Mensajeros Historia De Terror 2022

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Mensajeros Historia De Terror 2022

Mensajeros, historia de terror… Así como hay personas que le temen a las alturas o a algunos roedores o reptiles, a mí me ponen nervioso los cuervos, porque los asocian con la obscuridad, el esoterismo y la muerte.

Me llamo Jesús, ahora vivo en una ciudad grande como Guadalajara, porque salí huyendo de los pueblos precisamente para no volver a saber nada de esas aves.

El Último pueblo donde viví se llamaba Cañadas, era un pueblo chico con pocos habitantes, pero muchas creencias y muchas leyendas, pero sobre todo ahí tuve una extraña experiencia con cuervos.

De niño vivimos un tiempo en casa de mi abuelita, porque mi papá se fue a Estados Unidos a trabajar y no quisimos quedarnos solos mi madre y yo.

Era una casa pequeña en un lugar muy solo, no teníamos luz y solo teníamos una vecina, una Señora que siempre estaba sola, pero siempre se escuchaba platicar con alguien.

Arriba de su casa siempre volaban dos o tres cuervos, aunque había otras aves negras más pequeñas, no sabía distinguir unas de otras, para mi todas eran cuervos.

Cuando llegaba la noche mi abuela nos contaba historias y nos decía que los cuervos son las almas de los difuntos, además que son amigos de las brujas, que éstas los usan para que les traigan algunas noticias, porque tenían la capacidad de hablar.

A mí me daba algo de miedo escucharla, porque siempre lo hacía a la luz de las velas y eso la verdad me ponía más nervioso, nos decía que los cuervos son mediadores entre este mundo y lo desconocido y que tenían la capacidad de viajar entre ambos mundos trayendo sabiduría y conocimiento a las brujas.

Por todas las cosas que nos decía mi abuela, me despertó la curiosidad y decidí espiar a nuestra vecina, para ver si era cierto que era amiga de los cuervos, pero también para descubrir con quién hablaba si vivía sola.

Una tarde noche decidido, crucé la cerca de alambre que dividía las propiedades, lo hice con cuidado porque tenía gallinas, perros y algunos gatos, me acerqué hasta la ventana para mirar hacia dentro de la casa, estaba la señora sentada haciendo algo con sus manos y sí, había uno o dos cuervos adentro de la casa.

La escuchaba hablar, pero no se oía que nadie le respondiera, de repente se carcajeó tan fuerte que me asusté , salí corriendo y escuché varias risas también, pero la Señora estaba sola, cuando corrí se alborotaron los animales que estaban afuera y empezaron a hacer escándalo, más fuerte corrí hasta llegar a mi casa y no dije nada.

Al otro día, tres cuervos volaban en círculo arriba de la casa de mi abuela, ella nos había contado que los cuervos volaban alrededor de los cadáveres o de alguna presa fácil de atacar y así avisar a los depredadores.

Cuando los vi, les empecé a lanzar piedras para que se fueran, de echo le di a uno, volteaban a mirarme y uno de ellos se me echó encima, pero rápido me metí a la casa, les platiqué a mi mamá y a mi abuela y salieron a ver.

Salí tras de ellas y otra vez les empecé a tirar piedras, pero mi abuela me dijo que no lo hiciera ya que se decía que los cuervo se caracterizaban por su buena memoria y cuando me miraran se iban a acordar y podían atacarme.

A partir de ese día había un cuervo parado en el techo de la casa, mi abuela decía que cuando un cuervo se paraba en una casa era un mal presagio, era señal de muerte.

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Una noche que no podía dormir, miré por la ventana que un cuervo estaba enterrando algo en el terreno de nuestra casa, hacia un ruido extraño, como si se riera, después voló hacia la casa de la vecina y se metió por una ventana que tenía roto el vidrio.

Mi abuela empezó a sentirse mal y poco a poco dejó de comer, a veces deliraba y decía muchas cosas de esos animales que eran amigos de la muerte, que tenían inteligencia humana y que son engañadores, nosotros solo la escuchábamos sin entender muchas cosas.
Yo empecé a atormentarme, pensando que por haberme metido a su terreno y por haberles tirado piedras a los cuervos esa señora le haría algo malo a mi abuela, así que me culpaba y tendría que hacer algo al respecto.

De nuevo a la noche siguiente me acerqué a esa casa vecina, ya iba lleno de miedo por lo que estaba sucediendo y me asomé por la ventana, ahí estaba esa mujer platicando de nuevo pero ahora si había alguien que le contestaba, para mi asombro estaba hablando con un cuervo y este le contestaba y se reía como cualquier persona.

