La Maldición Historia De Terror 2024

la-maldicion-historia-de-terror

La Maldición Historia De Terror 2024

La Maldición, Historia De Terror… Siempre he sido un niño poco usual, a pesar de tener a mi disposición todos los aparatos electrónicos que serían el sueño de todo niño, a mí en lo particular no era algo que me llamara la atención, yo prefería salir a convivir con la naturaleza y correr por horas, cosa la cuál viviendo en la ciudad eran pocos los lugares en donde podía convivir con la naturaleza tal y como a mí me gustaría, por lo que recuerdo que en unas vacaciones de verano mis padres me propusieron ir a pasar esas vacaciones al rancho de mi tío Arturo.

Mi tío Arturo era un completo desconocido para mí, para mis 14 años, este nunca había estado presente en mi vida. Por la única razón por la cual conocía su existencia era porque mandaba una figura de madera tallada a mano de diferentes animales en cada festividad.

Con el paso de los años había generado una buena colección de figuras, las cuales adornaban mi cuarto. Mis padres nunca mencionaban nada sobre el porqué se había alejado tanto de la familia, solo decían que él prefería que las cosas fueran así.

Con aquella precaria información decidí aceptar la propuesta de pasar las vacaciones con él, después de todo, quería que me enseñara a tallar aquellas hermosas figuras. Los primeros días fueron agradables dentro de lo que cabía.

Aunque el rancho de mi tío cumplía con todo lo que pudiera querer relacionado con estar en contacto con la naturaleza, mi tío era un tanto hostil y algo tosco conmigo. Se notaba que no tenía mucha comunicación con las personas, salvo cuando compraba alimento para sus animales o para sí mismo, por lo que nuestras conversaciones solían ser bastante cortantes.

También tenía una extraña regla de un toque de queda, el cual consistía en que después de las 9 de la noche estaba prohibido salir de mi habitación, y tampoco podía tener las luces encendidas.

Aquello era un fastidio para mí, pero jamás fui alguien que cuestionara la autoridad de los adultos, por lo que siempre acaté aquella orden. Sin embargo, una noche desperté a las 3:33 a.m. Tenía mucha sed, por lo que al ser tarde pensé que mi tío ya estaría dormido y no notaría si salía de mi habitación para tomar un poco de agua.

Salí de mi habitación directo a la cocina. Nada parecía estar fuera de su lugar, por lo que solo tomé el agua que quería. Sin embargo, mientras la tomaba, miré por la ventana de la cocina, la cual daba justo al corral de las vacas.

Fue cuando mis ojos se cruzaron con el ser de pesadilla más espantoso que jamás haya visto. La oscuridad no me permitía verlo a detalle; sin embargo, aún recuerdo a la perfección lo poco que vi.

Se trataba de una criatura parada en dos patas, mirando directamente en mi dirección. Al principio pensé que podría tratarse de un perro, pero aquello era imposible, ya que era demasiado grande como para tratarse de uno, sin mencionar que la poca luz que le daba dejaba ver que estaba lampiño y además no se le veían orejas por ningún lado.

Dejé caer el vaso de vidrio de mis manos a la par que solté un fuerte grito, el cual alertó a mi tío. Pude escuchar sus pasos acercándose, pero cuando él llegó a la cocina, aquella criatura amorfa ya no se encontraba en donde la había visto.

Con la voz temblorosa y casi al borde del llanto, intenté explicarle a mi tío lo que había visto; sin embargo, nada de lo que pude decir parecía ser entendible para él. Lo único que se me pudo entender fue que señalé hacia la ventana y dije que estaba afuera.

Mi tío miró por la ventana y lo que me dijo me hace congelar la sangre hasta el día de hoy. Él me aseguró con toda la tranquilidad del mundo que aquella cosa no estaba afuera, más bien, lo que vi no fue más que un reflejo detrás de mí. Recuerdo mirar detrás de mí con horror; sin embargo, y para mi suerte, no se encontraba nada ahí.

