El Perro Historia de Terror 2021

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El Perro Historia de Terror 2021

El Perro, Historia de Terror… Mi nombre es Jacinto y soy originario del estado de Guanajuato, nací en Silao y he vivido el resto de mi vida en la Ciudad de Guanajuato, desde pequeño me han fascinado las historias de fantasmas y de miedo.

Particularmente aquellas en las que a uno lo mantienen aferrado a su lugar y que hacen que uno se imagine cosas por la noche.

En mi caso, me han tocado vivir varias cosas, que he visto, tocado y experimentado. Trabajo de Vigilante para una empresa que constantemente me cambia de sedes para trabajar, por ello eso me ha facilitado a conocer toda la ciudad en todos los horarios.

No me malinterpreten, esto me gusto pues he llegado a conocer varios lugares, pero en una ocasión en uno de ellos me topé con algo que jamás me hubiese imaginado. Pues alguien más vigilaba junto a mí.

Creo que para ser más precisos en lo que les contaré debo ponerles en contexto, me habían contratado para ser velador en una de las casas más misteriosas de Guanajuato, no es la única, pero creo que esta la podemos distinguir por la escultura de un enorme perro de raza bulldog frente a la casa, en un enorme jardín.

Se me encomendó la tarea de solo velar por la noche, donde el dueño del lugar me pidió explícitamente que no durmiera en horario laboral, me pidió que me organizara en mi tiempo para que no tuviera la necesidad de quedarme dormido.

El Perror Historia De Terror

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Le aseguré al cliente que eso no tenía que temer, pues ya llevaba más de Veinticinco años trabajando de vigilante y jamás había hecho una falta así a mi trabajo.

Así fue como me tocó llegar a la primera noche.
La Casona, así le gustaban que la llamasen por ser antigua y con características coloniales, solo tenía unas cuentas cámaras que apuntaban al patio, a la sala de estar y a las exhibiciones, los demás cuartos y las recámaras o pasillos no tenían vigilancia, pues a lo que señalaba el propietario nadie vivía allí o tenía algo que hacer, llevaba años abandonada esa sección y era imposible llegar a ella sin antes pasar frente al puesto de vigilancia y a las cámaras de seguridad.

Me encontraba a mitad de mi primer ronda cuando llegué a la sección de exhibición, no sabía con exactitud qué era lo que la Casona ofrecía de atracción, cuando me topé con una serie de elementos a la Independencia de México, uniformes, armas, e inclusive se presumía que tenían la estaca en la que descansó la cabeza de Don Miguel Hidalgo, fue entonces cuando me encontraba viendo la exhibición que escuche un fuerte ruido proveniente del patio, las luces se encontraban encendidas, así que tenía completa visualización de todo, me acerque a mi estación de vigilancia para comprobar que pudo haber sido, y cuando estaba revisando las cintas de grabación, claramente pude escuchar que alguien pronunciaba mi nombre.

Esto me desconcertó, miré hacia varios lados, pero no veía a nadie, todo estaba en silencio, aquella voz aún resonaba en mi mente, claramente me recordó a quien fuese mi Madre en vida.

Revisé la cámara de seguridad del Patio y pude apreciar que un gato negro se había logrado meter a él. Me pareció en cierto modo divertido que un gato lograra haber burlado la seguridad de la malla eléctrica, así que no le di mucha importancia, encendí el televisor pequeño a blanco y negro que traía conmigo y me dispuse a ver la televisión.

No pasaron ni cinco minutos cuando escuché un ruido muy similar al anterior, pero ahora que me encontraba muy cerca del Patio pude apreciarlo con mayor claridad.

Pude escuchar que el gato se quejaba por estar peleando contra algo, podía escuchar que maullaba de una forma espeluznante, casi puedo estar seguro de que hacía unos sonidos muy parecidos al habla de una persona, quise ver por la cámara de seguridad contra qué se estaba peleando cuando cuál sería mi asombro que la escultura del perro ya no se encontraba en su lugar.

La sangre se me heló, pues lo primero que pensé en ese momento fue que alguien se había metido robar en mi turno y encima me habían burlado, pude ver que el Gato negro lograba escapar con la cola entre las patas, tome la macana y pistola que me habían otorgado y con lámpara en mano Salí al patio lo más rápido que pude pues tenía que abrir las puertas del acceso para llegar allí, cosa que me llevo aproximadamente unos veinte segundos, y al salir por fin ya me encontraba totalmente desconcertado, pues allí estaba la escultura de aquel perro parado sobre sus cuatro patas…

¿O quizás era otra posición en la que estaba?, para ser honesto no lo recordaba pues cuando llegue solo recuerdo haber visto que había una escultura de un perro, más no le di importancia a la posición en que estaba. Revisé el exterior por si había algo, pero no encontré nada.

Hacía bastante frío que hasta el vapor de mi boca salía, por ello decidí dejar hasta allí la búsqueda, pero cuando pretendía regresar me encontré con algo que me dejo pensativo.

