Antigua Bruja Historia de Terror 2021

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Antigua Bruja Historia de Terror 2021

Antigua Bruja, Historia de Terror… En ocasiones las necesidades de la Familia son tan grandes que es necesario recurrir a viejas tradiciones para sobrevivir.

Mi pequeña Familia tuvo que recurrir a ello, en lo que a mí respecta, malos hábitos del pasado, tuvieron que regresar en nuestras peores épocas de Familia.

Y Desafortunadamente, los platos rotos de aquellos días, los vengo acarreando yo aún.
De este modo quisiera compartirles una serie de experiencias que viví, por mi abuela, situaciones que no puedo negarlo, nos dieron la oportunidad de seguir adelante.

Creo que pudiera decir que todo inició justo después de que mi Papá desapareció, vivíamos en el Municipio de Santa Ana Maya, mis padres, mi abuela y yo. Desde que tengo memoria siempre habíamos sido nosotros cuatro, mi abuelo falleció repentinamente de un golpe en la cabeza cuando yo apenas era muy pequeño…

Entonces mi Mamá con el apuro de cuidar a mi Abuela, la invitó a vivir con nosotros. Esto en un principio no le agrado a mi Papá, pero termino aceptándolo.

Nos establecimos en Santa Ana Maya por varios años, mi papá era carpintero, y por más que trabajaba no ganaba lo suficiente para poder mantenernos a los cuatro, así que decidió probar suerte al cruzar del otro lado.

Prometiendo a mi mamá que enviaría dinero cada vez que tuviera oportunidad, pero esto jamás llego a pasar, no supimos ya nada de él desde que llego a Frontera.

Poco tiempo después de que ya no contábamos con el apoyo de Papá. Nos tuvimos que mudar a Huacao, un poblado que está cerca de Santa Ana Maya, allí mi Abuela tenía su casita donde vivió con mi abuelo.

Yo siempre llegué a sentirme bastante incómodo en la casa de mi Abuela. Recuerdo que cuando llegamos, en el portón de la casa, había un dibujo de una cruz invertida, la cual estaba tachada.

Mi abuela pidió que no le prestáramos atención a aquello. Al abrir la puerta uno podía encontrarse con un solar muy amplio, el cual ya tenía varios árboles, y uno de ellos era un árbol de mango, el cual era el más grande. Por dentro mi abuela tenía varios corrales, sin animales todavía, los cuales con el pasar del tiempo me tocó verlos llenos, y siempre distintas clases de animales.

Y hasta el fondo la casa, ya invadida por la humedad, de un piso, pero con varios cuartos. Nada más entramos a ella, mi abuela nos prohibió a mi Mamá y a mí, meternos a su habitación y al que estaba justo al lado, pues decía que había cosas que aún tenía allí y no podíamos ver hasta que ella lo dijera.

Mi mamá consiguió trabajo en una tienda de allí cerca, mientras que mi abuela ayudaba en la casa parroquial haciendo tareas sencillas.

Las cosas no fueron fáciles al principio, apenas nos comenzábamos a reponer, pero era necesario hacer algo más, no era suficiente. Esto fue lo que conllevó a mi abuela a procurar hábitos que tenía cuando vivía allí con mi abuelo.

Un día por la noche, Yo un poco más grande a la edad de 6 años, tuve que levantarme al baño. No podía aguantarme, y por más que le pedía a mi mamá que me acompañara, ella se negaba y no se despertaba. Tuve que levantarme a mitad de la noche para salir de la habitación e ir yo solo, el baño se encontraba atravesando el solar, justo a un lado de los corrales que tenía mi abuela.

Recuerdo muy bien que esa noche levante la mirada al cielo y no había ninguna nube, las estrellas brillaban bastante y la luz de la luna era suficiente para aclarar mi camino.

Cuando entre las ramas del árbol de mango, en las ramas más altas pensé haber visto algo, se balanceaba lentamente, podía escuchar que algo se movía.

