La Mejor sopa Historia De Terror 2023

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La Mejor sopa Historia De Terror 2023

La Mejor sopa Historia De Terror… Mi abuela murió hace cinco días, y aunque esta historia es algo que toda mi familia conoce y se nos tiene prohibido compartirla o mencionarla fuera del círculo familiar, siento que existen historias en este mundo que no merecen perderse, aun si no fue alguien importante, aun si no hizo un gran descubrimiento o salvó vidas, aun si fue una pobre mujer víctima de las circunstancias, su historia no merece desvanecerse en la nada.

Para comenzar, honestamente no conocí a mi abuela paterna hasta que tuve 12 años, a decir verdad, no era algo que me quitara el sueño por aquel entonces, pues no se puede extrañar lo que nunca se ha tenido, además tenía a mi abuela materna, la cual era muy buena. Por lo que recuerdo, papá siempre se estaba quejando de que ella vivía demasiado lejos y aislada como para estar en contacto e incluso aunque le habían intentado comprar un teléfono celular, ella siempre lo tenía apagado.

Esa era la principal razón por la que pasamos tanto tiempo sin tener ningún tipo de contacto con ella, y eso fue así hasta que alguien le dijo a mi padre que mi abuela había tenido un accidente mientras atendía a sus vacas, no sabía bien que había pasado, pero se había lastimado una pierna y se reusaba por completo a ir con un doctor. Debido a que eran vacaciones de verano, a papá se le ocurrió la grandiosa idea de que debíamos ir a visitarla, junto con todos mis tíos y primos. Después de hablar con ellos, todos los hermanos de mi papá estuvieron de acuerdo con que debían hacer que mi abuela dejara el rancho y viviera con uno de nosotros en la ciudad, más específicamente con nosotros.

Fue un viaje extremadamente largo, dos días solo para llegar, pero como no me gustaría que curiosos vayan a profanar el rancho de mi abuela como si fuera un especie de sitio turístico, entonces no diré exactamente donde está, solo diré que era un lugar muy retirado, donde no había mucha civilización y los que se podrían considerar tus vecinos se encontraban a una hora de distancia.

A nuestro viaje iban los tres hermanos de mi papá con sus respectivas familias, estábamos en contacto con los primos por lo que al menos nos teníamos entre nosotros para soportar el largo camino en carretera.

Cuando finalmente, llegamos al rancho. La fachada de la casa de mi abuela realmente se veía descuidada y eso aunado con el hecho de que no había nada alrededor la hacía lucir como un rancho abandonado, o algún sitio olvidado por dios, en el que no te gustaría entrar, papá tocó el claxon para que la abuela se diera cuenta de que había alguien afuera, pues, aunque habían intentado llamarla para hacerle saber que iríamos, como siempre su teléfono se encontraba apagado.

Pasaron varios minutos y no había señales de nuestra abuela. Mi padre decidió llamarla por teléfono, pero no había cobertura en aquel lugar apartado. La incertidumbre se mezclaba con la sensación de inquietud que emanaba de la casa y sus alrededores.

Después de esperar afuera durante lo que pareció una eternidad, en donde no parecía que hubiese ninguna intención por parte de mi abuela de abrir, mi padre y mi hermano mayor tomaron una decisión audaz. Saltaron por encima del portón de entrada para así poder abrirlo desde adentro y permitirnos el acceso. Todos estaban de acuerdo con que, aunque eso se podría considerar allanamiento, eran sus hijos y debían asegurarse de que su madre se encontraba bien.

Cuando finalmente entramos al rancho, mi abuela por fin salió de su casa, su pie estaba vendado y entablado, pero de una manera muy rústica, como si fuese algo que ella hubiese hecho por ella misma, en lugar de haber ido a un doctor. Su rostro reflejaba sorpresa y confusión al ver a toda su familia reunida frente a ella.

Mi papá y mis tíos le dijeron que la habían intentado localizar por más de una semana antes de decidir que irían, pero que habían tenido dificultades para contactarla debido a la falta de señal telefónica, además de que habíamos estado afuera un largo rato, esperando a que nos abriera.

Nuestra abuela explicó que estaba acostumbrada a la soledad, no confiaba en abrir la puerta pues la única persona que venía a visitarla una vez al mes era su vecina, la que nos había avisado a nosotros del accidente de mi abuela, y que ella tenía su propia llave, por lo que nadie más tocaba la puerta, y por eso, aunque había escuchado los autos, no creía que la estuvieran buscando a ella, más bien consideraba que estaban de paso.

