Los Nahuales, Historia De Terror 2023.

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Los Nahuales, Historia De Terror 2023.

Los Nahuales, Historia De Terror… Apreciable suscriptor, la siguiente historia llegó a mí por medio del protagonista quien me platicó una de las leyendas que tienen en los Altos de Jalisco con Zacatecas, desconozco si esta leyenda se escuche por esos municipios, pero las experiencias que compartieron fueron tratadas de la manera más respetuosa para no ofender a quienes sean de dicha zona. Sin más se comparte la historia como si fuera él mismo quien la relata:

Soy originario del poblado de Cañadas de Obregón del estado de Jalisco, mi nombre es Roberto y quisiera contarles lo que nos pasó a mi mejor amigo Claudio y a mí hace algunos años cuando cursábamos la preparatoria, todo lo que les contaré fue en un lugar muy cercano a Tema capulín.

Cuando estudiaba la preparatoria uno de mis mejores amigos comenzó a andar con una chica que estudiaba también en nuestra escuela, ella era de un rancho llamado “la Mesa”, la veía de vez en cuando en la escuela y los fines de semana. Con el tiempo me comenzó a invitar para que lo acompañara hasta allá debido a que le daba miedo el camino de regreso sobre todo el sendero de terracería. No le vi nada de malo pues yo también estaba quedando bien con otra chica de ese lugar.

Nos trasladamos en el Automóvil del Papá de Claudio, se trataba de un modelo algo anticuado, pero igual nos ayudaba para trasladarnos de un lugar a otro, no obstante, había una condición la cual era que no regresáramos tan tarde, tenía que haber luz suficiente para circular sobre la carretera desde el Rancho hasta cañadas de Obregón.

Hoy en día si uno circula de noche puede toparse con algún asaltante, pero en los tiempos de la secundaria y preparatoria se escuchaban más las historias de Nahuales y Brujas que uno se podía encontrar en la noche.

Cierto fin de semana quedamos de ir a ver a las muchachas al rancho, teníamos la intención de sacarlas a pasear a Cañadas de Obregón y regresar al día siguiente.

Mi amigo, a quien responde al nombre de Claudio, me advirtió que el automóvil estaba fallando y no estaba muy convencido de realizar el viaje el cual siempre nos llevaba cerca de una hora, pero a fin de cuentas logre convencerlo diciéndole que ya teníamos más de quince días sin verlas además que nunca nos había fallado el carro y ya lo habíamos tenido en peores condiciones, no obstante Claudio me decía que ahora tenía un presentimiento extraño.

Por estar revisando el carro y asegurarnos de llevar todo con nosotros, salimos un poco tarde de Cañadas de Obregón, todo iba bien, hasta que atravesábamos el prado de Tema capulín y el carro comenzó a forcejear un poco, tuvimos una oportunidad de regresarnos, pero decidimos seguir el rumbo y justo en el tramo de terracería notamos que el carro se comenzó a calentar, así que nos detuvimos un poco y le echamos el agua potable que traíamos para nosotros y una vez resuelto el problema, seguimos hacia el rancho.

Nos dimos cuenta de que se estaba nublando y que comenzó a llover fuerte y por ir más despacio el carro se calentó más rápido así que no tuvimos de otra más que esperar a que se enfriara y que se detuviera la lluvia, Claudio se orilló para no obstruir el camino, pero con esas condiciones de clima lo más probable es que no pasara nadie en lo que restara del día, no suele ser una ruta muy transitada.

Allí nos dieron las seis de la tarde y comenzaba a oscurecer, la lluvia se había quitado, aún seguía chispeando un poco y dejó una densa neblina y un frio terrible, ya nos faltaba poco para llegar al rancho y al querer encender el automóvil ya no sirvió, así que nos quedamos unos minutos en pensando que podíamos hacer para llegar con las muchachas, aun así seguimos intentando que el auto prendiera pero terminó por ahogarse, decidí comentarle a Claudio lo mejor que podríamos hacer en ese momento era llegar caminando al rancho, era la mejor opción que teníamos en ese momento, la idea es que nos dieran cobijo por esa noche y a la mañana siguiente regresaríamos a arreglarlo.

A Claudio le pareció algo arriesgado, aquel sendero de terracería siempre le daba miedo, en varias ocasiones me llegó a platicar que mientras manejaba podía ver enormes perros negros corriendo y trepando árboles, pero en cierto modo corríamos más riesgo si nos quedábamos en el automóvil y que llegara alguien y nos asaltara, Claudio no tuvo otra opción más que aceptar mi propuesta.

De esa manera dejamos el vehículo solo y nos encaminamos al Rancho, de la cajuela sacamos un par de linternas pequeñas, una ya se le estaba agotando la batería mientras que a la otra se apagaba cuando quería.

Hicimos algunos cálculos mentales y por la distancia en la que estábamos hasta el rancho no nos debía llevar más de dos horas en llegar, contemplando que el piso estaba mojado y sin poder ver bien por donde caminábamos. Aun así, desde mi teléfono intente llamar al Rancho para que nos recogieran, pero en esa zona jamás había tenido señal, siempre fue raro que por al ingresar al sendero la señal se perdía.