Sobre la jardinera había un par de patas grandes marcadas, igual que las de un perro grande, y en el piso las marcas de las patas llenas de lodo y tierra se marcaban hasta la entrada.

Sea lo que fuera, aquello era más grande que un perro normal. Revisé rápidamente a mi alrededor y al no ver nada anormal, decidí regresar a mi puesto, no sin antes alumbrar con mi lámpara el rostro del perro, este vigilaba atentamente la entrada principal.

La noche desde allí transcurrió tranquila, el vigilante siguiente llegó a relevar mi turno diez o quince minutos después de que terminara mi jornada.

Se presentó ante mí, y pidiendo disculpas de antemano, pues me comentaba que por dentro no tenía muchas intenciones de llegar más temprano, pues decía que le pasaban cosas extrañas en la madrugada y prefería llegar cuando hubiese más luz.

No le di mucha importancia, por mi parte no tenía que llegar a entregar cuentas a nadie pues vivía solo, y a mi edad ya avanzada no tenía más actividades que hacer.

Por lo que a mí me quedaba era descansar. Al salir al patio para regresar a mi casa, recordé lo de las huellas, con el pie empuje una la tierra hacia la jardinera para dejar un poco más limpio el lugar cuando llegué a la escultura del perro.

Me quede un momento en silencio asimilando lo que veía, pues no me había percatado que en las cuatro patas de aquel animal había lodo.

No daba crédito a lo que mi mente me jugó en ese momento, era imposible que aquel perro se hubiese bajado del pedestal para perseguir al gato, ya me encontraba cansado y quizás solo me quedaba descansar. Le limpié las patas y a manera de juego le acaricie la cabeza despidiéndome de él.

– Nos vemos amigo – Le dije mientras pasaba mis dedos entre su frente, cuando yo era pequeño tenía un bulldog parecido a él y le gustaba que lo acarician así.

Fue en ese instante que me di cuenta de que su cabeza ya no veía a la entrada principal vigilando atentamente, ya apuntaba hacia el lado contrario de la cerca. Definitivamente, esa primera noche me había afectado, ya era hora de descansar y olvidarme del trabajo.

En casa la situación no fue un tanto normal, ya era medio día cuando me encontraba dormido, suelo descansar boca arriba con el cuerpo extendido por completo en la cama, con uno de los brazos colgando, sé que suelo roncar y eso en cierto modo me hace pensar que es cuando más descanso, pero en ese momento no estaba profundamente dormido, tenía la sensación de estar alerta, y entre despierto y dormido.

Podía escuchar aquella voz que había escuchado en la casona, esa voz se parecía a la de mi madre, no me asustaba de hecho la extrañaba, me llamaba por mi nombre, e incluso me platicaba cosas, mi madre ya había fallecido muchos años atrás que, si hubiera tenido la oportunidad de grabar su voz, sin duda la escucharía a diario, no la había vuelto a escuchar otra vez temía que la olvidara al pasar el tiempo.

Fue en ese momento que pude sentir que algo pasaba por debajo de mi mano, la cual estaba extendida por fuera de la cama. Me estremeció aquella sensación, me despertó rápidamente pues no me esperaba que algo estuviera allí. Sentí igual que cuando mi perro se me acercaba a que le acariciara. Aquella sensación la sentía tan fresca que aun en mi mano podía sentirla. Ya no pude dormir más después.

Al regresar a la Casona, lo primero que vi fue al Perro, vigilando tal cual posición en la que lo vi la última vez, me pareció una anécdota divertida por la que me había hecho pasar mi mente que no me di cuenta que el Dueño de la Casona ya me estaba esperando. Lo saludé y él me respondió el saludo preguntándome algo raro en ese momento.

¿Visitó las exhibiciones después de haber ido al patio? – Me pregunto seriamente, a lo que le comenté que mi última visita a vigilar había sido el patio, si había asistido a las exhibiciones, pero esa fue la primera parte de mi rutina.

Me comentó que se había encontrado con pisadas de alguien frente a una de las vitrinas, estas pisadas tenían lodo, pero no se trataba de zapato o calzado normal, sino más bien de pies descalzos.

Esto me asombro, pues no había visto aquello cuando fui en mi ronda. Seré honesto, soy un poco paranoico y esto me hizo pensar de qué se trataba de una mala broma para no dejarme estar en la casona, o una novatada que me estuvieran trabajando.

Le aseguré al dueño que revisaría perfectamente y si lograba ver algo fuera de lo común se lo comentaría.

Esa noche las cosas pasaban a pintar tranquilas, mis rondines no cambiaron, un par de veces adicionales me fijé en los cuartos de exposición justo en las vitrinas, pero no parecía ver nada anormal.

Inclusive a mi amigo de cuatro patas lo vigilaba. Ya habiendo llegado la hora de que me relevaran le pedí a mi colega que me esperara un poco para revisar una última vez, y todo parecía ser normal. De ese modo fue toda la semana completa, y con el paso de los días ya había pasado una semana exacta desde lo que me había pasado y sin ninguna novedad.

