La Estatua Historia De Terror 2024

la-estatua-historia-de-terror

La Estatua Historia De Terror 2024

La Estatua, Historia De Terror… Cuando era joven mi abuelo Julián viajó por todas partes de México por muchos años, no se quedaba en un lugar por mucho tiempo y estaba dispuesto a dejar comodidades y un empleo fijo siempre y cuando el nuevo lugar que visitaría se escuchara lo suficientemente interesante para él.

Esto lo llevo a vivir un sinfín de experiencias, tanto para reflexionar su vida y que le dejaron una enseñanza, así como algunos eventos paranormales o que simplemente para el no tuvieron explicación.

Desde pequeña me encantaba ir a su casa solo para escucharlo hablar durante horas, talvez en algún momento cuente alguna otra historia de él, pero la historia que a continuación redactaré es una de las cosas paranormales que me hizo tener un miedo horrible a cada estatua o maniquí que veo y que hasta el día de hoy a mí me produce pesadillas.

Mi abuelo se había quedado ya durante tres meses en un pueblito en Tijuana, había sido contratado como ayudante de un hombre que se encargaba de organizar peleas de gallos, y aunque a mi abuelo no le gustaba la crueldad animal, no había podido encontrar un mejor trabajo, todo esto cambió una noche en la que uno de los amigos que había hecho por allá, le dijo que un amable hombre le había ofrecido trabajo en su rancho, solo tendrían que encargarse de los animales y ensillar a los caballos en caso de que alguien de la familia que no supiera quisiera montar, además les daría tres comidas y donde dormir.

Eso fue suficiente como para que mi abuelo guardara todo en su mochila y ambos se fueran a primera hora del día, mi abuelo me dice que la familia dueña del rancho era muy amable, me contó que ellos eran de las pocas personas que ha conocido, que tratan a todos como sus iguales sin importar de donde vengan o cuánto dinero tengan, incluso cuando no pudieron encontrar su rancho, mandaron a alguien en una lujosa camioneta para que fuera a recogerlos, y por si esto fuera poco al apenas llegar al rancho fueron recibidos con un muy buen desayuno y bebidas.

Los dueños eran dos señores ya de edad avanzada, de unos 60 o talvez 70 años. Sin embargo, aun para su edad gozaban de una salud y fuerza que inclusive muchos jóvenes no tienen, le pregunté a mi abuelo y me dijo que estaba bien decir sus nombres, pues lo más probable es que estas dos personas en particular ya hubiesen fallecido, así que se llamaban, Marcela Mendoza y su esposo Gustavo Vulcan, por lo general estos dos señores eran los que estaban en el rancho.

Y ellos fueron los que les dieron el recorrido para mostrarles donde estaba todo y explicarles que era lo que debían hacer y cómo se trabajaba ahí. Mi abuelo quedo sorprendido del sitio en donde dormiría, pues lo que él pensó que sería un cuartito de láminas con un catre para acostarse, resultó ser una acogedora, pero bien equipada cabaña, era una para cada trabajador, mi abuelo dice que esa fue la primera vez en muchos años que pensó en quedarse en un lugar por tiempo indefinido.

Mi abuelo dice que les estaban mostrando donde guardaban cuerdas y equipo extra en caso de una emergencia, la cual era una bodega que estaba justo detrás de una enorme fuente de piedra caliza, la cual llamaba la atención porque sobre la misma se encontraba una estatua de un niño de no más de 12 años de edad, pero lo que más sorprendía era la atención a los detalles que esta tenía, era como si directamente le hubiesen echado piedra fundida a una persona y esta se hubiese secado, conservando los rasgos de la persona, además había una placa que decía “Gustavo Marcelo Vulcan Mendoza, se fue pronto, pero vivirá siempre en cada persona que lo amó”

Cuando el señor Gustavo notó que mi abuelo miraba aquella estatua con gran curiosidad y admiración, se acercó a él y le dijo con cierto aire de melancolía en su voz “fue arrebatado de nuestro lado a una tierna edad”.

Mi abuelo no supo que responderle, dice que lo primero que salió de su boca casi de manera involuntaria, fue preguntarle si es que era su hijo, a lo que el señor Gustavo le dijo que si, que, por desgracia, había querido montar a los caballos sin supervisión y por desgracia sus pies se habían quedado enredados en la cuerda y el animal lo arrastró, por mucho tiempo antes de que un trabajador se diera cuenta de lo que pasó.