Mis hermanos, primos y yo bajamos de los autos, y después de un rato de presentaciones, mi prima Irma propuso ir a recorrer el lugar, el cual era enserio muy grande.

Durante el camino en carretera papá nos había contado algunas cosas del lugar y de la abuela, por lo que nos contó, nuestros abuelos eran bastante ermitaños y no les gustaba convivir con mucha gente, y así mismo tampoco dejaban a sus hijos socializar mucho, aunque ambos por razones diferentes, mi papá nos contó que la abuela siempre les decía que eran mejores que los del resto del pueblo y debían irse a la primera oportunidad y nunca volver.

Mientras tanto, el abuelo les decía que su mundo estaba ahí y que no necesitaban convivir con nadie más, papá también nos contó que con los años se volvieron mucho más drásticos, convirtiendo el rancho en un especie de mini ecosistema, el cual les daba comida y agua por lo que no tenían que salir del rancho para nada, y eso había hecho que la abuela saliera a lo mucho una vez por año, mientras que él y sus hermanos salían solo a la escuela, pues el abuelo se enojaba y daba horribles castigos físicos al hijo que encontrara vagando en el pueblo o socializando con los demás.

De hecho, se negaba a que estudiaran más allá de la secundaria, que era lo que había en el pueblo, pues para acceder a algo más, debías salir de él y el abuelo se oponía, sin embargo, la abuela logró hacer que todos se fueran, dándoles el poco dinero que juntaba vendiendo verdura que ella cultivaba o servilletas que ella bordaba, y después se las daba a su amiga para que las vendiera en el mercado.

Por lo que me dijo mi papá fue muy duro, pues cuando los sacó de ahí, les hizo jurar que nunca volverían, pues no estaba segura de poder hacerlo otra vez, por lo que todos los hijos se fueron y se perdieron el contacto hasta que básicamente eran adultos.

En cuanto comenzamos a explorar la casa nos dimos cuenta de que estaba impregnada de vibras que no te hacían sentir nada bien, era como si mientras más tiempo estabas ahí, un aire de abandono y melancolía te invadiera por completo.

Las habitaciones parecían congeladas en el tiempo, con muebles cubiertos de sábanas polvorientas y fotografías amarillentas en las paredes.

Las ventanas dejaban pasar una tenue luz que apenas revelaba los contornos de los objetos y parecían sombras que realmente inquietaban, no lo digo solo por crear atmosfera, sino que cada vez que recuerdo ese día, no puedo evitar sentir que había muchas señales para que nos fuéramos de ahí.

Finalmente llegamos a lo que solo puedo describir como la oficina de mi abuelo, el cual por lo que sabíamos tenía poco más de diez años muerto, aunque realmente era un lugar donde le gustaba hacer taxidermia, así que aún había animales disecados y empolvados por el lugar, el silencio era más abrumador.

Había una enorme y vieja silla que se veía muy elegante, seguro había tenido tiempos mejores, estaba cubierta de polvo. También había algunas fotografías, pero solo era de él, para mí eso era extraño pues mi padre tenía una foto nuestra hasta en su cartera, pero supuse que solo eran otros tiempos.

Cuando nos aburrimos de recorrer todo el lugar, ya casi era hora de cenar, nos mandaron guardar a los animales y después entramos. La abuela parecía bastante feliz de por fin conocer a sus nietos y que todos sus hijos estuvieran ahí, sin embargo, cuando todos le comentaron la idea de que fuera a vivir con nosotros a la ciudad, ella se negó cortésmente y cambio el tema, mi tío Joaquín le dijo que al menos fueran al doctor para que le revisara la pierna, pues no podía solo entablarse el pie sola, pero ella dijo que no necesitaba ir con un “mata sanos” por algo que ella misma podía curarse, y aunque ninguno de ahí se iba a rendir tan fácil decidieron seguir cenando en paz.

La abuela, de manera inusual, insistió en que todos los primos durmiéramos en la misma habitación esa noche. Nos pareció un poco extraño, considerando que ya habíamos visto que había suficientes habitaciones en el rancho, pero no quisimos causar problemas ni molestar a nuestra abuela en su propia casa, por lo que aceptamos sin objeciones. Nos acomodamos como pudimos, algunos en la cama y la mayoría en el piso con cobertores, entre ellos, mis dos primos gemelos, Dylan y Gillian, los cuales siempre se estaban peleando o haciéndose bromas entre ellos, pero al mismo tiempo se cuidaban mucho el uno al otro.

Aunque todos teníamos teléfonos, nadie los estaba usando, pues no había internet y la señal de datos era muy mala, por lo que no había mucho que hacer en ellos. Sé que, amenos yo estaba a punto de quedarme dormida, cuando escuché a mi primo Gillian, susurrar a Dylan, le decía que no quería jugar y que le dejara de jalar la mano. Entre sueños, Dylan le respondió con voz adormilada, asegurándole que no le estaba haciendo nada y que lo dejara dormir. A decir verdad, a nadie le pareció raro, pues, todos sabíamos como eran esos dos. De repente, un grito desgarrador rompió el silencio.

Todos nos sentamos para ver qué era lo que estaba pasándole a Gillian, todos vimos esto, incluso si hoy en día les pregunto a cualquiera de ellos por esa noche, todos recuerdan lo que a continuación relatare. Había algo en el cuarto, era algo muy oscuro, tan oscuro que incluso entre la oscuridad del cuarto se distinguía con bastante claridad, una figura adulta que se deslizaba entre la oscuridad y salió del cuarto, azotando la puerta tras de sí.

La respiración agitada y los latidos de nuestros corazones llenaron el aire mientras intentábamos comprender lo que acabábamos de presenciar. Mi primo, bastante perturbado, nos contó que un anciano, estaba tratando de despertarlo, había estado jalando de su mano, él ni siquiera había abierto los ojos pensando que era su hermano, pero cuando Dylan había dicho que no le estaba haciendo nada, había abierto los ojos y lo vio cara a cara, por lo que nos dijo se veía enojado, pero cuando gritó solo se levantó y se fue.

Mis tíos y papás llegaron poco después para ver qué era lo que nos estaba ocurriendo, les contamos lo que nos había pasado, pero simplemente no nos creyeron. Nos miraron con escepticismo y atribuyeron nuestras experiencias a la imaginación exaltada de adolescentes en un ambiente desconocido. Nos aconsejaron que dejáramos de asustarnos mutuamente y que intentáramos descansar.

Recuerdo que ya al día siguiente, un poco más calmados, todos acordamos que sería bastante genial que pudiéramos grabarlo y tener a un fantasma real captado en cámara, así que dejamos la luz prendida y un teléfono grabando toda la noche, sin embargo, todos nos despertamos porque el teléfono se estrelló contra la pared, y aunque aún servía y solo se le había roto un poco la pantalla, solo se veía como la luz del cuarto se apagaba de repente y un golpe que era cuando el teléfono salió volando, pero no se veía nada, cualquiera que vea el vídeo pensaría que alguien apagó la luz y después el teléfono solo se cayó.

A los días, los esfuerzos constantes de mis padres por convencer a mi abuela de que sería mejor para ella mudarse a la ciudad, ella se mostraba inflexible en su decisión de quedarse en el rancho. Cada vez que decía que aquel lugar era su hogar y que deseaba pasar allí el resto de sus días, sentía que sus palabras carecían de sinceridad. Hasta el día de hoy no sé cómo explicarlo, pero yo solo podía ver una mirada que parecía transmitir todo lo contrario a lo que decía.

Al pasar los días, nos medió acostumbramos a pequeñas cosas que pasaban ahí, como portazos, sombras o una sensación constante de que algo o alguien te veía desde la oscuridad, obviamente aun nos daba miedo, por lo que siempre nos quedábamos juntos, pero como nuestros padres parecían fingir que nada pasaba, nosotros comenzamos a hacerlo también, decíamos que debía ser el viento o algo por el estilo, aunque en el fondo sabíamos que no era por eso.

Aunque durante nuestra cuarta noche en el rancho, mientras mis primos y yo estábamos ocupados con las tareas de meter a las vacas en el corral, nos ocurrió algo que no pudimos ignorar o fingir que fue una coincidencia de la naturaleza, escuchamos un ruido proveniente de una pila de paja cercana. Al principio, pensamos que podría tratarse de un ratón u otro animal pequeño que había encontrado refugio allí. Curiosos, nos acercamos con cautela, apuntando con la linterna hacia la pila.

Lo que salió de la paja nos dejó completamente aterrados. Parecía ser una figura humana, pero su forma de moverse era espeluznante y anormal. Se desplazaba a cuatro patas, contorsionándose en movimientos retorcidos y erráticos. Aunque no me di cuenta en ese momento, uno de mis primos aseguró que su cabeza estaba invertida, como si estuviera mirando hacia atrás. No hicimos más que huir de los corrales, mientras escuchábamos una risa malévola y satisfactoria de aquella criatura persiguiéndonos.

Les dijimos a nuestros padres, pero no nos creyeron, ellos pensaban que solo no queríamos ayudar más con las tareas del rancho, e incluso recuerdo que nos dieron un discurso, del como la abuela estaba enferma y no podía hacer todo ella sola, y que, si seguíamos inventando, solo la haríamos sentir mal, por no sentirse lo suficientemente útil, por lo que nos callamos y ya no dijimos nada más.

Recuerdo que, durante la cena de nuestro penúltimo día en el rancho, la discusión entre mis padres, tíos y mi abuela se volvió cada vez más acalorada. La preocupación por el bienestar de mi abuela los llevó a frustrarse porque mi abuela simplemente se seguía negando a irse de ese lugar. La tensión en la habitación aumentaba mientras las voces se alzaban y se mezclaban en un caos de opiniones. En medio de la discusión, uno de mis tíos, frustrado por la resistencia de mi abuela, dijo enojado “Te llevaremos, aunque no quieras. No permitiremos que te quedes aquí sola”.

Todos dimos un salto de nuestros asientos, no por lo que mi tío dijo, sino porque todas las puertas, cajones y estantes de la casa se abrieron de forma simultánea. Las puertas se azotaron, acompañado por un escalofriante crujido de madera. Y un viento helado empezó a inundar el lugar, entonces, una voz profunda y rasposa resonó desde cada rincón de la casa, diciendo un firme “No”. Las palabras parecían surgir de las paredes mismas, envolviéndonos en un escalofrío que erizó nuestros cabellos y heló nuestra sangre. Todos quedamos atónitos, mirándonos unos a otros, sin saber qué opinar o cómo reaccionar ante aquel evento sobrenatural.

El silencio se apoderó de la habitación mientras la voz se desvanecía lentamente. Con la voz quebrada por la situación y visiblemente afectada, mi abuela decidió compartir la verdad que se había ocultado durante décadas. Con lágrimas en los ojos, nos contó una historia sombría de su propia infancia.

Cuando ella tenía escasos 13 años de edad, mi abuelo la había secuestrado, o como se decía en aquellos tiempos, se la robó. A pesar de sus súplicas a sus padres para que no la dejaran con un hombre desconocido, ellos, seducidos por la riqueza de tierras que poseía, decidieron abandonarla en aquel lugar con él. A partir de entonces, se convirtió en su esposa y su vida se convirtió en una prisión.

Mi abuela describió como el que había sido el padre de sus hijos, era un hombre celoso y controlador, le prohibió salir más allá de lo estrictamente necesario. La forzó a aprender a cultivar y a realizar todas las tareas necesarias para su supervivencia en aquel lugar aislado. Era como si estuviera atrapada en una cárcel invisible, sin esperanzas de escapar.

Con los años, el odio hacia su abuelo creció en el corazón de mi abuela. El amor y la devoción que ella tenía hacia sus hijos se convirtieron en su única razón para no huir. Aun así, siempre se preguntaba por qué su esposo insistía en mantenerla allí. En respuesta, de manera sarcástica, él solía mencionar que era porque ella preparaba una deliciosa sopa de tortilla.

La abuela nos reveló que una vez que se aseguró de que sus hijos estuvieran bien y ya no la necesitaran, decidió llevar a cabo su plan de liberación. Prepararía la mejor sopa de tortilla del mundo, sabiendo que sería la última que cocinaría, no estoy segura de poder decirlo tan abiertamente, pero ya se imaginarán lo que hizo. Pero después del funeral, cuando estaba lista para empacar sus maletas y finalmente abandonar ese maldito lugar, se dio cuenta de que no podía abrir la puerta. Era como si una fuerza invisible la mantuviera atrapada, impidiéndole escapar.

La Mejor sopa Historia De Terror

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La desesperación inundó a mi abuela mientras comprendía que jamás podría abandonar aquel lugar que había sido su cárcel durante tantos años. Las lágrimas brotaron de sus ojos cansados, mezclando la tristeza y la rabia acumuladas durante décadas de opresión.

Después de eso solo la visitamos cada vez que pudimos, yo me volví muy unida a ella y hasta sus últimos días, traté de que conociera el mundo, al menos de forma remota, fue una gran mujer, solo tuvo mala suerte.

Autor: Liza Hernández

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