El tema ya se había olvidado. Pero la noche en la que cumplí la semana exacta las cosas se volvieron a tornar extrañas.

Me encontraba viendo la televisión, ya pasaban de las Dos de la madrugada cuando comencé a cabecear, no había descansado muy bien ese día, y tenía algo de sueño, así que decidí dormir unos quince minutos para recuperarme y no estar tan intoxicado por el sueño. Puse mi alarma de mi teléfono, y lo coloque justo a un lado mío en una repisa, para escucharlo, y me quede dormido.

Hubo algo que me empezó a molestar, no habían pasado ni unos minutos cuando sentía que una mosca me brincaba sobre la mejilla, yo la ahuyentaba espantándola con la mano, tenía los ojos cerrados, no quería perder el sueño que apenas estaba agarrando, pero esta regresaba a molestarme, incluso se la pasaba sobre mi frente.

Ya cansado mientras esta se encontraba sobre mi mejilla rápidamente intente agarrarla con la mano en vez de espantarla y al momento cerrar mi mano pude sentir que agarraba los dedos de alguien, esto me exalto provocando que diera un brinco en mi lugar para fijarme si se trataba de alguien. Mire a todos lados más no había nadie.

Aún podía sentir la sensación de la mano que había agarrado. Solo la luz de la recepción era la única que me alumbraba en ese momento, cuando escuche la alarma de mi celular sonar. Estaba del otro lado del escritorio, creo que en el sobre salto lo había tirado y no me había dado cuenta.

Apeas estaba por acercarme del otro lado del escritorio a recogerlo, pero algo sucedió en ese instante, mi celular fue pateado al fondo del pasillo. No había logrado ver de qué se trataba, me encontraba perplejo ante lo que me estaba sucediendo, no le encontraba explicación alguna. Rápidamente, fui a recogerlo y cuando me agache por él, escuche que alguien encendía mi televisor.

Esto ya era una broma de mal gusto. Había una maldita cosa allí que intentaba hacerme pasar un mal rato. Me acerqué lentamente y al fijarme no había nadie allí. Decidí prender más luces, eso me ayudaría sentir más tranquilo, y cuando me acerque al interruptor una ventisca de aire paso sobre mí. Sentí un escalofrío inquietante y justo detrás de mí escuché que alguien pronunciaba nuevamente mi nombre.

Ya no podía más con esto, me encontraba bastante asustado que tenía que salir de allí, me apresure para ir al patio cuando otra vez del ventanal, les puedo jurar que vi al perro de pie observando dentro de la casona.

Sus ojos se veían rojos, atentos a mí, rápidamente me acerque a recepción para buscar mi macana y protegerme por si quería morderme, pero en ese instante escuche que aquel animal corría hacia la casona buscando a su presa. Más no era yo a quien buscaba.

Mire las cámaras de seguridad, pero no se veía nada. Solo podía escuchar ladridos en los cuartos de exhibición. Fue cuando me percate que, en el Patio, justo donde debería estar la estatua del perro, no se encontraba allí.

Pasaron unos minutos, los ladridos aún se escuchaban, yo me encontraba agazapado debajo del escritorio de la recepción, cuando escuche que aquel animal regresaba, podía escuchar sus uñas al caminar por el pasillo, me asomé por una orilla del escritorio y no veía nada, y de repente frente a mí apareció lo que parecía ser el hocico de ese perro, olfateaba, ya sabía que me encontraba allí, pero se alejó sin hacerme caso alguno.

Espere un par de minutos y me asome, las cosas parecían estar más tranquilas, sentí curiosidad y al ver el monitor que daba al patio, la estatua del perro se encontraba allí, inmóvil.

Les puedo jurar que esto es verdad, no pude aguantarme y esa mañana le platiqué a mi relevo lo que había pasado, a él pareció darle un poco de gracia, pero me explico más para que no lo malinterpretara.

Me contó que el dueño de la casona había conseguido un relicario muy valioso que estaba justo en una de las vitrinas, constantemente era visitado por algo maligno en ciertos días, sin embargo, el perro que ya tenía mucho más tiempo que muchas o todas las exhibiciones de la casona se encargaba de cuidar y ahuyentar a lo que se acercara a ellas.

Siendo muy honesto, me pareció una historia disparatada, pero, a decir verdad, en mi género un temor.
No les mentiré, hoy en día cuando llego, una de las primeras cosas que hago es acercame a mi amigo canino para saludarlo, y en ocasiones, le pido de su ayuda.

Sonará extraño, pero cuando escucho las patas de aquel animal rondar por los pasillos, lo dejo rondar por la casa, aún tengo temor de toparme con algo que no sea un perro, o hasta me da miedo encontrarme con el perro. Cabe señalar que aún se escuchan voces y ruidos entre los cuartos y exhibiciones, pero puedo estar tranquilo de que alguien puede ahuyentarles.
 
Autor: Lengua De Brujo
Derechos Reservados

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