Pero para su desgracia, ya era demasiado tarde, su hijo ya había fallecido y su cuerpo estaba tan deformado y herido por todos los golpes que se había dado mientras el caballo corría, que no tuvieron otra opción más que cremar su cuerpo, pues no querían que toda la familia viera como era que su cuerpo había terminado al final. Según lo que le contaron a mi abuelo, poco después de la pérdida de su hijo, la señora marcela lo soñó y este le dijo que quería que le construyeran una estatua para quedarse siempre en el rancho y así lo hicieron.

Mi abuelo me cuenta que cuando terminó de escuchar la trágica historia de esa pareja, sintió algo extraño, pues aunque le daba pena el saber que personas tan buenas les pasara una de las peores cosas que le pueden ocurrir a un padre, también ahora que veía lo realista que era aquella estatua, le causaba unos extraños escalofríos difíciles de ignorar, aunque trato de fingir que esto último no le ocurría, al mismo tiempo de que, daba su pésame a aquella pareja, para de ese modo continuar con el recorrido.

A medida que los meses pasaban mi abuelo se volvía mejor en ese trabajo, dice que era un poco pesado por algunas horas, pues no solo tenían caballos sino diferentes animales y aves exóticas, de las cuales ninguna era para vender o lucrar de ninguna manera con ellos, solo les gustaba tenerlos de adorno para su propiedad, sin embargo, la paga era muy buena y como no tenía que gastar en comida u hospedaje, estaba ahorrando más dinero del que había podido ahorrar durante toda su vida.

Aunque esta pareja fueran los únicos que vivían en el rancho, bastante seguido eran visitados por sus hijos, nietos y familia en general, así que no era nada extraño ver a los nietos explorando los alrededores y molestando a los animales, por suerte tanto mi abuelo, como el resto de los trabajadores tenían no solo el derecho, sino el deber de decirles a los niños que estaban haciendo mal y que debían dejar de hacerlo, sí es que querían seguir teniendo el derecho de pasar a los corrales y establos.

Se veía que en algunas ocasiones los padres se molestaban porque un trabajador le llamara la atención a cualquiera de sus hijos, sin embargo, los dueños del rancho, siempre se ponían del lado de los empleados, recordándoles que los niños debían tener más respeto y cuidado por los animales y al mismo tiempo les recordaban lo que le había pasado a su primogénito por no acatar las órdenes de seguridad de los trabajadores y pensar que podía tratar a los caballos como se le diera la gana, por lo cual la mayoría de veces los hijos de pareja terminaban entendiendo el punto.

Mi abuelo me dice que la primera vez que algo extraño le ocurrió, fue cuando estaba limpiando los establos, según lo que él me cuenta, estaba sacando toda la paja sucia mientras escuchaba música en la radio, cuando de repente escuchó como los caballos comenzaron a inquietarse, alzó la cabeza para ver a que podría deberse, pero no logró ver nada, por lo que no le quiso dar más importancia y siguió con su trabajo, pues todavía tenía otras cosas que hacer antes de la hora de la comida.

Sin embargo pocos minutos después volvió escuchar como uno de los caballos relinchaba con disgusto mientras lanzaba una patada a la puerta de su corral, y no solo eso, sino que también escuchó que alguien se estaba riendo, de inmediato mi abuelo supuso que era algún nieto de los dueños del rancho, por lo que un poco arto por tener que lidiar con esa situación justo el día que más trabajo tenía, salió del corral en el que estaba y se dirigió a donde se escuchaba el alboroto, sin embargo, una vez llego ahí, no había nadie, pensó que el niño se había asustado por la patada que el caballo dio y se había ido corriendo, pero tampoco recordaba haber escuchado a nadie correr dentro del establo.

Estaba pensando en eso, cuando escuchó de nuevo a alguien correr y reírse entre las pacas de paja nueva que mi abuelo había llevado para cambiar la paja sucia, mi abuelo le dijo que podía salirle una araña o algún bicho de la paja, que lo mejor era que no se pegara mucho a las pacas, pero en lugar de obtener alguna respuesta de lo que creía era uno de los nietos de sus jefes, este solo se río, mi abuelo, algo cansado, caminó con tranquilidad hacia las pacas, solo quería ver de quien se trataba para pasarle la queja a los papás del niño y punto.