Le cuestioné la razón por la cual estaba tan tranquilo, más sabiendo que aquella cosa no solo estaría dentro de la casa, sino que estuvo detrás de mí. Sentía que estaba entrando en paranoia y que me estaba volviendo loco. Sin embargo, mi tío me intentó tranquilizar, asegurándome que no era conmigo, así que no me podría hacer nada y en cuanto a él, estaba protegido. Aquello me lo dijo mientras agitaba ligeramente el collar en su cuello.

Aquella respuesta, aunque me tranquilizó levemente, no fue suficiente como para calmarme, por lo que mi tío me pidió ir a dormir, pues mientras fuera de noche, aquel ser se paseaba por la casa y si no quería volver a verlo, lo mejor sería que no saliera otra vez. Por mi parte, no quería ir a dormir, de hecho, no deseaba quedarme una noche más en esa casa, sabiendo que esa cosa andaba por la casa y mi tío lo consentía.

Mi tío se limitó a decirme que si iba a dormir, me prometía contarme todo con calma al día siguiente, al mismo tiempo que se quitó una de sus pulseras y me la dio, prometiendo que aunque esta cosa quisiera acercarse, no podría por la pulsera.

No creí mucho en esto, pero sabía que no recibiría nada más en ese momento, así que decidí tomarle la palabra e ir a dormir. No dormí mucho esa noche, despertaba cada vez que escuchaba un ruido. Me levanté temprano con los primeros rayos del sol, y cuando llegué a la cocina, mi tío ya estaba ahí.

Me senté a la mesa con él y devolví su pulsera. Fue ahí cuando comenzó su relato recordando su infancia, cuando tenía solo nueve años. Me contó que aunque su familia no era rica, siempre se las arreglaban para hacer un viaje durante las vacaciones de verano.

Ese año en particular, visitaron un pintoresco pueblo del cual no quiso darme muchos detalles o siquiera el nombre. Aunque las vacaciones habían sido divertidas en general, hubo un día en particular que marcó su vida para siempre.

En aquel día, su padre lo despertó temprano en la mañana para llevarlo de caza. Su padre era un hombre de ideas tradicionales y creía que la caza era un deporte que todo hombre debía practicar. Rechazar la invitación de su padre era impensable, por lo que terminó aceptando aunque la idea no le entusiasmara demasiado.

La cacería transcurrió sin mayores contratiempos y me dice que incluso logró disparar y darle a su primer conejo. Pero a medida que avanzaba el día, su padre comenzó a beber en exceso.

En el camino de regreso, se encontraron con un anciano extremadamente delgado que caminaba con dificultad, apoyándose en un bastón hecho de carrizo. Vestía ropa de manta y lo más impactante de todo era que uno de sus ojos estaba vacío, como si le hubieran arrancado la pupila. El anciano miró directamente a su padre, quien siempre había sido altanero y prepotente, pero ahora, bajo los efectos del alcohol, se volvía aún más desagradable.

Su padre comenzó a insultar al anciano, burlándose de su apariencia y ropa. El anciano solo lo miraba con desconcierto y rabia en su rostro, sin responder a los insultos. Con algo de pesar en sus palabras  mi tío admitió haberse reído de algunas de las burlas de su padre.

Pero llegó un punto en que el anciano intentó seguir su camino y su padre lo detuvo bruscamente, jalando su playera. En ese momento, el anciano resbaló y cayó al suelo. Se levantó rápidamente y pronunció unas palabras en un idioma desconocido, amenazando a su padre y afirmando que su alma soberbia no pasaría de esa noche.

Mi tío cuenta que este sintió como si un gran peso se posara sobre sus hombros al escuchar las palabras del anciano. El ambiente se volvió denso y opresivo, y su padre, atónito, guardó silencio y simplemente jaló a mi tío para alejarse de aquel anciano ya que según sus palabras, este no valía la pena. Le prohibió contarle a su madre o a sus hermanos sobre lo sucedido, cosa la cual hizo, pero al día siguiente, su padre no despertó. Había fallecido durante la noche sin ninguna explicación aparente.

La Maldición Historia De Terror

la-maldicion-historia-de-terror
la-maldicion-historia-de-terror

Las vacaciones concluyeron abruptamente ese mismo día, ya que por obvias razones debían trasladar el cuerpo de su padre para el velorio. Nadie se atrevía a mencionar lo sucedido, y el temor a que su madre pudiera culparlo por la muerte de su padre lo mantenía en silencio. Sin mencionar que este no creía que aquel anciano fuera el motivo real del deceso de su padre. Pero perder a su padre fue solo el inicio de una pesadilla que parecía no tener fin. Mi tío no tenía ni idea de que aquel anciano no solo había acabado con la vida de su padre, sino que también le había reservado un destino peor que la muerte.

El primer acontecimiento que mi tío recuerda sucedió en el funeral de su padre, este espero a que todos se retiraran para que así el ataúd quedara solo para de esta forma poder verlo una vez más.

Era un ataúd abierto, y cuenta que su frágil mente de nueve años lo hizo pensar que talvez este solo estaba dormido, por lo que en voz baja le pidió que por favor despertara, sin embargo cuando este posó sus ojos en el rostro de su padre, este me juró por su vida que vio cómo abría los ojos y lo miraba directamente.

Una sonrisa, exagerada e inhumana, se grabó en su rostro, aquello le heló la sangre. Este gritó, llamando la atención de todos, pero lo único que consiguió fue ser reprendido por no respetar a los muertos. Aquel evento lo dejó traumatizado, y a partir de entonces, para poder dormir, este construía un fuerte con sus cobijas donde metía todas las imágenes de santos y figuras religiosas que encontraba en su casa.

Ya que aquella era la única forma en que lograba conciliar el sueño, aunque fuera por una hora, ya que a menudo escuchaba golpes en su ventana y una voz que, aunque se parecía a la de su padre el sabía que no podía ser él. El dice que aquella voz le suplicaba que le dejara entrar, pero el estaba convencido de que no era su padre quien le hablaba.

Sin embargo, todas esas experiencias palidecían en comparación con lo que este solía llamar “El Perro Sin Orejas”. Me cuenta que una noche, despertó muy agitado. Desde la muerte de su padre, las pesadillas se habían vuelto una constante en su vida, aunque muchas veces no recordaba exactamente qué soñaba, solo sabía que despertaba al borde de las lágrimas.

Esa noche en particular, este se levantó de la cama con urgencia para ir al baño. Me dice que Intentó con todas sus fuerzas contenerse, pero finalmente este no pudo más por lo que rindiéndose corrió hacia el baño. Al regresar, me dijo que debía cruzar un largo pasillo que conducía a la sala. Y ahí, de reojo, alcanzó a ver una silueta gigantesca.

Instintivamente, volvió la cabeza para encontrarse cara a cara con un perro enorme, o al menos su anatomía era mayormente canina. Sin embargo, estaba de pie sobre sus patas traseras, erguido, sin un solo rastro de pelo. Su piel era tan blanca que se podían ver las venas recorriendo todo su cuerpo. Era tan flaco que sus huesos se asomaban como si solo fuera piel y hueso. Pero lo más espeluznante de todo era que carecía de orejas, tanto las caninas como las humanas.

El miedo se apoderó de él y, antes de que aquel horrendo perro soltara un grito aterrador, mi tío corrió a toda velocidad hacia su habitación, este se encerró y se metió en su fuerte de cobijas y comenzó a rezar. Durante toda la noche, mi tío pudo escuchar cómo aquel ser animal arañaba la puerta, tratando de entrar. Al amanecer, encontró arañazos en la madera de la puerta, como una siniestra confirmación de que no había sido una alucinación.

A partir de aquel día, el perro infernal comenzó a asecharlo y atormentarlo sin descanso. No importaba dónde mi tío se encontrara ni con quién estuviera, siempre podía ver aquél horrible perro de reojo. Lo curioso era que nadie más parecía notar su presencia. Incluso en ocasiones, aquel perro se burlaba de él, saludando con un gesto que parecía una cruel burla hacia su persona.