No quise ir hasta al baño, así que me acerqué al Árbol de mango y me dispuse a orinar. Y al levantar la mirada, mi piel se erizó al ver a una persona colgando desde una de las ramas, el viento la mecía esto era suficiente para hacer crujir la rama que lo sostenía, contuve la respiración y puedo jurar que uno de los pies de aquella persona colgada se agitó rápidamente, esto me asustó bastante que regrese corriendo al cuarto para despertar a mi mamá.

Ella no me creyó, trató de tranquilizarme y para ello tomo una lámpara, y desde la entrada de nuestro cuarto alumbro al árbol. Y ya era de esperarse, no se veía nada.

A la mañana siguiente, mientras desayunaba no quitaba la mirada del árbol. Estaba muy seguro de lo que había visto, recordaba haberle visto los zapatos a lo que estaba colgado allí.

Mi abuela colocó su plato en la mesa haciendo mucho ruido. Esto hizo que me despertara de mi trance y pude escuchar que entre mi abuela y mi mamá discutían.

A final de cuentas jamás me enteré de lo que hablaban.
Conforme pasaron los días, pensé que las cosas se tranquilizarían, sin embargo, no fue así, a la casa comenzaron a llegar personas de diferentes lugares a procurar a mi abuela, ella me tenía dicho que tenía prohibido abrirles. Hasta que mi abuela se acercara y les habría ella misma.

Una tarde, mientras que mi mamá se encontraba trabajando, me quede a solas con mi abuela. Alguien insistía en la puerta, pero mi abuela no se acercaba a abrirla.

Yo estaba jugando justo entre los árboles. Ya se me había creado la maña de mirar a lo alto de las ramas por si veía alguien colgado.

La persona de afuera tocaba con bastante intensidad, recuerdo que hacía mucho calor y era insoportable estar escuchando todo aquel escándalo.

Me cansó tanto que fui a abrirle, sin importar si mi abuela me regañaba y al momento de abrirla, me topé con la sorpresa de que no había nadie… Pero no dure ni más de unos segundos cuando mi abuela azotó la puerta frente a mí.

-¡Te dije que no abrieras la puerta por nada!– Me regañaba jalándome de las orejas, ella abrió la puerta y dio un vistazo rápido a las afueras, luego cerró con fuerza y me llevo hasta la cocina para seguirme reprendiendo.

Esa noche, mientras mi mamá dormía, pude escuchar que nuevamente volvían a insistir en la puerta, a mí no me dejaba dormir, pero mi mamá, ni se daba cuenta del ruido que hacían.

Fue cuando vi a mi abuela con una veladora en su mano se acercó a la puerta a abrirla, pregunto que quien era, pero todo se había quedado en silencio, abrió dejando entrar a un personaje que jamás olvidaré su apariencia.

Se trataba de una persona vestida de forma muy humilde, estaba encorvado, pareciera que cargaba algo en la espalda que no lo dejaba levantarse, su enorme sombrero le cubría el rostro.

Mi abuela lo invitó a pasar, rápidamente me hice el dormido, y con los ojos entrecerrados observé a ese hombre que se metía al cuarto de mi abuela.

Tenía curiosidad de saber quién era, o que quería ya tan tarde, entonces me levanté, disimulando que me dirigía al baño, pero al acercarme al pasillo, pude escuchar una risa bastante macabra, provenía al parecer de aquella persona y se escuchaba en cada rincón de la casa.

Llegué a escondidas al cuarto de al lado de mi abuela y me asome entre el marco y la puerta, y vi a aquel hombre acostado sobre un catre, mirando hacia el techo, estaba sudando mucho, su voz había cambiado, podía escuchar ahora la risa, pero de una forma más inquietante, comenzó a hablar, pero no pude comprender lo que decía y en su garganta, algo comenzó a crecer, pues recuerdo que su cuello se hinchó completamente, aquel hombre comenzó a sacudirse.

No podía quitarle la mirada de encima, escuché a mi abuela hablar de forma muy extraña, ella ponía unas hierbas alrededor de aquel hombre acostado y este se retorcía más del dolor y su garganta se inflaba y desinflaba.