Sin embargo, al llegar ahí y mirar detrás de las pacas, no había nadie, esta vez no le había quitado la mirada de enzima al lugar, incluso había visto la silueta del niño mientras caminaba hacia allá, no podía haber manera en la que se hubiese ido tan rápido, y fue ahí cuando se dio cuenta, no era que el niño se hubiese ido rápido, sino que estaba debajo de unas lonas, podía ver el bulto, eso era por mucho lo más peligroso que había hecho, pues debajo de esas lonas estaban unas bombas que se usaban para fumigar los árboles de la propiedad y obviamente que sin el equipo adecuado podías morir si lo inhalabas.

Por lo cual sin pensarlo dos veces mi abuelo le dijo que debía salir de ahí e intentó quitarle la lona de encima para que no se fuera a intoxicar, pero en ese momento. El niño se puso de pie, aun con la lona puesta, y lo empujó con una fuerza descomunal para cualquier niño, haciendo que mi abuelo tropezara con una de las pacas de paja y se azotara la cabeza contra el piso del establo, haciendo que se le abriera la cabeza, aquel niño pasó corriendo aun lado de él, aun con la lona cubriéndolo de los pies a la cabeza.

Mi abuelo lanzó algunas maldiciones, mientras hacía presión a su cabeza para detener la hemorragia, pues realmente le estaba sangrando mucho la cabeza, por lo cual se levantó y fue a la casa de los señores para pedir ayuda médica y también decirles lo que su nieto había hecho, mi abuelo me contó que incluso al salir de los establos de los caballos vio la lona tirada en la entrada, pero no le tomó importancia, solo quería conseguir ayuda para su cabeza lo más pronto posible.

Sin embargo, cuando llegó con sus jefes, y les contó lo que había pasado, ellos le dijeron que no había manera de que uno de sus nietos pudiera hacer algo semejante, pues ese día ellos dos se encontraban solos, ni sus hijos y mucho menos sus nietos habían pisado el rancho en al menos tres días, se barajeo la idea de que fuera un ladrón o algo por el estilo, pero mi abuelo afirmó que se escuchaba demasiado infantil, y por su tamaño debía ser indudablemente un niño.

Al no encontrar ninguna explicación a lo ocurrido, decidió dejar el tema por la paz, pues mi abuelo confiaba mucho en sus jefes y sabía que ninguno de ellos dos encubriría a su nieto si hubiese hecho algo semejante, ellos eran de la firme idea de que todos debían hacerse responsables de sus actos, así que no había razones por las que le mentirían respecto a una visita de su nieto, sin embargo mi abuelo siguió asegurando que su historia era verídica, solo que lo más probable es que algún niño que vivía cerca entró a explorar el lugar y al sentirse en problemas simplemente actuó por pánico, mi abuelo no creía que un niño tuviera la suficiente malicia como para querer lastimar de ese modo a alguien de forma intencional.

Sin embargo, cuando se lo contó a los demás trabajadores, más de uno le contaron que habían tenido encuentros con ese misterioso niño, y a todos los había lastimado de una manera si bien no mortal, si habían sido en su mayoría heridas graves. Tal era el caso de Macario, uno de los trabajadores más viejos de por ahí, que afirmaba que en una ocasión escuchó a un niño jugar en los corrales de los cerdos, a lo que él le dijo que no debía jugar por ahí, pues tenían un cerdo enorme con colmillos el cual era tan agresivo que lo tenían en un corral a parte para que no fuera a lastimar a los otros cerdos.

Incluso los mismos trabajadores le tenían miedo, Macario afirmaba, que lo escuchaba reírse y él le dijo que si no se iba le diría a sus abuelos, y eso pareció funcionar pues los ruidos y las risas se detuvieron, sin embargo cuando le estaba sirviendo el alimento a aquel enorme cerdo, dice que escuchó como alguien corrió velozmente hacia él y lo empujó por la espalda, con tal fuerza que Macario cayó al corral y de no ser porque el cerdo tardó en reaccionar el tiempo suficiente para que él se pusiera de pie y lograra salir, quien sabe qué habría pasado.

Otro de ellos comentó que en otra ocasión, estaba moviendo la alfalfa con el bieldo para que no se fuera podrir y dice que vio como algo grande como un niño se movía por debajo de la alfalfa, él le dijo que la alfalfa tenía muchos bichos o incluso podía haber ratones, y por eso no debía estar jugando ahí, pero ese niño no hizo caso, así que al compañero de trabajo de mi abuelo le dio lo mismo, él ya había cumplido con advertirle y le daba igual que algo le pasara, él se lavaría las manos diciendo que se lo advirtió.

 Así que se dio media vuelta y siguió con su trabajo, obviamente fijándose que el niño no estuviera cerca, para así picar la alfalfa con el bieldo con toda tranquilidad, él contó que durante todo ese tiempo escuchaba al niño jugar y reír en la alfalfa, pero le dio igual, ni siquiera lo volteo a ver, y dice que de la nada sintió como uno de los bieldos de repuesto que estaban ahí, le perforó la pantorrilla, el gritó muy fuerte por el dolor y volteó, pero el niño se había ido corriendo del lugar, escuchó como se reía.

Incluso le enseñó la cicatriz que ese día le había dejado, por lo que contó tuvo que ser llevado de emergencia el hospital y los doctores estuvieron de acuerdo con que un niño no habría tenido la fuerza como para enterrar un bieldo tan profundo, y que eso debió ser obra de un adulto, probablemente un ladrón que se había logrado meter a la propiedad, pero él sabía que no era así, eso era lo peor que aquel niño había hecho, pero todos ahí tenían una historia con ese niño, aunque no pasaba más haya de bromas o uno que otro empujón sin mayor relevancia.

Todos estaban de acuerdo en que ninguno de ellos había visto realmente al niño, solo lo habían escuchado reír o correr, pero jamás lo habían visto sin algo que lo cubriera, realmente era como si ese niño hiciera todo lo posible por no ser visto, además todos aseguraban que las manos de ese niño o lo que sea que fuera, estaban demasiado duras, como si fueran piedra o algo así.

La Estatua Historia De Terror

la-estatua-historia-de-terror
la-estatua-historia-de-terror

Un día, los jefes de mi abuelo se fueron de vacaciones con toda la familia, por lo cual en el rancho solo se quedaron los trabajadores del mismo, mi abuelo me dice que todo estaba mucho más relajado, terminaron sus tareas e incluso decidieron hacer una pequeña fiesta para ellos mismos, hicieron una carne asada y bebieron algunas cervezas, y cuando ya se hizo muy noche, cerca de la una de la madrugada, el cielo comenzó a retumbar, una fuerte tormenta se avecinaba así que decidieron dejar la fiesta y cada uno entrar a su cabaña.

Mi abuelo dice que el no tardó mucho en quedarse dormido por lo cual, el no vio cuando la tormenta empezó, pero dice que como a las cuatro de la madrugada, sus compañeros tocaron muy fuerte su puerta y le dijeron que los corrales de los caballos se abrieron y que debían ir rápido para tratar de controlar la situación y que no se salieran del rancho.

Cuando por fin lograron meter a todos los caballos a los establos, mi abuelo me contó que empezaron a escuchar de nuevo risas y unos pasos extraños que se acercaban a ellos. Los pasos sonaban como bueno, decir pasos eso una forma de hablar pues era como si azotaran dos piedras contra el piso, dice que todos comenzaron a caminar a la salida, tratando de fingir que no habían escuchado nada y por increíble que parezca, pareció funcionar.

Al punto de que hicieron bromas de que el niño se les iba a aparecer y cosas por el estilo, mi abuelo fue el encargado de ir a dejar el material en su lugar, pero dice que en cuanto dejó a sus compañeros y dio la vuelta, se quedó petrificado por lo que vio. La estatua del joven estaba subiendo de vuelta a su lugar, al principio pareció no darse cuenta de la presencia de mi abuelo, pero en cuanto un relámpago iluminó el lugar, lo miró, y en ese momento mi abuelo jura que la estatua le sonrió, y volvió a quedarse rígida, como si fuera una estatua común y corriente.

Mi abuelo lanzó un fuerte grito de horror, aventó las cosas y salió corriendo de ahí para alcanzar a sus compañeros, los cuales se asustaron aún más cuando mi abuelo les contó su historia. Decidieron pasar la noche juntos en una de las cabañas de empleados, ninguno de ellos quería estar solo después de que mi abuelo les contó lo que vio.

Mi abuelo dice que todos se estaban quedando dormidos menos él, aún estaba demasiado asustado como para poder dormir, y dice que después de cerca de una hora, cuando un relámpago iluminó la habitación, vio a la estatua del joven, estaba parada en la ventana, mirándolos con sus ojos vacíos. Mi abuelo gritó y todos se despertaron y lo vieron también, dice que la verdad esa cosa no intentó entrar o hacer algo, y casi enseguida se fue, pero eso fue más de lo que mi abuelo podía soportar, aunque fuera un buen trabajo decidió renunciar y continuar su viaje.

Autor: Liza Hernández.

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror