Maria Sonriente Historia De Terror 2022

maria sonriente historia de terror (1)

Maria Sonriente Historia De Terror 2022

Maria sonriente, historia de terror… “¿No conoces la leyenda de María sonriente?” Increpaba Tomas a Antón mientras engullía bombones y chocolate sin parar, Antón era nuevo en el pueblo y aquella pijammada era su intento por hacer nuevos amigos, sin embargo para su pesar de los siete niños que habían prometido ir, solo habían asistido cuatro, entre ellos estaba Tomas, el cual solo había invitado a ultimo momento ya que fue excesivamente amable con el en el descanso.

jamas habia sido anfitrión de pijamada, por lo que se encargo de tener cuantas golosinas y películas de terror que pudo a pesar de que esto no había impresionado a sus invitados.

Este se sentía particularmente agusto con Tomas, el cual era un jovencito por demas peculiar, con unos ojos marrones grandes y brillosos, su cabello era largo de color negro azabache tan intenso como la noche misma, el cual siempre estaba algo sucio al igual que su ropa, dándole así un aspecto de chico malo que hacia pensar a Antón si el hecho de ser amable con el habia sido su único motivo para invitarlo, ya que desde la primera ves que lo vio fue siendo llevado a la dirección por romper una ventana con un balón, esté habia querido hablar con el, pero su timidez se lo habia impedido y en aquel momento agradecía que aquel balón de fútbol hubiera golpeado su almuerzo, forzando a Tomas a hablarle y compartir de su almuerzo con el, de no haber sido por aquello nadie hubiera asistido esa noche.

“María sonriente.” Dijo Tomas con un tono tenebroso para ambientar la historia. “Eran los años 70, María sonriente tenía solo 10 años.”

“Realmente no se llamaba María sonriente ¿o si?” Interrumpió Antón provocando bulla entre los niños presentes. :Claro que si.” Respondió Tomas con cierto enfado por interrumpir su atmósfera. “María sonriente era muy pobre y no tenia amigos, sus compañeros eran malos con ella y a pesar de todo ella siempre sonreía, jamás se defendía, su sonrisa era inusual y extraña, incluso sus maestros lo decían, todos odiaban verla sonreír, había algo siniestro sin duda.

Maria solo vivía con su abuela, la cual era una bruja, nadie conoció nunca a los padres de maría por lo que se decía que su abuela había hecho un pacto con satanás para que le diera a maria y era por eso que tenía esa sonrisa.” Antón escuchaba con atención a Tomas intentando seguir el ritmo de la historia, sin embargo se había perdido en algún punto y no se atrevía a hacer más preguntas después de que a Tomas pareció molestarle la primera interrupción.

“¡Maria, Maria pobre Maria, al defenderse un dia muy caro lo pagariá” Comenzó a declamar con cierta tonada infantil la cual logró incomodar a Antón. Y siguió; “cayendo por el barranco su fin encontraría, pero la sonrisa de su rostro jamás desaparecería y si te la llegas a topar ni se te ocurra gritar, con sus garras te atrapará y una sonrisa dibujará”

Entonces ¿María se aparece a los abusivos?” Pregunto Antón intentando comprender la historia. “¿Qué? No, se le aparece a quien sea, tienes que ir a la barranca, decir la rima y se aparecerá.”

Respondió Tomas como si fuera lo más obvio del mundo.

“¿Por qué haría algo así? no tendría más sentido que quisiera vengarse de sus atacantes o quien sea que la haya matado o empujado.” Cuestionó Antón más confundido que al principio.

“No lo sé Anton, tal vez porque es la hija de satanás.” La voz de Tomás se escuchaba como si acabaran de preguntarle cuando era uno más uno. “Esa es otra cosa que no entiendo ¿por qué…?” Antón, es una historia de terror.

Interrumpió Tomas “… ¿y es real?” Prosiguió Antón luego de una pausa
“Claro que si, mi bis abuelo me contó que él la conoció.” Dijo otro de los niños presentes uniéndose a la conversación. “¿Pero si fue en los 70 no debería Antón.”

Dijo Tomas ahora con fastidio. “solo gózala” Dejar las cosas así con el pretexto de “solo gozalo” no era algo que Antón hiciera con facilidad, pero solo por complacer a Tomas estaba decidido a intentarlo, después de todo no quería perder al que seguramente sería su amigo, un breve silencio inundo la habitación provocando que Antón creyera que Tomas lo considerara un bicho raro llorón.

Así que a su mente vino una gran idea, queriendo mostrar su valor y audacia dijo. “Podemos ir mañana a la barranca y decir la rima.”

“¿Te atreves a decir la rima?” Increpó un niño de cabello chino.
“Si.” respondió Anton sin demora. “No me da miedo.” Agrego gallardamente, aunque por dentro sentía un hueco en el estómago, no era la clase de niño que creyera en cada historia o leyenda que le contaran, pero era la clase de niño que no se atrevía a comprobar si alguna era real, ni siquiera cuando sus amigos de la ciudad jugaron “siete veces veronica”, jamás le importo que ellos lo llamaran gallina, sin embargo era algo muy diferente con Tomas, al cual este estaba decidido a impresionar y si para eso debía decir una tonta rima de una niña sonriente él iba a hacerlo.

“Pero no se puede decir en el día.” Dijo Tomas más animado “¿No?” Le cuestionó Antón el cual la idea de hacerlo en la oscuridad le parecía inconcebible. “No, debe ser a luz de la luna y con una vela. Entonces dices la rima y Maria sonriente aparecerá.”

Por un momento a Antón le pareció que Tomas le estaba tomando el pelo y es que aquella historia pasó de unas palabras en una barranca a todo un ritual para invocar a Maria sonriente, sin embargo, la seriedad de Tomas lo hacía creer que hablaba enserio y claramente no quería que este lo viera dudar, por lo que reafirmó lo que dijo, al día siguiente se verían en la barranca, invocarían a Maria sonriente probando así que no es real o al menos es lo que realmente deseaba probar.

Antón no debía pensar en un escape perfecto, la ventana de su cuarto daba directo al jardín, por lo que no solo podía evitar la negativa de sus padres para cometer tal locura, si no que podría volver tranquilamente después de que todo hubiera terminado.

Aquella mañana fue particularmente corta, tal vez era por lo mucho que deseaba que no cayera la noche, inclusive se planteó la idea de no asistir antes de recriminarse a sí mismo que dejaría a Tomas esperándolo en la oscuridad, por lo que jamás volvería a querer hablarle, no era algo que estuviera dispuesto a aceptar, así que se puso unos jeans y un suéter antes de salir, durante todo el trayecto se repetía que era lo suficientemente adulto como para creer leyendas absurdas de niños, inclusive después de aquello podría jugar 7 veces veronica.

Casi llegando a la barranca este miró a Tomas debajo de un poste de luz, en sus manos traía una bolsa negra y parecía estar intentando fumar un cigarrillo, ese era el punto sin retorno, jamás se atrevería a dar media vuelta y volver frente a Tomas, respiró profundo y se acercó a él.

“Creí que no vendrías.” Dijo Tomas tirando el cigarrillo y pisándolo aun cuando este aún no estaba ni a la mitad.

“Te lo dije, no me asusta nada.” Repitió Antón como si intentara convencerse más a sí mismo que a Tomas. “Entonces, qué estamos esperando.” Ambos niños caminaron sin mucha conversación, Antón creía que al igual que el Tomas no estaba seguro de hacer el ritual, pero no se sentía con el valor suficiente para plantearle la idea, pero si Tomas dijera algo el daria la vuelta sin cuestionarlo, sin embargo ninguno de los niños pareció sucumbir hasta llegar a la barranca, Tomas saco una veladora de aquella bolsa plastica y un encendedor de su bolsillo.

“Parece que los demás se acobardaron” dijo tomas dándole las cosas. “Si, que gallinas.” Respondió Antón con seguridad fingida.
Por un instante Antón creyó ver a alguien en los matorrales, «Es solo un perro no seas tonto» pensaba mientras Tomas encendía la veladora en sus manos, casi como si lo apresurara, Antón camino hasta casi el borde de la barranca, las palabras no podían emerger de su boca, se sentía ridículo, había repasado la rima todo el día para que justo ahora su cerebro decidiera borrarla.

“Ma… María, María…” Miro a Tomas el cual estaba casi perdido en la oscuridad, respiró profundo y continuo. “Al… defenderse… no, no, pobre María, al defenderse un día, muy, muy caro lo pagaría… cayendo por él… el

¡TOMÁS!” Grito Antón horrorizado al mirar un ser emerger detrás de una roca, no podía ver por la oscuridad pero era casi inhumano, ya no le interesaba que Tomas lo considerara un cobarde, se alejó rápidamente de la orilla, solo para notar a más seres emerger detrás de rocas, árboles y cualquier lugar que sirviera como escondite, sóloque pronto supo que no se trataba de ningún tipo de seres fantasmales, si no de niños y compañeros de su salón, algunos de ellos tenían mantas sobre ellos simulando ser fantasmas, otros más tenían máscaras de halloween.

Antón estaba confundido más que aterrado mirando a los niños reír, siendo encabezados por Tomas el cual era el que más fuerte reía mientras caminaban hacia él haciéndolo retroceder y sin calcular donde estaba parado Antón cayó por la barranca, golpeando con rocas y enterrándose espinas en la caída provocando también que su ropa se desgarrara, aun con eso Antón no podía dejar de escuchar las crueles carcajadas de los niños acompañadas de uno que otro insultó, cuando este dejó de rodar, miró arriba pudiendo distinguir únicamente a Tomas el cual dijo entre burlas.

“¡Salúdame a María!” Las risas se fueron apaciguando hasta que todo estuvo en silencio, aquel silencio donde podrías escuchar un alfiler caer y sentir el gélido viento calarte en los huesos, con lágrimas en los ojos Antón logró subir, el frío entraba por las rasgaduras de sus jeans y hacían que las raspaduras y cortaduras dolieran cada vez más, por más que este buscó nunca pudo encontrar uno de sus tenis por lo que el suelo frío lastimaba su pie izquierdo, aun así el dolor más intenso era el interno, sentía su alma rota en mil pedazos al igual que su corazón.

Entró por la ventana de su habitación, después de todo algo había salido bien esa noche.

sus padres no se habían enterado de su salida nocturna, se limpió lo mejor que pudo y se puso la pijama antes de verse en el espejo, algo aliviado miró como solo tenía algunos leves rasguños en la cara, aunque no podía decir lo mismo del resto de su cuerpo, las heridas abiertas y los hematomas hacían parecer su cuerpo como el sobreviviente de unas de esas películas de terror, de cierto modo este si era un sobreviviente, se arrastró derrotado a su cama donde lloró hasta quedarse dormido.

Cuando el sol atravesó su ventana Antón se levantó rápidamente de la cama, no era que estuviera emocionado de ir a la escuela, era solo que quería cerciorarse de salir de la casa antes de que sus padres se levantaran, por la tarde intentaría escabullirse para no ser visto y con algo de suerte podría seguir esta rutina sin llamar la atención el tiempo suficiente para que las heridas y hematomas desaparecieran.

El día no fue mejor que aquella noche, “los niños pueden ser muy crueles” era una frase que Antón había escuchado decir a los adultos múltiples veces y justo en ese momento este entendía perfectamente a qué se refería, el peor de los niños crueles era Tomas, el cual se pavoneaba por la escuela, presumiendo la broma del siglo a cualquiera que quisiera escucharla, Antón podría jurar que inclusive algunos profesores se habían reído al escucharlo.

“Debieron verlo, incluso mojó los pantalones.” Escuchó Antón de Tomas desatando múltiples risas de niños más pequeños.

“Eso no es verdad.” Recrimino Antón con enfado, podía soportar todas las burlas e insultos por haber caído en aquella broma, pero no iba a permitir que se le acataron acciones que este no había hecho.

“No es para sentir vergüenza, estoy seguro que tu amiga Maria sonriente no le molestó tener a un meón acompañándola.

” Antón quiso protestar nuevamente cuando, colectivamente como si fuera una sola voz comenzó a escucharse. “¡MEON, MEON, MEON!”

El resto del día Antón se concentró únicamente en no llorar, no quería darle a nadie esa satisfacción y afortunadamente había cumplido su propósito, salió por la puerta trasera para evitar a todos sus compañeros, debía dar toda la vuelta hasta su casa pero era preferible antes que encontrarse a Tomas o a cualquiera de los chicos de la noche anterior, mientras caminaba por las verdes milpas se percató de algo que no había considerado hasta ese momento, aquel camino lo llevaba a forzosamente cruzar por la barranca, inclusive miro hacia todos lados para cerciorarse de que ningún niño lo viera por ahí, no creía tener tanta suerte como para sobrevivir una segunda caída en esta, Antón quería cruzar la barranca lo mas rápido y directamente posible, sin embargo, algo fuera de su comprencion lo hizo detenerse a mitad de camino, justo donde se había parado la noche anterior, a la luz del día esta no se veía aterradora, inclusive la idea de saber con que había sido exactamente con lo que se había rasguñado y golpeado parecían tranquilizarlo un poco, eran cosas que solo podían tener sentido en su frágil mente de 11 años, miró de nuevo a su alrededor, lo que estaba rondando su mente era todavía mas extraño, tan extraño que esta vez ni el mismo se entendía, era algo que simplemente quería hacer, después de todo había estudiado y memorizado aquella rima todo un día y quería decirla bien, se puso en posición, tomo aire y proclamo…

“¡María, María pobre María, al defenderse un día muy caro lo pagaría cayendo por el barranco su fin encontraría, pero la sonrisa de su rostro jamás desaparecería y si te la llegas a topar ni se te ocurra gritar, con sus garras te atrapara y una sonrisa dibujara”

Aquello era extraño y estúpido y lo peor era que Antón lo sabía, sin embargo esto lo hizo sentir extrañamente reconfortado, como si todas las burlas, los insultos e inclusive los dolores físicos se calmaran un poco, sintió que había hecho lo correcto y lo creyó aún más cuando miro su teni muy cerca de la orilla, atorado en una mata de espinas, lo pudo fácilmente alcanzar con una rama y mientras lo metía a su mochila pensó «gracias María» agradeció antes de seguir su camino.

aquella noche fue particularmente fría y lluviosa, podía escuchar el viento golpeando los árboles, no era un ruido muy recurrente en la ciudad, los relámpagos iluminaban momentáneamente su habitación acompañado de las gotas de lluvia golpeando su ventana, aquello daba un toque aún más tétrico, Antón tarareaba una canción de cuna intentando así calmarse, un relámpago iluminó la habitación directamente a su baño, siempre olvidaba cerrar la puerta y esa noche no era la excepción, aquella luz efímera dejó ver la silueta de una niña despeinada, esto hizo a Antón levantarse de un salto de su cama directo a la puerta.

“No te vayas” Escuchó una voz lastimera y casi de ultratumba Antón abrió la puerta de su habitación, decidido a correr al cuarto de sus padres, pero algo en aquella voz lo hizo detenerse, no sabía exactamente porque, era como lo que había ocurrido esa misma tarde en la barranca, miró aun con miedo, giró lentamente hacia el baño en el preciso momento en el que un segundo relámpago alumbraba la habitación y entonces pudo verla de nuevo, ahora estaba seguro que no había sido su imaginación, a tientas intentó buscar el apagador en la pared, pero rápidamente fue detenido por aquella voz de ultratumba.

“¡NO!” Se detuvo inmediatamente, no sabía que era exactamente lo que lo obligaba a quedarse, ni mucho menos entendía el porque el miedo se desvanecía a cada segundo que pasaba, caminó entre la oscuridad hasta una distancia que el mismo considero prudente.

“¿Quién eres tú?” Le cuestionó a pesar de que a sus adentros Antón ya tenía la respuesta a su pregunta. “Tu me llamaste, encontraste tu zapato… tú me llamaste.” Le respondió la voz infantil. “¿María sonriente? Dijo tratando de verla mejor pero esta se perdía en la oscuridad. “Ellos me lastimaron, me lastimaron cómo te lastiman a ti.” En el momento en el que Antón escuchó aquellas palabras pudo sentir en su cuerpo cada una de las emociones vividas esa noche y no solo eso, sintió las burlas, la humillación incluso el dolor físico, pero sobre todo un inmenso coraje el cual venía arrastrando desde hace mucho tiempo, siempre el inútil, el bicho raro del grupo, tratado como basura por los que juraban ser sus amigos, mientras él lo soportaba día con día solo para poder pertenecer a algo, mintiendo y llegándose a odiar el mismo, la ira sobrepasaba cualquier otro tipo de emoción.

“No tiene porque ser así Antón.” Escucho de la niña con un tono más tranquilo y a la vez malicioso. “Acaso no estás harto, no quisieras que por una vez ellos fueran los que estuvieran del otro lado, que ellos fueran los que tengan miedo, miedo de nosotros”

Aquella propuesta llegaba al cerebro de Antón para quedarse, “hacerlos pagar” “que tengan miedo” “estar del otro lado” eran pensamientos que dibujaban una sonrisa de venganza en el rostro de Antón, el cual no necesitó una afirmativa para Maria sonriente, su semblante lo decía todo.

“Yo puedo hacerlos pagar Antón, a todos, tú me llamaste.” Dijo la pequeña aún con aquél tono maléfico en la voz “¿Qué harás?” Cuestionó Antón ahora más interesado “Solo los are pagar, ya sabes, estarán del otro lado.

” Un relámpago iluminó la habitación nuevamente, dejando por primera vez aunque momentáneamente a Antón pudo ver a aquella niña perfectamente, tenía un viejo vestido antiguo, sucio y desgastado, el encaje que alguna vez fue blanco estaba desgarrado con cierto tono rojizo y percudido igualmente de desgarrado que su ropa entera, está estaba tan rota como la de él la noche que cayó a la barranca, su rostro tenía heridas y moretones pero lo más perturbador, una sonrisa por demás siniestra plasmada en el rostro la cual aunque todo volvió a estar oscuro Antón estaba seguro de que esta no había desaparecido, lo que lo hacía de cierta forma estremecer y provocando que aquella tranquilidad se esfumara por completo.

Maria Sonriente Historia De Terror

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Antón dio algunos pasos atrás.

“Me tienes miedo, no deberías… tú me llamaste, y ahora estás del otro lado… mi lado.” Aquello último hizo saber a Antón que aquella sonrisa se hizo inhumanamente mas grande aun cuando este no podía verla, dio dos pasos más hacia atrás antes de que otro relámpago lo suficientemente potente para iluminar casi toda la habitación le hiciera saber que aquella niña se había desvanecido en una risa infantil y siniestra.

Cuando los rayos de sol atravesaron la ventana de Antón, éste despertó convencido que todo lo vivido no había sido más que una pesadilla muy vivida, al mismo tiempo que se lamentaba y es que pensaba que realmente sería genial vengarse aunque sea una vez, caminó hasta su baño para darse cuenta de que en el suelo había huellas de fango, aquello asustó un poco a Antón.

“fue real” pensaba observando las huellas algo maravillado. “no lo fue no seas tonto” se respondía a si mismo con su parte lógica, levantó la mirada para así ver su reloj, era tarde, era muy tarde “¿Porque mamá no me despertó?” se preguntó ignorando las huellas para apresurarse a alistarse. “¿Mamá? ¿Papa?” Decía caminando por el pasillo a la cocina, sin siquiera tener respuesta alguna, no tenía sentido, su madre nunca permitiría que este se quedara solo en casa, mucho menos en día de escuela, entró al comedor el cual se encontraba vacío, salió al jardín pensando que estaban ahí, pero no estaban, fue entonces cuando se planteó que aún seguían dormidos, no era probable ya que su padre solía levantarse temprano, aun así era el último lugar que faltaba por ver, caminó devuelta por el pasillo y mientras más se acercaba un sentimiento de angustia inundaba su ser, aquel sentimiento casi le impedía abrir la puerta, era como si fuera advertido, una advertencia que para su desdicha decidió ignorar, abrió lentamente la puerta para observar dos bultos en la cama, Antón no podía creer que estos aún estuvieran dormidos o al menos eso es lo que parecía, se acercó cauteloso aún sintiendo ese hueco en el estómago y el nudo en la garganta.

“¿Mamá?” Dijo moviendo un poco las cobijas, aun sin recibir respuestas, Antón dio un tirón a la cobija, aquella fue una acción de la cual se arrepentiría por el resto de su vida, su madre y padre se encontraban inertes en la cama completamente pálidos, era como si toda la sangre de su cuerpo hubiera sido drenada, sus rostros estaban deformados en una grotesca e inhumana sonrisa, la cual solo parecía haberse logrado tras romper sus mandíbulas, sus ojos hundidos solo hacían aquella escena más espeluznante, Antón corrió escuchando en su cabeza aquella risita infantil acompañada de un claro mensaje.

“ahora están del otro lado”

Los misteriosos asesinatos del pueblo, aún no son resueltos, sus habitantes fueron abandonando poco a poco luego de las múltiples muertes la mayoría de las víctimas no pasaban de los 11 años, todas ellas encontradas totalmente vacías, como si todos sus órganos internos hubieran sido licuados y drenados de su cuerpo, acompañados de una grotesca sonrisa plasmada permanentemente en sus rostros.

Antón ahora es un hombre, un hombre demacrado perseguido por los fantasmas de su pasado o mejor dicho, perseguido por el fantasma de su pasado, una pequeña niña sonriente, la cual lo visita cada noche, para cerciorarse que esté bien, después de todo él la llamó, la llamó para ver a cualquiera que lo lastimara, como aquella noche de la barranca o la vez que fue reprendido por sus padres, aquella vez que su pareja decidió dejarlo o aquella vez que el perro del vecino lo mordió y ahora que la tiene de frente, a la única persona que puede odiar es a él mismo, se odia desde aquel dia que llamo a Maria sonriente, el mismo se lastima cada día con la única intención de que Maria cumpla su propósito, después de todo el fue quien la llamó.

Autor: Canek Hernández

Derechos Reservados.

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