Siempre procuramos seguir por el sendero por si llegaba otro Automóvil y que nos pudiera llevar, pero había partes del camino en el que nos teníamos que desviar un poco por lo inundado que se encontraba e internarnos en el bosque. A mí me preocupaba Claudio, lo veía bastante nervioso y se la pasaba golpeando la linterna para que encendiera y a cualquier ruido que escuchaba se ponía un poco histérico. Aun así, las cosas se mantenían tranquilas sin nada en especial hasta que a mitad del sendero vimos a una persona de pie.

Nos detuvimos a varios metros de aquella persona, notamos que usaba una gabardina de color negro y su rostro estaba cubierto por una capucha y se mantenía inmóvil, conforme pasábamos frente a esa persona me di cuenta de que se trataba de una mujer, en voz muy baja mencionaba unas que no comprendí, solo le dijimos con permiso y pasamos de largo y a los pocos pasos de darle la espalda nos gritó algo con una voz ronca y áspera. “! ¡Salgan de mis territorios!”, apresuramos el paso para alejarnos de ella y después de un minuto de estar corriendo Claudio miró para atrás, para asegurarse si nos estaba siguiendo, le pregunté si él sabía que fue aquello, pero me dijo que no tenía ni idea.

Pocos minutos después de habernos encontrado con aquella mujer la linterna de Claudio empezó a fallar, intentamos intercalar baterías con la mía, pero ya ni una de las dos funcionaba, así que le di mi teléfono celular para que utilizara la linterna y pudiera ver por donde pisaba, no le quedaba mucha batería así que le sugerí que siguiera mis pasos. Llegamos a un punto en el que el agua se acumuló bastante en una parte del camino que no nos dejaba pasar así que tuvimos que adentrarnos al bosque una vez más y buscar otro camino.

En este punto es donde las cosas se complicaron, no era sencillo caminar entre los árboles con la densa neblina y linternas poco eficientes, Claudio tuvo que ponerse al frente con mi celular pues alumbraba más por donde fuéramos. La temperatura descendió aún más y aunque trajera una chamarra muy abrigadora me encontraba temblando de frio.

En eso Claudio se detuvo, pensé que había escuchado algo, era como si buscara algo entre los árboles y el terreno, de pronto se dio la vuelta para decirme, que definitivamente no tenía ni idea de donde nos encontrábamos. Yo me molesté y le dije muy enojado que lo estaba siguiendo porque tenía la mejor linterna, la mía se apagaba en cualquier momento y al celular le quedaban escasos minutos de batería.

Traté de ubicarnos donde nos encontrábamos, pero era inútil a donde apuntara solo veía árboles y la neblina no me dejaba ver más.

Tomé una vara del piso y la lance lejos, en eso se escuchó el crujido de las hojas secas y entre la neblina un sonido familiar que nos decía : “¡Salgan de mis territorios!”, esta vez lo dijo molesta y gritando, me di cuenta de que Claudio se estaba alterando y antes de que se echara a correr y lo perdiera de vista le pedí que me disculpara por haberme comportado de esa manera, yo también tenía miedo pero no podía demostrárselo, así que le dije que era mejor que camináramos y diéramos con el sendero con mi linterna pero que esta vez se mantuviera detrás mío.

Revisé la batería del celular y solo me quedaba un ocho por ciento y eran ya cerca de las nueve de la noche, preparé una alarma a las nueve con treinta minutos para usar el celular en ese momento y buscar señal. Nuevamente la voz de aquella mujer se escuchó muy cerca de nosotros y mejor nos dispusimos a caminar rápido.

Conforme avanzábamos pude escuchar que cerca de nosotros las hojas secas de los árboles crujían porque se acercaban a nosotros, recordé que en esa zona era común ver lobos y eso era a lo que yo más le tenía miedo. Por fortuna se escuchó el sonido de agua, Claudio me comentó que era muy probable que estuviéramos cerca de donde se inundó, pero cuando llegamos me di cuenta de que era el manantial de donde se abastecía el Balneario que estaba cerca, eso era algo bueno y malo a la vez, pues podíamos pedir ayuda al velador y quedarnos con él hasta que amaneciera y malo debido a que en lugar de avanzar retrocedimos por muchos metros.

De repente el sonido de las hojas quebrándose se escuchó muy cerca de nosotros, levanté la linterna para ver que era y pude ver que alguien nos observaba detrás de un árbol, me quede inmóvil por unos segundos y aquella persona se escondió.

Me acerqué lentamente, pero Claudio me detuvo y me señalo a nuestras espaldas, pude darme cuenta de que se encontraban más personas que nos vigilaban y se mantenían detrás de los árboles, no sé me ocurrió otra cosa más que gritarles y decirles que no teníamos nada en contra de ellos y que mejor nos dejaran en paz, los ruidos se incrementaron y pude ver la pierna de una persona que se movía detrás de un pino y este se comenzó a sacudir, apunte hacia arriba y en lo más alto se encontraba algo.

Pensé que era una persona, pero sus ojos brillaron como dos esferas grandes, se mantenía agarrado del tronco del pino con solo una de sus garras y luego aulló igual que un lobo, detrás de nosotros los ruidos se incrementaron, nos atacarían en cualquier momento así que metí mi mano a la chamarra y le entregué el celular a Claudio, lo miré y le dije: “CORRE”.

En cuanto le dije, salimos disparados a diferentes caminos, yo no sabía por dónde iba yo y menos por donde se encontraba Claudio, pero era seguro que detrás de mí, algo me estaba persiguiendo, sentía que mi cuerpo ya no me daba para más cuando logré distinguir el Balneario así que me dirigí corriendo hacia allá para pedir ayuda.

Cuando llegué me di cuenta de que ya no me seguían, apenas y podía respirar de lo agitado que me encontraba, la cabeza me palpitaba con fuerza, a Claudio no lo veía por ningún lado, así que aproveché para buscar a algún vigilante o alguien que estuviera en la casa que estaba cerca del Balneario para pedir ayuda, pero todo se encontraba en completo abandono.

Las albercas estaban con muy poca agua la cual pertenecía a la lluvia que había caído hace horas, no había nadie y menos un velador. Y entonces vi un destello de luz proveniente de una casita, aliviado me dirigí hacia ella y mientras lo hacía gritaba por ayuda. Y en eso se abrió la puerta y detrás de ella se encontraba la mujer que vimos hace rato a mitad del sendero.

Yo me detuve y guardé silencio, esa mujer no me quitaba la mirada de encima , casi podía sentir que con solo la mirada podía ver hasta mi alma, tuve la intención de echarme para atrás pero en eso de la casa salió un enorme perro de color negro y no se trataba de cualquiera, era un enorme Xoloitzcuintle.

El perro se acercó a mí y me comenzó a oler, yo intente alejarme pero era inevitable que en cualquier momento me alcanzara y me mordiera, así que le dije a la señora que solo queríamos salir de allí, pero quien me contestó fue el perro, diciéndome que no hablara, yo me quede pasmado, sonó igual a la voz de un hombre, se metió a la casa y en unos segundos un hombre ya de tercera edad se asomó, no traía ropa y no le importaba.

Los Nahuales, Historia De Terror

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Le dijo a la señora que yo era uno de los que se había internado al bosque, la señora nunca me quitó la mirada de encima, así que me pidió que ingresara a la pequeña casa, yo le comenté que tenía que buscar a mi amigo todavía y le prometí nuevamente que nos iríamos lejos y no nos volvería a ver, sabiá donde estábamos y podíamos regresar al sendero, pero detrás mío se escuchó que alguien caminaba hacia donde yo estaba, se trataba de Claudio a quien dos personas de piel morena y también sin ropa, lo tenían agarrado del cuello y brazos, lo empujaron a donde me encontraba yo.

Nuevamente la señora nos pidió que entráramos a la casa, no tuvimos otra opción más que obedecer.

Ahí adentro, no se sentía tan helado como afuera, el anciano se puso una camisa y un pantalón deportivo y se mantuvo descalzo, la señora cerró la puerta y nos pidió que solo le respondiéramos a lo que ella preguntaba. Nos preguntó quienes éramos, a donde estábamos dirigiéndonos y con quien íbamos. Después de que le contesté todo me preguntó por donde se encontraba el vehículo que dejamos estacionado.

Nos dio indicaciones de cómo llegar a él, de hecho, nos encontrábamos bastante cerca, al parecer solo caminamos en un enorme circulo. Abrió la puerta y chíflo, entro otro perro negro y nos dijo que uno de sus Nahuales nos acompañaría hasta llegar al vehículo. Los dos accedidos sin negarnos a lo que nos dijo y antes partir le agradecí a la señora, pero no me respondió.

El perro caminaba por delante mientras que nosotros dos en silencio detrás de él, apenas y lo veíamos andar entre la niebla y la oscuridad. Alcanzamos a ver el Automóvil donde lo dejamos, el nahual se quedó sentado mientras que nosotros lo dejamos atrás, le di las gracias y nos metimos al automóvil. Logramos encenderlo al primer arranque y emprendimos camino de vuelta a Cañadas de Obregón.

Todo el camino nos mantuvimos en silencio y cuando llegamos a mi casa, antes de bajarme del automóvil, le dije que ya no quería ir hasta allá, terminaría mi relación con aquella chica. Desde ese día le tengo un gran respeto a ese sendero, he vuelto a pasar por allí solo en contadas ocasiones y solo de día, a mi amigo Claudio terminaron castigándole el automóvil de por vida y también terminó con su chica.

Han pasado varios años y cuando llueve por las noches y en la mañana hay un banco de niebla, no salgo de mi casa debido al trauma que adquirí por eso.

Autor: Mario Franco Corrales.             Lengua de Brujo.

Derechos Reservados.

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