La Carne Del Diablo 2022
La carne del diablo… Hoy que decidí contar esta historia, han pasado ya muchos años de que sucedió, ocurrió allá por el 2008, yo apenas contaba con 18 años, quiero emitir mi nombre por lo sucedido.
En aquel entonces tenía tres amigos, éramos incorregibles, a Edson y a Horacio los había conocido hacía tiempo en el tutelar para menores, donde yo estaba recluido por a ver maltratado a mi mamá y ellos, los que después serían mis amigos, estaban por robo.
Al cabo de unos meses, y tras cumplir la mayoría de edad, salimos libres y nos hicimos inseparables, aunque éramos malas personas, nos empezamos a llevar bien y a conocernos.
Edson era muy diferente a nosotros, a veces hablaba solo, cuando lo hacía, entraba cómo en un trance y le gritaba al diablo, pidiéndole que el día que se muriera se lo llevara con él, y que nunca le permitiera caer en las tentaciones del bien, casi siempre se hacía cortadas con una navaja y salpicaba el piso con su sangre, con la cual segundos después dibujaba una estrella, se acostaba encima de ella y así se quedaba dormido.
Mientras lo hacía, roncaba muy fuerte y se escuchaba como si fueran varias personas los que lo hacían, pero no solo eso, había ocasiones que se escuchaban murmullos y ruidos extraños, no importaba en cual casa abandonada estuviéramos.
Horacio pareciera que sufría de pesadillas, mientras dormía se estremecía de repente, tan fuerte que se despertaba dando gritos horribles, en ocasiones se le miraban rasguños y moretones en su cuerpo, que en la noche anterior no tenia, cuando se levantaba de el lugar donde estaba dormido siempre quedaban cucarachas o algunos otros insectos, a veces sangraba de la nariz y se quejaba de dolores de estómago, tenía ojeras muy marcadas y la mayor parte del tiempo mucho sueño, lo que le provocaba andar de mal humor, y eso lo volvía violento.
Pero lo más peligroso que tenía, es que decía que escuchaba voces de demonios, que según él, le aconsejaban que le hiciera daño a las personas, y a veces así mismo.
A Carlos, el último de unirse, lo conocimos cuando nos fuimos a tatuar, en su local tenía una pintura del diablo de más de 2 metros, él era muy callado y siempre hablaba de demonios, tenía una mirada muy pesada y era muy alto, todo su cuerpo estaba tatuado con muchos diablos y calaveras, pero a mí me llamó la atención una palabra que tenía en su brazo, con letras negras decía, Hereje.
Ahí nos hicimos amigos, y unos días después le pregunté qué significaba esa palabra, se me quedó mirando por unos segundos a los ojos sin parpadear, me dijo que significaba el que niega a Dios, que ese era su nombre dentro de una secta, me sorprendí un poco y ya no le pregunte más.
En esa ocasión estábamos en su casa, pasada una media hora habló por teléfono, cuando colgó nos platicó que a la secta que pertenecía era satánica, que de ahí sacaba muchos beneficios, que era peligrosa y no era para niños, que si nosotros queríamos entrar, él nos podría iniciar, pero que solo muertos podríamos salir.
Nos miramos divertidos e interesados y le dijimos que sí, muy serio nos contaba lo que teníamos que hacer, y yo ya me imaginaba con una túnica negra en medio de un rito satánico.
Nos dijo que para ser dignos, no bastaba nuestro historial delictivo, teníamos que hacer tres cosas para llevar esa noche de la iniciación, la primera cosa que tendríamos que hacer era robar de una iglesia agua bendita, pero que tendría a fuerza ser robada, que no la pidiéramos.
También teníamos que llevar un cáliz bañado en plata, por supuesto robado, lo segundo que nos pidió, fue que le tendríamos que entregar un poco de nuestra sangre, que la juntáramos en un frasco, lo más fresca que se pudiera, y por último, conseguir una paloma blanca para sacrificio, pero sobre todo, estar bien decididos a renunciar a Dios.
Estuvimos de acuerdo y un día antes de realizarse la iniciación, nos metimos en la noche a robar en una iglesia, donde yo asistía cuando era niño, sólo brincamos la cerca, que no era muy alta, el padre de esa parroquia ya era un hombre grande de edad, así que todo sería más fácil.
