La Casa De Calendaria Historia De Terror 2023
La Casa De Calendaria Historia De Terror… Cuando era una niña de no más de 8 años, nos mudamos de ciudad por un mejor trabajo que mi mamá había conseguido, el cual le permitiría poder mantenernos a mi hermana mayor la cual tenía 13 y a mí, y eso era un gran alivio para nuestra familia.
Pues antes de eso vivíamos en casa de mis abuelos, los cuales siempre nos recordaban que estábamos en su casa y constantemente nos reprochaban lo que sea que agarráramos o usáramos, por lo que no es tan extraño decir que, desde ese momento, mi mamá nos prometió que jamás los volveríamos a ver.
Recuerdo que el vecindario en el que llegamos era un barrio de clase “baja-alta”, (esto será relevante para la historia) el cual en un pasado había pertenecido a la clase alta, pero con el tiempo, el “estatus” había caído mucho, siendo ocupado por personas con ingresos lo suficientemente estables como para rentar un sitio por mucho tiempo, así que, aunque la mayoría de familias ahí no tenía lujos, algunas de las casas de la zona se veían muy elegantes y antiguas.
Mi mamá se tenía que ir a trabajar a las ocho de la mañana, y volvía hasta casi las ocho de la noche, así que mi hermana era la encargada de cuidarme, sin embargo, lejos de otras relaciones de hermanas o lo estresante que puede ser para una adolescente convertirse prácticamente en la madre de su hermana menor, la verdad era que las dos nos llevábamos muy bien, y éramos demasiado autosuficientes.
Programábamos nuestras propias alarmas y rara vez se nos hacía tarde, yo me alistaba sola para la escuela y podía irme sola también, al igual, cada una se encargaba de realizar sus propias tareas escolares y las dos sabíamos usar la estufa y el microondas para calentar la comida que mi madre dejaba preparada.
Por lo cual, básicamente mi hermana solo debía estar presente para llamar a una ambulancia o algo así, y eso jamás había ocurrido, pues como ya dije las dos éramos bastante funcionales y autosuficientes, recuerdo que al pasar un par de meses, ambas nos habíamos adaptado muy bien en la escuela y habíamos hecho amigos.
Yo en particular, me había hecho muy amiga de un grupo de niños del vecindario, por lo cual había estado tomando la costumbre de, después de hacer mi tarea, salir a jugar en las cercanías con ellos, a mi hermana no le molestaba, y me decía que solo procurase volver a casa antes de que mamá llegara del trabajo.
Recuerdo que, a finales de octubre, todos los niños fuimos invitados a la casa de uno de los amigos del grupo, para ver una película de terror pues Halloween y día de muertos ya estaban cerca y él dijo que su padre había comprado la película de Halloween, por lo que todos la queríamos ver.
Los padres de ese niño también trabajaban durante todo el día, aunque su abuelo lo cuidaba, nos dijo que a él no le molestaba que fuéramos a ver la película ahí, al contrario, nos prepararía palomitas para poder verla.
Del grupo de niños recuerdo bien que mi mejor amiga de todos ellos, era Madison, ella era una niña muy valiente, y bien parecida, toda su familia era bastante genial y les encantaba el terror y las cosas oscuras, por lo que había visto casi todas las películas de terror que a la mayoría de nosotros.
Nuestros padres nos las tenían prohibidas, aunque por alguna razón que desconozco hasta el día de hoy, no había visto esa película de Halloween aun, pero su vasta experiencia con el terror hizo que la película le pareciese algo aburrida, me dijo que era muy aburrida y que no le daba absolutamente nada de miedo, y me dijo que un día me invitaría a su casa para ver una buena película de terror.
Yo traté de actuar como si tampoco me diera miedo, aunque realmente la película me estaba asustando mucho, pero realmente quería ir a su casa un día, ella era a mis ojos bastante genial como para contradecirle si la película era aterradora o no, por lo que le dije que estaba bien, y también le dije que yo creía que la película no daba nada de miedo.
Recuerdo que cuando del grupo de diez niños a excepción de Madison, estábamos bastante perturbados, aunque yo estaba del lado de madison diciendo que no había sido para nada aterradora, por lo que pronto, el resto de los niños al igual que yo, comenzaron a decir que no era aterradora, para no parecer unos cobardes.
Creo que fue Madison la que comenzó a contar algunas historias de fantasmas reales que su familia había contado en reuniones familiares o esas cosas, como la vez que su abuelo vio a la mujer con la cara de caballo o como en un momento un tío suyo vio a una mujer llorando afuera de las bancas de una iglesia, y cuando se acercó con el afán de ver si podría ayudarla, levantó la cara y tenía una cara de cerdo, con esas historias que Madison tenía, me atrevería a decir que al menos a mí me asustaron aún más que la película.
Y me acuerdo de que, en algún punto de la conversación, el abuelo de nuestro amigo, dueño de la casa, quiso unirse a nuestra conversación, contándonos una leyenda de ese mismo vecindario, la cual el había presenciado pues él tenía cinco años al momento de los hechos.
La historia se centraba en una mujer que provenía de una familia muy adinerada llamada Candelaria, quien solía vivir en la casa abandonada que estaba casi a las afueras del vecindario.
Era conocida por su excentricidad y, según nos contó, estaba algo loca, pues había rumores de que practicaba brujería, y, además algunas mascotas del vecindario desaparecían y eran encontradas muertas pocos días después, destazadas de la peor manera posible.
El abuelo de mi amigo dijo también que cuando él tenía como nueve o diez años toda la familia de la mujer, murió de una extraña enfermedad muy agonizante, incluyendo el hombre con el que su familia la había obligado a casarse, quedándose como la única heredera de esa casa.
Durante los siguientes años, la mujer parecía envejecer a un ritmo extremadamente acelerado, a pesar de no haber cumplido aún ni los treinta años, parecía una anciana de unos 60 o 70 años, Calendaria, siempre se paseaba por el vecindario a altas horas de la noche, y todo el mundo creía que era para robar a las mascotas del vecindario, por lo que todos se aseguraban de tenerlos a salvo adentro en sus casas.
Candelaria siempre se cubría con un rebozo negro y rara vez se relacionaba con los demás habitantes del pueblo. Y aun cuando lo hacía la gente solía decir que aquella mujer parecía desvariar y algunos aseguraban que parecía que hablaba o que le respondía a algo que no estaba ahí.
Parecía preferir la soledad y la compañía de las sombras. Y un día solo las personas del vecindario habían dejado de verla, y aunque al principio todos intentaron solo ignorarlo, muy pronto la cercanías de la casa comenzaron a apestar y después de un día o dos, todo el vecindario completo estaba inundado con ese pestilente aroma a cadáver en descomposición, el abuelo de mi amigo aseguraba que eso no era para nada normal, y que eso debió ser por algo paranormal, pues no había manera en la que cada pequeño rincón de absolutamente todo el vecindario, apestara a cadáver.
Las personas llamaron a las autoridades y ellos tuvieron que entrar a esa casa, dicen que lo que encontraron incluso había salido en el periódico, pues había muchos símbolos extraños dibujados en las paredes de la casa con lo que solo podían describir como sangre, así como varios animales clavados en las paredes de la casa o puestos a modo de ofrenda en lo que parecía ser un lujoso altar a alguien que no estaban seguros si era algún demonio, estaba tan descompuesta que la tuvieron que sacar en bolsas, y como no había ningún otro familiar, aquella casa quedo simplemente abandonada.
Un tiempo después, algunos vecinos habían intentado robar, pero amanecieron muertos en el patio de enfrente de aquella casa, los más viejos de ahí aseguraban que ese había sido el inicio de que el vecindario comenzó a decaer.
La gente del lugar aseguraba que, durante las tormentas, el fantasma de Candelaria aparecía en las ruinas de lo que fue su hogar. Se decía que deambulaba entre los escombros, como si intentara mantener alejados a los curiosos.
Cuando el abuelo de nuestro amigo nos terminó de contar la historia, todos estábamos bastante aterrados, aunque además de estar aterrada, Madison estaba fascinada, no podía creer que no conocía esa historia de su propio vecindario, pues todos ahí sabíamos dónde estaba esa casa e incluso habíamos jugado en las cercanías, pero había letreros de que no nos acercáramos, porque la casa era tan vieja que podríamos lastimarnos, por las terribles condiciones en las que esta se encontraba.
Entonces aquella tarde mientras Madison y yo caminábamos a nuestras respectivas casas, me dijo que deberíamos entrar, me dijo que le robaría por unas cuantas horas el teléfono a su hermano y así podríamos gravarlo, y si es que lográbamos grabar a un auténtico fantasma, no solo sería algo muy genial, sino que podríamos enviarlo a un programa de investigación paranormal que a ella le encantaba ver, al principio intenté negarme, pues la verdad no solo creí que nos podríamos hacer daño enserio por lo vieja que era la casa, sino que ver un fantasma real enserio me daba mucho miedo, aun mas que salir lastimada.
Pero había algo en madison que simplemente me impedía decirle que no, y menos cuando se veía tan emocionada, por lo que le dije que les dijéramos a los demás y podíamos hacerlo al día siguiente. Sin embargo, Madison quería hacerlo exactamente el dos de noviembre, o sea el día de todos los santos, dijo que, de esa manera sería mucho más aterrador, solo faltaban unos cuantos días, por lo que le dije que sí, al final de cuentas, y había accedido, daba igual la fecha.
Cuando se lo propusimos al resto de nuestros amigos, todos accedieron muy emocionados, diciendo que seriamos famosos cuando lográramos captar al fantasma de esa bruja, sin embargo, cuando la fecha pactada llegó, e incluso ya estábamos frente a la casa, los ocho niños tuvieron mucho miedo y dijeron que no querían entrar, Madison se enojó y les dijo a todos que ya habían dicho que lo harían y que no se podían echar para atrás, pero ninguno de ellos quiso cambiar su decisión de no entrar.
Por lo que Madison dijo que le daba lo mismo, pero que yo y ella si entraríamos, yo estaba a punto de unirme a los otros niños, probablemente debí hacerlo y tratar de convencerla de que no lo hiciéramos, pero no lo hice, en mi defensa, Madison era alguien muy tenas y no creí que yo pudiera disuadirla de cualquier cosa, y como dije era mi mejor amiga y no quería dejarla sola, pues yo ya le había dicho que si lo haría, los demás niños dijeron que nos esperarían afuera hasta que saliéramos, así que sin perder más el tiempo, Madison y yo entramos.
La puerta de la casa estaba rota, y solo bastaba empujarla para poder abrirla en su totalidad, aunque rechinaba un poco, apestaba a humedad y orines viejos, ambas hicimos un gesto de desagrado por el olor, pero igual nos metimos porque los niños nos miraban por detrás de la reja. Lo primero que notamos, además del olor, fue que había algunos grafitis en las paredes, no eran satánicos ni nada por el estilo, solo grafitis que cualquier vago haría en cualquier lugar, el piso rechinaba a cada paso.
Algunas paredes estaban ennegrecidas, era como ver una pared después de un terrible incendio. Y antes de llegar a las escaleras, había un gran agujero en el techo y por el piso había algunas marcas como si un rayo hubiese golpeado el techo de la casa, y la electricidad había dejado marcas en todo el piso rompiendo gran parte del mármol e incluso los primeros dos escalones de las escaleras para ir a la segunda planta.
Eso era algo extraño, pero no era nada paranormal o digno de ser grabado, aun así, Madison tomó algunas fotos, la planta baja lucia como cualquier casa abandonada, toda llena de polvo y revuelta, solo con muebles tan pesados que no se habían podido robar, por lo que Madison me dijo que debíamos ir arriba.
Yo le dije a Madison que lo mejor era ya irnos, poniendo la excusa de que olía horrible y que ya no me gustaba estar ahí, pero ella me dijo que ya estábamos ahí, después encendió la cámara del teléfono de su hermano y comenzó a grabar, yo le volví a decir que lo mejor era irnos, pero ella me respondió que me apostaba una lata de coca cola a que llegaba arriba más rápido que yo, y sin siquiera esperar mi respuesta, comenzó a correr escaleras arriba.
Por el miedo que me dio el quedarme sola ahí, la seguí, aunque me costó mucho subir los dos primeros escalones y eso le dio una muy clara ventaja a madison, quien estuvo arriba antes de que lograra llegar a la mitad de las escaleras, la llamaba mientras intentaba alcanzarla, pues no me gustaba estar sola en ese lugar, sin embargo, a Madison le parecía divertido y seguía corriendo mientras grababa el lugar.
Hasta que finalmente se detuvo cuando abrió una puerta, y fue entonces cuando logré alcanzarla, y le dije que no era divertido que huyera de mí, y que, si volvía a hacerlo me iría, pero al ver que Madison no dejaba de ver hacia dentro del cuarto, yo también mire.
No era un fantasma, era la habitación principal, y sobre la cama, estaba una gran mancha marrón en forma de una persona, hoy en día sé que eso sucede cuando una persona muerta se queda ahí mucho tiempo, pero en ese momento creímos que era algo paranormal lo que provocaba que su silueta estuviera aun ahí.
Tan temeraria como lo era Madison en ese momento, entró a la habitación para grabar mejor, pues en ese entonces los teléfonos, tenían muy mala resolución en la cámara, recuerdo que yo le dije que ya era hora de irnos, porque tenía mucho miedo, pero Madison insistía en grabar lo más posible, sobre la cama, había un reboso negro, tal y como el abuelo de nuestro amigo nos había dicho, madison lo tomó entre sus manos y me dijo que era muy aterrador, y después me dijo que la tela se sentía muy extraña y me animó a tocarlo.
Yo le dije que no quería hacerlo, y Madison me dijo que no pasaba nada, caminando hacia mí con el rebozo en la mano, sin embargo, en ese momento escuchamos una vos similar al de una anciana que decía “deja eso”. En ese momento, sentimos que la temperatura descendía abruptamente.
La Casa De Calendaria Historia De Terror
El aire se volvió gélido y el viento aullaba a nuestro alrededor, envolviéndonos en su abrazo frío. Estábamos temblando, no solo por el frío, sino también por el miedo que nos paralizaba.
Estaba a punto de decirle de nuevo a Madison que debíamos irnos pues sentía un escalofrío espeluznante recorriendo mi espina dorsal cuando noté que sus ojos se abrieron de par en par y su rostro se llenó de terror. Siguiendo su mirada, vi como detrás de mí, una figura se alzaba desde el suelo, emergiendo entre las ruinas carbonizadas.
Era una mujer anciana, alta y delgada, envuelta en un rebozo negro que ondeaba misteriosamente en el viento.
Nuestros corazones se detuvieron mientras observábamos, hipnotizadas, como la figura avanzaba lentamente hacia nosotras.
Parecía flotar sobre el suelo, sin tocarlo, y su rostro mostraba las terribles marcas como si algo con afiladas y grandes garras la hubiera arañado.
Era Candelaria, el fantasma de la anciana que una vez habitó esa casa solitaria. Madison y yo estábamos paralizadas por el miedo, incapaces de escapar o apartar la mirada de aquel espíritu.
No sé en qué momento pasó, pero recuerdo bien que yo ya estaba justo a un lado de Madison cuando esa cosa se acercó cada vez más, abriendo la boca como si intentara hablarnos, pero ningún sonido salía de sus labios.
De repente, sin previo aviso, el espectro atravesó nuestros cuerpos. Jamás en toda mi vida he vuelto a experimentar esa horrible sensación, era como una ráfaga de frío que penetró hasta causar dolor en cada uno de mis huesos y también era como electricidad corriendo por mis venas. De repente todo se volvió borroso y ambas perdimos la conciencia.
Cuando despertamos, nos encontrábamos en algunas camillas, pues los niños pensaron que algo muy malo debía estarnos ocurriendo pues ya llevábamos más de una hora y media ahí y aunque habían intentado llamarnos a gritos, no habían obtenido respuesta nuestra, por lo que al sentir miedo corrieron a avisarle a mi hermana y a los hermanos de Madison, los cuales también la estaban cuidando y para su suerte todos estaban juntos.
Por lo que, sin pensarlo dos veces, nuestros hermanos entraron a la casa en nuestra búsqueda, creyendo que nos pudimos haber caído o lastimado de gravedad, y rápidamente nos encontraron en el piso de la habitación principal de la casa, y como no sabían si podían movernos o no, llamaron a emergencias, los cuales nos sacaron de ese lugar y por lo que supe después, nadie podía explicar exactamente lo que nos había pasado.
Pues según los doctores, era como si hubiésemos entrado en shock por una descarga eléctrica, pero eso no podía ser posible, no estaba lloviendo, o había alguna tormenta eléctrica y por obvias razones la casa no tenía absolutamente ninguna fuente de electricidad en ella, y de hecho Madison tenía muy lastimada la mano, pues el teléfono había explotado por tanta electricidad.
Con los años Madison y yo nos volvimos mucho más cercanas. En algunas ocasiones hablamos de ese día, y las dos los recordamos tan vívidamente y aunque no sabemos exactamente qué sucedió o porque solo nos hizo eso, ambas sabemos que todo eso fue real.
Autor: Liza Hernández
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