Mi abuela tomó la cabeza de aquel hombre y pronuncio algo extraño, y sin querer al tratar de fijarme con más atención, resbale y golpee la puerta un poco, de forma inmediata mi abuela volteo y me vio a mí.

Sus ojos estaban completamente blancos, no sé si me vio, pero si me escuchó. Rápidamente, me alejé de allí para meterme al cuarto con mi mamá.

Al día siguiente mi mamá se encontraba muy molesta conmigo, pues había desobedecido a mi abuela y la había espiado. Mi abuela lo primero que hizo por la mañana fue contarle lo que había sucedido esa noche y que me había escuchado a mi andar de mirón.

Mi mamá decidió entonces contarme un poco sobre el pasado de mi abuela y su preocupación al yo ver cosas que no estaría listo para vivir:

Hace años que mi abuela se dedicaba a la brujería, no era precisamente una mujer mala, ayudaba a los demás con limpias y curaciones, al parecer mi abuelo jamás se había sentido cómodo con ello, pues cuando llegaba gente a la casa a pedir ayuda él se retiraba y no volvía sino hasta la noche o a la mañana siguiente.

Mi abuela dejó de practicar la brujería justo una mañana cuando mi abuelo apareció muerto debajo del árbol de Mango, ella le atribuía toda la culpa a un demonio que no pudo controlar y así de ese modo pidió a mis papás irse a vivir con nosotros y dejarlo todo.

Yo estaba por nacer, no quería arriesgar mi vida por algo que llegara a pasar. Aun así, la gente siguió procurándola, le decían que le pagarían bastante bien, incluso gente poderosa llego a buscarla, sin embargo, ella no lo acepto. Pasaron varios años para que volviera a esas viejas tradiciones.

A decir verdad, esto no llegó a asustarme, me asustaba más las cosas que pasaban en la casa que lo que hacía mi Abuela antes, ella siempre nos acompañaba a misa, ella es bastante religiosa y nos decía que nunca dejáramos de creer en algo tan grande que Dios.

Era interesante que de alguna manera la casa de la Bruja se encontraba tan cerca del templo de Huacao. Cuando salíamos a la calle, la gente de los alrededores la ubicaba inmediatamente, algunos cuantos se alejaban, otros la buscaban para pedirle ayuda.

Y Hubo alguien que me sorprendió mucho verlo en casa pidiendo de su apoyo. Se trataba del Cura del templo, cuando lo vi entrar a casa, me sorprendió verlo allí. Se encerró en el cuarto de mi abuela y salió ya un par de horas después agradeciendo a mi abuela.

Ella me vio y me pidió que no le dijera a nadie que el cura la había visitado, yo le dije que sí, no le pregunte nada sobre lo que habían hablado pues desde el otro día decidí no inmiscuirme en los asuntos de mi abuela.

Pero esa noche, fue una de las noches que más presente tengo en mi memoria.

Ya era tarde noche, mi abuela nos dijo que saldría y que no la esperáramos, pero su instrucción ante todo fue, no se alejen de la casa. Mi mamá jamás la cuestionaba, solo se quejaba en silencio.

Yo podía escuchar que la lluvia se acercaba y ese olor a tierra mojada se impregnaba más en el ambiente. Caería una tormenta muy fuerte dentro de poco.

Mi mamá ya estaba muy inquieta, en ese entonces no teníamos celulares u otra forma de contactar a alguien, por lo que mi mamá decidió salir a buscarla, pidiéndome que no me moviera de allí.

No me quedo otra más que aceptar la indicación de mi mamá, así que encendí las luces del cuarto y me quedé sentado allí observando la lluvia ya caer.

Fue al poco tiempo que el portón se abrió por sí solo, no sabía si había sido el viento el que lo había abierto y mi mamá no lo había cerrado, pero al cabo de unos segundos pude ver la figura de una persona muy encorvada que se metía, caminaba con mucho esfuerzo, estaba jalando algo hacia dentro de la casa.

Pude ver lo que parecía ser una cabra caminando solo sobre sus patas traseras. Aquella persona la jalaba con fuerza, y la cabra se resistía, llego caminando al corral y aquel ser la metió con fuerza pateándola al final.