No pude más con mis nervios y me fui para mi casa, sin hacer ningún ruido, casi seguro que esa Señora era una bruja, mi abuela necesitaba ayuda y yo la iba a conseguir.

Sin que nos escuchara mi abuela, le platiqué a mi mamá y buscamos ayuda con una señora que decían que curaba y nos dijo que buscáramos en el terreno, que tal vez habían enterrado algo, que si lo encontrábamos no lo fuéramos agarrar con las manos y que lo quemáramos.

Así lo hicimos, recordé cuando mire al cuervo enterrando algo en el patio y fuimos a ver, encontramos un mono de tela con dos alfileres y con una foto de mi abuela, también algunos cabellos que pensamos que serían de ella.

Le dije a mi mamá que no los agarrara, yo traía un trapo y ahí los eché, en un bote de aluminio lejos de la casa les prendimos fuego mientras rezábamos, nos metimos para la casa y le dije a mi madre que yo iría a hablar con esa Señora para que dejara en paz a mi abuela.

En ese momento fui a ver a nuestra vecina, cuando entre a su terreno dos cuervos se me echaron encima, tal vez como dijo mi abuela, me reconocieron y querían impedir que avanzara, por el alboroto salió la señora y los cuervos me dejaron pasar.

La mujer con una mirada muy dura me preguntó que necesitaba, ocultando mis nervios, le dije que necesitaba hablar con ella, mientras se metía para su casa con una seña me dijo que entrara.

Dudando si hacerlo o no, decidí entrar, me detuve por un momento en la puerta al percibir los olores que salían de adentro, cuando entré, dos cuervos que estaban adentro me seguían con la mirada, había un poco de humo y me asustaba ver animales disecados, la señora se sentó en la silla donde la había visto y me dijo vienes por lo de tu abuela.

Temeroso le contesté que sí, que yo no quería que le pasara nada malo, que me disculpara por espiarla, me miraba sin parpadear y me preguntó que necesitaba saber, cuál era mi curiosidad.

Le pregunte si era una bruja y al instante esos cuervos se carcajearon, no lo pude evitar, me invadió el miedo empecé a respirar muy fuerte y al darse cuenta la Señora de eso, sonreía como si le divirtiera.

Se levantó de la silla y empezó a preparar algo con unas hierbas, mientras lo hacía me dijo que había diferentes clases de brujas, que quizás no entendería por mi corta edad, pero que había personas que curaban y otras que hacían el mal.

Me dio lo que había preparado y me dijo como dárselo a mi abuela, lo tomé con desconfianza, le pedí de nuevo disculpas y le di las gracias, me dijo que estaba bien, pero que los cuervos no olvidan.

Cuando salí de ahí me sentí aliviado, pero no sabía lo que me estaba esperando afuera, apenas di unos cuantos pasos los cuervos se me echaron encima, empezaron a picarme y yo empecé a manotear.

Supuse que lo hacían por haberles aventado piedras en varias ocasiones, hacían ruidos extraños y tenían la intención de hacerme daño.

Recordé lo que decía la gente, que los cuervos te sacan los ojos, me cubría la cara y empecé a correr, tropezaba me levantaba y seguía corriendo hasta llegar a la casa de mi abuela.

Antes de entrar me sacudí la ropa y me acomodé el pelo para que no me miraran así, además me calme un poco, ya que venía jadeando aire y lleno de miedo.

Ya estando dentro, le platiqué a mi madre lo ocurrido, nerviosa y todo, me dijo que le daríamos lo que mando esa Señora porque mi abuela estaba muy mala, así lo hicimos, aunque parezca

mentira mi abuela empezó a sentirse mejor.

A partir de ese día y por un largo tiempo los cuervos no dejaron de molestarme, como les dije era solo un niño, con los años mi abuela murió ya por su edad y yo decidí no vivir jamás donde hubiera un solo cuervo.

Pasado un tiempo, me enteré que por esta región no hay cuervos si no zanates que son muy parecidos, lo curioso es que estos no hablan, y los que yo mire sí.

Aquí estoy ahora viviendo en Guadalajara, nunca volveré a ese pueblo llamado Cañadas, ni a ningún pueblo donde vuelen esos mensajeros de la muerte llamados zanates o cuervos.

Auttor: El Gato Negro.

Derechos Reservados.

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