, ahora no existía ni un solo lugar donde no lo cubriera el color verde, los sapos ya estaban croando.
Fue difícil bajar, pues el camino por donde lo hacíamos, estaba oculto bajo la hierva alta, esto ocasionó que nos resbaláramos un par de veces. Intentamos buscar el montículo en donde encontré los muñecos, para esto comenzó a llover ligeramente. En el montículo solo encontramos la caja, los muñecos ya no estaban. Buscamos un poco entre la hierva, incluso escarbamos un poco, lo único que encontramos, fueron algunas ranas y gusanos.
Lo que ocurrió en seguida, es algo que aun hoy en día me hace dudar de la realidad, de hecho, de no ser porque mi amigo, con quien aun mantengo comunicación, empezamos a escuchar un sonido parecido al de una flauta y unos tambores. Era una música demasiado extraña. Nos dimos cuenta que la música venía en dirección a la puerta de metal, creímos que tal vez, estaría alguien allí haciendo música, no pensamos, que el sonido proviniera de algún radio.
Nos acercamos hasta llegar a una de la trampillas por donde podíamos pasar. El olor era aun mas terrible que la última vez. Yo aún ni siquiera me asomaba, cuando mi amigo dio un grito de puro pánico. En eso miré directamente a la trampilla, dentro estaban unos hombrecillos parecidos a los de la caja, bailaban, giraban y hacían movimientos grotescos. Sin pensarlo dos veces, me eche a correr sin esperar a mi amigo, quien se quedo petrificado. Sonaré egoísta, pero en ese momento no pensaba regresar por el, sentía un terror tan grande, que no pude parar hasta que sentí que los músculos de las piernas me explotaban.
Los hombrecillos, Historia De Terror
Los hombrecillos, Historia De Terror
Llegué hasta la zona en la que jugábamos futbol, para este punto, los pensamientos de remordimiento me invadían. Me quedé allí paralizado, pensando en regresarme o irme a mi casa. En eso apareció mi amigo a lo lejos, venia con su ropa muy sucía, las rodillas raspadas, lo mismo que los brazos. Quise preguntarle sobre lo que le acaba de ocurrir, pero no quiso contarme nada, solo me pidió que lo acompañara a su casa.
No se que seria lo que habitaba en esa zona, tal vez la bruja que merodeaba el campo había conjurado algo maligno, esos seres que hasta la fecha no les haya explicación, algunas personas piensan que eran duendes, cosa con la que yo no estoy de acuerdo, me ha tocado ver duendes y no se parecían en nada a aquellos seres que bailaban en las cloacas, pero quien sabe, “jamas me detuve a pregúntarles si eran duendes”.
Pasaron un par de días, y no volví a ver a mi amigo, me sentía algo preocupado por el, mas que nada, me sentía culpable por no haberme regresado por el, aquel día, así pues decidí ir a visitarlo. Exactamente no sabía donde vivía el, así que fui a buscar a otro amigo en común y el me supo dar indicaciones. Resultó que vivía muy cercá de mi casa, no podía creer que nunca me hubiera dado cuenta.
Me abrió su mamá, y se disculpo, por no poder dejarme ver a mi amigo, decía que llevaba unos días con fiebre alta. Yo le pedí que me dejara verlo, en eso, lo escuche gritar desde su cuarto, le preguntaba a su madre sobre quien venía de visita, tuve el atrevimiento de contestar yo mismo, entonces, el pidió que entrara a verlo, su mamá no pudo negarme la entrada.
Entre a su cuarto, se veía muy demacrado, todo pálido y mas delgado de lo que era. Le pregunté sobre su estado de salud y en lugar de contestar a mi pregunta, comenzó a decirme que habíamos cometido un error al haber vuelto a los baldíos, pues desde ese día no volvió a hacer el mismo, algo venía de madrugada acecharlo, y según el, también vendrían por mi. En eso se levantó y me agarró con fuerza del cuello de mi camisa, después me dijo que tuviera cuidado y buscara ayuda, ya que las voces le dijeron que vendrían por mi.
Sentí que mi amigo no estaba bien, era obvio que deliraba, preferí decirle que le haría caso, y andaría con cuidado, me despedí y salí de su habitación. Me despedí de su madre antes de salir. Esa tarde también salí con Carla, le conté lo que nos había ocurrido en los baldíos, también del estado de salud de mi amigo.
Ella me dijo que ese lugar le dio mala espina desde la primera vez que fuimos, y que no creía que todo lo que me dijo mi amigo, fuera a causa de un delirio, tal vez estaba diciendo la verdad, por lo que sería mejor que buscáramos ayuda con alguna curandera. No le hice caso, aunque fui testigo de muchas cosas extrañas en el bosque, eso no quería decir, que algo maligno fuera a venir tras de mi.
Recuerdo bien que esa misma noche, poco después de las doce comencé a escuchar sonidos raros en mi cuarto, era el golpeteo de un tambor y una flauta. Al principio sonaba a lo lejos, así que no me causó miedo de inmediato, sin embargo, cada vez sonaba mas cerca, hasta que el sonido era tan marcado, que parecía provenir de debajo de mi cama. Me dio un ataque de pánico y solté un grito, no podía creer lo que me estaba pasando, mi amigo tenía razón, fuese lo que fuese que despertamos en los baldíos, nos estaba acechando.
Mi madre llegó momentos después. Me preguntó sobre lo que me ocurría. Intenté decirle que escuchara el sonido de los tambores y la flauta, pero, aunque yo lo seguía escuchando, ella decía no oír nada. La solución que me dio mi madre, fue la de ponerme a rezar, ademas de que arrojó agua bendita en mi habitación y en toda la casa, después me dijo que intentará dormir.
El sonido si dejó de escucharse, pero yo no logre volver a dormir, sentía como si algo me estuviera vigilando.
Pasados tres días, salí a jugar futbol con los chicos, como dos días seguidos no volví a escuchar los tambores, creí que tal vez, solo me había sugestionado.
Me entretuve varias horas, al final solo nos quedamos tres de los chicos y yo, estábamos tirando penales, cuando nuevamente escuché el maldito sonido del tambor. Les pregunté a los muchachos si no habían escuchado lo mismo que yo, a lo que todos los chicos dijeron que no. Volvimos al juego, y nuevamente escuché los tambores, les volví a preguntar, en esta ocasión me dijeron que estaba loco, que no escuchaban nada. Preferí ya no insistir, y mejor me fui a mi casa.
Aquella tarde mi madre aún no llegaba del trabajo, en esa época se ponía a hacer tiempos extras, para poder pagar la casa mas rápido. Me entretuve leyendo un cómic de superhéroes, para ese momento ya estaba muy oscuro afuera, no quede de verme con Carla ese día. De la nada, comencé a sentir mucho frio, y a percibir un olor como a cañería. En la cocina, escuché mucho ruido dentro de la alacena, aparte de escuchar como si algo pesado se arrastrara por el piso.
Los extraños ruidos duraron solo un par de segundos, lo mismo los olores, tal como aparecieron se fueron.Yo que me sentía un poco alterado, encendí la televisión, solo para que hubiera ruido y no sentir miedo. Dejé la historieta sobre el sillón, y me acomodé a mirar la televisión. El programa que miraba fue interrumpido por un corte de noticias, entonces me paré para ir en busca de algo de tomar en la cocina, no logré ni entrar a la cocina, ya que en la entrada, estaba parado uno de estos hombrecillos, me miraba quieto, con sus ojos fijos en mi.
Me entregué al pánico y salí corriendo de mi casa, cerrando la puerta, dejando la televisión encendida. Me quedé sentado en la banqueta frente a mi casa temblando de miedo, ni siquiera agarré mis llaves. Me sentí estúpido y cobarde, pero, no se que habría hecho otra persona en mi lugar. Duré un rato temblando, no sabia que hacer o a donde ir, no me animaba a dejar la casa sola, si mi madre llegaba y no me encontraba, se asustaría muchísimo.
Eso si, mantuve la vista alejada de la casa, sin embargo, ciertos pensamientos me invadieron, comencé a tomar en cuenta la posibilidad, que esos hombrecillos pudieran estar también allí afuera, con cada sonido en los arbustos, así fuera un simple auto que pasaba frente a mi calle, era suficiente para asustarme, a tal punto para ponerme de pie.
No sabía que hacer, si irme a casa de Carla o de cualquier otro amigo, a donde fuera, esos hombrecillos que parecían ser los mensajeros de la bruja, me perseguirían. Para cuando llegó mi madre yo estaba hecho un desastre, mis manos me temblaban, y mantenía fija la vista en el piso.
Después de contarle lo ocurrido, me arrojó agua bendita y me puso a rezar junto con ella, aunque la presencia de mi madre me daba un poco de valor, aun así sentía demasiado miedo, no deseaba quedarme solo, ya que pensaba, que justo cuando esto sucediera, ellos vendrían por mi, hasta que la bruja pudiera localizarme.
Realmente no puedo recordar mucho mas allá, he visto que cuando eres expuesto a una situación traumática, tu mente suele reprimir estas malas experiencias, todo para protegerte.
Lo único que recuerdo, fue que desarrollé un miedo terrible a estar solo, y cada que veía algo que me daba miedo, empezaba a temblar sin control, llené mi cuarto de crucifijos, me costaba trabajo dormir, siempre soñaba que esos seres vendrían por mi. Mi madre dijo que padecía una especie de embrujo, motivo por el cual, decidió llevarme con una bruja curandera en el pueblo de Tlajomulco.
No se si las curaciones de esta mujer habrán hecho efecto, pues durante ese tiempo me ocurrieron muchas cosas, y hoy en día no se que habrá pasado. El caso es que, mi madre metió a un tipo a vivir con nosotros, obvio yo me sentí incómodo, después Carla se mudó a Tlaquepaque, y aunque yo intenté seguir con ella, al poco tiempo me dejó por otro. Terminé mudándome a la casa de unos primos en Zapopan, allí me hice comerciante.
No se si mi mente habrá estado tan ocupada en otras cosas, que olvidé a aquellos seres que me acechaban, incluso me olvidé de mi amigo, a quien no volví a ver jamas.
Todo aquello ocurrió hace ya bastante tiempo, cuando regresé a casa de mi madre, muchos años después, encontré todo urbanizado, ya no había árboles, todo estaba lleno de fraccionamientos, la mayoría abandonados. Esta visita fue hace poco, es por ello que cuento esta historia, pues me había olvidado de todo cuanto pasé en casa de mi madre, y aquella vez, la curiosidad me llevó a buscar el lugar en donde se localizaban los baldíos.
De ese terreno, queda solo un tramo angosto, una especie de canal y justo a un lado, otro fraccionamiento, aun mantenía varias casas en construcción, en ese momento me acerqué hasta unas protecciones que tenía el sitio, para que las personas no entraran. Fue en ese momento que recordé todo, pues, escuché de nuevo los tambores a la lejanía, volví a sentir ese miedo que me abrigaba cada noche cuando vivía en ese lugar. Sentí miedo nuevamente, aparte de sentirme ridículo, para ese entonces ya pasaba los treinta años. Regresé corriendo a la casa de mi madre. Le dije que recordaba todo lo que pasé allí, los muñecos, la bruja, mi amigo, todo.
Mi madre y su actual pareja, me contaron que muchas personas, en diversos fraccionamientos, decían haber escuchado esos sonidos de tambores, sobre todo por las noches, en cuanto a mi amigo, según supe, no término bien, se tiró a los vicios y según mi madre, estaba completamente loco, según ellos, en la casa jamás vieron o escucharon nada extraño, además, de que al poco tiempo de que yo me fui de allí, comenzaron a trabajar las constructoras, y aunque desenterraron varios objetos extraños, relacionados con prácticas oscuras, no se contaban historias de aparecidos, ni nada similar a lo que yo había experimentado.
Debido a esto, no quise contarle a nadie mas mi historia, hasta este momento que la recordé.
Hasta el día de hoy sigo teniendo las mismas pesadillas, no siempre, sin embargo cada que las tengo me despierto gritando.
Autor: Mauricio Farfan.
Derechos Reservados.
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