La cabra nunca caminó sobre sus cuatro patas, siempre se mantuvo sobre de pie sobre sus patas traseras. Y justo cuando cerró el corral aquel ser, se percató de mi presencia y que lo estaba observando.

Antigua Bruja Historia de Terror

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Fue allí donde lo pude apreciar bien, traía una capa que lo cubría de la lluvia, no podía verle el rostro, pero puedo asegurar que aquello me sonrió y con su mano me hizo la señal de que guardara silencio.

Fue de ese modo que se retiró de allí. Cerró la puerta del portón, yo estaba temblando de miedo, no comprendía lo que había ocurrido, cuando percibí que algo me observaba, se trataba de la cabra, me veía desde el corral, sus ojos brillaban de un color rojo que aún sigo viendo en pesadillas.

No sabía que me ocurría, no podía quitarle los ojos de encima, no podía dejar de mirarla. Cuando algo llamó enteramente mi atención, en el árbol del mango, pude ver el cuerpo de una persona meciéndose con el viento y la lluvia, tome la lámpara y le alumbré para verla con más claridad, pude ver que sus piernas se movían aún y estas se estremecían, cuando el resplandor de un rayo hizo que parpadeara y pude ver en un instante el cuerpo de ese hombre tirado debajo del árbol.


Corrí rápidamente al cuarto y me cubrí por completo, no sé si había sido mi imaginación o qué, pero comencé a escuchar gritos afuera de la casa.

Pude escuchar a la cabra balar fuertemente, pero me daba la impresión de que me decía… “Veeeen, Veeeen”. Tenía mucho miedo, que a los pocos minutos no me había dado cuenta y la lluvia ya había pasado.

Solo se escuchaban los truenos a lo lejos. Escuché a mi abuela y a mi mamá que entraban a la casa, pues entre ellas hablaban y discutían.

Me quité la cobija de la cara y vi a mi mamá entrar al cuarto para abrazarme.
Me comentaron las dos que ya tenían mucho allá afuera y no podían entrar, rápidamente le comenté a mi abuela lo que había pasado con la cabra y aquella persona que la metía al corral.

Y después le conté del hombre que había visto colgado en el árbol. Ella se quedó en silencio un momento y se levantó para ir a revisar al corral.

Regresó a los pocos segundos comentando que ya no había nada.
A la mañana siguiente no sé si yo me sentía frustrado o confundido, podía asegurar lo que había visto. Mi mamá se despidió de mí y se fue a trabajar. Fue en ese momento en el que mi abuela aprovechó para acercarse a mí y decirme:

Sé lo que viste, y te creo, aquello que entro en la noche fue un demonio que le saque al cura del templo. Era algo con lo que no había podido pelear, pero ahora ya lo tengo controlado, y de aquella persona que viste en el árbol, creo que era tu abuelo…

Aquel demonio quería tentarte para aprovecharse de ti, pero lo hiciste bien en no acercarte. – Sentí satisfacción al saber que después de todo me creía alguien.

Aquella cabra ya no se encontraba en el corral, había desaparecido de repente. Por mi parte al pasar los años, más cosas llegué a ver y vivir, sucesos que para muchos son inexplicables, pero que hoy en día para mí, ya son cotidianos.

Ya pasaron varios años, mi mamá llego a enfermar, y desafortunadamente la perdimos, la gente decía que se trató de una enfermedad rara, pero mi abuela me comento que se trató de algo que le pasó esa noche que fue a buscarla.

Yo siempre he creído que mi mamá sufría de depresión y que por ello prefería dormir e ignorar todo. Mi abuela me terminó educando y ayudando para que yo terminara la escuela.

Ahora en día, vivo en cuitzeo, y de vez en cuando llego a visitar a mi abuela. Quien afortunadamente, ya dejo esas viejas tradiciones para vivir una vida más normal. Por cierto, nuevamente dejamos esa casa allá, ahora en día se encuentra abandonada y ahora soy yo quien cuida a mi abuela en su nueva casa.
 
Autor: Lengua De Brujo
Derechos Reservados

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