Las pesadillas se volvieron más intensas, al igual que el hombre en la ventana. Ya no solo golpeaba el vidrio, sino que parecía azotarse violentamente contra él vidrio, exigiendo que mi tío lo dejara entrar. Era increíble que nadie más en la casa pareciera escuchar a aquel hombre. Sentía que se estaba volviendo loco. La desesperación y la falta de sueño me agotaban.

Una noche, en medio de la madrugada, los golpes en su ventana comenzaron como cada noche, este dice que aún no entiende los motivos por el cual hizo lo que hizo, por lo que el lo achaca a su agotamiento y desesperación, se levantó furioso de la cama.

Sin pensar en las consecuencias, abrió la ventana y exigió que lo dejara en paz. Un silencio sepulcral invadió el ambiente por unos segundos. El hombre ya no estaba allí, pero la calma se desvaneció rápidamente cuando una ráfaga de viento entró por la ventana, acompañada de un grito gutural de ultratumba.

En un instante, este se encontró en el suelo, sostenido por un hombre que en muchos aspectos era idéntico a su difunto padre, excepto por sus ojos. Uno de ellos estaba vacío, como si una parte de su alma hubiera sido arrebatada. Aquella entidad sujetaba del cuello mientras se reía de forma espeluznante, hasta que finalmente perdió el conocimiento.

Despertó al día siguiente en el suelo de su habitación, cubierto por una sustancia negruzca y pegajosa. A partir de ese día, perdió por completo el apetito. Lo único que podía hacer sin sentirse mal era recostarse, ya que sentía como su cuerpo estaba tan débil que incluso respirar se volvía agotador para el. Este recuerda como su madre, la cuál se encontraba sumamente angustiada,

Lo llevó a múltiples especialistas, pero ninguno pudo encontrar una explicación para su deterioro. Fue entonces cuando una mujer en la calle los miró horrorizada. Mi tío dice que si me era sincero no recuerda mucho de esa mujer pues para ese momento sus recuerdos eran bastante difusos, pero está parecía ser conocedora de la santería y la magia blanca, por lo que decidió ayudarle.

Sin embargo, luego de muchos días de esfuerzos y limpias la mujer descubrió que la maldición impuesta por aquel hombre era tan poderosa que no podría ser retirada, por lo que todo lo que pudo hacer por el fue fabricar un collar, al igual que algunas pulseras elaboradas de obsidiana y jade esta le advirtió que bajo ninguna circunstancia debía quitárselo, pues de lo contrario, la enfermedad lo consumiría nuevamente y talvez no correría con la misma suerte de soportarlo.

Mi tío me dijo que durante los siguientes años aquella mujer intento ayudarlo a deshacerse por completo de aquella maldición pero a pesar de todo, todavía era capaz de ver al perro en ocasiones y escuchar al hombre golpear su ventana.

Aun así este a aprendido a vivir con ello, aceptando que su vida estará marcada por estas sombras sobrenaturales. La mujer lo ayudó hasta donde pudo, sin embargo está había fallecido algunos años atrás y después de su deceso este había desistido de deshacerse de todo aquello, a pesar de no haber logrado liberarlo por completo de la maldición, le brindó un mínimo de alivio y la esperanza en su vida.

La razón por la cual se había alejado de la familia era porque no quería que nadie de nosotros tuviéramos que lidiar con su maldición, esté aún continúa, luchando contra los horrores que lo acechan y resistiendo la oscuridad que busca consumirlo. A través de los años, este aprendido a enfrentar e ignorar estas presencias malignas, sabe que mientras tenga su collar de obsidiana y las protecciones que le brinda aquellas presencias no podrán tocarlo.

Después de que mi tío terminó su historia, me dio la opción de volver a casa si así lo deseaba, sin embargo decidí no hacerlo y desde aquella vez decidí que no iba a dejarlo solo, por lo que aún suelo visitarlo de ves en cuando.

Autor: Aurora Escalante

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror