Mi Amigo Charlie Historia De Terror 2023

Mi-Amigo-Charlie-historia-de-terror

Mi Amigo Charlie Historia De Terror 2023

Mi Amigo Charlie Historia De Terror… Siempre he tenido una imaginación desbordante. Desde que era pequeña, disfrutaba creando mundos y personajes en mi mente para escapar de la realidad, esto se debía a qué era muy introvertida por lo que me la pasaba inventando amigos imaginarios. Pero nunca imaginé que mis amigos imaginarios pudieran trascender las fronteras de mi imaginación.

Todo comenzó cuando tenía alrededor de 10 años. En ese momento, mi familia se mudó a una nueva casa debido al trabajo de mi madre. Era una etapa emocionante pero a la vez desafiante, ya que tenía que adaptarme a un entorno desconocido y hacer nuevos amigos. Pero no me preocupaba demasiado, porque siempre había contado con mis amigos imaginarios.

Fue en el segundo día después de nuestra mudanza cuando conocí a Charlie. Estaba explorando el amplio patio trasero de nuestra nueva casa, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo por lo que me depararía en ese lugar desconocido. Mientras caminaba entre los árboles y arbustos, vislumbré algo fuera de lo común: un niño sentado en el columpio, este en lugar de columpiarse solo se hallaba dando media vuelta al columpio para luego dejar  que esté volviera a su posición original y entonces repetía la acción.

Me acerqué con cautela, observando al niño detenidamente. Tenía el cabello rubio, desordenado por el viento, y sus ojos azules brillaban con una chispa traviesa. Llevaba una camiseta a rayas y unos pantalones cortos desgastados. Su sonrisa amigable y cálida me atrajo de inmediato, y sin pensarlo dos veces, me acerqué y le pregunté tímidamente qué era lo que hacía ahí. Su respuesta me pareció extraña, ya que me dijo que él vivía ahí. Le respondí que eso no era cierto, ya que yo era la que vivía ahí, pero él simplemente cambió de tema y me propuso jugar.

A medida que pasaban los días, Charlie se convirtió en mi compañero constante. Siempre estaba ahí para jugar y soñar juntos. Pasamos horas y horas inventando mundos fantásticos, explorando lugares imaginarios y compartiendo secretos que solo nosotros conocíamos. Mi conexión con Charlie era profunda y especial.

Sin embargo, a medida que nuestra amistad crecía, empecé a notar algo extraño en su comportamiento. Charlie siempre solía proponer juegos cada vez más peligrosos, como trepar a los árboles más altos o deslizarnos por las laderas empinadas del parque. Cada vez que me proponía algo así, yo siempre terminaba rechazando su propuesta, preocupada por los riesgos involucrados.

Esto parecía molestar a Charlie. Sus ojos azules, que solían irradiar alegría y diversión, se oscurecían por un momento. A veces, notaba una sombra de decepción en su rostro antes de que volviera a su sonrisa habitual. Parecía que mis negativas lo frustraban, pero no podía arriesgarme a poner mi seguridad en peligro.

A pesar de esta pequeña tensión en nuestros juegos, nuestra amistad continuó floreciendo. Seguíamos compartiendo risas, aventuras y secretos. Pero en el fondo de mi mente, comenzaba a preguntarme si realmente conocía a Charlie por completo. Ya que a pesar de ser lo que yo creía uno de mis tantos amigos imaginarios, este no actuaba como todos ellos, no solo era los peligrosos juegos que proponía, sino que muchas veces me contaba y decía cosas las cuales yo desconocía por completo, cosas como que mis padres pensaban en divorciarse o como es que muchas familias anteriores siempre terminaban por perder de manera trágica a algún integrante de la misma.

Aquellas cosas me inquietaban pero, por otro lado, no quería perder a mi amigo, sobre todo porque desde que este había aparecido el resto de mis amigos imaginarios habían dejado de hacerse presentes, por lo que Charlie era el único que me quedaba.

Pero a medida que pasaba el tiempo, algo extraño empezó a suceder. Charlie ya no era solo un amigo imaginario que existía en mis pensamientos, sino que parecía estar cada vez más presente en mi vida. Aparecía en mis sueños con una claridad asombrosa y, en ocasiones, tenía la sensación de escuchar su voz susurrando en mi oído, incluso cuando no estaba a mi lado. Al principio, me emocioné por esta conexión tan fuerte, pero pronto comenzó a inquietarme.

Empecé a encontrar objetos los cuales parecían pertenecer a Charlie en mi habitación. Cosas como una gorra de béisbol olvidada sobre mi escritorio, un juguete de plástico en un rincón oscuro, incluso una hoja de papel con su letra familiar. Al principio, pensé que los había dejado yo misma sin darme cuenta, pero pronto me di cuenta de que algo más estaba ocurriendo, algo que iba más allá de mi comprensión.

Las noches se volvieron más aterradoras. Mis sueños se convirtieron en pesadillas donde Charlie se transformaba en una figura oscura y siniestra. Sus ojos azules se volvían negros como el ébano y su sonrisa amigable se convertía en una expresión malévola y retorcida. Me acechaba en mis sueños, murmurando palabras horribles en mi oído y prometiéndome que nunca me abandonaría.

No importaba cuánto tratara de escapar de esas pesadillas, siempre volvían, llenando mi mente de miedo y ansiedad. Me despertaba sudando y temblando, incapaz de distinguir entre la realidad y mis sueños distorsionados.

La presencia de Charlie se volvió abrumadora. Ya no podía ignorar las señales de que algo estaba mal. Comencé a evitar el patio trasero, temerosa de encontrarme con su mirada perturbadora. Incluso cerré la puerta de mi armario con llave por las noches, con la esperanza de mantenerlo alejado de mi mundo real. Ya que  en más de una ocasión Charlie me había dicho que el vivía en mi armario.

Mi familia notó mi cambio de comportamiento y expresaron su preocupación. Traté de explicarles lo que estaba pasando, pero era difícil para ellos entenderlo. Después de todo, solo veían a Charlie como un amigo imaginario, mientras que yo lo experimentaba como algo mucho más oscuro y amenazante.

Mi Amigo Charlie Historia De Terror

Mi-Amigo-Charlie-historia-de-terror
Mi-Amigo-Charlie-historia-de-terror

Desesperada, decidí compartir mis preocupaciones con mis padres. Pero, para mi consternación, no me tomaron en serio. Pensaron que era solo fruto de una imaginación hiperactiva, que estaba exagerando las cosas. Sin embargo, en lo más profundo de mi ser, sabía que algo siniestro estaba ocurriendo y que Charlie no era un simple amigo imaginario inofensivo.

Entonces sucedió. Un día, mientras jugaba en mi habitación, escuché un ruido detrás de mí. Me volví y me encontré con Charlie, este me preguntó porque ya no abría la puerta de mi armario, a lo que armándome de valor le dije que ya no me gustaba jugar con el, pero algo estaba terriblemente mal. Sus ojos azules brillaban con una oscuridad aterradora, su sonrisa se ensanchaba más allá de lo imaginable. Mi cuerpo se estremeció de miedo, sintiendo que algo malévolo se aproximaba.

Me paralicé de miedo al ver su transformación. La cual era exactamente como la de mis sueños, aún se veía humanizado pero tenía unas largas extremidades las cuales mientras se alargaban se escuchaba como si sus huesos se rompieran. Comprendí en ese instante que Charlie ya no era el amigo imaginario al que conocía, sino algo mucho más oscuro y peligroso.

Intenté huir, pero Charlie me agarró del brazo y me arrastró hacia mi armario. Me empujó adentro y cerró la puerta con fuerza, dejándome sumida en la oscuridad. Desde el otro lado de la puerta, escuché susurros diabólicos que helaron mi sangre. Supe en ese momento que mi vida estaba en peligro.

Pasé horas encerrada en el armario, temblando de miedo y tratando de no emitir ni el más mínimo sonido. Finalmente, mis padres me encontraron y me sacaron de aquel lugar asfixiante. Les conté todo lo sucedido, pero nuevamente fui recibida con incredulidad. Pensaron que había tenido una pesadilla o que me había asustado por algo trivial. Sin embargo, yo sabía que lo que había ocurrido era real y que Charlie no era un simple amigo imaginario.

Las cosas empeoraron tras ese incidente. Charlie estaba presente en todas partes y parecía controlar mi vida. Me dictaba qué hacer, qué decir y cómo comportarme. Empecé a perder mi propia identidad y me di cuenta de que estaba siendo manipulada por algo que escapaba a mi comprensión.

A medida que los días pasaban, la presencia de Charlie se volvía más opresiva y aterradora. Ya no podía escapar de su influencia. Me seguía a todas partes, susurrando sus siniestros planes en mi oído y torturando mi mente. Me sentía atrapada en una pesadilla interminable, donde no había escapatoria.

Mis noches se convirtieron en un tormento constante. Las pesadillas eran cada vez más intensas y vívidas. Charlie se manifestaba en mis sueños de formas grotescas y sádicas, alimentando mis miedos más profundos y oscuros. Me atormentaba con visiones de violencia y sufrimiento, prometiéndome que nunca me dejaría en paz.

Mi salud mental empezó a deteriorarse rápidamente. Me volví paranoica, incapaz de confiar en nadie a mi alrededor. Cada sombra se transformaba en una amenaza potencial, y mis nervios estaban constantemente a flor de piel. La presencia de Charlie se había convertido en una tortura insoportable.

Mis padres finalmente tomaron la decisión de abandonar esa casa, conscientes del deterioro de mi salud mental y la presencia aterradora de Charlie. En cuanto lo supe me puse muy feliz por qué creía con todo mi ser que en cuanto saliera de esa casa también me libraría de Charlie.

La última noche en esa casa fue una pesadilla en sí misma. Mientras intentaba dormir, sentí una fuerza invisible jalar mis pies. Abrí los ojos sobresaltada y allí estaba Charlie, su rostro estaba distorsionado por una sonrisa siniestra. Comenzó a cantar una tétrica canción infantil mientras me arrastraba hacia la ventana abierta. Mi cuerpo se resistía desesperadamente, pero su fuerza era abrumadora.

En ese preciso instante, mi padre abrió la puerta de mi habitación. Charlie desapareció en el aire y fui liberada de su control. Mi padre me abrazó con fuerza, preocupado por lo que había presenciado. Juntos, entendimos que habíamos tomado la decisión correcta de irnos.

Al día siguiente, nos mudamos a una nueva ciudad, lejos de aquel lugar maldito. Intenté dejar atrás todos los recuerdos aterradores, pero sabía que Charlie seguiría persiguiéndome en mis pesadillas y en mi memoria.

Durante el viaje en el auto, mientras miraba por la ventana, vi a Charlie una última vez. Estaba parado a lo lejos, mirándome con odio y rencor. Su figura se desvaneció lentamente a medida que nos alejábamos, pero su presencia dejó una huella imborrable en mi vida.

Autor: Aurora Escalante

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror