Solo En Casa historia De Terror 2023
Solo En Casa, historia De Terror… Siempre he querido contar mi historia, pues creo que es muy aterradora, por motivos de privacidad cambiaré el nombre de todos los involucrados.
Ocurrió una noche en la que mi hermanito David de 4 meses dormía plácidamente en su habitación mientras yo me encontraba en mi habitación de nuestra casa, concentrado en hacer mi tarea en la computadora. Frente a mí, había un aparato de intercomunicación conectado al cuarto del bebé, permitiéndome escuchar cualquier ruido o llanto.
Mis padres no estaban en casa en ese momento, puesto que mis padres tenían trabajos que los hacían salir muy tarde. Por lo tanto, siempre era mi obligación cuidar de mi hermanito, ya que, a mis 12 años, era considerado lo suficientemente responsable.
Para mi suerte no era difícil, pues David era bastante tranquilo y por lo general no causaba muchos problemas. Estaba concentrado en mi tarea, cuando de repente, el aparato del intercomunicador comenzó a emitir extraños ruidos estáticos.
Al principio, asumí que mi hermanito se había despertado y estaba llorando, por lo que presté atención con cautela. Sin embargo, lo que sucedió a continuación me puso los pelos de punta y envió un escalofrío por todo mi cuerpo. Una voz cavernosa y espeluznante salió del intercomunicador, susurrando amenazadoramente: “Estás muerto… estás muerto… estás muerto”.
Salté de la silla, y mi corazón comenzó a latir muy rápido. Alguien estaba en la habitación del bebé, y en ese momento no sabía qué hacer, pues aunque fuera mi responsabilidad, no estaba preparado para algo más haya de darle un biberón o cambiarle el pañal.
De repente, otra voz, esta vez de una mujer, se escuchó a través del intercomunicador, pronunciando con malicia: “Aquí hay un niño… aquí hay un bebé”. Mi mente se llenó de pánico y confusión mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo.
Sin pensarlo dos veces, corrí desesperadamente hacia la habitación del bebé y empujé la puerta con todas mis fuerzas. Sin embargo, la puerta parecía estar trabada, y por más que intenté girar la perilla y golpearla, se mantuvo cerrada.
Golpeé la puerta con todas mis fuerzas y grité a todo pulmón, esperando que mis vecinos me escucharan o que quien estuviera dentro de la habitación de David, se asustara y se fuera. Mis manos temblorosas continuaron luchando contra la puerta de madera hasta que finalmente logré que la puerta cediera y se abriera.
Lo que vi al entrar en la habitación me dejó paralizado por la sorpresa. No había nadie más que mi hermanito en su cuna, llorando con desesperación. Me acerqué rápidamente y lo tomé en mis brazos, sintiendo un alivio momentáneo al ver que estaba a salvo.
Supuse que lo más probable era que había recibido alguna señal de algún otro monitor de la calle, pues ya había escuchado que los monitores de bebé solían hacer eso, y también creí que David lloró por los gritos que lancé, incluso se mi hizo un poco gracioso, ya que seguro era alguna película de otra casa o algo por el estilo.
Sin embargo, justo en ese momento, una sensación tenebrosa comenzó a llenar la habitación, envolviéndolo todo. Escuché murmullos siniestros que decían: “Muertos… muertos… muertos…”. Miré hacia la pantalla de la televisión que mi papá había puesto ahí para las noches en las que le tocaba dormir a mi hermano y vi una figura femenina difusa, pronunciando con voz helada: “No hay niños aquí… no hay niños…”.
La habitación se sumió en un silencio total mientras observaba la figura borrosa en la pantalla de la televisión. El miedo se apoderó de mí, pero mi instinto de proteger a mi hermanito me impulsó a actuar. Me di la vuelta rápidamente, con el bebé en brazos, y salí de la habitación.
Mientras bajaba las escaleras, una sensación muy extraña se apoderó del ambiente. Cada paso parecía más pesado que el anterior, como si algo invisible tratara de frenarme y arrastrarme de vuelta al cuarto. Los murmullos y las voces amenazantes resonaban en mis oídos, susurrando palabras de muerte y desesperación.
Finalmente, logré llegar a la planta baja y me senté en el sofá, con mi hermanito aferrado a mi pecho, como si el también supiera que algo muy malo estaba ocurriendo. Traté de recuperar el aliento y calmarme, pero la angustia seguía arremolinándose en mi interior. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Cómo podía lidiar con algo tan aterrador?
Un ruido inquietante proveniente del segundo piso llamó mi atención. Parecían pasos arrastrándose lentamente por el pasillo. No creí que necesitara más motivos para intentar salir de la casa, sin embargo, cuando lo intenté, la puerta estaba trabada, no importaba que le hiciera no lograba abrirla.
El corazón me martilleaba en el pecho mientras que esa presencia maligna parecía acercarse cada vez más. Me invadió un sentimiento de impotencia y miedo, pero sabía que tenía que mantenerme fuerte por mi hermanito.
Por lo que pensé que podía encerrarme en la cocina y tratar de romper una ventana, ya vería que les decía a mis papás después. Las voces se intensificaron mientras avanzaba por el pasillo rumbo a la cocina, iluminado por una tenue luz proveniente de una lámpara en la pared. Los murmullos eran como susurros retorcidos, palabras incomprensibles que parecían surgir de todos lados al mismo tiempo.
Con David aún en brazos, entré a la cocina. Y ahí es cuando vi que estaba en un caos absoluto. Los muebles estaban patas arriba, el especiero y otros objetos yacían dispersos por el suelo. Era evidente que algo muy extraño estaba ocurriendo ahí.
Caminé a una de las ventanas e intenté abrirla por varios minutos con mi hermano aun en mis brazos, pues creía que algo malo podría pasarle si lo dejaba solo. Pero no importaba que hiciera, no lograba abrirla, las voces y pasos se estaban volviendo cada vez más cercanos, por lo que tomé el toallero y le di un fuerte golpe a la ventana, tratando de cubrir a mi hermano por si salpicaban vidrios, pero solo logré estrellar la ventana, sin embargo, después de hacer eso, voltee y no había un solo rastro de las presencias malignas.
Las voces se habían silenciado y la vibra tenebrosa se había disipado. Una calma inquietante se apoderó del lugar, como si todo hubiera sido solo un mal sueño.
Bajé la mirada hacia mi hermanito, quien parecía haberse calmado en mis brazos. Lo abracé con fuerza, sintiendo alivio, no sabía si lo que nos había pasado había sido real o solamente alguna especie de sueño muy vivido, recuerdo que incluso me pellizqué con la intención de despertarme, si es que era que estaba teniendo un mal sueño, pero era obvio que estaba despierto.
Después de ese incidente aterrador, la atmósfera en el departamento se volvió opresiva y aterradora. Mi hermanito, siendo solo un niño pequeño, no entendía lo que había sucedido, pero podía sentir el miedo y la tensión en el ambiente. Cada noche, se despertaba llorando y parecía estar asustado por algo que solo él podía percibir.
La tensión y el miedo crecían con el paso del tiempo. Aunque no podíamos ver a los espíritus malignos, sentíamos su presencia en cada sombra y cada susurro de la noche. Era una batalla constante entre la realidad y lo sobrenatural. Mi mamá comenzó a tener moretones y rasguños, no sabíamos que era lo que estaba pasando, pues habíamos vivido ahí desde siempre y nunca habíamos experimentado algo así.
Solo En Casa Historia De Terror
Recuerdo que otra noche, mientras estaba cuidando a mi hermanito, presencié algo que me heló la sangre. Las luces parpadearon, y en la tenue oscuridad, pude distinguir una figura sombría deslizándose por el pasillo. Mi corazón latía muy fuerte mientras me aseguraba de que mi hermanito estuviera a salvo.
La situación escaló a tal punto que nadie en la casa dormía, si no era porque mi hermano lloraba, algo nos pasaba a nosotros, cosas como ser jalados de los pies hasta sacarnos de la cama o rasguños que nos hacían despertar solo para darnos cuenta de que no había nadie más en la habitación con nosotros. Me acuerdo de que un día papá comenzó a colocar símbolos de protección en la habitación de mi hermanito y a recitar oraciones de purificación cada noche antes de dormir. Nos decía que un amigo de su trabajo le había dicho que con eso las almas malignas se largarían de nuestra casa.
A medida que papá hacia estas prácticas todos los días, noté una disminución gradual en los eventos paranormales. Los susurros se volvieron más débiles y las sombras se desvanecieron lentamente. Aunque el miedo seguía latente, mi hermanito parecía estar más tranquilo y seguro.
Pasaron los meses, y mi padre trajo a un brujo que le recomendó su amigo para que le hiciera una limpia a nuestra casa, y desde ahí la actividad paranormal comenzó a desvanecerse por completo. La casa se sumió en una calma que no habíamos experimentado en mucho tiempo. Mi hermanito ya no despertaba llorando en medio de la noche, y poco a poco recuperamos la sensación de seguridad en nuestro hogar.
Aquel brujo le explicó a mis papás que en ocasiones, simplemente energías que se quedaron atrapadas en la tierra buscan un sitio al que aferrarse y que a veces solo ocupan casas, solo porque sí, pero que nosotros habíamos tenido más suerte que a la mayoría de las personas a las que les habían ocurrido cosas similares a lo que nos pasó, pues, a menudo estas energías se encaprichaban con alguien y era difícil que lo quisieran soltar, sin embargo, en nuestro caso, solo les interesaba la casa.
Y esa es la principal razón por la cual nos perturbaban tanto, ellos ya habían tomado nuestra casa como suya y querían que nosotros nos fuéramos de ahí, pero como mi papá ya había empezado con símbolos para reclamar su casa, deshacerse de ellos, había sido de hecho bastante sencillo, me alegra que haya sido así, pues desde entonces, jamás volvió a ocurrir nada extraño o paranormal en la casa de mis padres, aunque mi padre siempre dejó un símbolo de protección en la puerta por si acaso.
Autor: Aurora Escalante
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