Cuando estábamos adentro de la iglesia nos pasó algo extraño, en la sacristía ya robando el cáliz y el agua, claramente miré pasar un fraile rumbo al altar de la iglesia, me sorprendió que ni siquiera volteara a vernos, por curiosidad me asomé para seguirlo con la mirada y ví que caminó hasta las últimas bancas y ahí se sentó, toda la iglesia estaba a obscuras.
De inmediato les comenté a mis amigos de lo que había visto, y también se asomaron, pero ya no había nadie, intrigado les dije que iría a ver, caminé por el pasillo hasta las últimas bancas, cuando llegué no había nadie, pero yo sentía una presencia, algo que no podía ver, pero que estaba ahí.
Empecé a escuchar como si alguien rezara, se oía claramente, pero por más que buscaba no miraba a ese fraile ni a nadie, me hice el fuerte e ignoré aquello que sentía y escuchaba, aprovechando el momento, empecé a robar las alcancías, las cuales solo tenían un candado ya viejo, sentía que se me ponía la piel chinita, pero no me dejé vencer por el miedo.
Teniendo todo lo que necesitábamos nos salimos de la iglesia, en tono de burla le agradecimos a Dios por las cosas que llevábamos, las carcajadas no se hicieron esperar.
Cuando estábamos a punto de saltar la barda, nos gritó el padre para que nos detuviéramos, pero lo insultamos y corrimos divertidos para la calle.
Luego nos detuvimos en una veterinaria, Edson quebró el vidrio de una ventana y entró, robó una paloma como nos lo había pedido Carlos y de paso se trajo algunas cosas más.
Con el dinero robado de las alcancías, compramos cervezas y nos fuimos a la casa de Carlos para decirle que ya teníamos todo, estábamos ansiosos de que se llegara ese día.
Esa noche dormí muy poco, y cuando lo hacía tenia pesadillas, soñaba ver pasar aquel fraile con el cáliz que habíamos robado, lo llevaba en sus manos, luego vaciaba el contenido del cáliz y era sangre, la única vez que le ví la cara era un demonio, cuando despertaba, un remordimiento me carcomía como nunca, además un perro aulló toda la noche atormentándome más, así esperé a que amaneciera.
Cuando amaneció, pude dormitar un poco, antes de anochecer con un cuchillo nos hicimos una cortada en la mano para juntar un poco de nuestra sangre, y esa noche Carlos nos llevó en su coche por calles que no conocíamos, conducía muy callado y nosotros también lo estábamos.
Llegamos a una construcción un poco alejada de las colonias, estaba totalmente abandonada, después de caminar por unos pasillos bajamos unas escaleras que daban a un sótano obscuro.
No era lo que yo me esperaba ver, solo había velas encendidas, no había cruces invertidas, tampoco personas, ni siquiera un altar, solamente tres sillas al final del sótano.
Le pregunté a Carlos, que si, ahí sería la misa negra, me dijo que no, que primero nos presentaría con el consejo, para que dieran su permiso, solo así se haría la iniciación, que a la misa negra íbamos a asistir cuando ya fuéramos aceptados por parte de la jerarquía de la secta.
Cuando llegaron las personas que, Carlos los saludó con mucho respeto besando su mano, y les dijo que ahí nos traía, uno de ellos, quien portaba anillos y cadenas con figuras del diablo, nos volteo a ver fijamente, tenía una mirada muy pesada, su sola presencia causaba temor, nos miró unos segundos y sin dejar de hacerlo le preguntó a Carlos, que si ya sabíamos las consecuencias de todo, a lo que nuestro amigo respondió positivamente.
Ellos hablaron unos minutos y dieron su aprobación y Carlos nos condujo por un pasillo rumbo a otra habitación donde sería la Misa de iniciación.
Mientras caminábamos por aquel pasillo, miré que había personas encapuchadas cuidando varias puertas, de tras de ellas, se escuchaban lamentos y gritos, que hubieran hecho temblar a cualquiera, voltee a ver a mis amigos y se veían tan nerviosos como lo estaba yo.
También caminaban hombres y mujeres con máscaras de animales, tan reales que causaban escalofríos, en algunas puertas había signos extraños y cruces invertidas.
Ya en la última puerta, se escuchó el desgarrador llanto de un niño, como jamás había escuchado, todo era tan perturbador que a mí me parecía que estábamos en él infierno.
Cuando Carlos abrió la puerta, quedé impactado por todo lo que miré ahí, que hasta la fecha no lo he podido olvidar, era lo más parecido a lo que yo me imaginaba como era una misa satánica.
Al entrar, sobresalía de todo aquel obscuro lugar una figura enorme de un Diablo horrendo, tal vez de 3 o 4 metros, cuando me le quedé mirando, este nos seguía con la mirada mientras caminábamos, hasta me pareció ver que de vez en cuando parpadeaba, estaba desnudo y le faltaba la mano derecha, con la mano izquierda hacía una seña obscena, además, desprendía un terrible olor penetrante, el cual a los demás pareciera no importarles.
La Carne Del Diablo
Nos colocaron frente a él, y pude ver que le escurría saliva de su gigantesca boca llena de dientes, en ese momento nos hincaron, nos pidieron que agacháramos un poco la mirada, que guardáramos silencio y así nos quedamos, Carlos se quedó a un lado nuestro para explicarnos lo que se hacía.
De vez en cuando volteaba a ver el altar, tenía un mantel negro y velas encendidas, negras del lado derecho y rojas del lado izquierdo, también había un gran libro negro sobre la mesa, la sangre que llevamos, la nuestra, la regaron sobre una figura de un ojo que se encontraba al pie del altar, pintado tal vez con ceniza.
A los pocos minutos, aparecieron aquellos hombres que habíamos visto al llegar, y se sentaron detrás del altar, el principal se puso una máscara de macho cabrío, y empezó la celebración.
Con el agua bendita ahogaron a la paloma que llevamos, después de una seña, todos se pusieron de pie, menos nosotros.
Quien presidía la misa, volteo a ver la figura de aquel Diablo y le pidió derramar poder infernal sobre él, segundos después, pidió abrir las puertas del infierno para que un Demonio llamado behemot, saliera del abismo.
Al decir esto retumbó el piso y todos los asistentes empezaron a repetir dos palabras, nema y cero, y algunas otras, también mezclaban el español con otro idioma, el ambiente cambió de inmediato, primero se sintió un terrible calor, luego se volvió frío y pesado, sombras y figuras infernales empezaron a moverse entre la obscuridad, nosotros podíamos verlas a pesar de tener la mirada un poco hacia el suelo, era tan confuso que no lo podía creer.
Se leyeron lecturas de aquel libro negro, las cuales estaban llenas de blasfemias y herejías, cuando por fin pudimos levantar la mirada, miré que los asistentes mientras cantaban y bailaban, parecían contorsionarse.
Había presencias demoniacas entre la gente, como si hombres y demonios se juntaran para celebrar ese horrible ritual.
Luego decapitaron la paloma que habíamos llevado, la cual según Carlos representaba a el espíritu santo, y su sangre salpicó el altar, quien presidía la misa, tomó un copón y le empezó a vaciar la sangre que pareciera que se multiplicaba, porque claramente era mucha más de lo que en realidad tiene una paloma.
Luego los tres hombres que estaban en el altar escupieron dentro del copón, y lo pasaron para que todos bebiéramos un sorbo, mientras rezaban, el credo satánico.
El agua bendita donde habían ahogado a la paloma la revolvieron con orines dentro de un acetre y con el hisopo la aventaban a todos los presentes.
Cuando nos dieron las Ostias, estas eran negras, parecían pedazos de carne en mal estado, pero no olían mal, y le escurría sangre, Carlos nos dijo que las comiéramos y por ningún motivo las fuéramos a vomitar.
Aguantándonos el asco, comimos y bebimos lo que nos dieron, después de eso quemaron en las velas algunos papeles donde habían escrito maldiciones y peticiones malignas, y los que estaban en el altar bebieron algún líquido en el cáliz.
Parecía que todo había terminado y de repente unos encapuchados nos sujetaron, nos pusieron en medio de aquel ojo que estaba pintado en el suelo y con unas navajas calientes, nos pusieron los nombres que tendríamos dentro de la secta, el mío fue Sádico.
El principal dijo, hecho esta, salve sea el ángel negro, y dio por terminada la ceremonia, con el estomago revuelto empezamos a salir de ese obscuro lugar, y cuando mire a mi amigo Carlos, me dijo que lo que habíamos comido era carne de Diablo, que recordara que no la fuéramos a vomitar, que ahora el señor obscuro habitaba dentro de nosotros.
Antes de salir voltee a ver al diablo y me di cuenta que le faltaban los dedos de la otra mano, aterrado y lleno de asco, comprobé que era verdad, era la carne del diablo lo que habíamos comido.
Salimos y Carlos se quedó adentro, y yo aproveché para correr lo más lejos que pude y así vomitar, ya que sentía el estómago muy caliente y todo se me movía por dentro como si trajera un animal o algo que mordía mis entrañas.
Cuando lo hice, vomité con tanta fuerza que me salpique todo, era un vomito obscuro, apestoso, y parecía no tener fin, después empecé a vomitar coágulos de sangre, además una cosa horrible me salió de la boca, en ella había cosas que se movían, tal vez gusanos o cucarachas, no pude ver bien porque todo estaba obscuro, vomité hasta ya no poder más, hasta marearme por el esfuerzo.
Empecé a tener alucinaciones y de pronto me miré frente al diablo que me miraba con odio, yo supongo que por haber vomitado, después me escupió con todo su desprecio, su saliva pareciera que era ácido que me empezó a quemar.
Fue tanto el mareo que tenía, que caí al suelo, y empecé a escuchar cientos de voces que me insultaban, sentía que me estiraban el cabello, hasta que todo poco a poco pasó, y recobre el aliento.
Como pude busqué a mis amigos desesperado, cuando los mire tenían un aspecto pésimo, estaban sudando, se apretaban la cabeza porque decían que escuchaban voces y se quejaban de dolor de estomago.
Salió Carlos y nos dijo que en 6 días se haría otra misa negra, que ahora nosotros éramos parte de la secta, que al día siguiente pasaría por nosotros para hacer un trabajo.
Fue una orden, no nos esperábamos eso, antes de que nos fuéramos nos recordó amenazante que solo muertos nos podríamos salir de la secta.
Esa noche nos retiramos y nos fuimos a meter a una casa abandonada, donde pasamos una noche pésima, llena de sobresaltos y de pesadillas, los tres soñamos con aquel gigantesco diablo, yo me soñé en medio de llamaradas que me quemaban poco a poco.
También miraba a mis amigos envueltos en lumbre y dando gritos ensordecedores, mientras aquel diablo que tenían en aquel sótano se carcajeaba.
Serian como las 5 de la mañana cuando me despertó una sensación extraña, voltee a ver a uno de mis amigos, a Edson y lo miré parado frente a la pared, tenía las manos llenas de sangre, había pintado con sus dedos el nombre que le pusieron en la secta, escribió con sangre, Caníbal.
Cuando volteo y pude verlo, había muchas cortadas por todo el cuerpo, y la sangre le escurría hasta el suelo, tenía la mirada perdida y tube que darle una cachetada para que reaccionara.
También Horacio fue atormentado toda la noche ya que se soñaba comiéndose a un niño, bajo la mirada amenazante del diablo, quien lo forzaba a hacerlo, encajándole las uñas para que no parara de comer, a mi amigo se le podía ver el nombre en su brazo, devorador.
Cuando por fin amaneció hablamos entre nosotros y decidimos escapar muy lejos de esa ciudad, para no convertirnos en algo que no queríamos.
Así lo íbamos hacer cuando Carlos llego por nosotros en una mini van Blanca, y nos dijo que nos subiéramos y así lo hicimos, dentro de ella traía tres jaulas, como si fuera una perrera.
Como si fuera una gracia, nos dijo que robaríamos tres niños para sacrificio y que nosotros los cuidaríamos hasta que se fuera a celebrar el ritual, de pronto Edson y Horacio asustados bajaron de la van y corrieron perdiéndose entre las calles, a lo que Carlos dijo que lo pagarían.
Yo tal vez paralizado por el miedo me quedé arriba y Carlos me pidió que yo manejara, y él hizo todo el trabajo, le arrebató los niños a señoras solas con mucha facilidad, como de los tres que éramos sólo quedé yo, Carlos se llevó a los niños y me advirtió que al siguiente día nos veríamos.
Ya casi de noche me reuní con mis amigos y lleno de nervios les platiqué lo que hicimos y sin pensarlo 2 veces decidimos escapar.
Buscamos un aventón en una camioneta y nos bajamos en otra Delegación, nos dispusimos a hacer lo que éramos antes, buscamos una casa abandonada y ahí nos escondimos unos días, cuando miramos que no nos buscaba nadie, otra vez volvimos hacer los mismos.
Cuando pasaron 6 días recordamos que era la fecha de la siguiente misa negra y aun sabiéndonos a salvo, nos empezó a invadir un terrible miedo, para tranquilizarnos consumimos sustancias y tomamos cerveza, poco a poco empezamos a reír, y nos burlábamos de lo que habíamos hecho los días anteriores, eran las 3 de la mañana.
Todo parecía tranquilidad cuando Horacio se agarró el estómago, primero quejándose de un intenso dolor y después grito desesperado y dijo que se estaba quemando por dentro.
Tuvimos la intención de ayudarlo, cuando miré que de adentro de su estomago le salió una flama de lumbre, en un principio no lo podía creer, era azul como un soplete y pronto se incendió toda la parte media de su cuerpo.
Estábamos sorprendidos sin saber qué hacer, con el resplandor de aquella lumbre se iluminó todo el cuarto donde estábamos y aquella llamarada se intensificaba cada vez más, la primera reacción fue hacernos para atrás, de hecho yo retrocedí hasta pegar en una de las paredes.
De tras de mi amigo se empezaron a manifestar sombras con cuernos que se movían de un lado al otro, no comprendía porque estaba pasando todo eso.
De adentro de su cuerpo le salían chispas y cosas extrañas, como si algo lo abandonara, pareciera que tenía el infierno por dentro, él solo nos miraba tan asustado como estábamos nosotros, pero de repente cambiaba el aspecto de su rostro y se empezaba a reír.
Pasado unos segundos, reaccionamos e intentamos ayudarlo, pero por más que quisimos no pudimos apagar el fuego que poco a poco fue consumiendo a mi amigo, quien después de unos minutos de una agonía horrible, se quedo inerte hasta que se consumió casi en su totalidad frente a nosotros.
Minutos después estaban sus piernas intactas y un brazo, todo lo de más reducido horriblemente a cenizas.
Nos preguntábamos porque había sucedido esto, no habíamos prendido lumbre, no estábamos fumando, no teníamos cerillos ni encendedores, no tube una explicación lógica de lo que le sucedió.
Salimos corriendo de esa casa abandonada y muy lejos de ahí nos metimos a otra, sofocados, muertos de cansancio y perturbados por el miedo.
Cuando todavía no nos reponíamos de todo eso, Edson se me quedó mirando de una forma horrible, abrió tanto los ojos que casi se le salían de las cuencas, de pronto cayó al suelo y de su cuerpo empezó a salir humo negro que olía muy feo.
Empezó a gritar que estaba en el infierno y que el diablo se lo iba a comer por haber escapado, se escuchaban ruidos horribles y carcajadas que me helaban la sangre, y me hacían temblar.
Al igual que a Horacio, a Edson, le empezó a salir lumbre del estómago, pero a él se le empezó a desfigurar su cara hasta convertirse en un horrible demonio que me miraba amenazante, pero a la vez parecía que gozara quemarse, en cuestión de minutos estaba casi reducido a cenizas.
La única explicación que yo tengo es que ellos no vomitaron la carne del diablo que comimos la noche del ritual satánico, y al escaparnos, el castigo fue la muerte, tal vez yo me salvé porque vomite todo lo que me comí.
Como pude, Salí corriendo de ahí, y al otro día sus muertes se las achacaron al crimen organizado, aunque otros dijeron que era un caso de combustión espontánea, donde se consume el cuerpo de adentro hacia a fuera.
Como he podido he enderezado mi vida y no he vuelto a mi Delegación, y jamás haré otra tontería como la que hicimos esa noche, entrar a una secta satánica.
Autor: Gato Negro.
Derechos Reservados.
Comment (1)
que historia tan impresonante!